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Capítulo Treinta y tres

Capítulo Treinta y tres

Viterbo, Italia

22 de octubre, 2003

Se despertó abrumada y con el corazón desbocado, el sueño no había comenzado para nada mal, pero luego... el dolor comenzó a volverse cada vez más insistente, más insoportable y más... más aterrorizante. No quería que eso siguiera del mismo modo, no podía estar soñando todos los días con temor, al final terminaría optando por ni siquiera cerrar los ojos para que la imagen de una muerte, que estaba segura no había presenciado, se siguiera repitiendo.

Terminó por levantarse, eran las cuatro de la madrugada, seguramente todos estaban durmiendo o como era recurrente haciendo negocios poco factibles para la luz del día. Ni siquiera se preocupó por cambiarse de ropa o ponerse algo para el caso, con su lencería, cortesía de la Señora Fiore salió de su habitación muy dispuesta a escabullirse al cuarto de su querido amante... Oh Biago...

Desde que habían comenzado ese juego no se habían detenido encontrándose a escondidas casi todos los días, los besos a cada minuto subían de tono, pero lamentablemente las ropas siempre se interponían, no podían llegar a más, lamentablemente, y eso había sido un acuerdo mutuo. Rubí no recordaba si es que había tenido sexo en alguna otra oportunidad de su pasado, pero estaba segura que no sería su primera vez, aunque sabiendo eso no aminoraba el deseo ni las ganas de estar con ese hombre.

Caminó con calma por el corredor pasando desde su habitación hacia las escaleras. Estuvo a punto de pasar la puerta de la biblioteca para ir a las habitaciones familiares cuando escuchó ajetreo en el primer piso. Había algunos pasos y una voz lejana, sintió curiosidad, y vamos, estamos hablando de Rubí, jamás se quedaría con las ganas de comprobar qué ocurría. Sabía de antemano que no había peligro, incluso yendo desarmada, sabía que no podría haber alguien contra quien luchar puesto que se había cerciorado de todo antes de ir a acostarse y tener esa estúpida pesadilla.

Bajó cuatro escalones, pero no pudo seguir, Flavio estaba caminando por el costado izquierdo del primer piso con el celular en su mano mirando hacia el frente con un enojo evidente, decidió sentarse a escuchar la conversación algo que no estaba bien visto, pero no era como si fuera a discutir valores éticos a esas alturas de la noche.

—Mi amor, mi amor, escucha, por favor, relájate, lo haremos bien, ¿de acuerdo? Solo tienes que estar tranquila, me encargaré de ello... —intentó calmar a la otra persona desde el otro lado del teléfono, pero al parecer no lo estaba logrando, puesto que, quien fuera, lo había vuelto a interrumpir teniendo que mantenerse callado.

Podría ser Dane, claramente podría estar hablando con su prometida, pero teniendo en cuenta que ella estaba ahí seguramente en una de las habitaciones, no tenía ni un poco de sentido que la estuviera llamando.

—Bien, de acuerdo, lo haré, lo comprobaré, no te preocupes, mi amor... ¿Dane? No, está durmiendo... No, todos están durmiendo, mi amor... Oh, claro... —sonrió. —Iré de inmediato, nos vemos ahí, te amo, preciosa.

Cortó la llamada y soltó un suspiro forzado, caminó a un lado del pasillo tomando algo y desapareció por la puerta principal de la casona yendo a quien sabe dónde. Rubí suspiró, podría ir detrás de él y averiguar quién rayos era su amante, sería divertido tenerle un secreto a Flavio con el cual tranzar una tregua, porque siendo sinceros se odiaban a más no poder y cada que se encontraban, palabras bonitas nunca habían. Pero por otro lado no había nada interesante en saber aquello y comparándolo con ir junto a Biago bajo las sábanas, claramente no había donde perder.

No lo pensó más, se levantó de la escalera y corrió hasta la habitación del sottocapo encontrándolo con su pecho desnudo y las sabanas cubriendo su virtud en la parte baja. Suspiró aunque aquello realmente podría confundirse con un gemido, Biago tenía los ojos cerrados, pero parecía que estuviera mirando el cielo de su habitación, seguramente se habría quedado dormido con mil pensamientos en su cabeza, ese hombre no tenía un interrumpor para apagar su cerebro, pero incluso así le encantaba.

Sin más decidió dejar de observar para comenzar a tocar, se acercó a la cama hundiendo con su peso lentamente el colchón, se arrodilló y avanzó hasta poder inclinarse a sus abdominales, joder que hombre... Si Biago pensaba mucho, Rubí era todo lo contrario, ella actuaba, por lo que sin pensarlo más de tres veces pasó su lengua por el pecho de aquel hombre besando y saboreando sin preocuparse de estar perturbando su sueño, cuando llegó a su cuello sintió la mano de Biago en su cadera y en segundos ya estaba siendo alzada para acomodarse entre sus piernas.

—Hola, a ti —susurró Biago al encontrarse con sus ojos.

—Lo siento, es que te veías comestible... No me contuve —suspiró.

Biago solo sonrió tomando con ambas manos el rostro de Rubí y aprovechando de enredar sus dedos en su pelo.

—No podré contenerme para comerme esos labios, entonces —susurró al tiempo que la atraía a su cuerpo y comenzaba a morder lentamente.

La acción obligó a abrir su boca permitiéndole a Biago de inmediato a acceder a su lengua, el beso no era nada suave, ni con ternura, eso solo era pasión, hambre y deseo contenido de hacía meses con solo observar. Se besaron moviendo sus labios continuamente, saboreando a cada centímetro y sin permitirse un segundo de respiro. Sus manos tampoco pudieron quedarse quietas, Rubí dejó que sus dedos comenzaran a trazar caminos por los hombros y los bíceps de Biago, mientras que el sottocapo se entretuvo pasando sus manos por la espalda y las caderas de la muchacha jugando con los límites de su lencería.

—Dios —exclamó Rubí cuando comenzó a sentir la fricción de sus cuerpos.

Se separó un poco dejando su frente contra la de Biago el tiempo en que recuperaban el aliento.

—¿Tienes idea de lo que me estás haciendo? —preguntó él con una sonrisa agitada.

—No, pero espero que sea un poco parecido a lo que yo siento —respondió sonriendo.

Se inclinó moviendo sus caderas por sobre la sábana y su lencería, porque estaba segura que eso eran lo únicos materiales que le impedían traspasar la barrera de lo prohibido, besó suavemente a Biago mientras él se aferraba con sus manos a las caderas de Rubí mientras ella repetía el movimiento creando mayor fricción lenta y tortuosamente.

—Diablos —masculló Biago cerrando los ojos mientras sus caderas instintivamente golpeaban hacia arriba contra Rubí.

Sin palabras Rubí atrapó los labios de Biago chupando, saboreando suavemente mientras que sus caderas golpeaban una y otra vez, la fricción aumentó cuando los gemidos se empezaron a escuchar, aunque suaves fueron bastante intensos, sus respiraciones agitadas se mezclaron y sus labios mientras ya no podían besar exhalaban palabras a medias sin dejar de verse con aquellos ojos brillantes de emoción.

—Mierda —exclamó Biago cuando la fricción subió incluso más de intensidad y sus caderas ya no solo golpeaban sino que parecían buscar ese lugar cálido por instinto.

Aun así, con todo el calor, con toda la fricción, no quitaron las barreras por lo que cuando vergonzosamente Biago llegó a su orgasmo deseado, las sabanas fueron las únicas en recibir la consecuencia inesperada.

—Dios, que vergüenza, me siento como un niño de 16 años hormonal —exhaló Biago tapando su cara.

Rubí rió tomando sus manos con delicadeza y besando sus ojos con ternura, avanzó desde ellos a su nariz y luego su boca tomando su labio inferior entre sus dientes para luego lamer con suavidad. Suspiró cayendo a un lado mientras Biago no parecía muy dispuesto a moverse o abrir sus ojos.

—Ojos Azules —lo llamó.

—Rubí —respondió con el mismo tono, pero sin volverse o abrir sus ojos.

—Tuve una nueva pesadilla.

De esa forma Biago abrió los ojos, suspiró y se levantó dándole la espalda a Rubí, su cuerpo completamente desnudo le dio un muy grato saludo desde atrás, que hizo silbar a Rubí con nada de decoro.

—Woh, hombre estás... —se fijó en su trasero sin mucha vergüenza notando una pequeña marca que la hizo volverse de inmediato. —¿Eso es un tatuaje? —preguntó tocando al encontrar una "A" dibujada en cursiva en la nalga izquierda de Biago.

—Ah... eso... —suspiró para su sorpresa alejándose. —Sacaré esto y me limpiaré, estoy hecho un desastre, ya vuelvo —indicó tomando la sabana para luego arrancar hacia el baño de la habitación.

Suspirando Rubí se quedó de espaldas mirando el techo mientras escuchaba el agua correr, se sentía bien, realmente se sentía cómoda ahí, pero sabía que algo en eso de que hubiera mil secretos entre todos dentro de la casona le molestaba. No solo habían problemas exteriores entre reuniones, Cosa Nostra y los negocios, no, sino que además estaba segura de que los enredos en la familia eran peor de lo que podría esperar, el problema es que por un segundo dudó si es que podría sobre llevar todo eso, dudó si es que quería realmente estar metida ahí, pero cuando Biago salió con todo esplendor, incluso con el bóxer arruinando la vista, sabía que valía la pena enredarse en todo y más, siempre y cuando pudiera tener a ese hombre a su lado, o por lo menos segura de que estaría ahí con una sonrisa atrapante, unos ojos alucinantes y todo ese cuerpo que la hacía suspirar a cada segundo.

—Bien, ya estoy listo, ¿conversamos?

—¿El arrumaco después del orgasmo? —ofreció Rubí con una sonrisa mientras Biago se recostaba y la atraía inmediatamente contra su cuerpo.

—Siempre que se pueda, mi Rubí —susurró moviendo un mechón de cabello de ella hasta enredarlo tras su oreja. —Y si no hay orgasmo, pues... siempre estará el arrumaco —sonrió dejando un beso sobre su frente y acomodarse para comenzar a escuchar lo que él llamaba los "recuerdos nocturnos".

*

Viterbo, Italia

11 de noviembre, 2003

Caminar por la mansión no era cuestión de entretenimiento para Rubí, hacer la vigilancia de hecho era el trabajo más simple y rápido en ese lugar, pero cuando aquello se hacía durante el día y vestida con un vestido y botas a juego en pleno otoño, la verdad es que todo se convertía en un desafío interesante.

No le importaba el frío, de hecho el vestido era la suficientemente abrigador como para sentirse cómoda, el problema es que no había forma en que alguna de sus armas estuvieran ocultas en aquel conjunto, a lo más una cuchilla en el costado de las botas, pero aquello no la salvaría de un posible ataque. De todas formas la Señora Fiore le había dicho que no se preocupara, que solo saldrían por un momento a ver las hojas caer y entonces comprendería porqué lo hacía.

Ciertamente mientras caminaban por el patio trasero viendo el jardín agotado en su época con pocas flores nada pareció menos hermoso de lo que era, sencillamente el color café y amarillo de las hojas no le quitaban esplendor a la caminata y por algún motivo eso la hizo sentir plena, satisfecha y con ningún instinto de volver a subir sus defensas.

—¿Ves que ha sido una buena idea? —comentó la Señora Fiore con su sonrisa singular.

Desde que había regresado su relación se había estrechado y la trataba como uno de ellos, a diferencia de los hombres en la casona, la Seora Fiore era muy espontánea y su sonrisa algo que lucía continuamente.

—Lo sé, lo siento por haberme negado en el comienzo.

—Oh, cariño, tienes que aprender a que mamá te guíe —se detuvo un segundo para observarla con cuidado, Rubí no tuvo una reacción sobre aquella mención. —Sé que en cierta parte te molesta, Rubí, pero es como me siento contigo —explicó. —Siempre quise una hija y tú... Eres todo lo que cualquier madre quisiera.

—No estoy segura de eso, Señora Fiore, sabe que no tengo problemas con que me lo diga cuando estamos solas, pero...

—Oh, claro Basilio —bufó mirando hacia un lado. —Ese gruñón que ni siquiera en las cenas te deja estar, pero ya lo arreglaré, mi niña.

—Señora Fiore —la llamó. —No lo haga, no quiero tener más problemas y menos ahora con las hermanas Vitelo dominando todo en la casa.

—Lo sé, yo tampoco lo quiero —suspiró, retomaron su caminata observando las hojas caer de los árboles. —Pero tienes que reconocer que eres mejor que ellas, si me dejaran elegir definitivamente te preferiría como nuera antes de que esa pequeña arrogante de Agata —rieron, pero a la vez Rubí negó consciente de que aunque le gustaría realmente ser la nuera de la Señora Fiore, debía aceptar que simplemente era un soldado que debía cuidarla.

A lo lejos ambas observaron la presencia de Dante, quién se acercaba con seguridad, hacía un mes que no visitaba la casona entre sus trabajos como caporegime y los arreglos en cuanto a su antiguo hogar, por lo que cuando lo vio la Señora Fiore no dudo ni un segundo en abrir sus brazos en grande para atraparlo en un abrazo muy fuerte.

—Mi pequeño —exclamó la Señora Fiore mientras Dante recibía el abrazo, pero a la vez repasaba la figura de Rubí a su lado.

—Madrina —devolvió alegre mientras se separaban. —¿Cómo han estado las cosas por aquí?

—Estupendamente —señaló Fiore tomando la mano de Rubí.

A veces hacía eso cuando conversaba con alguien más, tomaba su mano y le daba caricias maternales y algunas palmadas distraídamente como asegurándose de que no se iría a ningún lado. Lentamente Rubí se había tenido que acostumbrar a sus acciones, la Señora Fiore realmente era muy abierta en cuando a repartir amor al mundo, pero cuando sentía algo que no le agradaba era el doble de sincera con ella incluso cuando tenía que discutir con Agata se notaba que se contenía, pero no así disminuía su desagrado. Si tenía que ser sincera la Señora Fiore era la única mujer que le agradaba en esa casona y realmente la sentía como una madre, pero no podía, ya estaba haciendo demasiadas cosas fuera de norma con la relación secreta entre ella y Biago como además tomarse el atrevimiento de llamar mamá en voz alta a la jefa de familia de los Felivene.

Se mantuvo en silencio observando como animadamente conversaban Dante y la Señora Fiore sobre las cosas en la casona y el nuevo hogar de Dante en Orbieto, al parecer todo estaba yendo bien hasta que los ojos despampanantemente verdes de ese hombre cayeron en ella con una sonrisa de suficiencia que detestaba.

—Me gustaría invitarte —dijo directamente a Rubí sin temor a nada. —¿Quisieras ir conmigo a Roma? Debo ir a visitar a mis padres y sería interesante llevar acompañante.

—Oh, pero que lindo de tu parte, Dante —comentó la Señora Fiore.

—Lo siento, tengo trabajo que hacer aquí y no puedo ir.

—Eso no es lo que me han comentado, estuviste fuera hace unos meses, ¿Qué haría la diferencia ahora?

—Que estaría contigo y eso no me gusta para nada —atacó sin problemas.

—Oooh —rió Dante. —Entonces... Madrina, ¿te importaría acompañarme a Roma a visitar a mis padres? Así tu querida guardia pueda acompañarme también.

—Mi ahijado querido, creo que hay veces en que debes aceptar los rechazos de las mujeres, tal vez algo estás haciendo mal —palmeó con cariño su hombro y le sonrió. —Tengo planeado el viaje a Roma para principios del año que viene junto a Basilio, quizás ahí podamos visitar a tus padres.

—Oh, no hay problemas, estaré esperando por ellos... Supongo que Rubí también vendrá ¿no? —señaló sonriente.

—Sí, pero Rubí acompañará a Basilio en algunas reuniones, así que seguro iré yo con Biago y su prometida. ¿Te parece bien?

—Oh —su expresión de decepción fue evidente, pero a los segundos se repuso nuevamente con esa sonrisa desagradable. —Aun así podremos reunirnos en algún lugar, ¿qué dices?

Rubí presionó su mandíbula observándolo con tranquilidad medida, luego de verlo premeditadamente por largos segundos le sonrió.

—¿Te gustaría que te haga una visita esta noche a tu habitación? Prometo terminar el trabajo que comenzamos la última vez... quizás deje marcas mejores —terminó con una sonrisa y llevando su mano hacia atrás de su cuello recordándole a Dante de mala a gana la quemadura del cigarro de la última vez.

Con una mueca Dante terminó por carraspear y componerse.

—Bueno, las dejo, creo que iré a ver a Flavio, tal vez podamos charlar de algunos negocios, si me disculpan, señoritas —hizo una simple reverencia y continuó su camino yendo por lado opuesto del que se encontraban ellas.

Luego de que vieron a Dante entrar a la casona Fiore se giró comenzando a reír a carcajadas desconcertando un poco a Rubí que la miraba con atención.

—Eres realmente un orgullo, mi niña —comentó con una sonrisa ensanchada. —¿Irás realmente a visitarlo esta noche? —preguntó con descaro.

—Claro que no, esta noche tengo una cita a la cual asistir —respondió con una sonrisa avergonzada retomando la caminata.

—Mi amado hijo mayor —señaló la Señora Fiore con adoración. —Sabes que no estoy de acuerdo con eso de las amantes... Bueno, digo, si es que supiera que Basilio tiene a otra, me volvería loca, pero teniendo en cuenta que mis pequeños no aman a sus prometidas y tú eres mi adoración haré que soy una simple avecilla volando sin mirar —comentó haciendo reír a Rubí.

—Es un comentario bastante extraño, pero... hablando de eso... ¿Usted sabe si es que Flavio tiene a alguien más?

—¿Flavio? —puso su mano en su barbilla con un gesto pensativo, pero a los minutos mientras rodeaban el patio trasero llegando al costado del jardín negó con su cabeza sin encontrar respuesta. —No, la verdad es que de mis hijos Flavio es el más reservado y parece realmente amar a Dane, el único —señaló bajando sus manos. —¿Por qué lo preguntas?

—No, solo me causó curiosidad —se encogió de hombros. —Y... ¿sabe usted quien es Alessia?

—Oh, Alessia —suspiró. —El primer amor de Biago, un verdadero tesoro de chica, solo espero que Idara no acabe igual.

—¿Qué ocurrió con ella?

—Murió.

—Agata la mató —exclamó sorprendida.

—No —susurró con lástima Fiore. —Lastimosamente Agata solo hizo lo imposible para torturarla y Alessia... no lo soportó más, dejó una carta disculpándose de todo y... acabó con su vida... Eso destrozó a mi hijo, no suele hablar de ello con nadie, luego nos vinimos aquí y se convirtió en un chico completamente diferente, supongo que le hizo bien el cambio, pero a veces extraño la sonrisa de emoción de mi Biago —suspiró nuevamente dejando una suave sonrisa en sus labios. —Aunque tú lo cambias, tú haces que él vuelva sonreír.

Rubí asintió sonriendo, la historia de Alessia realmente era un tema complicado para Biago, cuando tocaban el tema él se comportaba raro, por lo que prefería dejarlo pasar para estar juntos unos minutos más, estaba segura que dejaría pasar el tiempo para que él mismo pudiera contárselo, pero aun así preguntarle a la Señora Fiore sobre ello había sido inevitable. Suspiró consciente que si Agata había destrozado la vida de esa pobre chica, nada quitaba que alguna de las hermanas Vitelo no lo hiciera con Idara, e incluso ahora que estaban separados con Franco, sabía que para él era inevitable no ir hasta Tuscania cada cierto tiempo y verla desde lejos, era tan melancólico.

—Intentaré que Idara no pase por lo mismo —musitó con cuidado.

—No es tu trabajo, pero gracias por preocuparte siempre por mis hijos, mi niña, realmente muchas gracias, haces todo lo que yo quisiera poder hacer.

*

Viterbo Italia

20 de diciembre, 2003

La puerta del costado se abrió y se cerró de inmediato mostrando a Rubí con un vestido ajustado por sobre unos pantalones negros. Cada día esa chica se volvía más extraña, pero ya nada podía hacer contra ella. Sin palabras se sentó en frente y puso sus piernas con descaro sobre el escritorio de Basilio, a lo que de inmediato tuvo que dejar de revisar un contrato para fijarse en ella.

—¿No te ha enseñado mi mujer a comportarte como una señorita?

—Sí, lo ha hecho, pero ella ha salido y estoy aburrida, sabes que me encanta joderte, Basilio.

—Infiernos, ratita, cada día te vuelves peor —comentó bajando su cabeza para ir a sus papeles otra vez.

Rubí bajó sus piernas acercando todo su cuerpo al escritorio.

—¿Qué haces? ¿Puedo ayudar? —inquirió con emoción.

—De hecho, no —sentenció obligándola a sentarse nuevamente. —Son contratos legales, nada interesante por aquí.

—¿Legales? ¿Qué tipos de negocios legales tienes?

—Mmh... inversiones en estados unidos, tiendas de vestuario para Fiore, exportamos medicamentos a otros países y otras cosas...

—Ah, ahí entra lo ilegal —señaló sonriendo.

—Con el acuerdo con Vitelo podremos entrar en la industria de la construcción y las ganancias se triplicarían.

—Un buen negocio.

—Claro que lo es, la arquitectura, los edificios, son el futuro.

—No, hablo del negocio en el que vendes a tus hijos.

Basilio dejó sus papeles a un lado dispuesto a comenzar una discusión con Rubí, pero al mismo segundo Flavio se adentró apresurado con un periódico en sus manos.

—Oh, estás aquí, pensé que estabas muerta en alguna fosa —saludó observando a Rubí.

—Oh, Flavio, tantos amantes sin verte —sonrió Rubí de regreso haciendo fruncir el ceño a Flavio quien optó por ignorarla.

—Papá, tengo que hablar contigo.

—Adelante —señaló Basilio descansando su espalda en el respaldo.

—Y... ¿Ella? —objetó con desconfianza.

—No te preocupes por Rubí, de todas formas no podré sacarla de aquí hasta que Fiore regrese, es un dolor de cabeza, pero confiable, continua hijo.

Con una mueca terminó por suspirar para dejar un periódico sobre el escritorio el cual Rubí y Basilio se dedicaron a observar sin tomarlo.

—Encerraron a tres capos de camorra, la policía se está moviendo más rápido de lo que esperamos, papá, hay negocios y lugares que están quedando sin nuestro resguardo, y... la gente está comenzando a hablar.

—¿Alguna baja de nuestro lado?

—Ninguno, los arrestos fueron de la familia Gaetano, Tommaso y Vicenzo.

—¿Quieres que vaya a ver cómo están las cosas allá? —propuso Rubí volviendo a su comodidad en la silla. —De todas formas no tengo gente en Campania, será divertido conocer a algunos.

Basilio juntó sus manos mientras movía su silla, pero al segundo que pareció tomar una decisión fue interrumpido de inmediato por Flavio quien estaba desconcertado ante la relación entre Rubí y el Don.

—No estarás realmente pensando en hacerle caso, ¿verdad? —señaló incrédulo.

—La verdad... No —indicó Basilio, y antes de que Rubí lo interrumpiera agregó. —Pronto vendrá Navidad y el termino del año, no puedo permitir que ninguno se enrede en cosas que no nos incumben, si realmente es un problema, lo veremos después.

—Bien —bufó Flavio mirando hacia un costado. —Iré a buscar a Dane entonces.

—Oh, pero Dane salió con la Señora Fiore y Vita a comprar algunas cosas.

—Genial, ¿Podrías acompañarme un momento afuera, Rubí? Me gustaría conversar algo contigo unos minutos.

El cambio de tono a algo incluso más respetuoso le llamó de inmediato la atención, pero fue lo suficientemente rápida como para seguirle el jugo con una sonrisa.

—Te dejaré unos segundos solo, Basilio, no me extrañes —indicó con burla haciendo que Basilio solo negara.

—Por cierto —la detuvo mientras Flavio salía. —¿Ya decidiste donde pasarás la navidad?

—Sí, iré a Tarquinia con Rubén, ya me invitó y seremos solo los dos, así no molesto a tu familia.

—Tienes una buena relación con Rubén... ¿No has pensado en... ya sabes, quizás... profundizar esa relación? —sugirió como si no fuera importante, lo que solo hizo reír a Rubí.

—Claro, seguro me case con Rubén y así dejo en paz a Ojos Azules, eso sería un gran gusto para ti ¿no?

—Sabes, noté que le has vuelto a llamar así, por lo que te sugiero que seas más cuidadosa si no quieres que te termine enviando a China para que no arruines mis planes de negocios, muchachita.

—Tus amenazas no tiene efecto en mí, Don —le mostró su lengua en burla y salió riendo fuera de la oficina caminando por donde se había ido Flavio.

Se preparó mentalmente para lo que fuera que quisiera Flavio, porque estaba segura que una conversación con ese hombre nunca traería nada bueno.

*

Se tomó el pelo tirando hacia arriba, caminó de un lado a otro y luego pasó su mano por su cara completamente frustrado, esa muchacha tenía que saber algo de otra forma no habría hecho ese estúpido comentario al adentrarse a la oficina. ¿Pero qué? ¿Qué exactamente sabría Rubí? ¿Sabría ella quién era su amante? ¿Sabría cuáles eran sus verdaderos plantes? Maldita mierda, sabía que debió haberla acabado desde primer problema que le había dado, desde el primer día debió haber mandado porque la eliminaran, pero no, se dijo que no sería un gran tema, era una simple mujer, una estupidez y ahora cada vez más se convertía en su dolor de cabeza.

Cuando Rubí llegó hasta el final del jardín Flavio se volteó de inmediato para golpearla, darle un puñetazo sería lo mínimo y así tal vez se callaría, pero de inmediato Rubí esquivó el puño tomando su antebrazo y sujetándolo para devolverle el golpe. Quedó con el puño levantado cuando Flavio reaccionó tirando de ella para caer juntos al suelo. El jadeó que salió de la boca de Rubí fue bastante satisfactorio cuando él se lanzó contra su cuerpo golpeándola en el estómago y luego apresando su cuello con sus manos, quizás si la mataba ahí mismo ya no sería un problema. Pero mientras más presionaba ella no parecía borrar su sonrisa, vio como estiró sus manos para comenzar a golpearlo en la cara, pero incluso con la molestia siguió presionando hasta que Rubí empujó sus piernas golpeándolo en la ingle.

Se alejó de inmediato para tocar la zona afectada retorciéndose en el piso, lo que Rubí aprovechó para levantarse y comenzar a patearlo por lo menos dos veces en el estómago y luego subirse a horcajadas para tomar su ropa y sacudirlo.

—¿Me llamaste para esta mierda? ¿Me llamaste para intentar matarme? Sabes que esta es la declaración de guerra ¿verdad?

Levantó su puño dispuesta a golpearlo, pero Flavio la empujó con sus manos tirándola al suelo para poder ponerse de pie otra vez. Fue a golpearla, pero se detuvo a si mismo recordándose que no era el momento, que solo arruinaría todo si se comportaba como un idiota y ya estaba siendo bastante infantil.

—Bien de acuerdo, terminemos con esto, tú no me agradas y yo no te agrado —señaló mientras Rubí se levantaba dando una sonrisa retorcida.

—Sí, como que eso ya lo sabía.

—¿Qué es lo que sabes? —acusó indicándola con un dedo.

—¿Crees que soy tan estúpida como para decírtelo? Será nuestro secreto, Flavio, y te aseguro que lo ocuparé como mejor me convenga.

—No sabes en que te estás entrometiendo, Rubí, no juegues conmigo porque terminarás muerta en menos de lo que te espera.

—¿Eso es una amenaza? Porque te aseguro que yo no juego. Ten cuidado, Flavio, porque en el momento en que menos esperes, el muerto... serás tú —estuvo a punto de irse, cuando Flavio se apresuró a detenerla.

—Hablo en serio, Rubí, no creo que Biago tome muy bien la muerte de su puta preferida, así que para no hacerle daño a mi hermano, por favor, por ti misma, sal de mi camino.

—Muy considerado de tu parte pedir por favor —contrapuso quitando el agarre de su brazo. —Pero no te preocupes, me encargaré de que Biago ni siquiera sienta la pérdida de su hermano.

La estúpida sonrisa que extendió, solo hizo que su furia creciera y quisiera volver a atacarla, pero lamentablemente Rubí ya se había alejado entre medio del jardín mientras que él solo podía quedarse ahí hastiado y con unas inmensas ganas matarla de una vez.

Tomó su teléfono y marcó las teclas para llamar hasta que al tercer tono respondieron.

—Tenemos un problema y tendrás que encargarte de ello lo antes posible. 

*****

Génesis (mi versión lectora) tipo.

Changsegi (mi versión escritora) tipo

Okay 😂😂 la verdad es que los gifs son más para lo que viene. ¿Alguna vez han sentido que están muy inspirados y de repente te detienes de la nada mirando el vacío porque sabes que se viene algo feo, muy feo?

Bueno me pasó este sábado mientras escribía el capítulo que viene 😭😭😭 así que en advertencia quiero que tomen varios calmantes antes de ir con él.

Les traje este porque en si es como 'el momento' antes de que todo se arruine. Ya veremos si cumplo con lo que deseo y lloro cual magdalena con lo que me dice mi cabeza que tengo que escribir.

Pongan su cinturón que los próximos capítulos serán un poco turbulentos.

Otro spoiler; ¿Han notado que Dane Vitelo nunca ha hablado? Lo noté el otro día cuando estaba escribiendo y hasta se me olvidó su nombre 😂😂😂 detalles, suerte que tengo todo anotado.

Bien creo que eso es todo por hoy, que tengan un buen fin de semana que el Domingo traigo otro capítulo.

Gracias por leer hoy, no olviden dejar sus hermosos comentarios, votos y demases. Los adoro.

Besos y abrazos.

Atentamente un presagio.

Posdata.

Este posdata es un buzón de teorías, descargue aquí todo lo que usted está imaginando que podría suceder antes de que las respuestas comiencen a darse.

Posdata de dato curioso. 

El hecho que se cuenta sobre el arresto de algunos hombres en Camorra, la organización mafiosa de Campania, es verídico. 

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