01
— No entiendo completamente porque llegaste tan tarde anoche.
— ¿Llegar tarde?. —Nayeon tose de manera disimulada cuando se percata que no fue lo suficientemente cuidadosa la noche anterior. — Llegué completamente temprano.
— No, llegaste tardísimo. ¿Hay algo que no quieras contar? —dice Jeongyeon desde el otro lado de la mesa, delatando a su hermana. — La ayudé a pasarse por la ventana, que veas que es irresponsable.
— ¡Jeongyeon! —ésta se encoge de hombros a la exclamación de su menor y sigue en lo suyo, comiendo perezosamente de la cena.
— ¿A qué se debe lo que está diciendo Jeongyeon? —intriga Jihyo, de una manera bastante indignante.
— A nada, está algo mal. —miró con advertencia a la anteriormente nombrada.
— Nayeon, yo realmente no me voy a enojar si hiciste algo de adolescentes anoche. Soy sumamente comprensiva y puedes contarme lo que quieras.
Tras semejantes palabras, poco creíbles a decir verdad, Nayeon abre sus ojos grandemente. Más aún cuando su mayor trata de suavizar el golpe de molestia colocando su mano sobre la suya. Incluso Jeongyeon se impacta de tal falsedad, riendo por lo bajo.
La castaña oscura carraspea nerviosa.
— Yo te creo... de cierta manera. —murmuró. — Pero estoy muy segura de que no te agradará oír nada de lo que hice anoche, así que evitemos el tema.
Jihyo frunce el ceño. Detesta que le quieran ver la cara de imbécil y es exactamente lo que está haciendo su hija en ese momento.
— ¿O sea que si violaste la ley?
— ¡No, claro que no! Soy responsable.
— Mentirosa. —bufa su hermana con la boca llena. Eso capta la atención de ambas en la mesa. — Anoche la oír llegar bien agustín en una moto, eh.
— ¡¿Una qué?!
— ¡Dios, que te corten las cuerdas vocales, idiota! —exclama Nayeon en dirección a Jeongyeon.
Ella ríe como si hubiese hecho lo más gratificante de su vida y continua atenta a su comida.
— Oh Dios mío, Santa María de nuestros corazones, no me hagas bromas así Nayeon. —Jihyo lleva una mano a su frente y con la otra, que quitó de su anterior posición, se da aire a sí misma como si le faltase. — Se me bajó la presión.
— No, no te preocupes. —comienza a contradecir. — Yo incluso quería conversar de ese tema, mamá.
Jihyo deja su postura de antes y mira fijamente a la castaña oscura en busca de explicaciones, y la misma debe de justificarse porque ha eso viene la conversa.
— Quería contarte algo... algo bastante importante.
— Estás embarazada. —señala Jeongyeon. — Dios, eres más fácil de lo que creí.
— ¡Jeongyeon-ah! —ambas suben el tono de voz en dirección a la nombrada y ella lo ignora.
Nayeon suspira mediante arregla su desordenado cabello y Jihyo, exagerando un poco, trata de recuperar la regularidad de su respiración.
— ¿Estás embarazada? —su madre aún así ve posible tal opción y la menor hace una mueca.
— Agh, no, por supuesto que no. Me refiero a otra cosa.
— Bien, al menos descartamos la posibilidad de que te metieron algo.
— ¡Mamá! —avergonzada y con las mejillas sonrojadas apunta a su progenitora.
Igualmente siente que se ha pasado un poco de la raya.
— Lo siento, cielo. Prometo purificarme mañana a primera hora e ir a confesarme, lo prometo. —besa su pulgar, jurando lo anterior. — Jeongyeon me acompañará.
— Acompañar mis huevos, yo no soy bienvenida en la iglesia.
— Entonces con más razón, haré que Dios entre en tu corazón.
— No, gracias. —antes de seguir contradiciendo tercamente las palabras de su hija mayor, Nayeon la detiene porque sabe que su problema es más importante que discutir si Jeongyeon puede o no entrar a la iglesia.
— Esto es importante para mí. —toma sus manos entre sí, y es ahí donde Jihyo se asusta un poco.
— Me asustas, burra.
— ¡Mamá! —la mayor suspira para tranquilizarse a sí misma cuando Nayeon ejerce un puchero a petición de que le tome relevancia al asunto.
— Lo siento, cielo. Es que las cosas que ve tu hermana se me pegan y termino así, lo siento.
— ¿Me culpas a mí? —ella bufa. — Así cual quiera se salva.
— Silencio. —la señala. — En fin, ¿qué es lo que me quieres decir?
Nayeon ríe con gran nerviosismo, ni siquiera a formulado la frase en su mente y ya suda peor que mujer pariendo, entonces sabe que diga lo que diga y defienda el punto que quiera defender, su madre quedará tres metros bajo la tierra para después saltar como Hulk y golpear lo que sea.
— Verás, con respecto a lo que dijo Jeongyeon Unnie de que yo realmente llegué muy tarde anoche, lo asumo, pues hay una razón específica a ello.
— Me hablas como diputada. Se más clara, por favor. —su hija rueda los ojos.
— Ayer salí con alguien. Más bien, salgo con ese alguien hacia ya unos meses... meses largos.
Jihyo queda en silencio, mirando fijamente los ojos brillantes en dulzura que mantiene su hija menor.
Tras su mirada, le busca otras explicaciones más lógicas.
— Bueno, no está mal hacer amigos, Nay. No veo el problema. —sí, ella sabe a lo que su pequeña va con esas palabras y la negación a continuación de su frase es obvia. — ¿No?
— No salgo con alguien amistosamente, sino amorosamente. Estoy enamorada.
— ¿¡Enamorada?! —exclama exaltada. Muy exaltada.
— Enamorarse es vintage... —murmura Jeongyeon, quien ha abierto sus ojos de gran manera por ver lo exagerada que era su progenitora.
Nayeon sonríe nerviosa. — Cálmate, por favor.
— Ay Dios, Nayeon, me voy a morir... veo a mi tía Sunmi, ¿eres tú, sirena?
— ¡Mamá, me asustas! —clama los aires alterados de su madre, acariciando sus manos que están sobre las suyas. — Es algo normal.
— ¡Tú no te puedes enamorar! —de poder, pues claro que sí.
— Si puedo, mamá.
— Claro que puede. —sigue Jeongyeon.
— Mi nena, tú no puedes estar enamorada.
— Que sí, joder. —bufa, nuevamente, Jeongyeon. — A Nay se la coge una bad girl.
— ¡Jeongyeon-ah! —por segunda vez soltaron la exclamación al mismo tiempo en una perfecta sincronía.
— Esto es impuro, Nayeon. —apunta molesta.
— A mí no me coge nadie, mamá. Soy santa y pura.
— Aquí traficando mentiras, bro.
— ¡Deja de hablar, arruinas la vida! —grita Nayeon sobre la mesa.
Jihyo de su lado se echa aire a ella misma, queriendo recuperar la respiración y el color en su piel, además de su santísima buena mente sin cosas impuras.
— Mi hija... Nayeon, te dije que tienes que ser virgen hasta el matrimonio.
— ¡Si soy virgen!
— Cariño, no... yo no te crié así. —niega indignada. — ¿¡Quién fue la infeliz que te tocó antes del matrimonio y sin que yo la conozca?!
Se levanta de su silla molesta e indignada, Nayeon cierra sus ojos entre sí bastante arrepentida de todo.
— ¡Nadie me ha tocado! —devuelve el grito.
Jeongyeon está a un pelo de sacar su teléfono y grabar todo para hacerlo viral, con un titulo perfecto como; "hija impura asume su verdad frente a su madre creyente hasta los pies, termina mal."
— A lo que quiero llegar, mamá... —suspira. — Tengo novia, y anoche salí con ella a un bonito lugar.
— ¿¡TIENES NOVIA?!
— Nunca debiste de haberlo dicho, Nayeon. —opina Jeongyeon desde su silla.
La menor no contradice nada porque sabe que es verdad.
— No, no puede ser... —resopla casi ahogándose. — ¡Dios mío!
— No es tan grave, mamá... —claro que lo es. Para Park Jihyo lo es completamente. — Ella me quiere mucho y sabe que...
— ¡La traes a cenar!
— ¡Pero...!
— Si esa chiquilla va a ser tu novia, sobre mi cadaver formalizará completamente contigo. ¡Me la traes a cenar mañana mismo a las ocho de la noche, no me importa que tenga planes, su prioridad siempre tienes que ser tú! —aún más exaltada, su dedo presiona con fuerza la superficie de madera en la mesa recalcando sus palabras.
— Quizá esté ocupada mañana. —mustia la menor.
Sabe que su novia seguramente no esté ocupada al día siguiente, pero debe de prepararla mentalmente para algo tan rudo como conocer a su madre en ese estado de alteración y molestia.
— Si tanto te ama va a venir a conocerme y a hacer mi interrogatorio si puede salir contigo o no. —Jihyo suspira y vuelve a sentarse en la silla, apoyándose sobre la mesa y comenzando a masajear sus sienes de manera lenta. — ¿Cuántos años tiene?
— Diecisiete. Es menor que yo por un año.
— Al menos sé que no es una abusiva mayor que tú, eso está claro. —resopla agotada.
Probablemente no fue broma aquello que se le bajó la presión.
— Me dueles, y me duele más que te consigas a una vagabunda de novia.
— No es una vagabunda.
— No necesito saberlo para saber que es así. Todos los adolescentes de hoy en día son unos vagos.
Nayeon resopla harta. Esas situaciones son un poco estresantes.
— ¿Ahora entiendes porque yo no traigo parejas a la casa? —intriga Jeongyeon
— ¿¡Tú también tienes novia, Jeongyeon-ah?!
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