Un relato mio.

El sombrío señor del paramos de lápidas,cada noche se sentaba en el techo de su mausoleo. Despojado de su cuerpo y rechazado por dios como por el diablo;estaba condenado a vagar por la tierra de los vivos como un fantasma para quien la luz de la luna era su sol. Pero un faro de luz fría e hiriente,pues su ser era la oscuridad hecha materia. Dolorido y penitente por pecados tan espantosos que ni siquiera se atrevía a pronunciar,el señor sombrío miraba el paramo de lápidas ¿existiría algo que diera luz a su espectro a quien ni siquiera consideraron digno de recibir una  recompensa o un castigado? Mirando al cielo rogaba a Dios una respuesta,mirando al suelo le reclamaba al diablo una pena; ninguno contestaba. 

Un dia un funeral deposito en ese campo a una niña,quien en la noche salio de su tumba perdida y asustada. Nunca antes el señor del paramo de  lápidas vio un alma tan blanca en esa tierra maldita. Era pequeña como una flor de azar y luminosa como una luciérnaga. A su paso las lapidas no eran piedras grises;sino faros de alabastro. Esa figura inmaculada hizo que el señor lúgubre,olvidara su mal. Deleitado con esa imagen de ensueño, tardo en notar que la pequeña alma dejaba un hilo de cristal a su paso,uno que quedo flotando en la brisa de la noche,cuando ella encontró la luz del más allá.

El señor oscuro pensó que esa huella lumínica se borraría también,pero no paso. Descendió para tomarlo entre sus manos negras y sucias. Se sentía firme. Tiro del hilo,descubriendo así que la puerta por donde la niña se fue,seguía abierta ¿seria un descuido de dios? ¿una trampa del diablo? No estaba seguro,pero la posibilidad de que fuera el termino de su doloroso destierro,alimento sus bríos y fue hacia esa puerta ciego a como ese hilo se enredaba en su cuerpo. La emoción por llegar a esa pálida salida le hizo sonreir como una mueca del deleite de un maníaco,mas esa expresión se borro al ver;del otro lado una decena de niños con ojos blancos y sonrisas sarcásticas.

-vuelve a tu pozo infectado,alimaña-le dijeron a coro antes que la puerta se cerrara.

Y el tiempo se detuvo un segundo,
antes de volver atrás para volverlo a su lugar sobre la cripta.

-¿se han divertido hoy?-les pregunto una voz sin genero.

Los doce niños apartaron sus manos y ojos de la crisálida en el piso. Por una fisura se podía ver el cuerpo de un hombre que parecía dormir.

-si,señor-respondieron a coro y miraron a aquel ser con dos caras, parado bajo el umbral.

-es hora de continuar-les señalo para que lo siguieran.

Los niños dejaron atras la crisálida,la habitación en penumbra iluminada por una lampara roja,el rumor de lamentos y llantos descarnados,para salir un pasillo que los llevo a una cortina de luz en la que el ser con dos caras no pudo entrar.