Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Treinta y cinco

Capítulo Treinta y cinco

Civitavecchia, Italia

16 de enero, 2004

Franco Felivene jamás había sentido tanto miedo en su vida como aquella mañana en la que despertó con la llamada de un desconocido que estaba obligando a Idara a darle un mensaje. No estaba seguro si es que los desgraciados querían solo dinero o tal vez que le entregaran algo más en particular, solo pudo pensar en salir de su casa tal y como ellos le habían dicho, desarmado y con la cantidad de dinero en maletas.

Durante todo el camino, el llanto de Idara se le repetía en la cabeza y no tenía nada más como para decir que lo pensó premeditadamente, pudo haber contactado a sus guardias, a sus soldados o incluso a Rubí, pero no había tenido el tiempo suficiente como para hacerlo. El problema aumentó cuando llegó a Tuscania encontrando sangre por todos lados y el llanto desolado de una mujer en medio de la sala. Corrió adentro notando los cuerpos en el suelo hasta encontrar a Idara amarrada a una silla, se tiró al suelo comenzando a desatarla cuando alguien por detrás hizo chocar la boca de fuego de una pistola en su nuca obligándolo a detenerse.

—El menor de los Felivene —rió el tipo junto a otro más. —Jamás pensamos que sería tan fácil.

—Te dejamos un regalito —señaló otro hombre con la cara enmascarada posicionándose detrás de Idara. —Ella está viva, un recuerdo de que podemos volver por más —palmeó los hombros de Idara haciéndola llorar con más fuerza y luego ambos tomaron las maletas que había dejado en la entrada para salir riendo del lugar.

—Tenemos que irnos —fue lo único en lo que pudo pensar cuando escuchó un auto alejándose.

Desató completamente a Idara sosteniéndola en sus brazos cuando cayó llorando desesperada por sus familiares muertos. No lograba entender lo que gritaba y sollozaba por lo que simplemente se preocupó de sostenerla mientras intentaba fraguar un plan. Fuera lo que fuera que estuviera pasando realmente necesitaba sacar a Idara del país para ponerla a salvo, esos hombres solo habían pedido dinero, una cantidad exorbitante, pero nada valía más que la vida de su preciosa Idara, de todas formas los cuerpos inertes en la sala decían algo más. Una amenaza, una advertencia, pero seguía sin comprender para quién, no se sentía para nada perturbado, no entendía si es que realmente era un mensaje para él, pero no recordaba estarse metiendo en nada imprudente ese tiempo como para que dejaran algo así.

—Idara, vamos —intentó levantarla con la calma contenida mientras Idara lloraba aferrándose al cuerpo de su madre en el suelo.

La pobre estaba destrozada y podía comprenderlo, pero lo principal era moverse antes de que esos tipos volvieran y recordaran que habían dejado a Idara como evidencia de todo. Cuando finalmente logró llevar a la mujer a su auto volvió a la casa buscando algo de ropa y antes de que pudiera pensarlo más se adentró a su vehículo trazando el curso hacia Civitaveccia.

Ese era el único lugar al que podrían ir para escapar, lo tenía ya pensado, hablaría con uno de los aliados de Biago y así se encargaría de pedir que embarcaran a Idara en uno de los barcos de exportaciones, la dejaría partir lejos, asegurándose de que estaría bien en otro lugar. Pero cuando tocaron puerto Idara no pareció muy de acuerdo con las ideas de su cabeza. Ella lo detuvo y ahí estaban por lo menos hacía media hora discutiendo dentro de un auto sobre el próximo movimiento.

—No me iré, ¿Dónde quieres largarme? ¿Así estarás mejor tú? ¡Esos hombres mataron a mi familia por estar relacionada contigo! ¿De qué me sirve huir ahora? —sollozó tapando su rostro.

—Idara, necesitas ir lejos es la única forma de que pueda averiguar porqué hicieron todo esto, necesito tiempo y la única forma en que me sienta seguro es que vayas a otro país.

—Llama a Rubí, ella puede darme la seguridad, ella es incluso mejor amiga que tú en todo esto, seguramente puede darnos una opción más razonable que escapar y conseguir vengar la muerte de mi familia, ella puede, llámala —lo incitó desesperada moviendo su brazo.

—¿Sabes sobre Rubí? —cuestionó Franco notando demasiado tarde que aquella mujer había hecho más de lo que le había pedido.

—Rubí ha estado cuidando de mí para que no volvieran a amenazarme, pero ahora que fue a Roma ellos volvieron con más insistencia.

—¿Había estado ocurriendo esto antes?

El enojo comenzó a gobernarlo, si tan solo lo hubiera sabido antes tal vez podría haberlo prevenido, sabía que el maldito guardia estaba de visita en su pueblo natal esa semana por lo que había quedado sin vigilancia, pensó que estaría bien, que no habrían problemas, pero mierda y doble mierda, todo había empeorado.

—Lo siento, Rubí era quien lo estaba manejando —se encogió de hombros dejando que las lágrimas siguieran corriendo.

—¿Por qué te estaban amenazando?

—Me pidieron que te dejara, lo hice, pero siguieron insistiendo que si no me iba acabarían con mi familia... y lo cumplieron —sollozó con más fuerza.

—Entonces no tendremos más opciones que irnos los dos.

—¿Qué?

—Soy quien ha estado visitándote incluso cuando terminaste conmigo, soy el que ha insistido incluso cuando no quieres nada conmigo, soy el que te ama aun cuando rompiste mi corazón y ahora... soy lo único que tienes, Idara, así que no me separaré de ti, lo siento por mi familia, pero nos vamos juntos de aquí —afirmó apagando el auto y tomando su celular para marcar un mensaje rápido.

Ni siquiera lo pensó cuando el único destinatario fue Rubí, para luego salir del auto y dirigirse hacia la entrada del puerto de Civitaveccia acompañado por Idara quien continuamente reclamaba que lo que estaba pasando era una locura y eso solo empeoraría todo. Podía ser que tuviera razón, pero no necesitaba pensarlo más, ya habían acabado con la familia de su chica y no iba a permitir que se la llevaran a ella también.

—¡Basta, Idara! —gritó cuando estuvieron en medio de los contenedores del puerto. —Iré contigo hasta el fin del mundo si con eso puedo asegurarme de que puedas vivir, quiero que estés bien, ¿no lo entiendes? —tomó un suspiro y se acercó hasta ella tomando su rostro lleno de lágrimas. —Te quiero con vida y a mi lado, Idara.

—Soy quien está siendo un problema para ti, deberías dejarme ya, Franco —sollozó.

—Oh, amor, ¿No notas que yo soy el malo aquí? Si no fuera por mí no tendrías que estar sufriendo.

—Eso es cierto —concordó Idara. —Pero también te amo así que... estamos siendo malos los dos —una sonrisa melancólica se aferró a sus labios al tiempo que Franco se acercaba para tomarla entre sus brazos.

—Te amo, Idara.

—Siento tanto haberte tratado así... pero es que...

—No, amor, ya no importa —negó tomando su rostro y acercándose hasta cerrar el espacio con un dulce beso que traía todos los recuerdos otra vez.

Franco estaba seguro que Idara era la indicada, era la única mujer que podía acelerar su corazón, podía volverlo irracional y por ella podría darlo todo, Idara era la mujer que él amaba y por más que tuviera que luchar contra su familia se encargaría de tenerla en sus brazos por toda una vida si fuera posible. Lamentablemente el beso se vio arruinado de un segundo a otro cuando una bala cruzó por su brazo empujándolos a ambos hacia adelante, de inmediato la sangre brotó obligándolo a gemir del dolor.

—Joder.

Se giró buscando al culpable, pero al mismo tiempo una nueva bala llegó chocando contra uno de los contenedores. Tomó a Idara corriendo para esconderse entre los laberintos que se formaban en el puerto. Quien fuera que estaba disparando lo hacía en altura y con un rifle, de eso estaba seguro, pero al tiempo comenzó a escuchar desde otra dirección nuevos disparos que no ayudaban para nada a la situación.

No entendía lo que ocurría, tal vez habían caído en una lucha de poder entre bandas, o un ajuste de cuentas del que no tenían nada que ver, pero por algún motivo se sentía demasiado fuera de lugar como para pensar que ellos eran realmente la causa del problema y que querían matarlos.

—Estás sangrando demasiado —chilló Idara tomando su brazo al tiempo que dejaban de correr para afirmarse contra un contenedor al extremo ocultándose del francotirador.

—Maldición —masculló apretando los dientes mientras tocaba su herida por sobre las manos de su Idara. —Necesito llamar a alguien, necesitamos ayuda —susurró.

—Sí, sí, iré... iré por ayuda.

—No —la detuvo tomando su mano. —Saldré yo, puede que se hayan equivocado, tal vez no somos nosotros a quien buscan.

Se reincorporó con dificultad dejando a Idara a un costado temblando de miedo. Caminó para inclinarse y ver si es que había problemas, no logró divisar a nadie, pero nuevos disparos se volvieron a escuchar lo que lo obligó a agacharse y caminar en cuclillas para llegar al centro del puerto. Se demoró varios minutos alejándose de Idara para finalmente encontrar al francotirador arriba de unos contendedores. Al segundo que el otro lo vio ajustó su mira y volvió a disparar, su respiración se sintió agitada teniendo que esconderse nuevamente para que la bala no lo alcanzara. ¿Sería real? ¿Realmente alguien lo quería matar? ¿Por qué? ¿Qué había hecho?

Tomó valentía de donde no encontraba para levantarse y alzar sus manos en señal de rendición, fuera quien fuera el desgraciado que quería aniquilarlo también debía tener un precio, o por lo menos eso le había enseñado alguna vez Flavio, su hermano era bueno con esas cosas de los negocios, tu vida por dinero, ¿Por qué no podría funcionarle a él también?

—¡Soy Franco Felivene! —gritó saliendo de su escondite con las manos alzadas. —¡Puedo ofrecerte más de lo que te están dando si te detienes! —ofreció con calma, pero para su sorpresa un nuevo punto rojo llegó al centro de su pecho.

El francotirador arriba del contenedor no estaba solo y alguien más lejano estaba cuidando de su espalda, eso era seguro, el problema es que no lograba divisarlo y mucho menos podía saber con qué gente estaba tratando.

No tuvo que esperar demasiado cuando de en medio de unos contenedores apareció una mujer vestida con ropa de soldado y dos armas en cada una de sus manos. La mujer con un cabello castaño amarrado en un moño traía consigo una máscara veneciana que ocultaba completamente su rostro por lo que a pesar de saber que era una mujer, no pudo saber nada más.

—Franco Felivene —exclamó la chica acercándose con lentitud mientras dos hombres se acercaban para hacerle compañía. —Tu vida no nos interesa aún, pero será divertido ver llorar a mucha gente con tu muerte —apuntó ambas pistolas hacia el frente mientras a un costado se escuchaba el grito de una mujer.

—Idara —logró susurrar al mismo tiempo que la mujer le disparó en una pierna obligándolo a caer al suelo. —Mierda —masculló sintiendo las lágrimas quemar en sus ojos mientras seguía escuchando el grito de dolor por otros lados.

—Encárguense —indicó la mujer a los hombres mientras se daba la vuelta.

Ocupó esos segundos para levantarse y comenzar a correr con todo el dolor en su pierna y en su brazo, su movilidad estaba reducida, pero se dijo que si no escapaba era seguro que matarían a Idara y eso no lo se lo permitiría a nadie, jamás. Se escabulló entre los contenedores sintiendo que los hombres lo seguían en el paso, seguro estaba dejando un camino con la sangre, pero nada importaba, tenía que seguir hasta encontrar nuevamente a Idara.

Corrió desesperado por lograr encontrarla al tiempo que escuchó disparos por detrás y por delante, algo realmente malo tendría que estar sucediendo, pero no era tiempo para preocuparse y buscar respuestas, necesitaba encontrar a Idara, necesitaba saber que estaba bien.

Para su sorpresa cuando por fin encontró el camino en donde había dejado a Idara, ella ya no estaba y solo quedaba una marca de sangre en medio. Gritó como un idiota su nombre alarmando a los hombres que venían detrás, se sintió estúpido, pero en respuesta de su gritó alguien exclamó su nombre unos metros más adelante.

—Idara —susurró para volver a correr otra vez.

Cuando estaba por llegar al otro extremo de un contenedor sintió como tiraban su hombro hacia atrás obligándolo a caer al suelo, la persona lo sujeto tirando para esconderlo entre los contenedores mientras tapaba su boca con una enorme mano. Pataleó intentando soltarse del desgraciado que lo sostenía, pero cuando escuchó su voz solo se pudo girar a observarlo.

—Joder, cálmese de una vez —pidió Rubén mirando hacia el frente.

Nunca antes había estado tan feliz de ver a ese francés a su lado por lo que las lágrimas que estaban retenidas por el dolor se soltaron sin más cuando se volteó a abrazarlo como un niño pequeño.

—¿Cómo es que estás aquí? —susurró recobrando la compostura a los segundos después.

—Rubí se alarmó por su mensaje así que investigué, yo estaba más cerca por lo que llegué antes, ella viene en camino. Ahora... ¿Qué está pasando?

—No tengo ni la menor idea, pero quieren matarme, Idara está con ellos, la están torturando —cerró los ojos cuando un nuevo grito se escuchó a lo lejos, lo que fuera le estaban haciendo a esa mujer estaba sufriendo y todo era su culpa.

—De acuerdo, debe quedarse aquí, por ahora no salga, me encargaré antes de que Rubí llegue.

Franco asintió sin mucho más que hacer, recargó su cabeza contra el contenedor y cerró los ojos por un momento mientras Rubén salía del escondite. Sintió que el tiempo pasó demasiado rápido y cuando volvió a abrir sus ojos se dio cuenta que el sonido de los disparos había aumentado y de pronto... nada más.

Sintió como su corazón se aceleró al tiempo que unos lentos pasos se acercaban por un costado, se arrodilló arrastrándose para salir aunque fuera un segundo de su escondite. No fue un error, pero tampoco una imagen grata de ver. Rubí había llegado, pero no en el momento indicado, o quizás sí, no supo comprenderlo bien, puesto que una bala había alcanzado a Rubén en medio del pecho enviándolo al suelo. Parecía que todo estaba suspendido por un segundo. Vio como Idara estaba más allá arrodillada en el piso siendo apuntada por dos pistolas una a cada lado de su cabeza y en poco más adelante estaba esa mujer con su pistola apuntando hacia adelante, ella había sido quien había disparado a Rubén e incluso con ese silencio solo pudo saber que lo que pasaría a continuación no sería bueno para nadie.

*

Rubí había llegado hacía unos segundos, lo primero que encontró en medio del puerto fueron dos cuerpos tirados en el suelo, seguramente cortesía de Rubén al llegar, confiaba en que ese hombre haría un buen trabajo limpiando su camino, solo esperaba no llegar demasiado tarde. Caminó siguiendo el rastro de sangre hasta adentrarse en el laberinto de contenedores. Cuando se encontró con Franco en el piso no dudó en llegar a su costado y comenzar a hablarle, el chico se notaba exhausto y completamente ensangrentado, por suerte su respiración estaba regularizada así que asumió que solo dormía, notó los rastros de la sangre y se enfundó en el trabajo de tratar sus heridas más graves hasta hacer dos torniquetes, uno en su brazo y otro su pierna para detener aunque fuera unos minutos el sangrado, una vez satisfecha de su trabajo y asegurándose que Franco aún estaba vivo decidió continuar.

Se inclinó por un costado notando que más allá volaban balas de un lado a otro sin un destinatario final, los hombres que estaban disparando a diestra y siniestra estaban ocultos al igual que sus víctimas por lo que no supo identificar a quienes debería defender y a quienes no. Se escabulló por el lado opuesto procurando no caer en medio de toda esa balacera sin sentido, su cometido era encontrar a Rubén y a Idara, luego encontraría las respuestas que le exigía su cabeza.

Llegó hasta un lado encontrando un hombre con una máscara al igual que la de los que había encontrado a la entrada del puerto por lo que no dudó un segundo en dispararle y enviarlo al suelo, lo mismo hizo con otros dos que estaban ocultos al frente y finalmente cuando para su sorpresa se encontró con una mujer de espaldas, no estuvo segura de sí disparar o no.

Su contextura mediana y su cabello le traían el recuerdo de alguien a quien pocas veces había visto en ese tiempo, de hecho pocas veces le molestaba su presencia en la casona, era como un fantasma y que podría pasar desaparecida, llevaba una máscara al igual que todos esos hombres, pero incluso con ello y vestida como un soldado más supo a la perfección quien era esa mujer.

—Un gusto encontrarte, Rubí —susurró empujando algo que tenía delante de ella.

Por fin notó que aquella mujer traía a Idara en sus manos, avanzó con ella hasta arrastrarla desde el cabello hasta dejarla en medio del puerto, donde dos nuevos hombres aparecieron para apuntar en su cabeza a Idara.

—¡Es mejor que la dejes en paz! —se escuchó la voz de Rubén lo que la ayudó a recomponerse un poco.

Caminó con lentitud en medio de todas las pistolas alzadas para posicionarse en frente de aquella mujer y de Idara, justo al lado de Rubén quien se veía acelerado y manchado de sangre, solo esperaba que no fuera de él y entonces todo estaría bien.

—¿Qué pretendes? ¿Por qué haces esto? —preguntó Rubí suavemente, sintiéndose más relajada de lo que se podría esperar.

—Te estás metiendo donde no debes, Rubí, pensé que tal vez como estabas de viaje... tenerte esta sorpresa para cuando volvieras sería divertido, pero ya que estás aquí...

La mujer se volvió para mirar y apuntar su arma hacia Idara, pero de inmediato la dirección cambió siendo accionado el gatillo en un parpadeo, pasando la bala por el lado de Rubí y cayendo en el pecho de Rubén. Todo se sintió como si el mundo se detuviera a su paso. Rubén cayó al suelo haciendo un sonido hueco contra el pavimento, al tiempo que los ojos se le llenaban de lágrimas. Su pecho perdió aire cuando miró a su costado y su francés amigo estaba llenando el lugar con su sangre.

Se apresuró a arrodillarse para moverlo y así poder observar la herida, si actuaba rápido quizás podría salvarlo incluso consciente de que era una bala en el pecho que fácilmente podría haber caído en su corazón, pero aun así tenía que intentarlo, tenía que hacerlo.

—Déjalo, Rubí, ya está muerto —rió la mujer caminando hasta llegar junto a Idara.

—No, no, no, no —exclamó Rubí quitando la camisa de Rubén para inspeccionar la herida. —Rubén, quédate conmigo, Rubén —exclamó al tiempo que sintió la mano de Rubén en su mejilla.

—Fue... lindo... conocerte —tosió sangre llenando su boca con todo el rastro rojo.

—¡Rubén, cállate! —gritó abrumada mientras a lo lejos escuchaba la risa de esa mujer.

—Je t'aime —susurró al tiempo que sus ojos se cerraban y unos brazos comenzaron a tirar de Rubí.

—¡Malditas mierdas, suéltenme, tengo que ayudarlo! —gritó desesperada llorando mientras veía como la vida de su amigo se perdía con los segundos.

Solo pudo reaccionar a levantarse finalmente y comenzar a golpear, se tiró hacia atrás chocando su cabeza con uno de los hombres que la apresaban, aprovechó el momento para voltearse y patear al otro hasta hacerlo caer, tiró algunos golpes al aire alcanzando solo algunas caras cuando otros hombres llegaron a ayudar a sus compañeros, pero el desastre se detuvo con un solo silbido de la mujer adelante, que parecía gobernarlos a todo.

—¿Quieres que Idara acabe igual? Es mejor que te dejes llevar por las buenas, Rubí —exclamó la mujer apuntando su arma a Idara que estaba aún de rodillas en el piso peleando entre la consciencia y la inconciencia, se veía tan golpeada, tan débil y torturada. —Rubí... el tiempo corre.

No pudo siquiera aceptar ir en calma cuando miró hacia un costado y encontró el cuerpo inerte de Rubén, iba ir, iba a hacerlo, cuando un golpe duro llegó a su cabeza, no fue uno, fueron varios hasta que finalmente tuvo que cerrar los ojos a fuerza perdiendo la batalla contra lo que fuera estuviera peleando.

*

Civitavecchia, Italia

17 de enero, 2004

Despertó aturdida sintiendo como cada uno de sus brazos y piernas estaban siendo apresados por unas cuerdas contra una silla, algo realmente inútil pensando en que si tan solo rompía con un golpe la madera podría escapar sin problemas. El pensamiento le pareció fugaz e innecesario considerando que estaba apresada sin saber la razón.

Elevó su mirada encontrando a la mujer nuevamente con la máscara, deseaba con todas sus fuerzas quitarle la maldita mascara para confirmar sus sospechas, pero no era tan estúpida como para soltarse y dejar que escaparan. Sabía que no tenía peligro de muerte, pero necesitaba más información para luego salir de ese lugar y matarla a consciencia.

—Despertaste. Ya es de noche, me has hecho esperar demasiado —comentó molesta la mujer.

—Lo siento, ese golpe fue más duro —masculló con una sonrisa tirante. —¿Qué quieres de mí, Vitelo?

La mujer rió fuerte mirando hacia arriba, se levantó y acertó un golpe en la cara de Rubí haciendo sangrar sus labios de inmediato.

—Ni siquiera intentes jugar conmigo, maldita perra, porque terminarás muerta.

—Me necesitas con vida, de otra forma ya habrías acabado, ¿no?

—Cierto, muy cierto... —meditó la mujer dándole la espalda.

—¿Qué necesitas?

—Necesito que te largues. Sabes mucho y si te mato solo despertaremos la curiosidad de los Felivene, es mejor viva en silencio que muerta con muchas incógnitas, ¿sabías?

—¿Qué se supone es lo que sé? ¿Qué se supone es lo que no tienen que saber los Felivene?

—¿Crees que soy tan estúpida como para decirte todo? Solo toma esto como una advertencia, Rubí, no te entrometas en mis planes si no quieres que el próximo muerto sea un Felivene, este solo fue un juego, el principio, espero no tener que ir más allá.

—¿Mataste a la familia de Idara y a Rubén solo para eso? ¿Para darme una advertencia? Dile a Flavio que necesita más que eso para asustarme, Dane, necesitas matarme para que no me entrometa.

—Flavio no sabe nada de esto, Rubí, Flavio solo es un juguete más, y espero no vuelvas a repetir mi nombre... Además yo no he matado a nadie... de hecho... tú lo hiciste. Nos estaremos viendo pronto, y espero haberte convencido de tu silencio —caminó hacia la salida tomando sus cosas de una mesa y luego indicando a dos hombres en el costado. —Encárguense de ella —ordenó saliendo del lugar.

Los hombres se acercaron lo suficiente como para que Rubí pudiera comenzar a actuar, al primero que intentó tocarle un seno lo golpeó contra su cabeza obligándolo a retroceder ofreciéndole el impulso suficiente para levantarse y luego empujar al otro con la misma silla, cayó al suelo con fuerza para romper la madera y volver a levantarse con las cuerdas desatadas. Se desenredó para comenzar a jugar con los únicos dos desgraciados que estaban ahí, a uno lo terminó colgando en una de las vigas y al otro lo enredó sobre una mesa hasta degollarlo sin piedad. Salió corriendo descubriendo que aún estaba en Civitaveccia, por lo que retomó su trayecto en busca del auto que había dejado al inicio del puerto.

Lamentablemente no pudo seguir corriendo cuando en medio del suelo se encontró con el cuerpo inerte de Rubén. Cayó por sobre sus rodillas llorando con desesperación intentando mover el cuerpo, se sintió de un momento a otro fuera de lugar y completamente perdida, antes había tenido la esperanza de que Rubén siguiera con vida, tal vez Franco habría reaccionado y lo habría salvado...

—Franco —susurró limpiando sus lágrimas y corriendo algunos pasos para meterse entre los contenedores.

Se encontró con Idara y Franco abrazados contra un contenedor, Franco se veía mal herido por lo que la situación no parecía para nada alentadora, mientras que Idara no estaba en mejor estado tampoco. Lo que fuera estuviera planeando esa gente tenía demasiado poder como para intentar matar al menor de los Felivene.

—Despierten —susurró con la voz estrangulada con el llanto. —Necesitamos salir de aquí, necesitan que alguien los atienda, pero no podemos ir a Viterbo.

—Vamos a Tuscania —ofreció Idara. —Después de todo ya no hay nadie.

—Creo que será mejor ir a Tarquinia por ahora. ¿Te sientes bien como para caminar? —preguntó a Idara quien parecía ser la más consciente en ese momento.

—Sí, estoy bien, solo me golpearon —Rubí asintió tomando en sus brazos a Franco para intentar levantarlo.

—¿Podrás llevar a Franco?

—Creo... —asintió cargando su peso. —Él... —preguntó Idara cuando salieron del escondite encontrando el cuerpo de Rubén aún en el suelo.

—Yo lo llevaré... pero dejemos a Franco primero.

Se demoraron por lo menos 10 minutos en dejar a Franco en el auto y luego de mala gana Rubí volvió por Rubén. No estaba segura si lo que le dolió más fueron las marcas y nuevas cicatrices cortesía de Dane Vitelo, o el hecho de que su pecho estaba completamente apretado por la muerte de Rubén, sintió que su mundo podía desmoronarse en ese mismo instante, pero a la vez sintió un extraño empuje hacia adelante sobre un deber insano de salvar algo de lo que no tenía idea.

Cuando llegó al auto notó extrañamente que todo estaba en silencio, Franco estaba dormitando en el asiento por lo que no notaría que estaba acompañado de un muerto, mientras que a su otro lado estaba Idara sosteniendo en un abrazo a Franco. Ella claramente sí notó el cuerpo inerte de Rubén, pero inteligentemente no dijo nada. El silencio se expandió mientras Rubí observaba la escena surreal que estaba viviendo, antaño estaba segura que esto no le habría afectado en nada, no eran personas con las que siquiera debería tener algún tipo de relación, ni siquiera debería estar llorando la muerte de un francés. Pero era una lástima, porque ya no era esa mujer que pocas veces recordaba. No era aquella tal Wang Xia, o Red Lips, ahora era Rubí y esa mujer en ese auto lo único que podía tener en su cabeza era una frase.

Observó los ojos cerrados de Rubén a través del retrovisor y se dijo a si misma que no se quedaría así. No permitiría que su muerte fuera en vano por una causa que desconocía, Dane se había equivocado, Rubí no se había entrometido en nada, ni siquiera recordaba estar consciente de interponerse en sus planes, pero esta vez lo haría y completamente consciente de querer arruinarlo todo. Se vengaría y lo haría una de las mejores satisfacciones, lo tomaría todo y destruiría a esa familia como si su vida dependiera de ello.

—Vengaré tu muerte, es una promesa —susurró para finalmente arrancar el auto, con un muerto, un hombre luchando por seguir viviendo y una muchacha temblando de miedo. 

****

Yo y todas mis versiones:


😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭

A ver, como hago esto 🤔😧😢 Yo les dije que Rubén había sido un personaje sorpresa en mi historia ¿verdad? Bueno esto también significa que yo no me había dedicado a escribir su futuro como el de los personajes principales, por lo que cuando comencé a acercarme a este capítulo yo no quería avanzar 😭😭😭😭 y aún no lo quiero hacer, porque yo no lo quería así 😭😭😭😭 joder, yo amaba a ese hombre y como se comportaba con Rubí, era tan lindo 😭😭😭😭 ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué? 😭😭😭😭

Estoy de luto, soy una escritora con crisis existencial, yo lloro igual que ustedes, mi versión lectora y mi versión escritora, todas estuvimos de acuerdo en que esto ya se nos había escapado de las manos y ya había sucedido sin que nos diéramos cuenta por lo que no pudimos detenernos. 😭😭

Ahora el punto es... ¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Qué va a pasar? Porque no creo que Rubí se quede con las manos cruzadas, como es esa mujer de seguro o hace matanza o se vuelve loca 😅. Pero es mejor que ustedes lo lean con sus propios ojos más adelante.

Algo más y que me gustaría explicar antes de que todo ocurra, cuando Dane dice "Además yo no he matado a nadie... de hecho... tú lo hiciste." Se refiere al hecho de que si incluso Rubí dijera toda la verdad es su palabra contra la de... Nadie, ¿Ustedes le creerían a una asesina sobre que no mató a alguien? Ese pensamiento pasa por la cabeza de Rubí desde ahora en adelante y no lo expliqué en ningún capítulo siguiente por eso lo pongo aquí, para que cuando vean lo que hace Rubí no digan; ¿Pero que le pasa cuando ella puede hacer otras cosas?

Okay ese también debería contar cómo spoiler, ayayay soy mala para guardarme cosas jajajaj, okay ahora sí las dejo antes de que me ponga a contarles el final de historia incluso antes.

Nos estaremos leyendo pronto, sufran el luto al igual que yo. No olviden que las amo.

Atentamente una escritora vestida de negro.

Posdata de dato curioso.

Como para que no me digan: ¡Pero se murió tan fácil!

El porcentaje de sobrevivir tras un disparo en el corazón es de un 9% si es tratado a tiempo, ya que se produce una hemorragia tanto interna como externa de gran dimensión, mientras que el porcentaje de supervivencia de un disparo en otra parte que no sean órganos vitales es de 95% si es que eres atendido a tiempo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro