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XLIX. Fighting for you.

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Por la mañana me levanto con unas ojeras terribles debido a que me he pasado la noche entera hablando por teléfono con Kelsey. Le he contado todo, y ella ha reaccionado tal que yo, más algunos tacos complementarios. Pero a pesar de todo eso, me levanto de buen humor, porque mi tía está aquí. De todos modos me quedo sentada a la orilla de la cama pensando en la propuesta de mi tía de marcharme con ella a Nueva York.

Y no.

Por supuesto que no.

Tengo que quedarme aquí, mi vida está hecha aquí, me sentiré sola cuando Devon vuelva con su familia, aunque haya prometido que vendrá a visitarme, no va a ser lo mismo. Pero tendré a Kelsey, a Zayn, Liam, Niall, Louis... Y tendré a Harry. Aunque me haya peleado con él me paro a pensar que es él la principal razón por la que no me quiero ir.

Puede que una parte de mi le quiera.

Un par de toquecitos en la puerta me distraen y me giro a la vez que la cabeza de Devon se asoma detrás de la puerta.

—Hola enana.— me saluda—Pensaba que estabas dormida y venía a despertarte al estilo Devon Finch.

Si que voy a echar de menos esto. Así que hago lo que mejor se me da. Me tiro de vuelta a la cama y me tapo con la sábana. Escucho una risotada por parte de Devon y los muelles de la cama chirrían cuando él salta sobre mi.

—¡Aaagh!¡Me ahogo!— grito mientras me río.

Devon no deja de moverse como un gusano y creo que me mearé de la risa como siga así.

—¡Puto Devon!¡Deja de hacer el gusano!—sigo riéndome mientras escucho las risotadas de Devon y al final acaba por bajarse.

Le echo de mi habitación y me pongo a lo mío antes de que me entre más vagancia y me vuelva a tirar a la cama, así que me doy una ducha rápida, hago mis necesidades y en una media hora ya estoy lista y vestida. Bajo las escaleras con la mochila al hombro y revolviéndome el pelo con la mano. Entro en la cocina y me encuentro con mi tía concentrada en hacer un par de tostadas y huevos revueltos -creo-.

—Tía.— me siento en la silla dejando caer la mochila.

—Buenos días cariño.— la escucho decir mientras sigue concentrada con lo suyo. Finalmente termina y se gira.— Toma, desayuna cielo, voy a ducharme, si cuando vuelvo ya te has ido... Te quiero.— me da un beso en la frente y le sonrío cuando la veo desaparecer tras la puerta.

Me como el desayuno en silencio mientras escucho voces en el piso de arriba, a los pocos segundos escucho pasos y Devon aparece con el pelo húmedo y unos pantalones vaqueros algo ceñidos. Sin camiseta.

—Devon...— murmuro tragando pesadamente el desayuno.

—Ya sé que estoy muy bueno.— empieza a rebuscar en la despensa y me quedo mirando los tatuajes que decoran sus brazos—Pero tienes novio pringada.

—Cállate gilipollas.— refunfuño levantándome con los platos en la mano y echándolos al fregadero.

Escucho el agua de la ducha caer y deduzco que mi tía se está duchando así que me giro y empiezo a andar hacia la mochila, que está tirada en el suelo.

—¿Dónde está Roger?— cojo mi mochila del suelo y me giro hacia Devon, al que se le contraen los músculos de la espalda cuando hace fuerza para abrir una bolsa.

—Durmiendo.—contesta sin girarse.

Me encojo de hombros y me acerco a espaldas de él, poniéndome de puntillas y dándole un beso en la mejilla. Odio ser tan jodidamente baja.

—Me piro Dev.

—Pásalo bien en el colegio.—canturrea.

—Cállate gilipollas.

Escucho una risotada por su parte y esbozo una sonrisa pequeña. Alcanzo el mechero del mueble del recibidor y me saco un cigarro de la mochila. Cierro la puerta principal mientras intento maniobrar para encenderme el puto cigarro y le doy una calada profunda para empezar a andar después. Me entretengo pensando por el camino, hasta que de repente la propuesta de Nueva York me viene en mente, otra vez. Me niego profunda y rotundamente a largarme de aquí. Tengo mi vida y mis amios aquí y prefiero quedarme sola en la casa antes que tener que dejarlo todo. No soy de las que les guste empezar de cero, más que nada por intimar con la gente. No se me da del todo bien, ni quiero que se me de bien. Le entregas a la gente tu confianza para que después se la pasen por donde tú y yo sabemos, y no, soy bastante rencorosa y de las que no olvidan. Me han hecho daño y he sufrido, la vida es así, soy una hija de puta por culpa del dolor pero no se le puede hacer nada. Aunque pensándolo mejor, en los últimos meses me he ablandado bastante, he dejado mis muros sin vigilancia y amenazan con desmoronarse si no presto más atención. Me mantengo con esos pensamientos hasta que me detengo en frente de la verja de la institución. Entro andando al párking con la cabeza alta y mirando a la gente directamente. Es divertido cuando bajan la mirada porque les intimidas. Sigo con mi divertido juego hasta que me cruzo con una mirada con la que no baja. Mierda.

—¡Heather!— escucho la característica voz de mi mejor amiga y dejo de mirar a Harry para dirigir mi mirada a la morena, quien me hace señas para que vaya hacia ellos.

Teniendo fresca en mente la pelea entre Harry y yo el otro día, no puedo esperar nada bueno de esto, pero aún así, como tengo una par de huevos, me enderezo y ando a paso ligero hacia ellos, con el cigarro casi consumido pendiendo de los labios. Le doy una última calada a éste cuando llego a su altura y lo aplasto con la punta de la zapatilla al tirarlo al suelo. Kelsey en seguida corre a darme un abrazo y a susurrarme un pequeño "ya hablaremos" cuando lo hace. Saludo a los demás y me tenso cuando mi mirada se cruza con la de Harry. Joder. Lleva el pelo alborotado, como siempre, y su camiseta ancha negra deja ver los tatuajes en sus costillas. Estoy a punto de pasar de él cuando me agarra de la muñeca y tira de mi hacia su cuerpo. Al principio estoy pensando en empujarle, y eso es lo que intento, pero sus brazos me aprietan contra su cuerpo y gruñe cuando le pego en un costado.

—Suéltame capullo.— me quejo dándole otro golpe—Me tienes harta.

—Tú si que me tienes harto.—sus dedos se aprietan más en mi espalda baja- Pero más harto me tiene pelear contigo.

Levanto la mirada y me encuentro con sus ojos. Esboza una sonrisa arrogante y me dan ganas de pegarle una hostia, pero se me pasa cuando se inclina para picotear mis labios suavemente.

—¿Estamos bien?—me pregunta.

Escondo la cabeza en su pecho y bufo, al final siempre acabo siendo demasiado gilipollas.

—Vale.— gruño alargando la a.

Su risa ronca vibra en su pecho y sus dedos rozan mi barbilla, buscando que la eleve. Nuestros labios se rozan y me besa. Mis manos se deslizan desde su pecho hasta su nuca y lo atraigo hace mí.

—Esta noche peleo nena, y créeme voy a luchar muy duro por ti.— susurra contra mis labios— Que lo sepas.

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