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Banco

Beomgyu se preparaba tranquilamente para ir a la biblioteca. Era sábado por la mañana y Yeonjun seguía durmiendo, le daba pena despertarlo porque los fines de semana era los únicos días que su novio dormía hasta tarde.

El castaño había comenzado los exámenes y necesitaba estudiar con libro que solo había conseguido ubicar en la biblioteca de la universidad, pero esta solo abría hasta medio día los sábados, así que le toco levantarse temprano.

El reloj mostraba las 8, desayunaría algo y luego partiría. También prepararía el desayuno para Yeonjun y le dejaría una nota para que no se preocupara.

Después de tomar una ducha para despertarse, eligió un conjunto simple compuesto por un sweater gris y unos jeans.

Yeonjun había cumplido su promesa y lo había llevado a comprar ropa, aunque a Beomgyu le daba pena que gastara dinero en él, su novio había insistido.

El bonito sweater le quedaba perfecto y resaltaba su piel.

Se quitó la toalla y comenzó a vestirse.

—Si ese culo fuera banco le daría a plazo fijo.

Beomgyu se sobresaltó, quedándose con los jeans a medio poner y volteó. Yeonjun lo miraba con una media sonrisa sexy, rostro adormilado y sus manos detrás de la cabeza.

Estaba cubierto con las sábanas pero Beomgyu sabía que estaba desnudo abajo.

Rápidamente terminó de subirse y abotonarse los jeans.

—Estas loco, ¿en qué momento despertaste?

—Me quitaste la bonita vista.—Se quejó Yeonjun con un puchero. Beomgyu rodó los ojos.—¿Vas a algún lado, bebé?

—Si, a la biblioteca.

—Oww, ¿tiene que ser ahora? ¿No puedes quedarte en la cama conmigo un poco más?

Beomgyu mordió sus labios, tentado. Pero realmente tenía que revisar ese libro.

—Al volver soy todo tuyo.—Gateo en la cama hasta llegar a Yeonjun y se colocó en su regazo. Acarició su pecho desnudo antes de añadir:—Y podemos hacer lo que quieras.

—Lo que quiera, ¿eh?—Yeonjun lo acercó más para darle un beso, lento y que hizo que el estómago de Beomgyu sintiera mariposas.

—Lo que quieras.—Respondió con una sonrisa tonta al separarse.

—Bueno, entonces te vas ya mismo y vuelves lo antes posible.—Beomgyu río, levantándose de su regazo y saliendo de la cama.—Y esos jeans te dejan un trasero fantástico, que lo sepas.

—Mi trasero es de por si fantástico.—Le tiro un beso al aire.—Nos vemos, Junnie.

—Adios, bebé, que te vaya bien estudiando, no pienses en mi follandote contra el colchón o de distraerás.—Dijo con fingida preocupación.

El castaño todavía estaba riendo cuando salió de la casa. Pero al intentar ponerse a leer en la biblioteca se encontró pensando en las manos de Yeonjun recorriendo su cuerpo.

Ese maldito.

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