10
— Yo solo te invité porque Nayeon me dijo que esto ayuda a la convivencia entre desconocidas —Jihyo suspira, dejando en el bolso en el maletero del auto.
Deben de ser aproximadamente las siete de la mañana, Mina odia despertar temprano, pero ahora tiene una sonrisa en su rostro que no piensa borrar. El hecho de verse desanimada, es motivo suficiente para que Jihyo se eche para atrás y, finalmente, no acompañe a su novia a ese día de campo en familia.
— Yo solo te digo que si roncas como tractor, te vas a de mi casa —la señala firmemente, mirándola con un pequeño aire de desconfianza.
Mina asiente, aunque por dentro quiera lanzarse sobre el asiento del auto y dormir hasta que su cuerpo lo permita, pero no puede ser así; Park Jihyo es una mujer muy productiva en lo que hace y detesta a la gente que duerme más de lo que debería, o que sencillamente es "floja". Mina no quiere generar más malas impresiones en su suegra, puesto que ya ha dado un paso importante para generar por fin un buen vínculo.
— Tienes cara de sueño —Jihyo la mira determinadamente y Mina solo sonríe, no piensa darle la razón.
— Estoy bien.
— No quiero que te duermas, eh —la apunta —. Nuestro día de campo con la familia Park es perfectamente ideal para un buen entrenamiento y las mejores energías. El sueño no existe.
Para eso, Mina suena como una tortura. No tiene aquella costumbre de salir tan temprano los días sábados, ni siquiera cuando Nayeon se queda en su casa despierta tan temprano y sin duda alguna, el sueño la consume lentamente, solo que disimula.
— Dice un dicho, dudo que lo conozcas porque no eres de mi bando, pero dice que al que madruga, Dios lo ayuda —Mina no entiende. — Así que madruga para que me acompañes a la iglesia.
— Señora Park...
— Jihyo unnie —corrige.
Mina asiente. — Jihyo Unnie, sí. Verá, yo estoy en periodo de crecimiento, necesito dormir para crecer.
— Estás bien de altura, de ser más alta me dejas a Nayeon enterrada en la tierra, así que no necesitas dormir. No crezcas más, no lo necesitas.
— Pero...
Jihyo voltea a mirarla como el exorcista y le da una sola mirada para que Mina trague en seco.
— ¿Dijiste pero?
Entonces sabe que el seguir hablando no le favorece, aún así piense que Mina comienza a aceptarla más en la familia.
— P-Para nada —murmura.
— Eso creí —suspira, volteándose y dejando de mirar a Mina. Ésta suelta aíre aliviada. — Ahora, ayúdame a subir los bolsos.
Ahora está considerando seriamente en hacerse la sirvienta de la casa Park. Seguramente así su suegra la acepte más rápido.
い. ઇઉ
— ¿QUÉ HICISTE?
— ¡Shhhhh! —Jeongyeon tapa la boca de Nayeon rápidamente, y está abre sus ojos con grandeza. — Demonios, no seas tan evidente.
Al retirar la mano, la de mechas moradas se aleja de su hermana.
— Jeongyeon, ¿sabes lo que me acabas de decir?
— Sí, no soy retrasada.
— ¡Oye! —la menor pega un manotazo en la espalda de Jeongyeon, haciendo que ésta voltee a mirar a la otra con una expresión de dolor, sobando la parte afectada de su cuerpo. — Estoy hablando en serio.
— ¿Para qué me golpeas? —se queja con el ceño fruncido.
— No importa, aquí lo que me importa es que... ¿por qué quieres hacer eso?
— ¿Hacer qué? ¿Hacerme millonaria? Momo y yo queremos darnos nuestros lujos.
Nayeon rueda los ojos. — No, estúpida, me refiero a que... ¿por qué quieres conseguirle una cita a ciegas a mamá? ¿Acaso te pegaste en la cabeza de bebé?
— Ay, eso —la mayor suelta una risa suave. — ¿Qué tiene?
— Mi mamá no tiene edad para estas cosas, Jeongyeon. ¿Cuando has visto a una cuarentona en citas a ciegas? Déjale eso a los jóvenes.
— Nayeon, escúchame, esta es la oportunidad de nuestras vidas.
— No quiero que mi mamá salga en la televisión contando cómo fue a una cita a ciegas. Mejor que se quede con su amor a Dios y ya te dejas de estupideces —los ojos de Nayeon reflejan preocupación.
No tiene la seguridad de que una cita a ciegas (organizada por Jeongyeon de hecho) sea una buena oportunidad para su madre. Menos si la misma tiene tantos complejos en sus restricciones de adulta.
— Bueno, ya la conseguí, irá igual.
— ¡Jeongyeon, por el amor de Lady Gaga! ¡Nos va a mandar a un orfanato!
— No, no, nos agradecerá —Jeongyeon agarra los hombros de su menor. — Nayeoncita, esto es la solución a todos nuestros problemas. Piensa, ocupa las neuronas; si mamá va a esa cita y se interesa en ella, nos dejará tranquilas con nuestras novias, y serás feliz con Mina y yo con Momo, y todos seremos felices, y Tzuyu podrá confesarse a Chaeyoung, y Joy dejará la negación con Yeri.
— Esos no son problemas de nosotras...
— Es una manera de exagerarlo. Solo piénsalo, ¿no crees que sería genial?
Pensando bajo la lógica de Jeongyeon, quizá tiene razón en esos puntos, pero Nayeon piensa en todas las posibilidades que pueden haber en esa situación y una de ellas es si Jihyo realmente no queda feliz con la persona que irá a esa cita. ¿Qué pasa si no le gusta? Serán ellas quienes acabarán enterradas en la tierra.
— ¿Y si no le gusta?
— Le conseguimos otra.
— Ah, o sea, ¿tu idea es ir consiguiéndole citas a ciegas hasta que alguna le guste?
— De cierta manera, además, mamá tiene buena reputación.
— ¿Eso qué? Vivimos en una ciudad con miles de persona, solo es famosa en nuestro vecindario.
— Te equivocas, mis compañeros de universidad dicen que es como una Milf —Nayeon frunce el ceño.
— ¿Milf?
— Bueno, igual es desagradable que me lo digan todos los días, pero aquí el punto es que salimos de una mujer muy bonita. ¿Quién no se fijaría en ella?
— Cualquier persona que razonablemente piense que las citas a ciegas a los cuarenta años son una humillación peor que tirarte un pedo en pleno salón mientras estás en examen. Créeme, no quieres saber que se siente.
Jeongyeon suspira. — Ya me sé esa anécdota de cuando ibas en primer grado y tenías seis años. Pobre, te tiraste un pedo enfrente de tu profesora —simula un puchero, para luego reír recordando aquella vez.
Lo recordaba porque cuando su madre fue por ella a la escuela, Nayeon, entre lágrimas e hipidos, le contó a Jihyo que se había tirado un gas en la clase cuando todos estaban en silencio y se rieron de ella. En el momento le preocupó, pero luego de casi doce años, solo se le hace una historia random muy divertida.
La menor se sonroja. — Cállate, solo fue una vez.
— Nunca se hace viejo —Jeongyeon lentamente deja de reír y resopla sonoramente luego de ello. — ¿Entonces? ¿Me apoyas?
La castaña aún la sigue mirando con desconfianza y duda bastante si hacerse partícipe de aquella idea. Aún ni siquiera tiene claro quién es la persona con la que tendrá la cita y cómo demonios Jeongyeon logró que lo aceptara.
— ¿Cómo se llama la cita?
— Dahyun.
— ¿Dahyun?
— ¿Cómo la de Replies That Makes Us Flutter? Sí, así mismo.
— ¿Y qué hace?
— No lo sé, creo que es publicista.
— ¿Atea?
— No, perro —responde sarcásticamente. — ¿Eso qué tiene que ver? No le preguntas a las personas si creen en Dios o no, enseguida las conoces. No es un buen inicio, es perturbador.
— Pero mamá es especial, ya sabes cómo se puso cuando sospechó que Minari es atea, y eso que aún no sabe al cien por ciento que lo es. ¡Lo sabe y me quedo sin novia!
— Llegó vestida a esa cena como testigo de Jehová, no se dará cuenta. Y ya cuando seas mayor de edad, le dices que Mina es atea. Aprende a pensar, se supone que eres mi hermana —bufa. Nayeon no alcanza a justificarse cuando Jeongyeon toma la palabra otra vez. — La mujer se veía bien en las fotos de Tinder, no te preocupes mucho.
— ¿TINDER, JEONGYEON? ¿EL MALDITO TINDER?
— ¡NO CONOZCO OTRAS APLICACIONES DE LIGUE, NAYEON! —le devuelve la exclamación y luego suspira. — Entré en desesperación, ¿bien?
Nayeon deja caer su cabeza sobre sus manos, tratando de buscar lo positivo de aquel desastre.
— Te lo advierto desde ya, Jeongyeon. No planeo hacerme monja ni menos ir todos los días a misa por tu maldita idea, desde ya lo digo. Si no le gusta, me dejaré de llamar tu hermana.
Jeongyeon comienza a negar con su cabeza y golpea suavemente el hombro de Nayeon, mientras ésta la mira con la peor expresión que alguna vez utilizó. No tiene esperanzas.
— Confía en mami Jeong, todo saldrá bien.
E inmediatamente escucha eso, la menor hace una expresión de disgusto y asco.
— Dios, no te denomines así a ti misma.
— ¿Por qué?
— Porque suena horrible.
— Ay, Nay —ríe suavemente. — Te estás pareciendo a mi mamá.
— Cállate mejor y ayúdame a sacar estas cosas —apunta el suelo, donde hay bolsas de comida para el fin de semana que las espera. — Mina debe de estar sufriendo bullying por parte de su suegra.
— O quizá ya la mató.
— Déjate de estupideces.
— Bueno... lo siento.
い. ઇઉ
— ¿Alguna vez acampaste?
Mina voltea hacia su novia con una sonrisa de oreja a oreja, luego de haber examinado todo el lugar con su mirada y llenar sus pulmones de ese aire fresco, aquel tan natural que hace tiempo no presenciaba. Es muy cálido, es lo que necesita.
— No, no tuve la oportunidad —contesta. — Es primera vez que acampo.
— O sea, ¿no sabes nada acerca de acampar? —Nayeon abraza los hombros de Mina, luego de haber mencionado lo anterior.
Mina, automáticamente, lleva sus manos hacia su cintura. — Yo sé hacer de todo, Nay.
— Uy, verdad que hablo con una maquina.
— He visto videos en internet de campamentos. Esos videos son tan geniales, uno nunca sabe cuándo puede acabar en esas situaciones tan escasas de supervivencia.
— Woooow —Nayeonla mira con sorpresa y admiración. — Veo que no solo te la pasas jugando League of Legends en la computadora.
— Mmmh, no, tu novia hace más cosas. Por ejemplo, veo porno.
...
El silencio abunda y la expresión de Nayeon es exageradamente de impresión y extrañeza. Sabe que Mina no es experta en el sentido "sexual", tampoco es algo que le importe ya que jamás ha priorizado eso en una relación, mas que solo tener los cuidados necesarios y ser responsable. Pero, aún así, Nayeon puede asegurar que Mina no es de las personas que acude al porno para darse placer o algo así. No siente que esté mal, simplemente es algo que no se lo ha visto venir.
— ¿En serio?
— No —se apresura en negar. — Es una broma, amor. En mi vida he visto porno.
— Igual no está mal que lo veas —confiesa, sin sonar extrañada. — Si lo haces, avísame y vemos juntas.
— ¡Nayeon!
— ¡Tú empezaste!
— Lo mío era broma —besa suavemente la comisura de sus labios y, al separarse, deja poca distancia entre los rostros de ambas.
— Lo mío igual —susurra. — Aunque, si quieres, no es broma.
— Es un día de campo, compórtate, por favor —susurra Mina, juntando su frente con la de Nayeon. — Mantén compostura, si no realmente tu mamá construirá la muralla China entre nosotras. Aunque sabes que ni eso me lograra separar de ti.
— Lo sé —suavemente acaricia sus cabellos.
Así, las dos miran sus ojos fijamente. El momento es solo de ellas y esperan empezar el beso tan deseado que quieren producir desde que Mina llegó a casa de Nayeon para iniciar el viaje hasta el sitio de campo.
Sin embargo, vuelven a ser interrumpidas y ya es segunda vez que pasa.
Jihyo perturba la paz de las enamoradas.
— ¡Minra! —ambas oyen su voz y toman distancia.
Mina suelta una risa y Nayeon suspira, alto frustrada.
— ¿Cuándo será el momento en el que pueda darte un beso en paz?
— Cuando tu mamá se duerma —Mina besa sus labios de la manera más corta posible y mira sobre su hombro, a la progenitora de su novia. — O quizá el día en el que deje de llamarme por cualquier nombre y me diga realmente Mina.
— Está vieja.
— Supongo que es una razón convincente...
— ¡Mindra, deja a mi hija tranquila y ven conmigo!
Su voz ya se oye más fuerte que antes y Mina tiene la verdadera obligación de ir hasta allá, sin antes, mirar a la más bajita.
— No haré ninguna estupidez.
— ¡Ramin!
— No es eso, es ella la que puede hacer una estupidez.
— ¡Miga, apúrate!
— Pero igual quédate tranquila, nadie saldrá herido.
— ¡Minan, asfixias a mi hija, caramba!
— Eres igual a ella.
— ¿Huh?
— No tienen paciencia ninguna de las dos.
— ¡Myoui Mina! ¿¡Ahora estás feliz, mocosa!?
— ¡Lo dijo bien! —Mina salta de alegría, provocando una sonrisa en Nayeon.
No alcanza a detenerla cuando Mina ya corre donde Jihyo, dispuesta a ayudarla, en lo que sea que ésta necesite. La buena impresión siempre es la prioridad de Mina en esos momentos.
Momo, a ese paseo, no ha logrado ir. Tiene cosas pendientes en la universidad y sus clases de piano la han agotado un poco. Estuvo agradecida con el ofrecimiento y anhelaba poder ir, pero diversas cosas no se lo permitían, y aunque Jeongyeon sintió en el momento gran tristeza, no se volvía problema si sabía que su novia hacía eso por su propio bien.
— Iremos a comprar agua.
— ¿Agua? ¿No trajo agua?
— Sí, mocosa, pero botellas pequeñas de agua no nos sirven. Necesitamos las grandes.
— ¿Y por aquí venden? Estamos en un campo.
— Claro que venden. Vengo de acampada con mis niñas hace mucho tiempo, Milan. Obviamente sé qué hay un negocio cerca.
— Jihyo Unnie —la llama.
— ¿Qué?
— Mi nombre es Mina...
— Lo sé.
— ¿Por qué me dice Milan o algún otro nombre parecido a Mina?
— Es por qué eres mi nuera. Tu nombre para mí son cincuenta nombres más, así que acostúmbrate —Mina no puede responder, ya que Jihyo comienza a caminar más rápido en dirección a donde se supone qué hay un negocio.
Sigue en duda de si realmente es así, pero no quiere contradecir a su suegra, por lo que la sigue rápidamente y ambas van por el camino, en completo silencio.
Algo incómodo, pero soportable.
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