26._hojas amarillas
Como tantas veces,Whiss visito la tierra en busca de nuevos platillos que degustar,mientras su señor dormía.Bulma lo llevo aun restaurante no muy lejano,mas a raíz de una llamada imprevista,lo dejo solo en aquel lugar. A él no le molesto y se tomo su tiempo para disfrutar de la exquisita comida de la que pidió algo para llevar. Salio con el pequeño paquete,con un buen animo,dispuesto a volver a su hogar cuando un sonido desconocido,lo hizo mirar a un costado.
Una chica,con un largo vestido amarillo,lo miraba con cierto fastidio. Tenia un cabello rojizo muy largo y unos molestos que aparto de él, para posarlos en una cámara fotográfica entre sus manos. Para Whiss,aquel objeto le resulto un tanto curioso,pero enfoco su atención en la joven que ajustaba el lente murmurando algo en un tono algo hostil. Asumiendo,sin temor a equivocarse,que el animo de desagrado de esa muchacha era por causa suya,se aproximo para conocer su falta,mas la única respuesta que obtuvo fue un:
-No pasa nada.
Un tanto ofendido por la apática respuesta,se dio la vuelta para irse, mas entonces volvió a escuchar ese sonido. Volteo y descubrió a la mujer mirando a travez del lente de esa cámara. Con un movimiento suave,él siguió la dirección en que ella veía y todo lo que observo fue unas hojas amarillas bailando en la brisa. Algunas caían sobre los adoquines y otras volaban a la calle.
-Disculpe ¿Puedo saber qué hace?-le pregunto motivado por la curiosidad.
La muchacha lo miro, ahora con un semblante relajado.
-Tomo fotografías-le contestó ella y lo miro desde los pies hasta la cabeza.
Curioso sujeto,pero lo más llamativo fue que realmente no parecía saber que estaba haciendo y a todas luces, su respuesta fue insuficiente. Se tomo la molestia de darle una breve explicación y consiguió que aquel sujeto,se inclinara hacia ella para mirar la cámara entre sus manos.
-¿Para qué captura imágenes como la de hojas cayendo?-le pregunto Whiss, con un dedo en su barbilla y ahora examinandola a ella.
-Porque me parece poético-le contesto y bajo la mirada a los adoquines.
El ángel miro hacia donde ella veía y contemplo como esas hojas amarillas caían sobre la acera,pintando la vereda gris con ese color luminoso. Miro entonces al árbol desnudándose entre la brisa de otoño. Despojandose de su atuendo para cubrir con su belleza un suelo estéril,en que ningún color podía nacer. Claro que él no pensó esas palabras,ella se las dijo.
Los ojos del ángel regresaron a la mujer que ahora se alejaba por la acera y con un semblante poblado de una serenidad extraña,se le quedo viendo hasta que se le perdió entre la gente.
Los dias avanzaban y en ese mundo que habitaba,todo conocía y nada lo sorprendia. Él,no sentía el paso del tiempo,como lo haría un hombre,su vista no se hastiaba del mismo panorama,no le disgustaba el silencio o la soledad o eso pensaba. Bueno la verdad es que no lo hacia,su mente la ocupaban otras ideas y podia encontrar la complacencia en cosas que muchos no comprenderian,mas esa tarde al caminar por la senda empedrada,motivado por comprender la idea de aquella mujer, se detuvo a ver el campo de flores. Al principio no vio algo en especial,pero con el transcurso de los minutos y recordando las palabras que ella dijo, comenzó a ver matices; juegos de color que parecían bailar al compas de una danza que él,no oia.La luz y el viento pincelaban el escenario con instantes únicos y se sonrio.
Semanas después,en la capital del oeste,mientras era conducido a otro restaurante,vio a la joven salir de una tienda y dejo a Bulma para ir con ella.
La siguió durante un rato,pero esta vez no parecía interesada en tomar fotografías,sino en anotar cosas en una libreta de bolsillo. Cuando,ella advirtió su presencia se giro hacia él y lo miro con extrañeza. Claro que lo reconoció de inmediato.
-Hola-le dijo-¿te puedo ayudar?
-Buen dia-le respondió con una sonrisa y hizo una pausa-el otro dia no me dio la oportunidad de presentarme. Me llamo Whiss.
-Soy Mary-le respondio ella y le extendió la mano.
El viento sacudía los arboles y los adoquines se pintaban de amarillo mientras esas manos se encontraban en medio de esa lluvia hipnótica de hojas amarillas.
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