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xxiv. FIESTA.

RUDE.
( LIBRO DOS. )

— No puedo creer que este haciendo esto — murmuró Harry para si mismo saliendo del auto. Miró la entrada, notando que un hombre de aproximadamente 2 metros con lentes oscuros y de traje, tragó y se acercó a él mientras que el guardia solo dejaba pasar gente. La vista del hombre se posó en él, haciendo pensar al rizado que no lo dejaría entrar, más al contrario, se hizo un lado dejándolo pasar.

Cuando Harry entró a la inmensa casa, miró a su alrededor tratando de buscar a Liam entre toda esa gente.

Al no lograrlo decidió seguir caminando, pero para eso debía pasar por "la pista de baile" donde todo el mundo se encontraba bailando incluso sin conocer a la persona la cual su cuerpo estaba pegado. Suspiró y se adentró a aquella bola de gente, giró su rostro de golpe al sentir una mano apretarle el trasero.

Siguió caminando para luego al salir, alzar la vista encontrándose con Liam subido en una mesa sin camisa junto con dos rubias y una botella de tequila en su mano derecha, bailando.

Que lindo pensó el rizado rodando los ojos.

Pero, si Liam no estaba con Jade, ¿dónde esta ella?

De golpe comenzó a alarmarse girando a todos lados tratando de buscarla pero no estaba a la vista, infinitas escenas pasaron por su cabeza de las probabilidades que podían haberle hecho a Jade, por lo que decidió correr hasta el inmenso estero sin importarle empujar a algunas personas, tomó el cable y lo desconectó de golpe.

Toda la gente soltó un quejido.

— ¿¡Quién hoza interrumpir mi fiesta!? — grita Liam zafándose del agarre de ambas rubias bajándose a una silla, para luego dar un largo trago a su botella de tequila.

— ¡Yo! — gritó Harry a todo pulmón haciendo que todas las miradas se posaran en él, el castaño lo miró fijamente por unos segundos, tomó un largo tragó nuevamente de licor.

— Todos fuera — dijo suficientemente alto para que minutos después la casa este completamente vacía, o eso pensaban ellos. Liam camino tambaleándose un poco al rizado quien se mantenía firme. — ¿Cómo entraste a mi casa, pedazo de mierda? — pregunta ya a unos metros de él.

— Pues, tuviste que mejorar la seguridad, imbécil — contraatacó no una sonrisa burlona.

— ¿Qué es lo que quieres, Styles? — arrastró las palabras.

— Te aprovechas de Jade, te aprovechas de que ella esta herida y...

— Oh por favor, si tu fuiste el que la hirió, obviamente ella no te importa — se burla el castaño apoyándose en una mesa para mantenerse de pie.

— No, a mi madre la trasladaron, nunca dejé a Jade con intención, solo que tú eres demasiado estúpido como todos los demás para preguntar antes de juzgar — Liam soltó una extraña risa. — No puedo creer que Jade haya ido contigo, que este contigo en las noches me da asco pensarlo nada más — su cara se arrugó ligeramente, asqueado.

— ¿Así? — suelta una carcajada. — Pues parece que no la has visto borracha — el corazón de Harry se paralizó.

— ¡Ueoueoueo! — la vista de ambos se posó en las escaleras donde venía Jade bajándolas, tambaleándose a no más poder. — ¡¿Qué le pasó a la música, Liam?! ¡Se suponía que hoy tomaríamos hasta el amanecer! — gritó, al bajar el último escalón casi se cae, por lo que comenzó a reír descontroladamente.

Liam sonrió. — Pues son las 2 de la mañana, nena — los puños del rizado se cerraron con fuerza a más no poder.

— ¡Quiero dormir! — arrastró las palabras. — Liaaaaam — alargó, su vista se posó en Harry, entre cerró los ojos. — ¡Harry! — alzó los brazos con alegría comenzando a acercarse a él, un nudo en la garganta se formó en él. — ¿Cómo has estado? ¡Te he extrañado! — ríe colgándose de sus hombros.

Harry suspiró internamente. — Jade, ve a mi auto, te llevaré a casa — la castaña frunció el ceño tratando de descifrar lo que había dicho.

— No, ella se queda aquí — demandó Liam tratando de ponerse firme. Harry lo ignoró ayudando a Jade a dirigirse a la puerta. — Es mi novia, yo digo que se queda aquí — Liam corrió a ellos dos y trató de golpearlo, más Harry con facilidad esquivó el golpe para luego impactar su puño contra su mejilla dejándolo inconsciente al instante.

Algo bueno de estar solo en California es que pudo ejercitarse bastante.

— ¡Y tenemos un ganador! ¡Ring-Ring! — simuló el sonido de una campana. — ¡Harry ha ganado, señoras y señores! — tomó su mano y la alzó haciendo sonidos raros, el rizado sintió una corriente eléctrica cuando sintió su mano tocar la de ella, rió bajo para luego cargarla de la forma nupcial.

Se dirigieron al auto con ella hablado cosas incoherentes, algunas hacían reír a Harry. Cuando él estaba apunto de subirla al auto ella lo detuvo.

— Quiero vomitar — ambos se miraron. — Ahora.

Segundos después, Jade se encontraba vomitando en los arbustos de la casa Payne con Harry sosteniéndola para no caerse.

(...)

— No puedo creerlo — dijo Niall abriendo la puerta de la habitación de la castaña, quien dormía como un bebé en los brazos del rizado. — Esta es la onceava vez que llega borracha o que la traen, tiene suerte de que nuestros padres no estén en casa y estén de viaje — gruñó mientras veía a Harry dejarla delicadamente en la cama. — ¿Vas a quedarte a dormir? — le pregunta, Harry lo mira recordando el problema que había sucedido con su madre hace unos días.

— Claro, solo si puedo — el rubio asintió sin tomarle importancia.

— Pero deberás dormir en el sofá de Jade — lo señaló. — El cuarto de huéspedes esta en remodelación y Jesy esta en casa, por lo que no puedes dormir en mi habitación, ¿no te molesta? — Harry negó.

Cuando Niall estaba apunto de salir se dio la vuelta para mirarlo. — Oye, ¿puedes cambiarla por una pijama la ropa que tiene? Si duerme con esa ropa la cama olerá mal en la mañana y me hará dormir en el sofá — ladea la cabeza arrugando su nariz.

Harry tragó asintiendo nuevamente. El chico de ojos azules salió de la habitación dejándolo solo con Jade en la habitación, apretó sus ojos y trató de quitarle su ropa con rapidez; aunque quisiera no podía verla, le dolía ya que ella no quería estar con él.

Cuando terminó de ponerle la última prenda, su voz frágil lo interrumpió de alejarse.

— Harry — murmuró adormilada. — Te extrañé mucho — abrazó una almohada que tenía a su lado, una sonrisa se apareció en sus labios. — Ahora bésame, tonto.

El rizado no pudo contenerse y se paró de un solo golpe, tomó una manta y se quitó la bandana al igual que su camisa y botas, quedando solo en pantalones, sintiendo el dolor quemar su pecho, se escondió dentro de la manta tratando de no llorar.

La extrañaba, la quería devuelta.

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