06
— Estoy harta de la novia de Nayeon. Har-ta.
Bae Joohyun toma un sorbo de la taza de té, en casa de Jihyo escuchando a la misma quejarse sobre la pobre e inocente chica que se hace llamar novia de su pequeña hija.
— ¿Qué hizo aparte de existir?
— Escúchame. —Joohyun la mira atentamente. — Tiene una perforación en el labio y en la nariz, es una vándala. Ocupa ropa negra, no tiene más creatividad para otros colores.
— Bueno...
Jihyo interrumpe sus siguientes palabras.
— ¡Anda en motocicleta! ¡Una puta motocicleta! Ahí no me va a traer a mi princesa. —niega fuertemente. — La detesto.
— Creo que es una exageración.
— No me vengas con las mismas frases de mis hijas porque tú eres mi mejor amiga y me tienes que apoyar. —la señala.
— ¿Puedo darte un ejemplo para que sepas que estás exagerando? —pide, causando confusión en Jihyo. — Seulgi igualmente protege demasiado a Yeri, pero desde que está conociéndose con Joy la peor limitación que le colocó, fue salir hasta las doce de la noche porque las calles en la madrugada suelen ser peligrosas. Entonces, me gustaría que compararas tu trato con el de Seulgi y veas cuál es el más correcto.
— El mío.
— Joder, Jihyo. —bufa la de cabello negro. — ¿Por qué mejor no haces monja a Nayeon?
— Ella no quiere.
— Por algo será. —Jihyo sigue con un semblante indignante. — Tiene dieciocho años, casi va a ser mayor de edad, ¿te parece correcto limitarla a tantas cosas a estas alturas de su vida?
— Ella sigue siendo mi pequeña. —reprocha. — Es mi princesa, Joohyun. No quiero que crezca más.
— ¿Y por qué a Jeongyeon no le haces estas escenitas ridículas? —la pregunta de Joohyun pone alerta a los sentidos preocupantes de Jihyo.
Aún así Jeongyeon sea su hija mayor por exactamente cuatro años a comparación de Nayeon, no niega que en su momento la protegió bastante y hasta ese instante lo sigue haciendo.
— Jeongyeon tendrá sus veintidós años. —aclara. — Pero ella igual sigue siendo mi otaku favorita y no dejaré que se meta con cualquiera.
— Jeongie definitivamente es mayor de edad. Ya va en la universidad, no vas a hacerle escenitas celosas de sobreprotección a ella.
Aunque si lo piensa del lado de Jihyo, Joohyun cree increíblemente capaz a la nombrada en proteger a Jeongyeon sin importar que ésta ya tenga sus años de madurez.
— Sigue siendo mi niña.
— Jeongyeon ya es una mujer.
— ¿Y Nayeon qué demonios es?
— Esa enana sigue siendo una adolescente hormonal. —aclara. — Aún así no justifica tu trato tan limitado a tener su vida amorosa.
— ¡Ellas son mis niñas! —golpea la mesa sutilmente.
Joohyun da un salto leve a causa del gesto tan repentino, mas no quita su mirada de desaprobación a los pensamientos de Jihyo que de alguna manera u otra no le parecen justos.
— ¿Cuándo fue la última vez que Jeongyeon tuvo pareja? —interroga Joohyun, dando otro sorbo a su taza.
— A sus diecisiete.
— ¿A qué se debe el favoritismo?
— Ojo, no es favoritismo. —apunta Jihyo, mascando una de las galletas que ha dejado en un platillo sobre la mesa.
Todas las semanas junto a su mejor amiga, Bae Joohyun, se reúnen a pasar sus tardes tomando una taza de té con galletas que trae Jihyo desde su trabajo. Cerca de la empresa hay una pastelería donde también se venden galletas y siempre suele comprar para darles a sus hijas o tener en casa si es que se dan las ganas de comer.
— Cuando Jeongyeon salió con la idiota de Lisa, no dejé que pasaran de los tres meses de relación. Esa chiquilla tenía muchas amiguitas, me llevaba a Jeongyeon a fiestas semanalmente y casi reprueba el año por estar de pareja a ella. Además en un principio la engañó, que Jeongyeon le haya dado una segunda oportunidad fue una cosa de enamoramiento estúpido, pero nunca me agradó ella.
— ¿Esa experiencia te hace pensar que Nayeon va a sufrir con su nueva novia?
Jihyo piensa un poco ello. Nunca ha tenido demasiado presente ese hecho, ni tampoco compara la situación de Jeongyeon con la de Nayeon por cierta diferencia entre las dos. Sin embargo, ahora que Joohyun lo menciona, puede ser ciertamente acertado ese hecho.
— Puede ser. —murmura. — O también me pone insegura que ocupe perforaciones, sea atea, niegue que hizo el amor con mi niña y la llevé en motocicleta a todos lados. No me da seguridad.
— No creo que eso justifique mucho su trato. Si está con Nayeon debe de ser porque realmente la quiere.
— La golpearía si no quisiera a mi bebé. La dejó sin dientes. —amenaza.
Eso provoca que Joohyun suelte una risa y niegue con su cabeza mirando el plato de galletas, sacando una de ellas para comerla.
Jihyo no considera divertido ese hecho. — No te rías.
La desgracia de Park Jihyo es la risa eterna para Bae Joohyun.
Pasan algunos minutos, ambas siguen hablando de cosas aleatorias mientras siguen bebiendo de su té y comen galletitas riéndose de recuerdos adolescentes hacía ya años. Igualmente les provoca nostalgia porque en este momento, donde ya tiene familia e hijas, es difícil volver a esos tiempos como si nada.
Cuando la puerta se escucha se abierta y consigo se oyen voces, risas y murmullos, las dos mayores se ponen alerta volteándose en sus asientos desde la sala.
— Esas dos ya llegaron. —murmura Jihyo.
Se levanta sin esperar respuesta de Joohyun, de brazos cruzados dirigiéndose a la entrada.
— Hasta que lleg... an.
Jihyo queda un tanto confundida con la escena frente suyo; Mina y Nayeon están quitándose sus zapatos en la entrada, pero al notar a Jeongyeon con otra chica más de la mano haciendo los mismos gestos que el dúo anteriormente nombrado, despierta su curiosidad y enfado rápidamente.
Carraspea en busca de explicaciones.
— ¿A qué se debe la orgía?
— ¡Mamá! —se quejan las dos hermanas con el ceño fruncido.
— Ay mocosas, no lo digo en ese sentido. —explica la mayor. — ¿Quién es esa?
— ¿Yo? —Mina y la otra chica se señalan a sí mismas confundidas.
— Usted ya me conoce, yo soy...
— Sí, la criminal perforada, lo sé. —Mina asiente tímidamente. — La otra, ¿quién es esa niña?
Entonces es ahí donde la pelinegra de ojos lindos se apunta a ella y dedica una tímida sonrisa, esquivando a Mina, Nayeon, hasta acabar al frente de Jihyo y estirar su mano.
La nombrada la mira insegura.
— Hirai Momo, un gusto. —Jihyo la mira de pies a cabeza como una ceja alzada. — Soy novia de Jeongyeon.
¿Novia? ¿¡Novia!?
¿De Jeongyeon? ¿Jeongie? ¿Park Jeongyeon? ¿Su pequeña?
A Jihyo se le va el color de la piel momentáneamente, apretando sus puños entre sí y su mandíbula se tensa con gran enfado. Logra hasta verse la vena en su cuello de lo molesta que se está sintiendo.
— ¿Novia dices?
En el instante que Momo pretende asentir con su cabeza, Jeongyeon corre a su lado tomando su mano. Sabe que si responde primero que Momo logrará hacer entrar en razón a su madre.
— Mamá, Momorin es muy linda.
— Momorin mi pito, Jeongyeon. —la mira de mala forma. — ¿Esta es tu novia?
— Lo es. —afirma sin mostrarse intimidada.
— ¿Por qué se ve tan... —Jihyo vuelve a mirarla de pies a cabeza. — ... hippie?
— Uhh... —Momo rasca su nuca nerviosa. — No soy hippie, soy pianista.
— O sea que trabajas tus manos. —asegura.
La menor no logra decir nada porque no entiende a qué se refiere su actual suegra, pero no necesita pensarlo mucho ya que Jeongyeon se adelanta a responder.
— Quería que te enteraras de una manera más... fluida. Pero veo que no se pudo hacer así, entonces...
Jihyo la interrumpe. — Entonces, hijas mías, sus noviecitas van a hablar conmigo.
— ¿¡Qué!? —exclaman las hermanas.
— No, nada de qué, necesito aclarar algo con ellas.
— ¡Mina ya pasó por mucho! —queja Nayeon desde la entrada, aferrándose al brazo de la menor rápidamente. — ¿No fue suficiente con lo del gluten?
— No les voy a hacer nada.
Pff, claro, y Nayeon media dos metros.
— Señora Park...
— ¿¡Señora Park!? —su indignación hace que Momo cierre su boca para contradecirse. — Verás, jovencita, solo tengo treinta y nueve años.
— Eres una vieja, mamá.
— Silencio, Jeongyeon. —pide. — Señorita Park Jihyo para ti, Rono.
— ¡Momo! —corrige Jeongyeon.
— ¿Rono? Ni siquiera se parece... —susurra Momo en un tono inaudible.
Jihyo rueda los ojos. — Es lo mismo.
La menor de mechas moradas bufa un tanto harta de esa situación, acariciando la mano de Momo para que la misma no se sienta tan presionada a hacer todo correctamente bien hecho contra su madre.
— Y tú, Nami, ven para acá.
— Es Mina. —reclama la misma.
— Ay como sea, es la misma boludez.
Nayeon y Jeongyeon hacen un claro face Palm, seguidamente que sus parejas rascan sus cabezas un poco nerviosas.
Desde la sala, Joohyun está que toma a Jihyo del cabello y le rompe la cabeza de un golpe en la mesa. Mas se controla porque no desea ir a la cárcel y menos por culpa de Jihyo, que la misma la saca de quicio con su sobreprotección.
い. ઇઉ
— Esta mujer me va a envenenar con gluten.
Momo suelta una risa al comentario de Mina.
Ambas se han conocido esa misma tarde, antes no tenían ni por cerca un conocimiento de la otra, pero en ese poco tiempo han logrado acercarse bastante y tienen cierta conexión amistosa que las ha llevado a llevarse bien fluidamente.
Lo que Momo, no esperaba que agradarle a su suegra seria algo tan... difícil.
Luego de que Jihyo palmea sus rodillas, las dos menores se colocan firmes sentadas en el sofá rezando por que sus cabezas lo salgan de sus cuerpos.
— Momo y Mina...
Éstas tensas sus mandíbulas.
— Par de adolescentes vagas que quieren mantener a mis dos bebés. —Jihyo comienza a caminar de un lado a otro con las manos en su espalda. — Esto me supera.
— Suegra...
— ¿¡Suegra!? —la mirada punzante en Momo hace que ésta niegue rápidamente con su cabeza y trague en seco. — ¿Te di autorización de que me trates de suegra?
— Pero es que... usted es mi suegra.
— Sí, pero no me voy a mentalizar así. Aún no se si mereces el amor de mi Jeongie.
— Oiga, no es suya. —reprocha Momo con su ceño fruncido.
— La parí, mocosa. Esa niña tiene mi sangre, salió de mi zona.
La menor tiene que callar su boca cuando sabe que si dice algo más, probablemente Jihyo termine echándola de casa.
— Ustedes dos, tienen en sus manos a las personas más valiosas que podrán tener en sus malditas vidas de adolescentes vagabundas y mantenidas. —apunta a las dos.
Momo y Mina mantienen un leve puchero en sus labios y siguen con sus ojitos todo movimiento que la mayor haga.
— Yo sé que tengo a una princesa en mis manos, no pienso lastimarla ni nada de eso. No me perdonaría algo así.
Jihyo resopla hacia las palabras de Mina. — ¿Te crees ser la persona que podrá darle a mi princesa lo que merece?
— Por supuesto. —Mina asiente un poco nerviosa.
— Entonces explícame por qué Nayeonnie perdió su virginidad hoy en tus propias manos.
La chica con lunares comienza a toser duramente a causa de esas palabras que la han tomado claramente de sorpresa. Jihyo la mira con sospecha.
— ¿C-Cómo lo sabe?
— ¡Ajá, yo no sabía! —la señala.
"Oh mierda, Mina. La cagaste".
— ¡Me la vas a embarazar, mocosa!
— Oiga, los dedos no embarazan, no tengo pito.
— Ay, no especifiques eso. —mustia Momo con una mueca de disgusto.
Jihyo voltea a mirarla con los ojos bien abiertos con gran advertencia. Momo siente su mirada rápidamente y alza sus manos simulando inocencia.
— Yo tampoco tengo, eh.
— Dios mío, purifícame hoy, mañana y lo que resta de semana. —suspira Jihyo, masajeando sus sienes.
Una exagerada en realidad.
— De verdad que, si tuviese esa cosa allí abajo, ocuparía condón con Nayeon. —aclara Mina. Demasiada información en realidad.
— ¿O sea qué si le quitaste la virginidad?
— Su hija me suplicó. —Mina alza sus manos defendiéndose.
Jihyo mustia algo inaudible tomando el primer almohadón que encuentra en el sofá, golpeando la cabeza de Mina con fuerza y ésta no se queja porque aparenta ser fuerte.
— Mi hija jamás suplicaría por eso. —recalca entre dientes.
— Pregúntele.
— Deja de cagarla. —murmura Momo a su lado.
— ¡Tú no te hagas la santa! —le queja Jihyo.
— ¡Yo no he tocado a Jeongyeon! —es una clara mentira.
— Ay ajá, y esa no me gasta el sueldo en mangas y figuritas de Naruto. —la mayor suspira, sintiendo por poco como se le va el aire. — Mi presentimiento materno me dice que tú has tocado a Jeongyeon.
— Ah, pero Jeongyeon es mayor de edad. —Momo levantó otra vez sus manos. — No me puede quejar nada porque ambas somos mayores de edad.
— Holy shit...
El murmullo de Mina no parece ser lo suficientemente silencioso para que las dos volteen a la misma con gran velocidad. Jihyo parece ser la más molesta.
— Nayeon tiene dieciocho y tú diecisiete... —susurra la mayor de todas, percatándose de la situación. — VEN AQUÍ, MALNACIDA.
Mina se levanta del sofá velozmente, comenzado a correr de Jihyo como si su vida dependiese de ello. Y claramente depende de eso.
En lo que corre, se lanza al sofá esquivando las manos de Jihyo, hace todo su esfuerzo por tratar de no caer en las manos de la mayor y considerando la edad de diferencia logra creer que en resistencia ganará ella.
— ¡Nay y yo no somos mayores de edad! —reclama escondida detrás del sofá, solo sacando al aire sus ojos.
Jihyo trata de recuperar su vida apoyada en sus rodillas.
— ¡Eso no justifica nada!
— Pero si Nayeon tuviese veinte y yo diecisiete si se consideraría una cosa ilegal.
— No te doy un sillazo... —la más alta suelta un suspiro recuperando el aire. — Por respeto a la silla... —Jihyo se levanta. — Además bien caras que me salieron, tu cabeza no me las va a romper así de fácil.
Entre el desastre entre Mina y Jihyo, Momo aprovecha de levantarse del sofá. Sabe que Jeongyeon está arriba en su habitación, entonces dándose cuenta que sobra allí decide ir a disfrutar esos minutos junto a su novia.
Pero sólo al dar un paso, cierra sus ojos fuertemente porque es descubierta.
— NO, NO Y NO, TÚ VEN ACÁ, NO TE SALVAS DE QUE TE DÉ UN SILLAZO.
Será otra noche larga.
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