Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Cuatro

Capítulo cuatro

Viterbo, Italia.

18 de marzo 2003

Las cosas no podían ser tan simples como se veían, en realidad nada de lo que estaba sucediendo debería estar pasando, habían reglas, reglas que había pasado años siguiendo, reglas que le decían qué hacer y estaba casi seguro que había enseñado de esa misma forma a sus hijos.

Si tenía que confesárselo a alguien, Basilio habría dicho que estaba confundido, nunca antes había permitido que una mujer siquiera se le acercara sin su consentimiento, mucho menos había permitido que su propio hijo lo desafiara, pero había algo en aquella muchacha que le traía recuerdos de un pasado bastante distante que quería comprobar... y lo estaba haciendo.

Pelea tras pelea, aquella troia(puta) de labios rojos y rasgos asiáticos, estaba acabando con todos los contrincantes de la zona que se habían acercado, algunos podían salir respirando, otros no alcanzaban a escapar de sus manos. Ninguno de los espectadores podía creerlo realmente, los reclamos y los gritos no se hacían esperar de todas las bestias que frecuentaban el recinto, mientras los iguales a Basilio solo podían mantenerse alerta.

La llegada de esa mujer no podía acarrear nada bueno, mucho menos si era mostrada de tal forma en tal espectáculo y aquello era un desafío para todos, por ello que tras tres combates seguidos el silencio de los jefes de familia fue unánime, porque incluso con sus mejores hombre no habían podido ganarle a una aparición reciente y eso no solo significaba una derrota, eso significaba la baja de su reputación, la pérdida de un ejemplo de poder y lo que era mucho peor los crecientes deseos de venganza; Porque claramente nadie de ahí creería que aquello había sido un juego limpio y era probable que por ser Basilio el jefe de la familia él tendría que tomar la responsabilidad sobre el asunto.

Así que había llegado el momento de probar a aquella muchacha, había llegado el momento de comprender si es que su llegada era una debilidad para su familia la cual debería eliminar en seguida o tal vez podría darle un respiro antes de tomar su venganza por sus propias manos, porque algo era seguro, el actuar de aquella chica no se iba aquedar sin pagar.

Llama a Rubén, es la hora que el juego termine —dictó a uno de sus subordinados.

Esa era la señal, la última opción para aquella muchacha, que estaba levantando los brazos vanagloriándose de su cuarta victoria sin recibir las alabanzas debidas de sus espectadores.

*

—No creo que su padre desista —susurró Roger junto a Biago.

Ambos vieron al hombre con sombrero en la primera fila hablando con uno de sus soldados, era claro que su padre cumpliría su amenaza y Rubí de por sí tendría que enfrentar a Rubén, de otra forma jamás podría ser aceptada dentro de la organización.

No era una ley real dentro de las normas para ingresar a la seguidilla de subordinados dentro de la familia Felivene, pero al ser un caso demasiado especial al parecer su padre había decidido tomar sus resguardos al respecto.

Elevó la mirada hacia aquel cuadrilátero enrejado viendo como aquella chica limpiaba su boca de sangre otra vez, comprendía porqué el color de sus labios, quizás también comprendía gran parte de las cicatrices, pero aún habían muchos cabos sueltos en la historia, no muchos, quizás demasiados, pero no tenía más opciones, seguía preguntándose por qué quería confiar en ella, seguía preguntándose por qué estaba rompiendo reglas por ella, pero lamentablemente el tiempo no daba para obtener repuestas, solo quedaba momento para actuar.

Se acercó a la reja llamando de inmediato la atención de Rubí, sus ojos parecían iluminados y una sonrisa surcaba sus labios con satisfacción, el hombre que había atacado recientemente aún respiraba, pero era posible que no volviera a actuar de la misma forma en que lo venía haciendo. No le daba miedo lo que podía llegar a hacer la muchacha, le sorprendía de sobremanera, pero por algún motivo se sentía mucho más confiado teniéndola a su lado.

—¡Has visto, gané! —exclamó Rubí llegando hasta la reja, enredó sus dedos en las rendijas para estar más cerca, por algún motivo desde que había entrado al segundo combate no habían abierto su puerta para ir junto a él nuevamente, le extrañaba, pero no lo debatiría.

—Lo has hecho bastante bien —susurró con seguridad. —Pero no te confíes, el próximo no es tan fácil, ahora es todo o nada.

—¿Todo o nada?

—Si no ganas este combate, tendrás que irte o posiblemente termines muerta.

—¿Sigues con eso? Te demostraré que no hay nada que pueda acabar conmigo, Ojos azules.

—Más te vale cumplir tu palabra, Rubí.

Le dio una sonrisa breve, pero lo suficiente como para que ella comprendiera que estaba de su lado, estaba claro que aquella chica quería demostrar un punto que ya había ejemplificado con creces, pero la idea era reafirmar la posición con uno de los más grandes.

*

Rubén Dugés había obtenido el título de campeón en las luchas mixtas desde hacía 10 años, posterior a su receso en el sector público comenzó a realizar las peleas clandestinas como parte de su pasión y el resultado no fue otro que tener el mejor récord de triunfos en la historia. Había trabajado para la familia Felivene desde el momento en que Basilio lo encontró entre las calles de Roubaix, Francia mendigando por un poco de comida para sobrevivir. Le debía mucho a ese hombre por lo que triunfar había sido lo de menos para demostrarle lo agradecido que estaba.

En el momento en que le contaron que debía enfrentarse a una mujer su reacción solo se derivó a una risa estridente e irónica, es decir, nadie lo podría creer, él, el hombre con mejor prestigio en las luchas tendría que enfrentarse con una puta, era algo indignante, pero tendría que hacerlo si era la petición de su jefe.

Entonces cuando por fin lo llamaron a escena y se detuvo frente a una mujer de tez blanca, labios rojos, y completamente manchada de sangre parecía ridículo estar en una situación de ese estilo. Su propia moral decía que no debía golpear mujeres, pero haría la excepción si es que realmente debía enfrentarla.

Los gritos no se hicieron esperar, movió los brazos incentivando a que fueran mucho más altos, las voces de todo el lugar hacían vibrar la misma reja demostrando como de imponente e importante era él.

Entendez-vous cela? Il est le son de mon triomphe [¿Escuchas eso? Es el sonido de mi triunfo] —comentó riendo.

—¿Por qué todos en este lugar hablan idiomas diferentes? —bufó su contrincante. —De todas formas tu idioma no impedirá que te gane.

Il semble que vous n'êtes pas comprendre, je serai le vainqueur ici [Parece que no se entiende, yo seré el ganador aquí]

—Bien, terminemos con esto antes de que me canse de tu acento.

Al mismo momento en que el sonido de la campana sonó, la muchacha dio un salto rápido encajando perfectamente una patada en la mandíbula de Rubén, lo siguiente fueron dos nuevas patadas en sus costillas, pero la última fue detenida en el aire dejando a la mujer con un pie atrapado entre sus manos.

—Chienne(Puta) —masculló limpiando una línea de sangre que salía de su boca.

Impulsándose con una pierna, la pequeña mujer dio un salto hasta quedar sentada sobre los hombros de Rubén, obligándolo a este soltar su agarre del tobillo para que no atrapara su cuello.

—Los hombres no tienen más insultos que llamar perra o puta a una mujer —comenzó a reclamar mientras atrapaba con sus manos su cuello presionando reiteradas veces en el punto medio. —En serio, no tienen creatividad.

Rubén retrocedió hasta chocar contra la reja procurando golpear varias veces la espalda de la muchacha contra ella logrando que soltara su cuello, pero no así se bajara de sus hombros. Para su sorpresa la mujer estiró sus brazos para atrapar la reja en sus manos y comenzar a aprisionarlo con sus piernas. Se intentó soltar por todos los medios que conocía sin tener éxito.

—¡No lo mates! —gritó alguien desde afuera logrando de inmediato que Rubén fuera liberado de aquel agarre.

Se alejó lo más posible de ella mientras de un salto la mujer enfrente dejaba la reja para caminar hacia él.

—¿Puedes traducirme lo que habías dicho antes? —preguntó mientras él recuperaba la respiración.

Se dio cuenta entonces que no estaba luchando con alguien normal, aquella chica no había sido entrenada para una lucha de cualquier tipo, a ella le habían enseñado de lleno a matar personas y era algo con lo que nunca había lidiado, todos sus contrincantes anteriores sabían hasta qué punto llegar para no derramar mucha sangre, fue solo entonces en que comprendió por qué aquella mujer no estaba ni un poco preocupada por el color manchado de sus ropas.

No eres común —masculló en italiano, el único idioma que sabía pronunciar además del francés, podía entender el inglés de aquella muchacha, pero no así responderle.

—Al fin algo que comprendo —soltó cansada. —Ahora sí, repite lo que dijiste al llegar —solicitó indicándolo.

Por fin logró reincorporarse en su totalidad, midió la distancia con aquella mujer, la cual no parecía estar a la defensiva, tampoco tenía una postura de ataque, se veía tan relajada como si de algo común se tratase.

¿Cuál es tu nombre?

—Ojos azules me llamó Rubí.

—¿Gli occhi azzurri? —preguntó sin comprender del todo.

—Si —indicó con su dedo a un hombre detrás de él.

El hijo del jefe estaba con los brazos cruzados y su gesto solo invitaba a alejarse, estaba completamente enfocado en la mujer que lo observaba y lo saludaba como si no supiera por completo con quien estaba tratando.

—¿Vamos a continuar peleando?

—¡Rubén, acabala! —gritó alguien desde afuera.

Rebuscó entre la gente encontrando a la mano derecha de Basilio, claramente él nunca levantaría la voz, pero estaba completamente seguro que aquella demanda había salido de su parte. Volvió a enfocarse en la mujer frente a él que seguía tan tranquila como en el comienzo, no podía creer que aquella muchacha había logrado quitarle la respiración literalmente por unos segundos. Ya no estaba tan seguro de lo que podía lograr, pero lo único que podía proponerse era vencerla a como diera lugar.

—¡Eh, Rubí! —la llamó para que dejara de ver a Biago. Comenzó a moverse hacia el lado izquierdo midiendo y planeando lo que podría ejecutar y lo que no. —Vamos a luchar y el que gane tendrá el respeto del otro.

Yo no quiero tu respeto —respondió volteándose al minuto en que Rubén quedó a su espalda.

Pero si te gustaría el respeto de mi jefe.

—¿Tu jefe? —preguntó al mismo momento en que con pasos apresurados Rubén comenzó a lanzar golpes hacia su rostro.

Una y otra vez los puños parecían danzar mientras ella los esquivaba, para cuando uno de los tantos iba certero a su rostro ella se agachó botándolo al suelo con una patada en los tobillos. El siguiente movimiento fue tan simultaneo como su caída, se levantó, golpeó la reja cuando quería golpearla a ella y en un segundo nuevamente Rubí estaba enredándose entre su espalda para aprisionarlo con sus piernas.

Como respuesta dio una voltereta en el piso aplastándola con su cuerpo, pero de todas formas su agarré nunca aflojó mientras repetía una y otra vez: —No debo matarlo.

Parecía bastante concentrada en su mantra cuando Rubén se reincorporó y comenzó a chocar con ella contra las rejas una y otra vez esperando que se despegara, al momento en que iba por su tercera vez ella de sorpresa se soltó cayendo al suelo y provocando que fuera su propia espalda la que chocara contra las rejas.

De entre sus piernas Rubí gateó, pero fue detenía de inmediato por Rubén quien la tomó de un pie y la levantó esperando atraparla, pero solo conllevo a que ella se levantara en sus manos y comenzara a golpear su rostro con sus pies patada tras patada hasta que volvió a chocar contra la reja.

Lo siguiente que vio fue una nueva patada contra su mandíbula que lo envió hacia un costado en el suelo viendo todo borroso, intentó reincorporarse, pero debía aceptar que estaba completamente aturdido, fue entonces cuando sintió la presencia de Rubí, aquella chica se acuclilló a su lado y sin preocuparse porque aún no podía reincorporarse, tomó su cuello estrangulándolo.

—Eres bueno, pero no lo suficiente como Roger, no mereces vivir —susurró clavando sus ojos negros en su mirada.

Él por todos los medios intentó quitar la mano que lo aprisionaba, intentó que ella lo soltara, pero al momento en que las cosas comenzaron a verse oscuras parecía que no tenía más fuerza para luchar, hasta que por fin ella se detuvo y se alejó, no estaba seguro si por su propia voluntad, pero fuera lo que fuera estaba completamente agradecido de ello, entonces y solo entonces, se permitió descansar, luego de tantos años intentando luchar.

*

Le habían dicho que no existía la necesidad de matar, pero ¿Qué sentido tenía luchar sin eliminar por completo la existencia de su contrincante? Eso no era divertido, por lo que cuando ese hombre estaba en el piso moviéndose sin levantarse solo optó por llegar a su lado y acabar con su sufrimiento.

Iba a acabarlo, lo iba a hacer bajo la presencia y el mutismo de toda su audiencia, pero cuando la respiración estaba acabándosele, uno de los hombres con sombrero se levantó, elevó sus ojos solo por curiosidad y para su sorpresa se encontró con aquel viejo de mierda que la había fastidiado el día anterior. Él parecía preocupado, tal vez tenía sentimientos hacia aquel hombre que estaba por morir o tal vez él quería acabarlo por ella, no estaba muy segura de lo que podría significar su mirada, pero solo aflojó un poco su agarre por aquella curiosidad que le surgió.

Se levantó lentamente notando que al mismo tiempo en un susurro los espectadores comenzaban a alzarse, no estaba segura si era alguna palabra de apoyo o de alegría o incluso de enojo, tampoco reparó en ello porque lo único que comenzó a notar es que cuando las puertas de la reja comenzaron a abrirse un montón de hombres vestidos con trajes comenzaron a entrar.

Unos fueron directo a ayudar al hombre que estaba a punto de matar, otros comenzaron a rodearla obligándola a retroceder. Comenzó a contar, pero se perdió cuando el número llegó a veinte, no estaba muy segura, pero aquello le traía recuerdos. Cuando su espalda llegó contra la reja no le quedó más opción que comenzar a trepar, no podía luchar contra todos ellos de eso estaba segura, tampoco podía ponerse a pensar por qué todos ellos la estaban rodeando, la única opción que tenía y la más sensata era intentar escapar.

Observó la única salida por donde estaban llevando el cuerpo casi inerte del tal Rubén el mismo lugar que tenía como cabecilla al viejo de mierda de la vez anterior y a su lado estaba Ojos azules, no encontró ayuda de ninguno, ni siquiera la mirada de ellos, tampoco estaba Roger, entonces estaba nuevamente sola como al comienzo de su llegada. No lo entendía, había ganado los combates, había respetado las reglas, algo, bueno un poco, por lo menos después del primero todos lograban respirar según sus parámetros, tal vez se había pasado un poco con el penúltimo, pero estaba segura que no había matado al último. Entonces... ¿por qué ahora aquellos hombres?

—Concéntrate, dijiste que no buscarías razones —se corrigió a si misma al tiempo que llegó a la cima de la reja que lamentablemente no tenía salida.

Miró hacia abajo donde todos los hombres estaban mirando hacia ella, observó a los costados como había unos pocos que intentaban escalar para alcanzarla, no tenía opciones hasta que se abrió paso el mandamás con su sombrero negro y su postura imponente. No estaba segura si su presencia era para bien o para peor, pero cuando sus ojos se encontraron solo pudo estar a la espera de sus palabras.

—Te has ganado un lugar en mi organización, troia. —masculló muy en desgana. —Puedes bajar.

No lo hizo, solo se mantuvo firme en su agarre esperando que ninguno de esos imbéciles llegara por sus propios medios hasta ella, porque con uno sí podía de eso estaba segura.

—¡Rubí, baja de ahí! —gritó la voz de ojos azules atrayéndola de inmediato a obedecer, pero aun así no lo hizo, él no estaba corriendo a los hombres que la rodeaban, él no estaba felicitándola por haber ganado. —¡Rubí! —demandó otra vez.

—¡Me atacarán! —respondió mirando al que estaba más cerca por alcanzarla. —No puedo contra todos.

—No te harán nada —respondió Ojos Azules, pero no lo aseguró el viejo de mierda.

—¡Mentira! —gritó cerrando los ojos por un momento.

Ese pequeño segundo la llevó a imágenes no deseadas que decidió quitar de inmediato abriendo los ojos, solo un segundo necesitó para que su respiración comenzara a ser agitada y la desesperación la encontrara, había estado de esa forma en el pasado, había sentido esa desesperación de no haber podido salvarse, alguien la había atrapado de la misma forma, pero ¿Cómo? ¿Quién? ¿Dónde? Y ¿Por qué?

Elevó sus ojos nuevamente para encontrarse con los ojos fijos del viejo de mierda observándola, él no parecía contento con su actuar, pero tampoco le perturbaba el hecho de que estuviera ahí, a su lado su hijo sí parecía preocupado, de hecho un tanto ansioso de no saber cómo hacerla bajar, ninguno de ellos realmente conocía las respuestas que ella necesitaba, pero no tenía más gente en la que confiar para comenzar a averiguar quién era.

Al mismo tiempo que uno de los tantos hombres llegaba a su lado se soltó de la reja dando un gran salto para llegar al suelo. Se encontró entonces con muchos brazos que la apresaron y las imágenes volvieron a aparecer en sus ojos, solo que esta vez a quien tenía en frente no eran dos hombres sino que una mujer elegante que parecía disfrutar de su tortura.

Intentó luchar para soltarse de las garras que la atrapaban, intentó moverse, pero cada vez que lo intentaba más era apresada, hasta que finalmente sintió una aguja enterrándose en su cuello, no fue de inmediato por lo que pudo ver como lentamente la conciencia se iba de ella, recordó solo una cosa del pasado, solo una sonrisa siniestra que se había prometido así misma rasgarla con sus propias manos. 

****

Holaaaaa, mi gente, debo decir que sentí un poco de pena por Rubén😢 (Que por cierto es el guapo chico de multimedia😏😏), pero bueno, nada que hacer, estoy aquí por el tiempo que se demoraron en leer, espero que los esté enganchando aunque sea un poco esta historia, porque ciertamente a mi me intriga mucho escribirla. 

Entre otras cosas nada que ver les deseo una buena semana y que si pueden denme un poco de semillas para alimentarme, ya saben un comentario o un voto siempre son bien bienvenidos. 

Los amo. 😘😘

Atentamente una mendiga de amor.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro