Capítulo 5 - Heaven
—Tiene cinco, para estar lista, para la apertura —le comunico a las chicas dentro de los vestidores.
Me observó al espejo, la máscara cubre la parte superior de mi rostro, hasta llegar a mi nariz, el color negro contrasta con el color de mi piel. El rojo carmesí de mi labio, tiene el poder de captar la atención de los invitados.
—Solo será una función normal —me susurro a mí misma.
Me giro cuando veo a las chicas vestidas con sus bodys que son casi transparentes, mientras yo llevo uno de encaje.
—Recuerden, de ahora en adelante, sus nombres pasan a segundo plano. Pará clientes y otros compañeros que no sean Séfora y mi persona, se convierten en seudónimos. Yo soy Heaven, no lo olviden.
Ellas asienten, sé que, aunque algunas no lo digan, el hecho de tener hombre aquí, que trabajarán como nosotras las emociona. Pero a mí me irrita.
—Reglas —pregunto.
—1° No revelar información personal —comienzo.
—Si hay algún problema comunicarnos con ustedes o con los guardias —cita otra.
—Aquí no se tolera que las violenten a ustedes —les recuerdo—, no importa la cantidad de dinero que sea. Nada tiene más valor que sus vidas.
—llamarse por su seudónimo.
—No hagan el trabajo de los nuevos chicos difícil, por ende, espero que ninguna se meta con ellos —me cruzó de brazos— me refiero a nada de mantener relaciones interpersonales aquí.
Muchos rostros se contorsionan, no las culpo, pero es mejor no confundir lo personal con lo laboral o se volverá complicado.
—Yo no comprendo el porqué de esa regla —se queja una.
—Porque las cosas se complican cuando te acuestas con un compañero, aún si dicen que no es así, eso pasará. Y al final del día, su jornada laboral se verá afectada. No queremos eso, por eso están las reglas, para que la convivencia no sea un problema.
Asienten sin estar convencida. Se que alguna no me hará caso, lo sé.
—Ya pueden retirarse, el espectáculo está por comenzar —les recuerdo.
Abandono los vestidores en busca de saber el orden de cada una y a qué hora es que saldrá los hombres. Sin embargo, me detengo cuando siento una mirada penetrante sobre mí, lo suficiente para erizar mi nuca.
—No deberías poner reglas que no puedas cumplir —es lo primero que escucho provenir de él—. Te dije que nos veríamos en el trabajo —me recuerda, sin embargo, aún lo sé su nombre.
Me giro con lentitud, me hago la desentendidos.
—Disculpe, pero me debe está confundiendo —finjo demencia.
Mi vista recae sobre cómo viene vestido, lleva unos tirantes que están enganchados a su pantalón, pero no lleva nada más y cuando digo nada, es nada. Su piel es algo bronceada, dejando a la vista su cuerpo trabajado. Sus abdominales y esos músculos que parecen chocolates, en medio de todo esto. Resalta un tatuaje que recubre todo su brazo izquierdo ¿Como no lo note? Es un bebé lobo que ve su reflejo en el agua, pero lo que se visualiza es otro lobo más grande. Debe ocultar algún significado importante, porque nadie se hace algo tan grande, solo porque sí. Sin embargo, lleva un pantalón de tela que le queda mejor que a mí, tengo que admitirlo. No obstante, lleva un lazo negro en su cuello.
—¿Terminaste de codiciar mi cuerpo? —pregunta con arrogancia.
Levantó mi mirada de su cuerpo, para enfocará en sus ojos, que bailan con diversión.
—Y aun así finges no conocerme —se queja.
—No finjo nada, solo que no sé quién es usted —me hago la desentendida.
—Claro sigue fingiendo hasta que venga mi presentación y se te caiga la baba —asegura.
Me mantengo en mi lugar, conteniendo las ganas de reírme.
—Recuerda... El juego comienza hoy, cuidado y pierdes antes de percatarte —es lo último que me dice antes de girarse.
Observó su espalda y como los músculos se tensan al caminar. Suspiro, meditando en todo que tiene que ocurrir en esta noche.
—Ya valiste —la voz de Séfora me saca del trace.
—¿Porque lo dices? —arqueo una ceja en su dirección.
Sus ojos brillan con malicia, esa que no me va a gustar escuchar.
—Hoy te ves inusualmente más radiante que el resto de los días —aseguró intentando evitar lo que va a decir.
Extiende una página negra, la tomó, revisando el horario de esta noche junto con todo el programa completo.
—Puedes cambiar de tema, todas las veces que quieras intentarlo, sin embargo...
Se queda con las palabras en la boca.
7:30 a 8:30 Presentación individual de Snow, Mary y Tatiana.
8:40 a 10: 15 presentación de Heaven
10:30 a 12:00 presentación de los chicos
—¿Ellos van a ser los últimos? ¿Qué les hace creer que vendrán mujeres a esa hora? —pregunto extrañada.
—Lo harán, querida, lo harán —asegura, marchándose.
Me giro sobre mis talones para marcharme a mandar a cada chica a su lugar, cuando.
—Heaven, cuidado con poner reglas que no puedes cumplir —vuelve a hablarme Séfora.
—Solo es un juego —aseguro sin girarme.
—En todos los juegos alguien puede quemarse.
—Yo no me quemare —le aseguro.
Tengo que admitir que no se ve mal, pero hasta allí. Niego con la cabeza. Es hora del show, es lo único que importa.
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No sé porque, pero esta fue la hora más larga de toda mi vida. Ahora es el turno de mi grupo, presentar, el lugar está lleno, tanto de mujeres como hombres. Siento un ligero espasmo adueñarse de mi estómago, no debería estar nerviosa. Pero lo estoy. Cambiaron a última hora mi rutina, ahora nos toca prácticamente improvisar y que no se note que sabemos qué hacemos.
El telón se abre, el reflector ilumina mi rostro. Una sonrisa se forma en mi rostro al notar que entre la multitud se encuentra el engreído del gimnasio. La música comienza llenando el lugar.
"Your body Language speak me" es lo que suena.
Disimulo, hasta encontrar a Séfora con una sonrisa de oreja a oreja. Me tomó desprevenida. En Cada lado del escenario se encuentra un tubo de pool dance, que es ocupado por algunas de las chicas, mientras tres de ella se quedan conmigo.
Bailando al son de la música, sintiéndola adueñarse de mi cuerpo, hasta hacer movimientos que no me gustan. Siempre sintiendo la mirada de él sobre mí, siguiendo cada uno de mis pasos.
Bring it over to my place. And you be like
You don't know What you did. Did to me.
Your body language speaks to me.
Aprovecho ese momento en un intento por sacar toda la sensualidad que posee mi cuerpo, donde terminó en el suelo, con la respiración agitada, mi rostro rojo como es costumbre y con una extraña picazón en mis manos.
Mis ojos se dirigen a él quien sigue entre la multitud, sus facciones están marcadas, lo que me hace preguntarme ¿no se lo esperaba? Por la poca luz a sus lados se me imposibilita ver sus ojos, pero apuesto a que ahora están oscuros como su alma.
Los silbidos y aplausos no se hacen esperar, dándome a entender que nuestro número ha terminado ¿Como es eso posible? Muestro mi mejor sonrisa al público antes de girarme y regresar a los vestidores.
Siento mi pulso en mi cuello, observó a las chicas que se encuentran normal, ¿cómo carajos son eso posible? Es decir ¿a ninguna le hizo? Ninguna salió afectada...Solo yo...
Niego con la cabeza, caminando en dirección a donde se encuentra Séfora. Apresuró mis pies, con la intención de encontrármelo antes de que entre al escenario. No obstante, me tambaleó, cierro mis ojos esperando el golpe, pero no llega y en su lugar unos brazos me sostienen.
Abro mis ojos encontrándome con él.
—No tenías que correr tanto, ya yo iba para los vestidores a felicitarte —pronuncia y boto la diversión en su rostro y en su voz.
Los ojos son las puertas del alma. Y los suyos están tan oscuro como creía que estaban. Una sonrisa de satisfacción se forma en mi rostro.
—Tanto ego es malo para el corazón.
Me suelto de su agarre, manteniendo mi distancia con él.
—Puede que tenga ego, lo acepto, deberías hacer lo mismo.
—¿Hacer qué?
—Aceptar las cosas.
—¿Como cuáles? —sin saber por qué jugueteo con mi labio inferior mordiéndolo ligeramente.
—Eres Evren, la chica del gimnasio. Te dije que íbamos a trabajar juntos y aún sigues haciéndote la aérea.
Esperaba escucharlo molesto, sin embargo, es todo lo contrario.
Abro mi boca con la intención de defenderme de sus acusaciones, si son reales, pero no le daré el gusto de admitirlas. Sin embargo, llega otro chico, igual de musculoso, solo que no tiene tatuajes y su piel es más blanca, sus ojos son oscuros.
—Disculpen la interrupción, pero nuestro show ya va a comenzar —la firmeza y educación en su voz es impresionante.
—¿Porque no puedes ser como él? Dios, él sí que tiene una educación que me da envidia, pero de la buena —un poco más y termino gritando.
Él pone los ojos en blanco y niega con la cabeza.
—Él tiene su encanto y yo poseo el mío —se defiende, mientras se marcha.
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