Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

03

Las agresiones se detuvieron, pero las preguntas no. Ocasionalmente, vio a Tzuyu entrar y salir de la escuela, a veces no la veía salir, otras veces la vio entrando demasiado temprano. Probablemente presa de alguna variación del Síndrome de Estocolmo, Sana se encontró a sí misma esperando que apareciera de la nada para empujarla contra los lockers o besarlaa en algún cubículo, pero ninguna de esas cosas sucedió.

Es el último día del penúltimo día de clases cuando hay un indicio, convencida ya la castaño de que sería mejor no verse las caras de nuevo, ni para pelear o para follar (aunque eso sonara tan raro). Pasando por el estacionamiento como nunca acostumbra y con la necesidad apremiante de hacer tiempo antes de llegar a casa y encerrarse en un libro, pudo ver a Jeongyeon en su motocicleta, con una bonita chica a la que ubica como Nayeon sentada en su regazo, riendo ambas como si estuvieran solas en el mundo, compartiendo besos castos y ella rodeando su cuello con sus brazos. Obligatoriamente debía pasar por ahí, así que decide hacerlo rápido y mirando a cualquier otro lado.

─Hey, tú. ─ la llama y Sana siente que se le va el color del cuerpo. ─ Minatozaki, ven un momento.

Era correr o morir, de eso está segurq pero no le responden las piernas, ni siquiera el primer impulso de salir corriendo supuestamente llevada por el miedo funciona en sus sistema. Las botas de Yoo se escuchan sobre el asfalto, cada vez más cerca su inminente destino.

Tendría un epitafio patético, una corta vida. No terminó de ver Girl From Nowhere, tampoco Shingeki no Kyojin ¿¡Quién se quedaría con sus libros de Harry Potter?!

─Oye. ─ la voltea, una mano sobre su hombro y Sana se encoge esperando el golpe que nunca llega. ─ Ahg, no voy a hacerte nada, tonta. ─ rueda los ojos, el sol brilla a su espalda resaltando su cabello rubio. ─ Escucha, no sé que tiene Tzuyu últimamente que le ha dado por sentirse la buena estudiante y eres la última que habló con ella. ¿Sabes algo?

Sana seguramente tiene los ojos brillantes de escuchar su nombre cuando niega con la cabeza. ─ No, ella se fue después de que... ─ miles de escenas en retrospectiva inundan sus pensamientos y el calor le sube hasta por las orejas. ─ Le di el proyecto, no sé nada más. ─ ¿Está estudiando?

Jeongyeon asiente, pensativa y mirando algún punto al frente. ─ No hace nada más, incluso se queda en las noches en la biblioteca ¡Está completamente loca!

Sana reprime una sonrisa y agradece sin voz el dato del paradero de la mayor. ─ Yo, lamento no poder ayudar más...

─ Está bien. ─ sorpresivamente, le palmea el hombro con poca fuerza. ─ Oye Minatozaki, te debo una disculpa.

─ ¿Eh?

─Una disculpa, por todo. ─ se encoge de hombros. ─ ¿Ves a esa hermoso princesa? Es mi chica y me ha enseñado un par de cosas sobre respeto y tolerancia y mierdas de iglesia, ya sabes. ─ Jeongyeon sonríe.─ De verdad espero que me perdones algún día, eres una buena chica, amiga.

Sana asiente, realmente abrumada y sorprendida. ─ Yo, si, no importa... ─ enfoca rápidamente a la pelinegra sobre la moto quien observa la escena desde lo lejos, sonriendo orgullosa de su novia. ─ Es muy linda, cuídala mucho.

─ Claro. ─ le sacude el cabello con diversión. ─ Ten una buena vida, Minatozaki.

─ Igualmente...

Todavía con la conversación de Jeongyeon en la mente, Sana avanza por los pasillos de regreso a la biblioteca, dispuesta a no irse de ahí hasta averiguar qué demonios había sido todo eso, toda su extraña relación con Tzuyu y el por qué de lo que hizo. Necesita respuestas, que le diga que la odia, que le pida que la olvide, que se repita o ¡Lo que sea!

Ya se siente vacío, cuando dobla por un pasillo desierto de estudiantes y antes de bajar el primer escalón, alguien la sujeta de la parte trasera de su blusa, ahorcándola momentáneamente.

Cuando abre los ojos y respira hondo de nuevo, una conocida cara se muestra frente a ella, pero definitivamente no es quien mantenía la ligera esperanza de que fuese. Seulgi la está matando con los ojos, cargados de odio y resentimiento nato en esas pupilas oscuras.

─ Cavaste tu tumba. ─ Afianza el agarre de su cuello, impidiendo que respire. ─ ¿Qué pensabas, que podrías ir como una monja inocente a decirle a la directora y salir limpia? Por tu maldita culpa me quedaré aquí otro puto año. ─ Sana boquea, realmente desconcertada de lo que escucha y totalmente ignorante de todo. ─ ¡Basura!

Cuando sus rodillas impactan el suelo, lo primero que hace su cuerpo es respirar. Respirar tan hondo y tan doloroso que le quema la garganta y le aprisiona los pulmones. Totalmente confundida y todavía mareada del golpe, Sana sacude la cabeza tratando de ordenar sus pensamientos pero nada cuadra. ¿Dahyun? No, no sería capaz de cruzar esa línea. ¿Unnie? Ella no sabe nada, trabaja tanto la pobre. ¿Quién?

Se siente ser levantada del suelo por un brazo, pero tiene la mente en otro lado por lo que no termina de comprender del todo por qué ha caído de nuevo y de dónde viene ese ruido a su espalda.

─ ¡¿Qué demonios pasa contigo, Chou?! ─ Seulgi se limpia la sangre de la boca, medio recostada en el suelo y con su peso sobre un codo.

─ Aléjate. ─ Tzuyu sacude sus nudillos manchados de sangre. ─ Un puto paso y te tiro los dientes, te lo juro.

Carcajeando entre la incredulidad y totalmente anonadado, Seulgi escupe con dobles intenciones la sangre de su lengua. ─ ¿A qué juegan todas, eh? Primero Jeongyeon haciéndose la arrepentida y ahora tú, metida en la biblioteca y defendiendo al gusano.

─ Lo que haga con mi vida no te importa.─ Tzuyu truena los dientes. ─ Vete a casa, Seulgi. Déjala tranquila.

─ Ya... ─ se incorpora, sujetando su mandíbula floja. ─ Ya, ya... Claro... ─ se ríe, estruendoso y fuerte. ─ ¡Es que es una puta broma! Por supuesto, si se te veía a kilómetros que te gustaba esta perdedora, Chou. ─ aplaude, lento y con fuerza. Tzuyu aprieta los puños dispuesta a cumplir su amenaza. ─ Bravo, bravo, bravo. ¡Qué romántica tu historia! La matona, enamorada de la vagina de una perdedora. Hilarante. ─ Sana se sacude la ropa, incrédula y mirando alternadamente a las chicas frente a ella. ─ ¿Qué te dio, Chou? ¿Te la monta muy fuerte, eh? ¿O es que la torpe te la sabe chupar?

─ Suficiente. ─ Tzuyu avanza los pasos que las separan, antes de lanzarse de costado impactando contra Seulgi, a quien descoloca y tropieza, pero atina a acertar un puño en su costilla herida. Tzuyu tose, se sujeta y llevada por la rabia ciega estampa con fuerza en la mandíbula de su ex amiga. ─ ¡Te importa una mierda lo que haga! ─ la sujeta del cuello, impactando a la mayor contra la pared. ─ ¡Es mi puto problema si le parto o no el culo, Seulgi, mío!

Sana, llevada por la valentía instantánea y mirando como Tzuyu llora apenas nublando sus ojos de rabia al estampar repetidas veces a quien fuese su amiga, avanza la distancia entre ellas y la toma del cuello de la chaqueta, alejándola de la pelea. Tzuyu no se resiste, bufando, presa de la rabia y con los nudillos deshechos, mirando fijamente a Seulgi en la pared.

─ Grandioso. ─ escupe. ─ Por mi, métele un bate de béisbol entero. ─ se acomoda la chaqueta, corrida por un hombro. ─ Que no te vea de nuevo, Chou, ni a ti ni a tu puta novia o estás muerta.

─ Vete a la mierda.

Seulgi se va entre risas sarcásticas, perdiéndose en el pasillo rumbo a la salida. Cuando se dejan de escuchar sus pasos, Tzuyu se zafa con fuerza del agarre de Sana.

─ Unnie... ─ no le responde. ─Unnie, por favor... ─ se sacude el hombro. ─ ¿Eso qué fue?

─ Una tarada sintiéndose grande. ─ murmura. ─ Lamento que tuvieras que ver eso.

─ Oye, está bien... ─ la rodea, quedando de frente pero no le sostiene la mirada.─ Unnie, ¿Dónde estabas?

─ Por ahí. ─ renuente, Tzuyu le da la espalda de nuevo. ─ Tratando de salvar el año o lo que sea.

Sana suspira. ─ ¿Lo hiciste tú?

Tzuyu alza una ceja. ─ ¿Qué cosa?

─ Decirle, a la directora.

─ Seré perdedora, pero no traicionera. ─ Tzuyu patea el suelo. ─ No sé quién lo hizo, si eso te preocupa, pero puedo averiguar si quieres.

─ No... Está bien, no me importa realmente.

─ Bien.

Un silencio incómodo se expande entre ellos. Sana se lleva los dedos al golpe y sisea de dolor, alertando a la mayor quien la mira con una ceja alzada.

─ Necesitas hielo. ─ afirma, sus manos en los bolsillos traseros. ─ Andando.

─ ¿A dónde vamos?

─ A la feria, tonta. ─ ironiza, mirando al techo. ─ Vamos a bajarte eso, no creo que tu hermana esté contenta de verte así.

Sana reprime una sonrisa, ante el falso "a mi no es a quien me importa". ─ Está acostumbrada, cree que entreno taekwondo.

─ Pobre mujer. ─ le empuja un hombro, invitándole a caminar. ─ No tengo todo el día Minatozaki. Avanza.

Viendo como camina al frente, Sana reprime una risita. ─ Si, unnie.

No tenía demasiado pero sabía improvisar, después de haber aprendido a la mala a curarse las heridas y aliviar los golpes, Tzuyu tenía uno o dos trucos en el cajón bajo su cama. Una habitación realmente desprovista de cosas, nada además de un colchón destendido, ropa sucia en una canasta y un escritorio con libros y libretas que Sana asegura antes estaba lleno de toda clase de cosas, como las latas de cerveza, colillas de cigarrillos, cajas y envolturas de condones y bolas de papel que asoman del cesto de basura.

La pelinegra se levanta del suelo, con una caja entre las manos que coloca a un lado de Sana en la cama. Sujetando la bolsa con hielo en el pómulo, la menor observa a su mayor abrir un spray que acerca al área afectada.

─ Cierra los ojos. ─ tosca al hablar como siempre, Tzuyu le ordena con el spray en alto. ─ Quita. ─ y aparta de un manotazo sutil la bolsa, rociando el spray. ─ Es analgésico, te va a adormecer.

Sana se deja hacer, sintiendo un algodón retirar el exceso del medicamento.─ Unnie...

Concentrada, Tzuyu responde. ─ Hmm...

─ ¿Por qué?

Los movimientos cesan. El silencio reina en la habitación y cuando Sana está a punto de arrepentirse, escucha como se aclara la garganta.

─ No lo sé. ─ comienza, en voz baja. ─ Recuerdo que estabas sola ahí, tonteando y yo no podía dejar de verte. Eras tan escuálida, tan sin gracia y al principio creí que era lástima pero después, simplemente no podía dejar de verte. De verte reír, comer, caminar, carajo incluso cuando ibas al baño, fue un tormento. ─ Sana se ríe, con los ojos cerrados y contagiada por Tzuyu. ─ Seulgi me dijo que por qué el interés, que si me gustabas o qué y recuerdo que me molesté tanto... ─ agria y mirando al suelo, Tzuyu suspira con fuerza. ─ Por eso comenzó todo, por sus putos comentarios. Cada vez que te hacía algo, me sentía más hundida en la mierda, más confundida, más me acordaba de tu colonia y tenía ganas de matarte por tenerme así, tan... Tan...

─ ¿Confundida?

─ Enamorada, una mierda de esas no lo sé.

Sana traga saliva, mirando a Tzuyu luchar para no llorar.

─ Lo siento, de verdad lo siento Minatozaki... ─ se talla los ojos con fuerza. ─ Trataba de convencerme a mí misma de que era odio, te hice... ─ un hipido. ─ Mierda, deberías odiarme, mandarme matar Minatozaki, yo... Soy una basura, no sabes... Intento ser mejor, ser diferente y estudio mucho. De verdad, de verdad... ─ se hinca, de rodillas y con la frente el las de Sana. ─ Perdóname, te lo suplico. Por todo, por ser una idiota, por ser una cobarde, por hacerte tanto daño y ese día, en tu casa... Perdón, perdón...

Llorando sin freno, Tzuyu se aferra a las manos que tratan de consolarlo, temblando y con los dedos apretados. Sana no sabe que hacer, que decir, que pensar siquiera y atina a llevar sus dedos al cabello negro de Tzuyu, acariciando con calma.

─ Ya pasó, no, no me debes nada unnie... Por favor no llores más, levántate...

─ No me digas así. ─ murmura con la voz rota. ─ Soy una basura, no merezco tu respeto.

Sin poder evitar reír, Sana suspira. ─ Bueno, es una costumbre, tendrás que quitármela.

Tzuyu alza los ojos, deshechos en lágrimas a esos que lo miran llenos de compasión. ─ Lo siento...

─ Ya déjalo. ─ le tiende una mano. ─ Ven, es incómodo verte ahí.

Tzuyu asiente y toma la mano que le es ofrecida, poniéndose de pie.

─ Bien, ¿ya lo aceptaste?

─ ¿Ah?

─ Que te gusto. ─ Tzuyu traga saliva. ─ ¿Ya lo tienes claro?

La mayor parece dudosa. -¿Enserio quieres que responda eso ahora?

Sana se encoge de hombros. ─ Por supuesto.

─ Bueno... No sé cómo decirlo... ─ ambas ríen. ─ No tienes comparación, eres estupenda.

─ ¿Soy?

Tzuyu se encoge de hombros. ─ Sí, tú. No es... No, definitivamente soy estúpida.

─ Tzuyu. ─ le riñe, con el ceño fruncido. ─ No seas despectiva.

─ Ya, ya. ─ se rasca la nuca. ─ ¿Me gustas?

─ Vas mejorando.

Le sonríe de lado, mirando al techo con dedos entre su cabello oscuro. ─ ¿Se supone que ahora somos...?

─ Amigas.─ le asegura, mirando como sus hombros bajan en señal de tranquilidad.─ Con el tiempo, quizás, pueda conquistarte.

─ Oye, no. ─ Tzuyu contrae el entrecejo.─ Para el carro, yo soy la dominante aquí.

Sana sonríe mirando al techo. ─ Ambos podemos serlo, Tzuyu.

Después de un largo suspiro, asiente. ─ Sí, no lo digas mucho todavía me es raro. ─ se inclina a su altura, mirando con el rostro ladeado a la menor. ─ ¿Te puedo dar un beso? De amigos, claro.

Sana sonríe y niega divertida. ─ Bien. ─ un suave beso es depositado en sus labios, con calma y cariño. ─ Amigas.

─ Amigas. ─ le muerde el labio sin fuerza.

─ ¿Qué clase de amigas tienes tú, eh? ─ divertida y entre besos, Sana sonríe, mirando bajo sus pestañas a Tzuyu.

─ Sólo una. ─ insiste, en besitos cortos y mordidas fugaces, que incrementan de ritmo y profundidad. ─ ¿Amigas con derechos?

Sana le sujeta con cuidado la barbilla, alejando sus labios. ─ Aprueba tus exámenes finales y después, veremos.

─ Me tienes en tus manos. ─ suspira Tzuyu, mirando bajo sus pestañas los labios que lo enloquecen.

Un beso rápido, que la deja buscando más hacia el frente y una sonrisa coqueta surcando los labios de Sana cuando lo aleja por el pecho.

─ Y lo disfruto bastante.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro