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Holi, solo queria avisarles que subiré hoy dos capítulos más, ya que luego no podré por culpa de la escuela ૮₍ ˃ ⤙ ˂ ₎ა
— ¿¡ME CONSEGUISTE UNA QUÉ!? ¿¡AHORA MISMO!? ¡JEONGYEON!
— Sabía que te exaltarías, era muy predecible, pero hay que mantener la calma —Jeongyeon suspira, acariciando sus sienes para mantener la paciencia en su interior.
Después de darse cuenta que su madre escapará de casa al enterarse que le ha conseguido una cita a ciegas para unas horas más, no quiere arriesgarse a eso. Finalmente, la amarró con cinta adhesiva con la excusa de que es para un proyecto de la universidad.
Algo bastante raro para Jihyo, siendo que su hija estudia diseño gráfico y no necesita amarrar a su madre con cinta para estudiar.
Igualmente le cree. Es algo ingenua.
Sin embargo, acaba de enterarse que tiene una cita. Ni siquiera estuvo enterada de ello hace días, se lo han dicho en el mismo momento y, en definitiva, la ha tomado por sorpresa y no una muy buena.
— Jeongyeon, suéltame —pide. — Hazlo ahora. No puedes secuestrar a tu madre.
— Mamá, esto es por tu bien.
— ¡No! ¡No necesito citas! ¡Ni siquiera escogí yo a la mujer con la que quiero salir!
La de mechas rubia resopla, llevando su mano a su frente.
— Bueno, ya hice la reserva, ya ocupé tu tarjeta, ya hablé con ella para acordar un lugar. Mamá, ya hice todo, no puedes cancelarlo.
— ¡Sí puedo! —desesperada se remueve sobre el sofá, tratando de romper la cinta que la rodea y le prohíbe mover los brazos. — Jeongyeon, por el amor de Dios, suéltame.
— ¿Para qué salgas corriendo? No, no soy pendeja —niega, cruzada de brazos. — Irás a esa cita, ¿si? Siempre le has dicho a Momo y a Mina, incluso a Nayeon y a mí, qué hay que respetar a los demás. Y en eso cae que no hay que dejar plantada a la cita que tienes. ¿Te tragaras tus propias palabras?
Jihyo mira con seriedad la expresión de diversión que mantiene su hija, como si se estuviese burlando de ella en su cara.
No recuerda haber tenido citas en poco tiempo, ni siquiera recuerda la última cita que tuvo en su vida y Jihyo tampoco se considera un genial partido para conseguir novia enseguida. No está segura quien la aceptaría con dos hijas, ya mayores y que ella tenga una mentalidad algo más anticuada a lo que se conoce cotidianamente.
Eso le da inseguridad, pero es una madre sobre protectora que no deja que por nada del mundo sus dos niñas sufran y que se deja influenciar por éstas de manera conveniente para sí misma. No se debe de dejar vencer.
— ¿Me vas a soltar? —entrecierra los ojos, dudosa.
— No. Veremos la ropa y hablaremos de la cita, mientras sigas amarrada.
— Jeongyeon...
— Voy a decirle a Mina que le pida matrimonio a Nayeon mañana mismo.
— ¡NO! ¡No, no! —Jihyo salta. — Acepto, iré a la cita. Iré. Sobre mi cadaver Mina sacará a mi hija vestida de blanco de mi casa. Nayeon es un bebé.
— Tiene los ovarios grandes ya —la de mechas moradas suspira. — ¿Lista para que nos entregues una nueva madre?
— ¿Nueva madre?
— Te está afectando la vejez. Cada vez más sorda.
— ¡Jeongyeon!
— ¡Ya! Mejor continuemos.
La mayor guarda silencio sabiendo que Jeongyeon insistirá en callará y probablemente acabe colocando cinta en ma boca para que no hable más, por lo que queda en silencio unos segundos, aunque vuelva a hablar poco tiempo después, cambiando el tema.
— ¿Y Nayeon? —intriga.
— Está en casa de Mina.
— ¿Otra vez donde la delincuente?
— Son novias. Es común que se vean seguido... —murmura.
— ¿No les basta con verse todos los días en la escuela? —Jihyo bufa. — Estoy segura que me darán nietos más temprano de lo que deberían.
— Mamá, los dedos no embarazan. No por que nunca te los hayan metido se significa que tienes que seguir pensando que preñan.
— ¡JEONGYEON-AH!
Ésta cierra los ojos con arrepentimiento.
— Sonó mal, lo sé.
— Dios, yo soy muy religiosa, voy a misa, ¿por qué saliste tan creativa?
— Bueno... —Jeongyeon carraspea — Momo y yo sabemos querernos mucho.
Jihyo, inmediatamente, hace una mueca de impresión. Ya se ve venir esos regaños.
— ¿¡Con qué si tuviste intimidad con ella!?
Jeongyeon se ve venir esa charla extensa de la vida y como hay que sobrellevarla responsablemente.
い. ઇઉ
— ¿Por qué tienes que ir? —reprocha con un puchero.
Mina suelta una risa. — Mi mamá me pidió ayuda y no puedo negarlo. Además, me darán una paga —luego, pincha delicadamente la nariz de Nayeon con su dedo índice. — Y con eso podemos salir juntas a algún lugar. Al cine, por ejemplo.
La más bajita sonríe entrecerrando los ojos y sintiendo como su corazón late feliz al estar con Mina en ese momento, mientras abraza su cintura fuertemente y pide por que la misma no tenga que irse en ese preciso momento, a pesar de que no depende ella.
— ¿No podías ir a ayudar mañana? —queja. — Digo, quería pasar el día contigo.
— Nos vemos seguido, Yeonnie —Mina acaricia sus cabellos y pasa un mechón del mismo tras su oreja, apreciando su rostro con adoración. — Solo serán unas horas. Podemos salir hoy en la noche.
— ¿A ese lugar?
— ¿Quieres ir allí?
— La vista es bonita —murmura. — Me gusta.
— Bueno, si te gusta, podemos ir —tiernamente deja un beso sobre su frente. — Luego vamos a comer pizza al local de la hermana de Tzuyu. Estoy segura que debe de hacer turno hoy en la noche.
Aunque a Nayeon no le fascina salir y prefiere estar con Mina en casa, mientras ambas solo ven una película o se miman entre sí como muchas parejas suelen hacer, los panoramas que puede compartir con la misma se vuelven interesantes de vivir, porque sabe que al lado de Mina las cosas nunca son aburridas y que si algo no es cómodo para la otra, ambas hacen lo posible por encontrar el mejor plan para que las dos la pasen bien.
— Te burlas de tu mejor amiga —sonríe, refiriéndose a Tzuyu. — Siempre te burlas de tus amigos.
— Ellos también se burlan de mí. Es mutuo. No lo hago hasta que ya sea molestoso.
— A mí igual me molestas.
— No tanto. Eres mi novia.
— ¿No soy tu amiga? —la mira, fingiendo ofensa.
— No, no lo eres.
— ¿En serio?
Mina ríe suavemente y abraza los hombros de Nayeon.
— Es mentira —responde. — Eres mi mejor amiga, Yeonnie.
Ésta sonríe y remueve su cabeza sobre el pecho de Mina, donde puede oír el corazón de su novia saltar felizmente. Se siente demasiado afortunada con ella a su lado y no duda nunca de que ha sido de las mejores relaciones que ha tenido.
— Trataré de salir temprano, ¿si? —besa suavemente su cabellera. — Te iré a dejar a casa y enseguida pasaré a la cafetería para que mi turno no duré mucho. Así pasó por ti a casa temprano, ¿te agrada la idea?
Para Nayeon no hay mejor panorama que ese, por lo que ni siquiera duda en asentir.
— Te quiero.
Con una sensación que la llena de amor, Mina suelta una risita.
— Yo te quiero más.
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— Uh, qué mujer veo aquí. Te reduje veinte años solo con un vestido, un peinado y maquillaje. Dios quién te conoce.
Jeongyeon mira con orgullo a su madre vestida con un vestido negro, no demasiado ajustado a su cuerpo, que le llega un poquito más arriba de la mitad de la rodilla. Sus hombros descubiertos dejan a la vista su piel tan bien cuidada y su cabello pelinegro suelto cae sobre sus hombros, que combina perfectamente con el atuendo. La menor no es la mejor maquillando, pero con lo poco y mucho que ha hecho, los ojos de Jihyo resaltan hermosamente con un brillo sutil y un labial rojo se puede ver sobre sus labios.
— Mocosa, ¿le estás diciendo vieja a tu madre?
— No —se apresura a negar. — Te ves muy bien.
— Recuérdame por qué estoy haciendo esto.
— Porque si no lo haces, Mina se llevará a Nayeon de la casa y Momo me pedirá matrimonio.
— Bien, ya tengo una mentalidad correcta para entender por que acepté —asegura, soltando un suspiro luego. — Jeongyeon, no estoy tan segura de esto.
— Tienes que estarlo. La cita ya la conseguí.
Jihyo resopla. — Siquiera dime cómo se llama.
— Dahyun —contesta. — Kim Dahyun.
— ¿Otra Kim? Conozco muchas Kim.
— Media Corea se apellida así, no me puedes quejar eso.
Jihyo queda callada porque sabe que tiene razón h en su vida ha conocido un montón de personas que tienen de apellido "Kim". Ejemplo puede ser varías compañeras de las dos menores.
Pero eso no es importante. Lo relevante es lo que sucederá en esa cita.
— Bien, es muy sencillo lo que harás. Llegarás toda diva, te sentarás en una mesa, ojalá sea la más cercana a la puerta para que, cuando la veas, le digas donde encontraste un sitio donde estar. Tiene que fluir todo y hacer de la cita, algo cómodo. Y, por nada del mundo, digas que la persona que planeó la salida fue una chiquilla de veintidós años. Date créditos a ti misma.
— Pero si no hice nada yo. Ni siquiera se cómo funciona eso de pender.
— Tinder, mamá —corrige. — Solo actúa como Nayeon y yo actuamos cuando alguien nos gusta.
— ¿Quieres que chille como gata en celo?
Jeongyeon la ve con una expresión de confusión y a la vez de molestia. Nayeon y ella sí son buenas para gritar si se trata de cosas que les gustan muchísimo, pero a ese nivel de chillido no. Al menos Jeongyeon no puede llegar a algo tan agudo porque de naturaleza su voz es mucho más grave que la de Nayeon y ésta libremente puede pegar gritos que son como pitidos.
— No, solo se... genial. ¿Puedes ser genial, verdad?
— La pregunta me ofende.
— Es que me preocupa que no seas genial, pero no importa mucho —Jeongyeon palmea sus piernas para quitarse el sudor de las manos. — La dirección te la mandaré por mensaje, ¿si? ¿Recuerdas como se usa Google Maps?
— Jeongyeon, basta de tratarme como una tarada. Ya sé sacar fotos en el teléfono y aprendí a pedir comida. Soy experta.
La de mechas moradas rueda los ojos y asiente, siendo disimulada. Está segura que eso no es dominar demasiado el teléfono, pero si su mayor se siente orgullosa, quien es ella para bajarle la seguridad que tiene.
— Sí, sí, verdad que estoy hablando con Mark Zuckerberg —resopla. — Bueno, solo tienes que ir, llegar y actuar como si estuvieras viviendo tu juventud feliz. Trata de relacionarte bien con ella. La mujer se veía decente... espero lo sea.
— Aún no veo una foto de ella.
— Ah, sí es cierto —Jeongyeon suelta una risita y enseguida prende su teléfono, entra a la aplicación y muestra la foto de la cita de su madre.
Ella lo ve cuando Jeongyeon le estira el aparto y se queda un rato admirando la serena expresión que tiene, y como, increíblemente, se ve más menor de lo que esperaba. Su piel es relucientemente blanca y tiene unas mejillas adorables. Inmediatamente se pregunta la edad.
— ¿Cuántos años tiene? —intriga.
— Según su perfil, tiene tu misma edad.
— ¿¡Mi misma edad!? —se señala a sí misma y Jeongyeon asiente. — ¿Estoy muy destrozada? No parece que tuviera mis mismos años.
— Pues lo tienes. Debe de cuidar su piel —se encoge de hombros. — Ya, se hará tarde. Tienes que ir a la cita. Yo cuidaré a Nayeon.
Jihyo se queja incontables veces mientras la de mechas moradas la empuja hasta la puerta, donde solo tiene que colocarse los zapatos más cómodos que tiene y los que mejores le combinen con el atuendo que lleva puesto.
— Jeongyeon, por favor, que Nayeon no intente cocinar por nada del mundo. La última vez llegaron los bomberos y yo puedo ir detenida si las ven a ustedes dos solas, quemando la casa, ¿y no quieres que tu madre esté en la cárcel, cierto?
— Sí, ajá.
— En serio lo digo, Jeongyeon. Cuida mi casa, no cuides a Nayeon.
— Soy una hermana mayor responsable, mamá —asegura. — No pasará nada.
— Confío en ti.
— Por supuesto —Jeongyeon finge una sonrisa. — Estaremos bien.
— Avísame cualquier cosa.
— Sí, lo haré.
Jihyo no dice nada más cuando ya está afuera, con su cartera en su mano y los zapatos puestos, mirando el auto estacionado enfrente. Jeongyeon le ha mandado muchas capturas de la información de la cita y la dirección de la cafetería a donde se acordó la salida.
No confía mucho en tener buenos resultados, ni siquiera resultados como tal, pero ya está allí y no quiere ser maleducada y dejar plantada a esa chica.
Espera no quedar en ridículo.
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Jihyo nunca ha visitado el local que tiene enfrente, pero se ve demasiado bonito y le entrega una sensación cálida. En un momento se olvida su misión de entrar allí.
Sin embargo, la imagen de Jeongyeon en su mente la impulsa a entrar luego de estacionar correctamente el auto y cerrar bien el mismo.
El olor a galletas, café y todo lo que puede ser dulce, invade su nariz. Se siente bueno de oler, así que sonríe tiernamente.
Seguidamente comienza a buscar con su mirada alguna mesa vacía entre los que están allí, que son varias personas igualmente. Al final halla una cabellera que le llama la atención y camina un poco hacia allá, para ver el rostro de la chiquilla. Saca su teléfono, entra a los mensajes de Jeongyeon y comienza a buscar la foto de la persona que es su cita y, enseguida, reconoce que es ella. O es lo que cree.
Se acerca sin avergonzarse y toca su hombro, haciendo que voltee en su dirección.
Tiene esa misma expresión dulce que vio en la imagen.
— ¿Eres Kim Dahyun? —pregunta.
La mencionada sonríe con una ternura enorme y asiente feliz.
— Hola, soy Jihyo —se señala a sí misma. — Soy tú... Umm... cita.
— ¡Oh! ¡Jihyo! —se impresiona. — Pensé que me habías dejado plantada.
La pelinegra suelta una risa y rasca el lóbulo de su oreja nerviosa. Siente que puede cagarla y no quiere eso. Increíblemente quiere generarle una buena impresión.
— No, no puedo hacer eso. No es correcto —murmura. — ¿Me puedo sentar?
— Obviamente —Dahyun se levanta emocionada de su silla y se dirige al lado de la que está enfrente suyo, corriéndola un poco hacia atrás para que Jihyo se siente.
Ésta obtiene un sonrojo sutil en sus mejillas por el lindo gesto e inmediatamente toma asiento, después de colgar su bolso en el respaldo.
La más bajita regresa a su lugar y junta sus manos sobre la mesa, admirando a la persona que tiene enfrente. Se ve más linda en la vida real que en fotografías.
— Gracias —sonríe. — No he tenido una cita en mucho tiempo.
"Carajo, no es algo que a Jeongyeon le gustaría que dijeras".
La otra ríe. — No eres la única. La última cita que tuve, fue a mis veinticinco años. Bueno... no sé si sea correcto que diga esto —comenta nerviosa.
Jihyo comienza a negar con sus manos. — Está bien, no estamos muy alejadas de citas. Mi última cita fue...
Aunque Jihyo se detiene, no sabe si es correcto decirle que no ha tenido una cita desde su adolescencia y vaya que le asusta que Dahyun salga corriendo espantada por tener a una fracasada en el amor de cuarenta años.
— Bueno, no importa mucho cuando fue —así que enseguida se contradice. — ¿Es la primera cita a ciegas que tienes?
— Sí —se apresura en confirmar. — Nunca tuve una cita a ciegas hasta el día de hoy.
— ¿Tienes un motivo?
— Mmmh... no como tal. Solo quería intentarlo —se encoge de hombros. — ¿Y tú? ¿A qué se debe que busques citas a ciegas?
Jihyo sabe que no debe de decir que la misma cita se la consiguió su hija, por lo que opta por acudir a los planes B, C, D, E, F, G y todos los que sean necesarios para no exponerse.
— Mucho tiempo soltera —ríe para suavizar el fracaso de sus palabras. — Quería probar y ver si podía encontrar a alguna mujer bonita —agrega. — Y sí encontré.
Aunque la otra quiera disimularlo, Jihyo logra ver el suave sonrojo que tiene Dahyun en sus mejillas y cómo se encoge en sí misma con tal de ocultarlo.
Es adorable. Eso piensa de ella en ese momento.
— Vaya, que... —carraspea — q-que buenos motivos.
Ambas no saben muy bien que se hace en una cita a ciegas, son tan principiantes en eso que parece que se llevan bien y coinciden en los mismos "fracaso" de una vida amorosa. Eso hace que se sientan cómodas con la otra.
— ¿En que trabajas? —pregunta Dahyun.
— En una empresa de alimentos —dice velozmente. — ¿Y tú? Vi en tu perfil que eres publicista.
Dahyun asiente. — Me dedico a eso. Es lo que más me gustó cuando decidí que estudiar.
— Suena interesante. Sinceramente, no recuerdo haber investigado mucho del tema, así que no puedo hablar mucho de el —comenta. — Aunque, si quieres, puedes hablarme de eso.
— Ohh —La contraria hace un círculo perfecto con sus labios. — Bueno, estaría encantada de hablarte sobre lo que hago.
— Yo te escucho feliz —sonríe Jihyo.
Antes de que Dahyun diga otra cosa, poniendo inicio a su conversación sobre que es ser publicista y cómo se maneja ese lado de la vida, la mesera del local se pone enfrente de su mesa para tomarles el pedido.
— Hola —saluda.
La más bajita dirige su mirada hacia la joven que tiene consigo su teléfono en mano para anotar las peticiones y Jihyo siente algo familiar en esa voz.
— ¿Ya saben que pedir?
— Oh... —Dahyun rasca su nuca apenada — disculpa, no hemos visto la carta aún.
— Ah, está bien —la mesera sonríe —. No se preocupen. Cuando sepan que pedir, me llama y les tomaré el pedido.
En el momento que dice eso, Jihyo alza su cabeza para mirar a la chica. Ésta cruza mirada con Dahyun en un principio y luego con ella.
Y es ahí donde Jihyo abre sus ojos con grandeza y tiene ganas de darse un tiro en la cabeza por la escena que está apunto de presenciar.
La otra chiquilla, más joven, se impresiona igual o incluso más que Jihyo. Dahyun alterna su mirada entre las dos curiosamente por cuánto tiempo se quedan mirando y con cara de espanto.
— ¿Suegra? —Mina frunce el ceño duramente.
— ¿Suegra dices? —Dahyun también mantiene una expresión algo confusa, pero divertida a la vez. — ¿Se conocen?
— ¿Qué hace aquí? —intriga la japonesa. — ¿En una cita?
Jihyo quiere matarse, mientras le da un tic en el ojo izquierdo.
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