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⠀⠀viktor.

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
STARRY EYES⠀⠀/⠀⠀v i k t o r⠀!

TWO ALONE IN
THE DARK . . .

THE SPARKS WILL
FALL ON ME.

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀SU MIRADA INOCENTE ERA MENTIRA, pues ella es de las que esconden la mano cuando la piedra tiran; su andar refinado era falso, pues en el fondo ella a las normas no hacía caso. Su rostro serio era una máscara, pues ella deslumbraba cuando las sonrisas aparecían en su cara. Ninan tenía el nombre perfecto, es inquieta y vivaz como el fuego que se reflejaba en su alborotado y rojizo cabello, era como ver una llama incontrolable que danzaba sin parar, causando alboroto pero nunca destrozo. Ninan sabía cómo convertir el caos en arte, en belleza.

⠀Ninan era experta en causar alborotos, unos de los que siempre se salvaba. Amaba el fuego, amaba el color, amaba los espectáculos y con solo el material y conocimiento necesario era capaz de hacer que todo estallara en miles de colores sobre el cielo nocturno o diurno, ella no discriminaba y tampoco dudaba; mas sí se escondía, no podía ser encontrada.

⠀Aunque Ninan no solo alborotaba las calles de Piltover, también descontrolaba el pensar de aquel castaño que a su lado intentaba trabajar. Su dedo enroscaba su corto cabello leyendo aquellos papeles una y otra vez, formando un pequeño tirabuzón que descansaba en la curvatura perfecta de su cuello y destacaba impecable sobre su nívea piel. A su lado Ninan cantaba, alegre estaba aquella muchacha fingiendo trabajar en lo que Heimer le había encomendado, pero ella, una mentirosa perfecta, no hacía caso a aquellas órdenes.

⠀Quién llegó a pensar alguna vez que la infinita calma de Viktor se vería turbada por aquella extraña compañía que lo opacaba, era una llama incapaz de ser retenida que a su lado ardía con fuerza, arrasando con todo a su paso, mas dejando calidez, una incluso capaz de calentar su alma frígida y herida. Ninan había llegado a su vida como un tornado, un huracán o una tormenta de verano, esas que todo lo destrozaban, pero mantenían la atmósfera cálida.

⠀Qué iluso había sido al creer las palabras de Heimerdinger cuando un día se la presentó. Ninan Lehmann, aquel era su nombre completo. Según su maestro le dijo, ella venía de Demacia, difícil de creer pues allí se veneraba más el arte de la espada que del saber. Como era de esperar, al poco descubrió que era mentira. Su identidad siquiera era Ninan Lehmann, sí su nombre, el apellido solo tenía de verdadero las tres primeras letras. No era tan joven como aparentaba, rondarían la misma edad; aunque la mayor mentira quedaba en que ella no era de Demacia, era una joven de Piltover repudiaba por su familia. Tomó como venganza el arma del saber, poder forjar su propio nombre con títulos y prestigio gracias al conocimiento, quería enterrar a aquellos que una vez la odiaron.

⠀Cuando llegó era silenciosa, no hablaba, tampoco reía, solo trabajaba y trabajaba, tan inmersa estaba que Viktor nunca llegó a sospechar nada hasta que una noche vio aquellos planos diferentes, aquel cuaderno de bocetos, aquellos lápices de colores en el suelo. Cuando estaba sola Ninan cambiaba, en su ausencia era otra: se recogía la falda y se remangaba la camisa, así como se soltaba el pelo y rehacía su peinado en uno más ligero; pintaba con vigor sobre las hojas y tarareaba melodías lo más seguro inventadas, pero que cuando las escuchaba varias veces le encontraba el ritmo. Viktor tuvo la suerte o la desgracia de ver aquella llama recién prendida una noche y ya no pudo dejar de mirarla.

⠀Esa misma noche, pero unas horas más tarde, Viktor tuvo el privilegio de ver bajo la constelación de Orión un espectáculo que jamás olvidará. El ambiente estaba húmedo, pues había llovido, y las últimas gotas resbalaban sobre el cristal compitiendo unas con otras por ver quién llegaba antes; Viktor estaba en su taller como de costumbre, dejando que el tiempo pasase mientras trabajaba. Los segundos se habían convertido en minutos, los minutos en horas y el tiempo en sí era ya algo monótono cuando comenzaba a contar los números, pero cuando la manecilla marcó en punto el cielo estaba despejado y sobre el infinito firmamento vio algo que no podría olvidar: al principio solo era color, una explosión, y tan solo hicieron falta unos segundos para que hiciese presencia el sonido. Nunca olvidaría aquellos fuegos artificiales de miles de colores que serpenteaban sobre el mismo cielo nocturno, haciendo espirales y formas que nunca llegó a imaginar que podrían crearse; tampoco llegó a imaginar quién estaba a su lado.

⠀Habiendo llegado a Piltover como alguien que no sabía nada, fue nombrada como ayudante de Viktor, así que compartían espacio de trabajo, por lo que siquiera le sorprendía verla allí, pero no esperaba tenerla al lado, mirando por la ventana. Su rostro bronceado dibujaba la mayor de las sonrisas de orgullo y en su tez se reflejaba el mismo arcoiris cuando la luz de los fuegos artificiales pasaba a través de las gotas de lluvia, pues actuaban como prismas para la luz desprendida; sin embargo, lo que más le atrapaba eran aquellos ojos grises, más claros que nunca y que reflejaban todo lo que veían a través de la ventana.

⠀De un momento a otro, Viktor se vio totalmente atrapado, mirando embelasado aquellos orbes sobre los que veía a Orión, las explosiones, los lejanos edificios. . . eran dos diminutos espejos capaces de mostrarle en una expresión alegre toda la belleza que el universo le ofrecía en aquellos instantes. Algunos dirían que el pulso se le aceleraría, que sus manos sudarían y el corazón se le desbocaría; mas la realidad era que Viktor estaba en completa paz. En su corta vida había experimentado una sensación como aquella, siendo que estaba sumido en la completa calma, lejos de la complejidad del mundo, solo estaban Ninan, el firmamento y los fuegos artificiales, era incapaz de ver nada más, aunque solo la veía a ella, pues en sus ojos estaba aquello que atrapaba su atención.

⠀Tuvo la necesidad de preguntar, de saber si aquello había sido obra suya, tan solo le hizo falta ver su sonrisa para saber que había sido así. Estaba orgullosa de su trabajo, de su arte, de la reacción que había causado en él y con solamente el rostro era capaz de expresarlo. Nunca se había fijado en ella, nunca se había percatado de las pecas sobre sus mejillas que parecían estrellas, ni sobre el lunar bajo su labio, ni los hoyuelos en sus mejillas. Tampoco de como su cabello era tan alborotado que unos mechones escapaban salvajes de su recogido improvisado, lejos de aquel moño perfecto con el que aparecía todas las mañanas, además era capaz de percatarse de la largura de su cabellera rojiza que sobre su nívea piel se veía como una enorme llama sobre una vela de impoluta cera blanca.

⠀Ninan era tan solo un alma libre, un ave majestuosa a la cual trataban de encerrar en una jaula, pues era más sencillo tratar de acabar con ella que retenerla. Brillaba por sí sola, no necesitaba a nadie para ello, y allí a donde iba todos la miraban, siendo entonces que Viktor no era un incomprendido. Todos se veían obnubilados ante su presencia, todo aquel que tuviese ojos y una mínima de sentido la observaría; aunque eso mismo era lo que la hacía tener enemigos y amigos.

⠀Sin embargo, Viktor no quería ser su simple amigo, mucho menos su conocido. Por primera vez sentía aquella calma completa cuando estaba con alguien, la calidez que le inundaba el pecho con solo verla sonreír; descubría lo hermosa que se veía cuando hablaba sobre astronomía o la diminuta risa que abandonaba sus labios cuando algo salía mal. Adoraba que supiese más que él, nunca se cansaría escucharla hablar, explicar todo lo que sabía con la emoción que lo hacía, siendo que sus ojos incluso brillaban cuando hablaba de sus sueños y para él, ella era su sueño.

⠀Maldecía a su cuerpo enfermizo que a veces le impedía trabajar e incluso le entraban ganas de llorar cuando ella hacía que llegar. Temía de que algún día Ninan lo llegase a ver de la misma forma que él se veía a si mismo, mas cuando sus ojos se cruzaban sus miedos se disipaban, porque tenía la mirada más humana que alguna vez llegó a ver en los ojos de alguien.

⠀Al final Viktor tenía el léxico suficiente para darle una respuesta científica a las reacciones de su cuerpo y la fuente de sus pensamientos; pero jamás sería suficiente para expresar sus sentimientos. Siquiera el dulce roce de sus labios era capaz de aquello.

⠀Un beso donde los sentimientos se desbordaban como la miel por la comisura de los labios, donde las manos se posaban en sus mejillas con la suavidad del algodón y sus ojos se cerraban, permitiéndose entonces sentir más profundo aquel amor, creerlo de verdad y enterrar el sentimiento en su huesos, llenando cada hueco hasta incrustar en su corazón.

⠀De aquel amor solo era testigo Orión que los miraba desde el cielo, haciendo resplandecer el firmamento que los alumbraba junto aquellos fuegos que delineaban su figura sobre el suelo. Era simplemente perfecto y Viktor deseaba que fuese eterno, tanto como Ninan cuando con suavidad entrelazaba sus dedos. Aunque finalmente, ambos comprendían que su ensoñación no iba a ser longeva y su amor iba a ser efímero, mas al menos el sentimiento quedaría grabado por completo hasta su seso, otorgando el don de recordarlo hasta el último ocaso, hasta la próxima vida pues era necesario.

© keeishi , 2O22

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