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Especial #1

[Especial: Comprendiendo a la Mafia]

Viterbo, Italia

27 de marzo, 2003

Llegaron hasta un salón con estantes tan altos que llegaban al techo, habían varias mesas y otras cosas que llamaron la atención de Rubí. Su postura correcta, el formalismo y algunas otras cosas de las que habló la Señora Fiore mientras la maquillaba se fueron bastante lejos cuando entró al lugar, corrió de inmediato a un globo terráqueo al final del salón en una mesa cercana a la ventana, a un costado encontró un mapa del mundo pegado en la pared y cientos o quizás miles de libros en cada uno de los estantes que la rodeaban.

—Impresionante —dio una vuelta en su propio eje observando todo con asombro sin soltar el globo terráqueo, cuando bajó su mirada Roger y Biago la estaban observando con una sonrisa.

—Eres como una niña —comentó su compañero invitándola a sentarse, al tiempo que su nuevo jefe tomaba su lugar en una de las mesas.

—Ven aquí —indicó Biago.

Obediente se sentó al lado de él abrazando el globo terráqueo, estaba tan abrumada y desconcertada por el lugar, si había algo así en el segundo piso, quizás qué escondían las demás puertas. La casona de los Felivene era algo sorprendente.

—Puedes dejarlo, si es que no vas a decirme de dónde vienes —el comentario la hizo volver a tierra dándose cuenta que no había soltado el globo terráqueo.

—Lo siento —sonrió dejándolo a un lado.

—Bien, Rubí, comenzaré explicándote lo básico de nuestra organización, ¿De acuerdo? —asintió, entonces Biago comenzó a hablar sin parar, moviendo sus manos señalando al aire e incluso a sí mismo. También señaló a Roger y en algún momento la señaló a ella, pero estaba tan perdida que nada de lo que había​ dicho lo había comprendido. —¿Entendido? —preguntó Biago al finalizar.

—Aah —movió su cabeza de arriba hacia abajo, pero después cambió el curso de un lado a otro. —Nada, algo de unos Capos y que unos se mataban entre otros, esa parte me gustó.

—Bien creo que necesitaremos más tiempo.

Biago hizo un ademán ordenando a Roger, este le entregó un cuaderno y un lápiz dejándolos en la mesa. Su nuevo Jefe tomó el respaldo de su silla hasta moverla a su lado tanto que podía llegar a recargarse sobre su pecho. Aun así no pudo pensar en algo más cuando él comenzó a hablar haciendo dibujos en una de las tantas hojas.

—Comencemos con las posiciones de la familia. Todos tienen a un jefe de familia, la cabecilla o el encargado de tomar todas las decisiones el cual llamamos Don —dibujó un cuadro en la parte superior de la hoja escribiendo el nombre de Basilio—, actualmente mi padre. Cada Don tiene una mano derecha que lo ayuda y lo aconseja en todas sus acciones y movimientos, este es llamado Consingliere o más conocido como su asesor —dibujó un cuadro al lado derecho del Don con el nombre de Donato.

—¿Es el hombre que siempre le susurra al oído a tu padre? —preguntó apuntando el dibujo.

—Sí, él es Donato Greco, un hombre con bastante experiencia en este trabajo.

—Él no me gusta, siempre me mira de una forma desagradable —fingió estremecerse creando una sonrisa en Biago.

—No es para que te guste.

—Solo lo digo para que no te sorprendas cuando aparezca muerto —susurró mirando sus uñas.

—Rubí.

—Bien, bien, sigue.

—Luego estoy yo. Sottocapo, soy la mano derecha militar de mi padre y su próximo sucesor —dibujó un cuadro debajo del de su padre escribiendo su nombre dentro.

—¿Tienes menos poder que él? —indicó el cuadro de Donato.

—Tal vez —susurró Biago. —Pero algún día, cuando tome el mando, él ya no estará.

—Roger, es tu mano derecha, ¿Cierto? Entonces él también es un consigliere, dibújalo aquí —indicó el lugar derecho al cuadro de Biago y aunque ambos hombres quisieron refutarle lo dicho, para no complicar su comprensión lo terminó dibujando de todas formas. —Bien, ¿Qué sigue?

—Luego están los Caporegime, son jefes que dirigen a cierta cantidad de soldados, en cada familia podemos encontrar de 3 a 7 o si es una familia muy grande más. Aquí somos 3 contando a mis hermanos.

—¿También eres un Caporegime?

—Tengo a mi propio grupo de soldados que superan la cantidad de 10, por lo tanto si.

—Cuando son más de 10 soldados se llama regime, bien, lo capto —Biago asintió y dibujó debajo de él tres cuadros, de izquierda a derecha dejando el primero en blanco escribió a Flavio y luego a Franco.

—¿Por qué dejaste ese en blanco?

—Porque existe una nueva opción.

—¿Ah?

—Cuando un jefe dirige a un grupo de 10 personas, ellos son llamados Capodecina, puesto que su grupo es una decima. Aquí podemos encontrar a Rubén, a Roger y algunos otros que no conoces y que tal vez vayas conociendo —asintió viendo como escribía Capodecina en el cuadro en blanco. —Bien, cada uno de estos jefes tiene una cantidad determinada de soldados, que son los que hacen el trabajo sucio, ellos cobran el dinero, trafican la droga o matan a quien corresponda.

—Yo —dijo con entusiasmo levantando la mano, de inmediato Roger se acercó para hacerla bajar. —¿Por qué?

—No alcanzas ni siquiera a eso.

—¿Por qué? —volvió a reclamar.

—Porque no eres parte de la familia aún y tampoco tienes origen italiano, por lo tanto tú eres una asociada, ¿tal vez? —observó su diagrama completando algunos cuadros con los soldados y terminando con uno grande que dijera asociado. —Los asociados, los últimos en esta posición, son simples aspirantes a soldado, una vez muestres tu lealtad, quizás puedas ser iniciada, pero no podrás subir de rango y tampoco podrás salir.

—¿Seré soldado para toda la vida?

—Posiblemente —acertó Roger, pero en cambio Biago se quedó observándola con interés y preocupación a la vez.

—¿Qué sucede? —preguntó a su jefe.

—¿Realmente te quieres quedar?

—Son lo que tengo ahora.

—Te estás aferrando a algo que desconoces, eso es estúpido —volvió su mirada al cuaderno recibiendo una sonrisa de Rubí.

—No sabes lo que es tener menos que nada, jamás entenderías como me siento.

—Hazme entender entonces —pidió volviendo con sus ojos azules hacia ella, pero solo recibió una negación de su parte.

—¿Hay algo más que necesite saber? Así fue mucho más fácil.

—Claro —volvió a hacer un ademán y de forma automática Roger le entregó un mapa. —Cada familia esta en un territorio que comparte con otras familias, cada región con su grupo de familias es una organización de mafia italiana. Aquí —indicó Campania. —Se encuentra la Mafia de Camorra. Hay cerca de 10 familias repartidas en este territorio que se organizan con este nombre, a diferencia de nosotros no tienen un jefe mayor que dirija a todas las familias, sino que más bien respetan la jerarquía de cada una.

—¿Aquí están ustedes?

—No, nosotros estamos dentro de Cosa Nostra, organización criminal que se encuentra aquí —señaló la región de Sicilia.

—¿Por qué están tan lejos?

—Mamá es hija de la familia Berlucchi, quienes trabajan bajo Cosa Nostra. Papá para hacer más fuerte a la familia Felivene y hacer visible su trabajo aquí en Lazio decidió que le convenía aliarse con ellos, además de enamorarse de Fiore Berlucchi, no tenía por donde perder —se encogió de hombros mostrándose por primera vez relajado.

—Bien, ¿Son las únicas?

—No, aún nos quedan dos, aquí tenemos a Sacra Corona Unita —indicó Puglia. —Y acá La 'Ndrangheta —indicó Calabria. —Cada una tiene sus propias alianzas, pero aquí en Italia todos intentamos llevar las cosas en paz así que trabajamos en conjunto en algunos temas. Nosotros como Felivene ya que estamos en el centro de Italia realizamos las conexiones entre Cosa Nostra y Camorra mayormente.

—¿Trabajos como cuáles?

—Tráfico de armas, tráfico de drogas, prostitución, extorsión, lavado de dinero, entre otras cosas.

—Woh, entonces son asquerosamente ricos.

—Si, es cierto —asintió. —Algo que es importante que sepas, es que nosotros como organización tenemos un jefe mayor, Cosa Nostra tiene a Bernardo Provenzano como actual Capo di tutti capi —blanqueó sus ojos. —Un término estúpido la verdad. Pero de todas formas es un título inestable que se obtiene mayormente por asesinato entre familias o extorsión de las mismas, las cosas no son limpias y muchas veces obligan al jefe a bajar del poder. Hace unos años Cosa Nostra se había trasladado a Estados Unidos enviando a Sicilia constantemente a nuevos hombres para enseñarles, pero el año pasado Antonino Giuffré, mano derecha de Provenzano, fue arrestado y ha comenzado a hablar. La mayoría de la mafia Italoamericana comenzó a ser arrestada y las cosas no están siendo muy armoniosas por acá tampoco, por lo que actualmente todos están a la espera de que encuentren a Provenzano y es cuando los clanes buscaran poner a su Don en la posición más alta. La única forma de tomar el poder es aniquilando al adversario.

—Un momento, ¿Por qué buscan a Provenzano, por qué arrestaron a Giuffré?

—Nuestro trabajo no es legal, Rubí, cualquier tipo de tráfico está fuera de los impuestos y es libre de cualquier ley que imponga algún país, eso a los mayores de los gobiernos no les gusta entonces nuestro trabajo es visto como una amenaza. Al tener un jefe mayor piensan que arrestándolo podrán detener a la mafia completa, puede que la desestabilicen, pero erradicar algo que viene de incluso mucho antes es bastante difícil.

—Comprendo eso, entonces, si arrestan a Provenzano, ¿Por qué buscarían aniquilarlo?

—Porque quién logre matarlo obtendrá el poder.

—¿Ustedes también lo harán?

—No, y ese es el problema. Todos creen que mi padre es el próximo en línea por eso estamos tan tranquilos, según ellos, es probable que si eso ocurre yo sea quien tome el poder en Cosa Nostra...

—¿Crees que te quieren asesinar porque puedes obtener el poder?

—Tal vez...

—Aquel día en Di Cassia, no me dio esa impresión.

—¿De qué hablas?

—Los hombres que querían asesinarte no eran soldados de Rinaldi. Ellos eran de alguien aquí dentro.

—¿Cómo sabes...?

—Los vi antes —parecía estar divagando, pero Biago estaba poniendo mucha más atención de la esperada. —Además, ¿Cómo es que Basilio supo que yo había matado a esos hombres? ¿Cómo llegó ahí? Si realmente hablamos sobre tu amenaza de muerte no creo que sea por algo externo, sino más bien aquí —tomo el cuaderno con el diagrama e indicó toda la estructura.

—¿Qué crees tú? —preguntó Biago a Roger.

—Tendría que averiguar, Señor.

—¿Puedo ayudar?

—No, todavía no hemos terminado.

—¿No? —frunció sus labios como una niña.

—Aún nos quedan las reglas básicas.

—Ay no —se tiró contra la mesa tapando su rostro y provocando una risa en sus compañeros.

—Vamos, Rubí, es lo último y las anotaré para que sepas las necesarias.

—De acuerdo —se reincorporó viendo como Biago buscaba una nueva hoja y comenzaba a anotar.

—Para que algún día puedas tener reconocimiento en Cosa Nostra, Provenzano ha estado instruyendo a los hombres en seis conceptos.

—¿Hombres?

—Generalicemos, eres una excepción.

—De acuerdo.

—Primero, invisibilidad, un buen hombre de honor no necesita publicidad, nada de noticias en prensa ni nada de esas cosas. Luego tenemos la mediación y el consenso, lo que se refiere a que debes mostrarte calmada, correcta y constante, no se debe ignorar lo que dicen los demás, pero debes saber reconocer cuando es verdad o mentira y nunca, nunca, es suficiente una sola fuente de información —mientras escribía los conceptos en la hoja, se detenía para observarla completamente concentrada en sus palabras. —Dios es nuestro aliado, esto se refiere a que debes mostrarte piadosa ante los otros, flexible ante algún acuerdo político y la lealtad dura hasta que los beneficios ocurren.

—Espera, ¿Qué?

—Es el doble estándar de la mafia, podemos tener acuerdos con las familias ahora porque nos benefician, pero cuando comiencen a ser una molestia les podemos dar la espalda ocupando este concepto —explicó Roger.

—Así nunca podrán confiar realmente unos del otro.

—La confianza no es algo que se trabaje en este lugar —analizó su compañero.

—Que basura —masculló pidiéndole con una mano a Biago para que continuara.

—Y finalmente tenemos la reinvención y la modestia —escribió en la hoja y la observó con determinación. —Si es necesario tu personalidad tiene que cambiar completamente, discúlpate ante los actos y si es necesario distánciate del asunto.

—Uau, son unos completos hijos de puta —comentó impresionada.

—Al parecer si conoces algunas pautas de convivencia —se burló Roger.

—Más que pautas esos son valores, ¿No crees? No tengo ni idea donde lo habré aprendido, pero hay cosas que simplemente no deberían ser como dice ese tal Provenzano.

Biago y Roger se observaron interesados, compartiendo un secreto que Rubí no comprendió y bajo su molestia ni siquiera se preocupó por preguntar.

—Además de estos conceptos básicos hay 10 reglas que debes respetar —retomó Biago.

—¿Más?

—Primero —levantó si dedo pulgar y comenzó. —Jamás prestar dinero directamente a un amigo, eso siempre se debe hacer a través de un tercero si es que es muy necesario.

—Ni siquiera tengo amigos a quien prestarle dinero, un momento, ni siquiera tengo dinero —afirmó su codo en la mesa y colocó su mejilla sobre la palma de su mano observando a Biago con aburrimiento.

—Dos; no mirar a las mujeres de nuestro amigos.

—Un momento —alejó un poco su mano de su mejilla observando a su jefe con rareza. —Soy mujer, como es que...

—Entonces no te involucres con ningún hombre casado —iba a volver a refutar, pero Biago continuó. —Tres; se prohíbe cualquier relación con la policía.

—Eso es cuestionable, la policía siempre está de nuestro lado —comentó Roger mirando sus uñas.

—Roger.

—Pero es cierto.

—Como sea, cuarto; el hombre de honor no se deja ver en círculos sociales o tabernas.

—Jah, si, hombres de honor, claro —movió su mano libre invitándolo a continuar.

—Quinto; se debe estar disponible en cualquier momento, incluso si la mujer está a punto de parir.

—Cruel.

—Debes ser siempre puntual.

—Muy de acuerdo —asintió mirando hacia la ventana aburrida.

—Debes decir siempre la verdad a cualquier pregunta en cualquier situación... —un extraño silencio se formó, por lo que se vio obligada a ver a sus compañeros, ambos estaban observándola con un cuestionamiento implícito.

—¿Por qué me miras así? ¿Creen que estoy mintiendo en algo?

—¿Realmente no recuerdas nada? —cuestionó Biago

—Nada, pero he tenido sueños sobre una mujer que me tortura —recordó.

—De acuerdo... Noveno. Se puede matar extorsionar, traficar o cualquier aborrecidad siempre y cuando no sea por dinero de otras familias.

—Un momento, pero se matan entre ustedes para tomar el título, eso es contradictorio.

—Gajes del oficio —comentó al aire Roger.

—Finalmente y algo que es solo para personas como tú, no se permite que tengas familia en la policía, ni hayas traicionado a tu mujer o que carezcas de valores éticos y morales.

—Ahí es donde tenemos un grave problema —se burló la mano derecha de Biago.

—¡Hey! Aunque no sé si tenga familia en la policía, soy mujer así que asumo no haber traicionado a una mujer, a no ser que sea lesbiana, pero creo que me atraen los hombres, en cuanto a lo último...

—Es donde estás averiada —volvió a molestar Roger.

—Pero puedo aprender, lo prometo —suplicó con entusiasmo pasando de la broma de su compañero.

—Bien, hasta aquí es todo lo básico que debes aprender —dictó Biago levantándose de su silla. —Lo demás podrás aplicarlo y reforzarlo con Rubén.

—¿Rubén? ¿El chico francés de los subterráneos?

—Mi padre ha permitido que estés dentro, pero no dejará que alguien más te entrene que no sea él y yo estoy de acuerdo, Rubén a entrenado a muchos hombres para la organización, te enseñará lo básico y así podrás ir comprendiendo un poco más de qué va este mundo. Ya te he dicho la mayoría y...

—¿Por qué no Roger? A Rubén ya lo vencí, no tendrá nada que yo pueda aprender.

—Porque Roger es mi mano derecha no puedo dejarlo contigo todo el tiempo, yo debo seguir mi trabajo.

—Llévame contigo, así aprenderé más.

—Aprende de Rubén y luego me acompañarás.

—Pero...

—Sin peros, es hora de que aprendas a acatar reglas si realmente quieres estar aquí.

—Quiero.

—Entones irás con Rubén. Cuando estés lista, podrás venir conmigo. 

****

Esto es como un resumen de todo lo que me leí para comprender como funcionaba la mafia, ojalá se haya entendido un poco. 

De todas formas dejaré el mapa y el diagrama que hizo Biago como ayuda visual. 

Gracias por leer.

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