Entro en casa cerrando la puerta suave detrás mío, a pesar del mal humor que llevo ahora mismo. Puto Harry, puto su orgullo y puta pelea, siempre igual, no vamos a llegar muy lejos si nos peleamos cada dos por tres, y está bastante claro que no vamos a aguantar sin pelearnos cada dos por tres. Escucho unas voces provenientes del salón y arqueo una ceja mientras cuelgo la chaqueta en el perchero. 

—Aún sigo sin saber cómo no me había dado cuenta antes.— esa voz, femenina, me resulta bastante familiar. Demasiado diría yo...

Me asomo por el marco de la puerta, con cuidado, para ver a Devon de espaldas a mi hablando con una mujer rubia, de unos cuarenta años. Tiene la nariz respingona, que sujeta unas gafas por las que ahora mismo mira por encima, con su mirada color miel posada en Devon. Las manos no dejan de frotarse entre si, símbolo de nerviosismo. Reconozco el moño mal hecho que reúne su cabello rubio y el característico par de mechones que caen a ambos lados de su cara. Y mi corazón cae...

Simplemente no puedo creer lo que mis ojos están viendo ahora mismo.

Mi tía.

En frente mío.

Mi tía la que creía desaparecida está sentada en el puto salón de mi casa hablando con mi amigo Devon. Devon es tonto y no se entera del panorama, claro que no. 

Me vuelvo a esconder tras el marco de la puerta, sin intención de aparecer, ignorando laconversación y pensando, ¿qué cojones hago ahora? Mi tía, joder, mi tía está aquí y ahora. Creo que debería estar contenta o algo por el estilo, pero ahora mismo sólo siento rencor, ¿por qué? Fácil. Me ha dejado sola con un puto borracho a mi cargo cuando ni siquiera soy capaz de hacerme cargo de mi misma. Así que reúno fuerzas y doy un par de pasos hacia la luz del salón. 

Al principio no me toman en cuenta pero de repente los ojos mieles de tía Rose se posan en mi figura y veo cómo contrae los labios en una mueca de estar conteniendo las lágrimas. No sé si por la emoción o porque debo de parecer una drogadicta.

—Heather...— susurra. Al principio creo que se va a quedar sentada mientras llora, pero se levanta rápidamente y cruza el salón a pasos rápidos, con las manos temblándole y el aliento contenido.

Yo también tiemblo cuando sus delgados brazos se cierran en torno a mi y sus labios besan mi frente sin parar. Una parte de mi quiere empujarla, quiere gritarle y exigirle... Pero no puedo, joder, esto es demasiado para mi y me quedo temblando, inmóvil bajo los arrumacos de la mujer que ahora mismo me abraza.

—¿Qu-qué te has hecho en el pelo amor?— intenta reír mientras un llanto histérico se lo impide y me vuelve a abrazar.

—Tía...— es lo único que sale de mis labios mientras automáticamente mis brazos se cierran en torno a su cintura y escondo mi cabeza en su hombro, bueno, o hasta lo que llego porque es bastante alta y yo soy un maldito tapón. Así que me quedo en esa postura, con los ojos muy abiertos, hasta que mi tíe vuelve a explotar en lágrimas y empieza a hablar.

—Dios mío mi niña, debo darte tantas explicaciones, oh Dios mío gracias al cielo que estás sana y salva, no sé lo que hacía al dejarte sola con tu padre por favor perdóname.

—Sólo quiero saber dónde estabas y por qué nunca has llamado.— murmuro contra la tela de su camisa.

Tía Rose toma una respiración profunda, interrumpida por los resquicios de llanto que se le escapan de vez en cuando y se separa de mi. 

—Vamos a sentarnos y a hablar, ¿vale?

Intento sonreír pero me sale una mueca rancia y me siento al lado de Devon, quien rodea mis hombros con su brazo y me da un pequeño beso en la sien.

—¿Estás bien?— me susurra mientras mi tía toma asiento.

—Estoy como un puto pulpo en un garaje.— contesto sin humor.

Mi tía me echa una mirada severa y algo dentro de mi se enciende. Es como aquellas miradas severas que me echaba de pequeña cuando me gustaba hacer travesuras y manchar sus blusas blancas de helado de fresa, creía que quedaban más coloridas y era una inocente cría de seis años. 

—De verdad que aún no entiendo cómo no puedes enfadarte conmigo.— murmura ella— Por haberte dejado sola sin saber o pensar en las consecuencias, pero yo si. Tenía treinta años y estaba completamente cansada de depresiones, así que me fui a Nueva York pensando en conseguir un buen trabajo allí y enviar parte de mi dinero aquí a tu padre, pero las cosas no salieron demasiado bien y el dinero no llegaba, lo sé, lo siento. El día en el que se suponía que debías llegar a casa se me pasó por la cabeza el ir a buscarte, pero pensé que Roger estaría deseoso de verte e iría a buscar a su pequeña.

—Pero no fue así.— murmuro.

—No,— dice al borde del llanto— te dejó sola, a tu suerte, lo sé. Llamaba todos los días y su voz sonaba normal a través del auricular, le pedía que me dejara hablar contigo, pero siempre ponía alguna escusa. Yo sabía que algo malo pasaba pero no tenía a penas dinero porque había parte de él en la cuenta bancaria de tu padre y necesitava volar aquí, a Phoenix, porque debía poner orden. Me llevó meses buscar un vuelo lo suficientemente barato y recaudar el dinero necesario, me ayudó Tom, una persona de la que... luego hablaremos.— baja la mirada y casi puedo ver el rubor en sus mejillas, cuando la vuelve a levantar sus ojos está vidriosos— Te pido por favor que me perdones mi vida, eres lo más importante para mi y fue culpa m-mía que todo esto p-pasara.— empieza a llorar y se tapa la cara con las manos.

Ella piensa que no la puedo personar, pero yo se que si. Ella es como mi madre, joder, es la madre que nunca tuve, es mi tía, mi amiga, mi confidente. Ella es lo que me faltaba, es lo que necesitaba, la he estado esperando tanto tiempo que me ha dolido y finalmente cuando ha llegado ha sido como si una pequeña parte de mi volviera. Vuelvo en mi cuando Devon me da un suave codazo y veo a mi tía sollozando delante mío.

Mi familia...

Me levanto y ando casi corriendo hacia el sofá, lanzándome sobre mi tía y abrazándole con todas mis fuerzas. Ella rápidamente me corresponde al abrazo y sigue llorando.

—Mi bebé. Te echaba de menos.— solloza.

—Ya tía, ya por favor, te he perdonado, tranquila, estoy bien, estás bien.— le abrazo con más fuerza, si eso es posible— Te quiero mucho.— susurro en su oído.

—Te adoro.—murmura ella.

Cuando ambas dejamos de abrazarnos, me siento al lado suyo y mi tía carraspea.

—Espero que no os importe ir a dar una vuelta o algo.— nos mira— He de hablar con tu padre Heather, y no creo que quieras escuchar esto.— susurra.

Miro a Devon, quien está muy callado, y se limita a encogerse de hombros. Me levanto y él me imita.

—Está bien.— suelto el aire contenido— Estoy bien.— murmuro.—¿Segura que no quieres que nos quedemos?— pregunto con miedo de que Roger pueda hacerle algo.

—Tengo esto.— saca una especie de botecito en el que se puede leer, spray de pimienta, y no dudo al avalanzarme otra vez en abrazarla. Joder, la echaba de menos como  una puta loca.

Mi tía me besa la frente y murmura un mi campeona antes de decir que tiene que hablar y todo eso. Devon y yo salimos a la calle, es de noche y la temperatura es agradable.

—¿Estás bien?— murmura él buscando entrelazar nuestros dedos.

Se lo permito y entrelazo mis dedos con los suyos. Se está bien así, paseando por el vecindario tratando de despejar mi mente y con Devon a mi lado, aunque parece un poco callado. Parece demasiado callado hasta que finalmente habla.

—Tu tía me había dicho que tiene intención de llevarte a Nueva York con ella. No le he creído hasta que me ha enseñado su DNI, te lo juro.

Se me escapa una risita hasta que asimilo lo que ha dicho.

—¿Qué?

—A ver, — me interrumpe— no puede llevarte con ella porque tienes dieciocho y eres lo suficientemente mayorcita como para saber qué hacer, pero quiere que tomes una decisión rápida.

—¿Cuánto tiempo tengo para una decisión rápida?

Devon me mira seriamente. Esto no tiene nada bueno.

—Una semana.

CAPÍTULO DE REGALO BC ESTOY ESCRIBIENDO EL PENÚLTIMO Y RUDE ACABA EL PUTO LUNES ME MUERO, ASÍ QUE NECESITO SABER QUE DE VERDAD LEÉIS ESTO Y POR FAVOR, COMENTAR, VOTAR.

MULTIMEDIA- TÍA ROSE *-*

OS QUIERO.

GINGER.