Capítulo Treinta y siete
Capítulo Treinta y siete
Viterbo, Italia
20 de enero, 2004
—¿Cómo es posible que haya sucedido esto? —exclamó masajeando sus sienes mientras observaba los papeles en el escritorio.
—¿Lo dice por las bajas en el negocio o el suceso en Tarquinia? —preguntó Donato detenido a un costado.
Basilio levantó su mirada con lentitud, un poco incrédulo por la pregunta de su consigliere, es decir, no había ni siquiera en donde pensarlo, todo, exactamente todo era un problema y entender cuándo había comenzado era lo que le estaba quemando la cabeza. Antes de volver de Roma todo parecía realmente bueno, los negocios iban en crecimiento, sus alianzas se estaban estrechando y hasta iba a comenzar por sí mismo en el negocio de la construcción. ¿En qué momento todo se había volteado? Ahora, no solo había perdido a uno de sus mejores hombres, sino que además faltaban cien mil euros en las cuentas, los negocios de Tarquinia estaban sin un administrador y la persona que se suponía se encargaba del resguardo de su familia, estaba en una crisis depresiva bastante exasperante para su gusto.
¡Todo estaba mal y no sabía cómo devolverlo a su inicio!
—¡Dios! —exclamó levantándose de golpe. —¿Biago terminó los preparativos para adelantar la boda?
—Está en proceso señor, en abril visitará a nuestros aliados para entregar las invitaciones.
—¿Se quedará en Roma?
—Por una semana, señor —Basilio asintió y suspiró.
Por lo menos eso era un avance, su hijo se estaba comportando como era debido y con todos los problemas ni siquiera había escuchado si es que había vuelto a encontrar con su amante. El matrimonio era lo único que podría confiarle un poco de respiro, el trato que tenía con Vitelo haría que su familia se fortaleciera y los negocios que siempre había querido pasarían a mano de Biago lo cual protegería las ganancias que estaban descendiendo, o por lo menos eso quería creer. Suspiró nuevamente, tendría que comenzar a moverse por su propia cuenta para poder asegurarse de todo, no habría forma de que siguiera sentado leyendo los papeles que no daban un buen augurio a sus negocios.
—¿Has averiguado algo de lo que realmente ocurrió aquel día?
—Estamos en proceso, señor.
—Bien —asintió caminando hacia la salida. —Avísame cualquier cosa.
—Sí, señor —alcanzó a escuchar para salir completamente y dirigirse donde Fiore, necesitaba un descanso, aunque fuera un respiro, y sabía que el único lugar en el que podía sentirlo era junto a su mujer.
*
Tarquinia, Italia
20 de febrero, 2004
—¿No crees que deberíamos decirle al Sottocapo? —comentó Roger al tiempo que tiraba un montón de papeles sobre la mesa del café.
Rubí elevó su mirada solo un segundo para encontrarse con esa expresión seria en el rostro de su compañero, llevaban un mes investigando sobre lo que realmente necesitaba la familia Vitelo contra los Felivene y en ningún momento la información había salido de esa casona, tenía la convicción de que mientras menos personas supieran más ventaja tendría, así que había pedido encarecidamente a Roger que solo se mantuvieran entre los dos, aunque claramente el hombre no estaba ni un poco de acuerdo.
—Encontré ciertas cosas que se relacionan con Blood Eyes, creí que te podría interesar —comentó sentándose en el sillón de enfrente.
Rubí tomó los papeles que representaban varios contratos antiguos, por lo menos de hacía diez años, que evidenciaba la petición de la familia Vitelo por que alguno de los asesinos de Blood Eyes se encargaran de ciertos asuntos un tanto engorrosos, también estaban las fotos de la evidencia de los asuntos finiquitados y el traspaso de pagos a Blood Eyes, no había información sobre los asesinos, pero figuraban las cuentas como si se tratase de alguna transacción legal entre empresas.
Entre las fotos de evidencias, Rubí se encontró con la de una mujer con los brazos cortados ahogada en una bañera, a su lado se encontraba la información personal de la chica lo que solo indicaba que había muerto a los 17 años sin mucha gracia, pero el punto que más llamó la atención de Rubí fue el nombre con el que se encontró.
—Alessia —susurró observando con detalle la foto. —La asesinaron... ella no se quitó la vida... Agata envió a matarla, ¿es así? —intentó confirmar moviendo los papeles en sus manos.
Roger solo la observó con detención, luego de unos segundos terminó por suspirar y pasar sus manos por su cabello.
—Debemos hablar con el Sottocapo sobre esto, Rubí.
—No —se levantó de golpe soltando los documentos, comenzó a caminar de un lado a otro mientras mordía sus labios frenéticamente.
—¿Por qué no? Es información relevante, no sabes cuánto tiempo ha sufrido el Sottocapo por la muerte de esa mujer, Rubí, él podría hasta ayudarnos.
—¿Qué tal si fui yo? —preguntó de pronto, se volteó para volver a sentarse frente a Roger con una expresión de angustia. —¿Y si fui yo quien la mató? No se especifica qué asesino de Blood Eyes fue, pero es evidente que fue uno de nosotros —señaló con molestia.
—Esto está mal, Rubí, de muchas maneras lo está.
Rubí bajó la cabeza escondiéndola entre sus piernas mientras intentaba procesar la nueva información, no solo habían muertes cercanas a los Felivene enviados por los Vitelos, si no que parte de familias relevantes de Cosa Nostra habían sido afectados. Habían aprovechado el tiempo de guerra para hacer sus movimientos, pero incluso con esa información no podían llegar al motivo central de su actuar, se había convencido de que no debía ser imprudente, que tenía que analizar bien la situación antes de tomar una decisión, pero por más que esperaba, las cosas no parecían cobrar más sentido en su cabeza.
—Hay algo más que debo mostrarte —anunció Roger.
—¿Qué es? —preguntó sin moverse de su escondite.
—Es probable que el fundamento principal de los Vitelo sea preservar su poder territorial, Gioto al tener solo hijas sabe a la perfección que no encontrará un heredero que cuide de su fortuna y seguramente crió a las hermanas Vitelo con la convicción de preservar lo que es suyo. El tema es que incluso con esa sospecha no podemos atacarlos directamente.
—¿Por qué no? ¿Acaso ustedes no se matan a la mínima sospecha? —contrapuso Rubí cerrando los ojos.
—No hay ataque que los indique como culpables. Pero quizás haya algo que nos pueda servir.
Roger dejó una nueva carpeta en la mesa que los separaba por lo que Rubí de mala gana tuvo que reincorporarse para registrar la documentación. Se encontró con información bancaria, algo que la sorprendió, puesto que no esperaba tanta legalidad en un simple cuidado de dinero, los papeles detallaban cláusulas y cláusulas sobre la conservación de algo demasiado valioso para los Vitelo, pensó de inmediato en dinero, quizás acciones o documentos de bienes raíces que justificaran tal cantidad de documentos tras el resguardo de aquello, pero incluso con todo lo que supuso podría haber detrás, no le calzaba tanto proceso innecesario.
—No comprendo —sentenció tirando la carpeta junto a las demás.
—No es una simple cuenta bancaria, Rubí.
—¿Entonces?
—Es una caja de seguridad, todas las hermanas Vitelo llevan consigo una llave, ¿la has visto?
—Claro, Dane la tiene en su pulsera, Vita la tiene en un collar y Agata la trae en su llavero, ¿Cuál es el punto de ello?
—Las llaves tienen números ¿no?
—Cincuenta y uno, es por ello que me llamaron la atención.
—Exacto, necesitamos aunque sea una de esas llaves para averiguar que es lo que esconde realmente la familia Vitelo contra los Felivene, estoy más que seguro que en esa caja deben tener varios secretos que podrían ocupar.
—¿Por qué guardar sus secretos en una caja de seguridad externa a su casona? ¿Que los italianos no creen en la seguridad de su propio hogar?
—Es probable que sea algo que no quieren dejar al alcance ni de sus propios empleados.
—¿Qué tan importante será lo que esconden ahí? —meditó un segundo Rubí. —Conseguiré la llave por ti, dame unos meses para recuperarme y aprovecharé de dejarle un mensaje de advertencia a Dane antes de irme —sentenció con una media sonrisa atrapando el collar de rubí en su cuello. —Hay algo que me llama la atención —susurró después de unos segundos.
—¿Qué cosa?
—¿Por qué no le ha llegado esta información a Basilio? ¿Acaso Donato no debería estarlo informando sobre las amenazas externas constantemente? ¿Por qué se está demorando tanto en descubrir la verdad?
—Deben estarlo bloqueando, podría acusar directamente a Greco, pero no estoy seguro de ello, ¿Quieres que lo averigüe?
—No, no es necesario. Quizás pueda echar un vistazo también —movió el collar entre sus manos despistadamente mientras Roger se detenía a observarla.
—Confirmé la fecha en que el Sottocapo estará en Roma entregando las invitaciones, ¿Quieres que lo converse con la Señora Fiore también?
—Sí, por favor, ella dijo que ayudaría.
—El Don ya contactó a Rossi, literalmente está acordando cuando te recogerán, como una mascota —se burló Roger haciendo que Rubí solo hiciera una mueca.
—Me aseguraré de haber desaparecido para entonces, no pienso irme tan simplemente como lo planea Basilio.
—Eso me agrada, ¿hay algo más en lo que te pueda ayudar? —cuestionó levantándose de su lugar.
—¿Cómo está Franco?
—Ya se ha recuperado, su movilidad está bien y ha comenzado con el entrenamiento para mejorar, no tendrá muchos problemas para volver a correr tras de la muchacha nuevamente —Rubí sonrió negando.
—Intenta retenerlo lo máximo que puedas.
—A sus órdenes, Señora —se burló Roger, pero muy pronto recordó a cierta persona no deseada para Rubí. —¿Qué hiciste con él? —preguntó sentándose otra vez.
—¿Con quién?
—Con Iván. Te di la información una semana después, pero nunca me dijiste que harías. Estabas siendo muy tenebrosa esos días.
Rubí asintió cerrando los ojos, ciertamente cuando el acuerdo entre ellos comenzó Roger de inmediato le entregó la información de que en realidad Iván nunca se había ido de la ciudad, él siempre estuvo ahí muy consciente de todo lo que iba a suceder. De cierta forma lo había sospechado, pero no había querido aceptarlo teniendo en cuenta que le agradaba el tipo, solo que al parecer el dinero pudo más.
—Lo ahorqué con mis manos y lo tiré a una fosa con ácido —comentó Rubí abriendo y cerrando sus ojos con el recuerdo latente.
Aun sentía como sus músculos quemaban con el forcejeo, como es que los gritos eran desesperantes y que finalmente había sido revitalizante para ella como si algo regocijante se estremeciera dentro. Había una parte salvaje en su mente, una sedienta de sangre sin mucho sentido, una que solía despertarla en la noche con las manos picando por atacar a alguien, a veces le asustaba tanto ser ese monstruo que prefería apaciguarlo recordando que aún era una persona que sentía y que solo mataba con órdenes de por medio, había una línea tan delgada que poco a poco comenzaba a asustarse de ella misma y eso no sería bueno para nadie.
—Se lo merecía —respondió finalmente Roger notando el temblor de las manos de Rubí.
—¿Averiguaste qué son las máscaras venecianas?
—Cierto, sí, lo hice, pero no tengo informe sobre ello —elevó sus manos buscando entre su chaqueta hasta sacar una pequeña tarjeta que tiró a la mesa. —Son una banda de asesinos italianos, no son muy famosos, pero hacen el trabajo bien cuando se trata de persecuciones, secuestros y torturas, el único problema de ellos es que siempre dejan demasiados rastros, son inexpertos así que es fácil encontrarlos. ¿Quisieras ir a jugar un día de estos? —incitó extendiendo una sonrisa haciendo reír a Rubí.
—No creo que sea necesario, me basta con saber contra quien estoy luchando.
—No son peligrosos por si solos, pero al igual que Blood Eyes, ellos se mueven por contratos, así que quien tenga más dinero manda. En estos momentos Dane Vitelo.
—Entiendo. De todas formas por el curso que tuvieron las balas no tienen mucha precisión, hay una posibilidad si es que los vuelvo a encontrar.
—Espero que no sea así, y si se da el caso procura ir bien armada y con chaleco antibalas, por favor —indicó con solemnidad.
—Roger —llamó Rubí asintiendo. —¿Cómo es que llegaste a la mafia? —preguntó cambiando completamente el tema.
—¿A qué viene tal pregunta?
—No lo sé, solo se me hace interesante que un hombre que claramente tuvo entrenamiento militar ahora esté... aquí... en medio de todo lo que combatió alguna vez —señaló encogiendo sus hombres.
—¿Soy interesante? —cuestionó con gracia. —La verdad es que no es como si hubiera tenido más opciones, mi familia pagó un acuerdo con mi vida, no tuve buenos padres, ya lo sé, pero por lo menos el Don fue lo bastante condescendiente enviándome a entrenar. Me adiestraron en Sicilia y luego me enviaron a la guerra, créeme cuando te digo que incluso sin cumplir treinta años ya lo he visto todo.
—¿Estuviste junto a Biago cuando se enamoró de Alessia?
—¿Te preocupa realmente eso?
—Algo.
—Poco, estuve poco, fue una temporada en que tuve que moverme bastante, me enviaron a África por la Guerra del Congo, por lo que solo vi cuan feliz estuvo con ella y cuan diferente se transformó tras su partida.
—Entiendo.
—Pero no te preocupes —se apresuró a decir. —Incluso si es que fuiste quien la mató, solo fue una orden que debiste cumplir en el pasado, nadie puede culparte por ello.
—De todas formas... —suspiró de mala gana. —Bien, da igual.
Mientras el silencio se expandió apareció Idara con una bandeja en sus manos sosteniendo dos tazas de café en ella, con tranquilidad dejó cada una frente a Roger y Rubí, y al momento en que se iba a retirar Rubí tiró de ella para hacerla caer a su lado del sillón.
—Ya te he dicho que no eres una sirvienta en esta casa —reclamó Rubí.
—Pero alguien debe servir y usted no lo hará, debo sentirme útil.
—Vuelve a decirme "usted" y juro que te llevaré junto a tu familia.
—Pero...
—Exacto.
—Bien, de acuerdo, no lo volveré a hacer.
Idara bajó la cabeza al tiempo que Roger soltó una suave carcajada observando a las dos, ambas chicas lo observaron con atención hasta que recobró su compostura.
—¿Hay algún mensaje que quieras darle a Franco, Idara? —la mencionada miró a Rubí quien solo asintió para que prosiguiera.
De entre su delantal Idara sacó un papel doblado en cuatro con la escritura en el frente de "mi amore". Se lo extendió a Roger con timidez quien sin siquiera reparar en él lo guardó en su chaqueta consciente de lo que debía proseguir.
—Bien, Señoritas, me retiraré, procura avisarme cuando te muevas, no soy adivino —indicó a Rubí quien rodó los ojos en respuesta.
—Lo haré, papá —masculló en broma haciendo que Roger volviera a reír partiendo hacia la salida.
Al momento en que la Mano Derecha del Sottocapo desapareció por el pasillo Rubí se levantó decidida a comenzar con, por lo menos, una parte de lo que sería su venganza.
*
Montefiascone, Italia
10 de marzo, 2004
Flavio Felivene siempre había tenido una debilidad, una que lamentablemente jamás había podido terminar de manejar y ese era el llamado de una mujer. Aquella mujer de tal vez cuatro años más que él, se había convertido en una estúpida obsesión el primer día que había llegado a Viterbo y lamentablemente había terminado tras de ella prácticamente como una persecución en Lazio. Era una simple prostituta de los bares de mala muerte que vendía su cuerpo para cuidar de sus hijos, pero incluso la mala vida no habían logrado quitarle la belleza. Todas las noches se aseguraba de tener su propio momento de fantasía con ella, incluso arriesgándose a que lo descubrieran iba hacia ella a cualquier hora de la noche. Tenía la suerte de que al ser una prostituta nunca nadie notaría que era algo más que solo un buen cuerpo para dormir, jamás lo indicarían como un infiel puesto que era un asunto que todo italiano hacía y no impedía que el amor a su esposa se mantuviera, o por lo menos esa era la justificación. También tenía la suerte de que Dane Vitelo lo sabía, de hecho ella misma lo había acompañado alguna vez a buscar a su dulcinea, lo sentía por ella, pero agradecía que hubiera sido tan comprensiva.
El problema... es que ese día cuando llegó a la habitación de su mujer ella no estaba sola. En medio de ese cuarto sentada en la mesa del desayuno, Rubí estaba conversando animadamente con Stella como si fueran viejas amigas, ni siquiera supo cómo actuar, se petrificó en la entrada sintiendo sus manos temblar y el sudor frío subiendo por su espalda. No podía ser cierto, le había pedido a Dane que le diera un escarmiento a Rubí, había obrado de forma en que ella se alejara de sus asuntos, pero ahí, en ese momento, esa mujer le estaba declarando la guerra.
—¿Qué haces tú aquí? —masculló Flavio apretando su mandíbula y cerrando sus manos en puño.
—Oh, amor, has llegado, aquí Rubí me ha contado unas historias muy divertidas, no sabía que tenías una hermana extranjera —comentó Stella levantándose para ir con él.
Lo abrazó pasando sus manos suavemente por sus hombros hasta su cuello, lo besó profundamente en la boca, pero incluso así Flavio no pudo corresponderle en su totalidad viendo a aquella salvaje de labios rojos que le sonreía con satisfacción.
—Mi amor... me darías un momento para hablar con... mi hermana... extranjera —pidió suavemente haciendo que Stella se alejara un poco.
—Claro, iré por algunos tragos, ya vuelvo —volvió a darle un beso en la boca y salió de la habitación cerrando la puerta.
En el mismo segundo Rubí levantó un arma de fuego hacia él impidiéndole cualquier movimiento, lo que fuera que estaba haciendo esa chica ni siquiera tenía un poco de sentido, como se arrepentía de no haberla matado el primer día, como se arrepentía de no haberle tomado la real importancia cuando era un grano en el culo.
—Linda chica la que tienes ahí —señaló moviendo la pistola sin borrar esa sonrisa de suficiencia.
—¿Qué mierda quieres? —pidió directo.
—¿Sabes quién es el amante de Agata Vitelo? —preguntó pasando su otra mano por la superficie de la mesa a su lado intentando parecer desinteresada.
—¿Agata tiene un amante? —devolvió sorprendido, en su vida jamás habría esperado que la mayor de las Vitelo también se tuviera algo escondido.
—Ajá, lo tiene, ¿Quieres saber quién es? —propuso moviendo su índice en círculos sin bajar su mano derecha apuntando a Flavio.
—¿Por qué querría saberlo? Rubí, dime porqué estás aquí, es lo único que me interesa —masculló firmemente.
—Es una mujer —continuó la muchacha sin preocuparse por las palabras de Flavio.
—¿Qué? —no pudo pasar inadvertida esa información.
—Sí, es la hija de la cocinera que me daba dulces en la casona, ¿no crees que es divertido? Agata Vitelo es lesbiana, pero se va a casar con el Sottocapo de la familia Felivene, se convertirá en la señora de todos los negocios mayoritarios y es seguro que no se mantendrá quieta o rezagada como la Señora Fiore, no será lindo de ver.
—¿Agata es lesbiana? —pudo articular luego de unos segundos haciendo sonreír un poco más a Rubí. —¡Pero eso es enfermo! —exclamó. —No puedo permitir que mi familia se involucre con gente así —estuvo a punto de partir cuando Rubí lo llamó.
—Hipócrita —murmuró, para luego exclamar. —No es por lo que vine, Flavio.
—¿Entonces?
—Sé que tienes ideas bien jodidas en tu cabeza sobre cómo deben ser las cosas, y por ello yo no cuadro en la vida de tu familia, pero también sé que eres lo bastante leal como para no querer que los Felivene sufran. ¿Estoy en lo correcto?
—¿Qué es lo que quieres?
—Vigila a los Vitelo, bloquea cuando quieran más y relégalos a un rincón de la casona hasta que vuelva. Eres el único que puede hacerlo una vez me vaya.
—¿Te irás? —cuestionó alzado una ceja.
—Por un tiempo.
—¿Estamos haciendo alguna clase de trato? Porque si mal no entiendo los Vitelo son beneficio para nuestra familia, ¿de qué me sirve a mí bloquearlos?
—Stella vivará otro par de años, eso es una ventaja para ti, ¿no crees? Además, no le diré a nadie sobre tus... inclinaciones sexuales.
—¡Soy completamente hombre! —demandó sintiendo como su cara se volvía roja.
—Claro, y Stella tiene vagina —sonrió Rubí levantándose de la silla. —Solo haz lo que te pido, Flavio, y entonces comenzaremos a llevarnos bien. Ah y no vuelvas a intentar mandarme mensajes por medios desconocidos, no sabes quién podría terminar realmente dañado o si es que aquello puede devolverse hacia ti. ¿Entendido?
—Agradece haberme tomado desprevenido o te hubiera hecho comer de tu propia mierda, perra.
—Créeme, Flavio, te beneficiará mucho más ayudarme a mí, que intentar ir en mi contra. Ya te tengo en mi mano, solo necesito un desliz de tu parte para acabar con todo.
Llegó hasta su lado apuntando el arma a su estómago al mismo tiempo que Stella llegaba con una botella de Whisky por su espalda completamente animada señalando lo fácil que había sido obtenerla y hablando demás sobre su demora.
—Tú decides —susurró Rubí demasiado cerca para el gusto de Flavio. —Aceptas mi trato o la bala de esta pistola caerá en tu dulcinea.
—Prefiero mil veces que me dispares a mí antes de que mates a alguien inocente —eso le sacó una carcajada a Rubí permitiéndole guardar la pistola entre sus ropas y así extender una mano hacia Flavio.
—Tenemos un trato entonces —susurró haciendo que de mala gana Flavio le correspondiera.
*
Viterbo, Italia
07 de abril, 2004
Había trabajado todo el día, había movido todas las piezas de su plan para que comenzara a ejecutarse sin temor en ese año, con el pronto casamiento de su hermana se daría el paso de una nueva era para ellos, la familia Vitelo no tendría que esconderse nuevamente tras la imagen de los Felivene, no, no lo harían, porque ellos serían los Felivene, ellos tomarían el control y si Provenzano tenía la maravillosa idea de elegir al Don como nuevo Capo di tutti capo, entonces ellos ya estarían preparados para acapararlo todo, no habían errores en su trabajo y jamás tendrían que haber ocurrido. Se fue a dormir con esa convicción, no tenía más que descansar después de un día extenuante, solo necesitaba aquello, unas horas de siesta y entonces volvería otra vez, tenía que seguir, tenía que continuar hasta alcanzar lo que ella había deseado más que cualquiera...
Pero entonces lo sintió, una gota que ardía de tal forma en su estómago que hizo que prácticamente se retorciera en su cama, una segunda gota la hizo apretar fuerte sus dientes contra lo que parecía un pañuelo en su boca y una tercera la hizo abrir los ojos para notar como sus extremidades estaban amarradas contra la cama y en encima tenía a Rubí con una vela en sus manos a la cual dejaba caer su cera caliente contra su estómago cada diez segundos.
Intentó gritar, revolcarse, empujarla o alejarla, pero nada funcionaba, por más que se agitaba en la cama no podía moverse y solo podía sentir el dolor extendiéndose por todo su cuerpo. Una nueva gota cayó a su estómago esta vez mucho más caliente que la anterior haciéndola gemir soltando algunas lágrimas en el proceso, pero incluso cuando contó los siguientes diez segundos el dolor no se detuvo y esta vez no fue solo una gota lo que expuso a su piel. El fuego estaba quemando de tal forma que no pudo evitar restregarse continuamente, era un dolor desesperante no por la marca que luego dejaría si no que por la frustración de no poder defenderse, cuando por fin se detuvo vio a Rubí apagar la vela frente a sus ojos con una sonrisa tenebrosa mientras se subía sobre ella recargando su pierna izquierda contra su pecho haciéndole perder el poco aire que le quedaba. Vio a través del velo de lágrimas como Rubí se inclinaba a quitarle el pañuelo de la boca, lo que aprovechó de inmediato para escupirle en la cara. Quizás mala idea puesto que Rubí se limpió y comenzó a reír recargando incluso más su peso contra su tórax.
—Esto no es ni la mitad del dolor que me debes, Dane —susurró Rubí devolviendo el pañuelo a su lugar. —Tengo unas inmensas ganas de terminar con esto... De acabarte aquí y matarte sin piedad... —comenzó a pasar su dedo índice por su boca y su mentón hasta llegar al centro de su garganta, presionó dejando dos dedos por largos segundos hasta que Dane comenzó a sentir la pérdida del aire. —Pero no debo... ¿verdad? —soltó la presión de sus dedos para llegar hasta el collar que llevaba en su cuello como un sagrado rosario cada día y a cada momento. —Debo esperar hasta que pueda hacerte sufrir... lenta... y dolorosamente... de tal forma que seas tú misma quien decida tu muerte. Haré que llores, Dane Vitelo, haré que te hundas de tal forma que me rogarás porque corte tu cuello y hasta ese día prometo que disfrutaré de tu dolor cada... segundo...
Tiró del collar rompiendo la cadena para tener la llave entre sus manos, Dane demostró el temor en sus ojos incluso sin siquiera poder dar alguna exclamación. Sintió como Rubí se levantaba quitando su peso, pero incluso con ello no puedo levantarse o soltarse de las cuerdas que la apresaban.
—Haré lo que quieres, Dane, desapareceré y dejaré de entrometerme en tus planes, pero a cambio me quedaré con esto por un tiempo... te advierto solo una cosa —indicó antes de volverse hacia la puerta—, si un solo miembro de esta familia vuelve a salir herido prometo que volveré y no te dejaré en paz hasta que mueras.
No recibió ninguna afirmación de parte de Dane, tan solo desapareció por la puerta como si fuera una visita cualquiera mientras ella intentaba desatarse de las amarras, no pudo gritar ni tampoco rezar porque alguien llegara temprano a ayudarla, pero se prometió que una vez pudiera estar libre lo primero que haría sería deshacerse de esa mujer, había pensado que dejándola viva ella comprendería que no era su asunto, pero al parecer Rubí lo había tomado personal, por ello mismo aceptaba haber cometido el error, ahora solo tendría que remediarlo antes de que se le escapara de las manos.
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En la mañana, cuando Flavio entró a su habitación se apresuró a soltar a Dane de sus amarras pidiendo explicaciones, lo primero que ella hizo fue levantarse incluso sin preocuparse por la quemadura en su estómago, simplemente corrió hasta uno de sus soldados y le indicó que le informaran sobre el paradero de Rubí, pero al mismo tiempo en que su soldado estaba partiendo Roger llegó corriendo hasta prácticamente chocar con ella.
—Lo siento, Señorita —pidió continuando su carrera hasta la oficina del Don.
Lo siguió solo por curiosidad, quería saber cuál podría ser la emergencia que hiciera que la Mano Derecha del Sottocapo corriera apresurado incluso dejando entre abierta la puerta de la oficina del Don.
—¿Qué ocurre? —preguntó con tranquilidad Basilio Felivene desde su lugar tras el escritorio.
—Es Rubí, Señor —comenzó Roger regularizando su respiración. —Fui a buscarla para informarle sobre Rossi, pero...
—¿Pero? —incitó Donato Greco.
—No está, Señor, Rubí no está por ningún lado, incluso la muchachita desapareció. Envié a mis soldados en su búsqueda pronto tendremos noticias, pero...
—¡Deja de hablar entrecortado y dilo todo de una vez! —demandó el Don levantándose de su silla.
—Dejó su celular, no hay forma de contactarla, Señor.
Dane se alejó antes de que pudieran descubrirla espiando, esa maldita desgraciada se había salido con la suya escapando cuando más necesitaba deshacerse de ella, pero se tranquilizó con una sola idea, sería la primera en encontrarla, incluso si había desaparecido por el trato de la noche anterior la buscaría y cuando la tuviera se encargaría de completar el trabajo que equívocamente había dejado a medias.
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Jojojojojo holo 😂
Tengo cómo esta ansiedad de hablar del capítulo y a la vez no, pero ya qué, necesito saber ¿Cuántas veces se sorprendieron mientras lo leían? Yo por lo menos me sorprendí dos veces, quedé como ¿Wtf?
Así:
😂😂😂 ¿A ustedes no les pasó? Bueno, quizás solo fui yo.
Ahora, siguiente cosa... ¿Qué les pareció el capítulo en general? Acaba de salir del horno, se los digo he estado en crisis de inspiración, pero ya creo que lo logré.
Lo que se viene, próximamente es un especial que marca el punto medio de esta historia, es la escena que prácticamente había estado esperando escribir desde que comencé, la verdad 😅 y bueno eso también significa que nos queda bastante, por lo menos treinta capítulos más. Me disculpo de antemano si es que encuentran que es una historia muy larga, pero es que realmente me quiero dar la libertad de poner todo lo que quiero en ella para que sea contundente.
Creo que eso es por hoy, ah como olvidarlo, este capítulo está dedicado para @MarcelaMartnz364 quién me sorprendió con un hermoso booktrailer, realmente muchas gracias hermosa 😭😭😍😍😍 me haces una escritora feliz, creo que ya lo había dicho 😂.
En fin, ahora sí me despido, no se para cuándo volveré pero espero que no sean más de dos semanas.
¡Gracias por leer, espero ver sus comentarios por ahí! ¡Las amo!
Ah lo olvidaba, la historia pasó a la segunda etapa del concurso "Premios Lion 2018 2da edición" así que si incluso no gana, me siento bastante orgullosa de estar ahí, Rubí se lo merece 😍😍.
Ahora sí me despido, que tengan una bonita semana.
Besos y abrazos, gente hermosa.
Atentamente una sureña.
Posdata de dato curioso
Me acordé de que la última vez que no puse una lectora me reclamó 😂, no volveré a olvidarlo, lo siento.
Ahora sí, dato curioso, no sé si ya lo dije o no, pero bueno, al inicio, la idea original de esta historia iba a ser un fanfics con Suga de BTS y me iba a entrometer con la mafia china. Pero no me calzó el que un coreano fuera líder de la mafia china así que me fui a Italia para que fuera mucho más original, de cierta forma quise desligarme un poco de los fanfics.
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