Capítulo 38. (Capítulo dedicado a @Stylesrockings)

Miro a Harry tirado encima de su cama. Está roncando como un cerdo. Devon y Louis me han ayudado a traerlo hasta aquí, hasta su casa. No tenía ni idea de que vivía aquí y menos en un sitio con tantos lujos..

Le he dado las llaves de casa a Devon porque pienso quedarme a cuidar de Harry esta noche, se ha quedado dormido encima mío cuando me ha dicho eso y me he asustado porque pensaba que estaba muerto. Lo único que me ha dicho Devon -un poco enfadado- es que hiciera lo que quisiera con el pedazo de basura que era Rude. Le escaneo con la mirada, está pálido, tanto que los tatuajes negros hacen contraste con su piel, nunca lo había visto tan pálido. Su pecho se mueve arrítmicamente, como si estuviera soñando algo.

-¿Mamá?- murmura entre sueños. Se revuelve en la cama y presto más atención. Esta teniendo una pesadilla o algo.

Se mueve otra vez, agitado, unas perlas de sudor comienzan a hacerse presentes en su frente y aprieta la mandíbula, está teniendo una pesadilla. No lo despierto porque oí que se podía quedar trastornado, ¿o eso era con los sonámbulos? Da igual. Harry se revuelve otra vez y una especie de grito ahogado se escapa de sus labios. Vale, me estoy empezando a asustar. Lo único que se me ocurre es agarrarlo de la mano fuertemente.

-Harry tranquilo. Estoy aquí. Soy Heather, mírame.

Pero no me oye, es más, se revuelve otra vez esta vez con un jadeo.

-Por favor.- gimotea.

Le acaricio los mechones que se le pegan a la frente sudada y se los echo hacia atrás. Está más que claro que está teniendo una pesadilla.

-No.- susurra- No, no, no, ¡NO!

Se incorpora de un salto, respirando agitadamente y se lleva las manos a la cara y se frota con desesperación. Se toca el pecho y respira hondo, supongo que para tranquilizarse.

-¿H-Harry?- trato de llamar su atención.

Se vuelve hacia mi y me aterrorizo. Tiene los labios secos, entreabiertos, respirando a duras penas. Sus ojos miran a la nada y están apagados, y tiene manchas de lágrimas en sus mejillas, que están tan pálidas como él. Me mira a los ojos y esboza algo parecido a una sonrisa, pero desaparece cuando se dobla hacia adelante a causa de una arcada y sale corriendo al baño. Escucho la tapa abrirse y a Harry vomitar y en seguida me levanto para ayudarle. Lo encuentro con media cabeza metida en la taza y echándolo todo. Me arrodillo a su lado y le acaricio la espalda suavemente. Está temblando.

-Eh tranquilo, ¿vale? Estoy aquí.

Pasan varios minutos y sigue vomitando, hasta que cierra la tapa y presiona su mejilla contra el mármol frío. Me he quedado sentada de piernas cruzadas y acariciando su espalda.

-Deberías de darte una ducha.- le aconsejo- Para despejarte y eso, ¿puedes?

Harry asiente con los ojos cerrados y sin levantar la cabeza de la tapa y me levanto suspirando. Cierro la puerta del baño y entro en lo que supongo que es su cuarto. Es muy minimalista, blanco, negro y alguna cosa azul, un enorme armario empotrado negro, un escritorio algo deteriorado negro y las colchas de la cama negras, los cojines en cambio son azules, la pared es blanca y descubro varios boquetes en ella, cubiertos con pintura blanca. Escucho el agua de la ducha caer. Doy una vuelta por toda la habitación, la verdad es que parece bastante caro, como el resto del apartamento. Abro un cajón y veo un librito, lo tomo entre mis manos y lo examino, tiene nombres, direcciones y números de teléfono, me sorprende que la mayoría de las direcciones son del barrio pobre de la ciudad, pero abro los ojos como platos cuando veo el de mi padre, ¿el de mi padre? Si.

Me sacudo la cabeza, a saber qué ha hecho este hombre en el bar para que tenga sus datos apuntados. Veo una cifra debajo de sus datos, en rojo, siete mil. Me quedo embobada mirando la cifra y cierro el cuaderno, no quiero saber nada. Levanto la vista y veo un marco, una chica más o menos de unos cuantos años más que yo sostiene a un Harry sonriente, aún no tiene tantos tatuajes, pero si un piercing en la ceja. Se parecen muchísimo.

-Es Gemma.- escucho una voz ronca a mis espaldas. Me giro y veo a Harry con una camiseta ancha y unos pantalones de chandal por las rodillas, tiene el pelo húmedo.- Es mi hermana.

-Es muy guapa.- murmuro mirando la foto otra vez.

Escucho la respiración de Harry cerca de mi oído y sus manos acariciar mis caderas por encima de la tela del pantalón.

-Gracias por quedarte.- susurra contra mi pelo para después dejar un beso en la coronilla.

Se aleja y se tira sobre la cama. Miro el reloj, la una y media. Me giro hacia Harry y me lo encuentro hecho una bola acurrucado en un lado de la cama. Sin pensarlo, me acerco a la cama y me siento en el borde.

-Oye... Esa pesadilla que has tenido...- empiezo. Pero me interrumpe.

-N-no. Sólo déjalo pasar. Me duele la cabeza, ¿p-puedes tumbarte conmigo?

Asiento y me acurruco a su lado. No tarda en pasar un brazo sobre el mío y entrelazar sus dedos con los míos. Siento su respiración en mi nuca y se aprieta más a mi.

-Esa pesadilla...- empieza, ¿me la va a contar?-...la tengo desde que tenía quince años y me escapé de casa.

Me giro quedando cara a cara con él. Si está dispuesto a contármelo voy a escucharle.

-No voy a juzgarte por esto Harry. Puedes contármelo.

Harry asiente y agarra mi mano con fuerza, se queda mirando a la nada y empieza a hablar.

-Igual esto explica por qué soy tan gilipollas ahora, el por qué de mi carácter y de lo que soy. Con quince años me escapé de casa porque aquello era un infierno, mi hermana Gemma también lo vivió, y ella escapó antes, me dejó sólo, pero luego vino a por mi. Tenía doce años cuando empezó todo, al principio me dormía escuchando los gritos y lloros de Gemma y no entendía por qué, hasta que un día vi a un hombre, un amigo de mi padre, entrando en el cuarto de Gem, escuché lloros durante una hora y después vi... Vi cómo el hombre pagaba a mi padre y se iba. No entendía nada. - se queda callado unos instantes. Le tiemblan las manos.- Hasta que empezaron a llegar mujeres. M-mi madre me obligaba a, a...

-N-no lo digas. Por favor.- sé perfectamente a lo que se refiere y se me seca la garganta.

-La única vez que pensé que le importaba a mi madre es cuando después de dos años de tortura, a los catorce, me negué a satisfacer a una de sus amigas y ella... Ella me apuñaló, esa mujer estaba mal de la puta cabeza.- le brillan los ojos por las lágrimas- Mi madre me llevó corriendo al hospital, llorando. Pensé que se preocupaba por mi pero... Cuando volví a casa después de estar ingresado me castigaron. M-me pegaron y me metieron en un armario, tres días, ¿puedes creer qué es eso?- suelta una risa irónica- Fue un infierno. Gemma volvió a por mi un año más tarde. Decía que había encontrado una familia. Y es verdad, Anne es una buena mujer, es mi madre ahora, y la de Gemma, Des es el padre que nunca tuve. Son pura bondad. Denunciamos a los hijos de puta de nuestros padres biológicos, pero Gemma y yo acabamos traumatizados. Anne nos pagó tratamientos psicológicos, pero cuatro años después todavía tengo pesadillas. Es lo peor. Es un infierno constante. Todas las noches me duermo con miedo de lo que pueda pasar en mi mente.

Cuando se queda callado lo entiendo todo. Harry sólo necesita a alguien que lo quiera, a alguien que le acompañe en sus noches tan temidas, a alguien que le apoye. Harry me necesita.

-Harry yo... Es que es horrible.

-Bueno, ya has visto que los chicos malos también tenemos miedos, ¿no?

No me he dado cuenta de cómo, pero ahora estamos totalmente abrazados. Harry quiere ocultarlo pero se le escapan lágrimas de los ojos. No puedo culparlo, la historia me ha robado el calor del cuerpo.

-Heather, si aún así decides no perdonarme prométeme una cosa...- susurra sobre mi coronilla.

-¿Qué cosa?

-No te vayas. No me dejes solo por favor. No podría soportarlo.

Escondo la cabeza en el hueco de su cuello.

-Te lo prometo.

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Yo he llorado, ¿vale?

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GIN.