Capítulo Cuarenta y ocho
Capítulo Cuarenta y ocho
Belcolle, Italia
19 de septiembre, 2005
Cuando Fiore escuchó la voz de Biago solo pudo correr para acercarse a la camilla y verificar lo que su mente había imaginado ciento de veces. Ahí estaba con sus increíbles ojos azules abiertos observándolo un tanto confundido seguramente al despertar después de tantos meses. Se dio cuenta entonces que Rubí no estaba tensa, sino que más bien estaba llorando sin contención mientras veía a Biago intentar reacomodarse en la cama.
—Espera, cariño, espera, llamaré al médico para que verifique que estés bien —pidió Fiore corriendo hacia la salida no sin antes intentar hacer reaccionar a Rubí para que se moviera o dijera algo. Esperaba que pudiera entender su gesto al tomarla de los hombros y hacerla caminar, pero no podía darse mucho tiempo cuando necesitaba ir por el doctor de inmediato.
*
—¿Qué ocurrió para que estés aquí? —preguntó Biago sintiendo su garganta raposa y su boca reseca, no estaba seguro cuanto tiempo había dormido, pero por lo tenso de sus músculos supuso que fue bastante.
—Atentaron contra tu vida —respondió Rubí sollozando. —Y no estuve ahí para cuidar de ti...
—Oh por dios, il mio rubino, ven acá —intentó abrir sus brazos que aún se sentían agarrotados por la falta de movimiento y, aunque lo hizo lento y con dificultad pudo extenderlos esperando a que Rubí llegara a abrazarlo.
No necesitó ninguna otra explicación para ir hasta él, y aunque al abrazarlo se quejó por su cuerpo aun en recuperación no pudo evitar sentirse maravillosamente al tenerlo a su lado otra vez. Lo había extrañado, más de lo que podría admitir, y aunque para Biago aun parecía haber muchos espacios vacíos en cuanto a los sucesos que habían ocurrido en ese entonces, prefirió disfrutar de ese momento con Rubí por unos minutos más antes de arruinarlo por la ansiedad de saber.
*
La Señora Fiore se encargó de llamar a todos, avisó a cada familiar sobre Biago mientras que Rubí no pudo evitar seguirlo en todo el proceso de evaluación. Tenían que realizar los chequeos correspondientes para conocer su estado, desde su mente, sus recuerdos, hasta lo físico y mientras esto sucedía Rubí solo se mantuvo atenta observando a los médicos trabajar a través de un vidrio, esperando que le dieran el reporte completo.
Varias horas después cuando ya todo estaba realizado y solo esperaban los resultados de los exámenes Rubí dejó de morder sus labios y uñas para apreciar dormir a Biago, sabía que ahora solo estaba descansando tras el largo día, pero aun así no podía evitar sentirse ansiosa porque despertara nuevamente y confirmar que todo estaba bien, que todo iría mejorando y que por fin podría cumplir para lo que había sido enviada sin contratiempos.
—Señorita Rossi, aún se encuentra aquí —saludó el doctor entrando sin siquiera tocar.
—Lo estaba esperando —respondió Rubí fríamente esperando que comenzara a hablar.
—Entonces supongo solo espera los resultados —comentó el Doctor atento a la confirmación, que solo llegó en un gesto de cabeza. —Bueno, en resumen todo se encuentra bien —comenzó observando unos documentos que traía en la mano. —Pero creemos que podría perder la movilidad completa de su pierna izquierda...
Rubí dejó de observar a Biago para ver directamente al Doctor, dio un solo paso que el hombre retrocedió y a pesar de lo amenazante que podría verse con una mirada molesta, él sonrió.
—Pero no se preocupe, Signorina Rossi, aun debemos comenzar con la recuperación, han sido cerca de seis meses en las que su cuerpo no se ha movido, sus músculos necesitan recuperarse al igual que sus huesos, solo entonces lograremos ver su progreso y que tan dañado quedó su cuerpo tras el accidente, por ahora todo se encuentra en buen camino para una excelente recuperación.
—Espero que así sea —susurró finalmente dejando que su cuerpo se relajara y pudiera volver a ver a Biago.
—¿Desea que le informe a la mamma santissima, Signorina?
—¿Por qué me preguntas de algo que ya seguramente has hecho? —observó de reojo al doctor que nuevamente sonrió ligeramente.
—Me pareció que quizás usted quisiera comentarle sus siguientes movimientos, teniendo en cuenta que el joven Biago ya despertó, ¿qué hará usted cuando aún tiene muchas deudas con nosotros en la 'Ndrangheta?
—Y seguiré acumulándolas —masculló Rubí. —Por ahora me quedaré a cumplir mi promesa con Biago, cuando me necesiten iré, no me iré de Italia eso ya lo aseguré, así que si quieres decirle algo a la nostra dama(nuestra señora) es que no tiene que mantenerme vigilada para saber mis pasos, iré a decirle yo misma cuando tenga certeza de que ya todo está bien.
—Comprendo, me disculpo si la ofendí, Signorina —el hombre se inclinó un poco y luego volvió a sonreír hojeando los papeles. —Es todo lo que tenía que decirle, si necesita algo más de mí, puede llamarme, con su permiso.
Rubí vio salir al hombre y solo hasta que la puerta quedó completamente cerrada volvió a mirar a Biago, frunció el ceño molesta por la constante vigilancia que estaba teniendo desde que su deseo había sido cumplido, sabía que no había hecho un trato con cualquiera, pero tampoco era como si fuera a escapar, ya había dado su palabra. Pero incluso con esa promesa en mente había algo más que le molestaba. ¿Cómo le contaría a Biago todo lo que había hecho para lograr llegar a donde estaba? O algo peor, ¿Cómo le explicaría hasta donde había llegado? No podía, simplemente no podía hablar de los santistas con nadie que no fuera de Calabria o más bien con nadie que no fuera parte de la Ndrangheta, pero aun consciente del trato de confiabilidad que había hecho sabía que no podía mentirle, debía contarle... o tal vez no.
Prefirió suspirar y relajarse un poco, aun no era necesario que pensara en ello, se sentó en el sofá del costado de la habitación y aunque quiso volver a mirar solo a Biago se encontró ensimismada observando el anillo en su collar, lo había colocado ahí para mayor seguridad, de tal forma que hasta había olvidado que lo tenía, observó el pequeño rubí que lo acompañaba y aunque realmente no sabía cómo continuar sonrió recordando pequeños destellos de su vida con Adolfo, había sido un periodo corto, intenso, pero bastante corto para su gusto, se preguntó si aquella obsesión que tenía con Biago podría hacerle olvidar lo vivido con Adolfo, o quizás al revés, ¿Alguna vez pudo dejar de pensar en Biago estando con el Lobo? Aun no entendía como en su vida todo se enredaba cuando de hombres se trataba, primero Devan, luego aquel fiscal que antaño provocó que ella iniciara el desastre en Blood Eyes, después Rubén, oh, Rubén... Biago... Adolfo y realmente ya no quería seguir contando de otra forma terminaría autoproclamándose como una puta, aunque claro estaba no sería ni la primera ni la última vez que alguien se lo dijera. Le gustaba divertirse, eso jamás se borraría cortesía de un mundo que le había mostrado Devan, pero eso implicaba también enredos en su mente, en su corazón, en sus emociones y era lo que más le cabreaba, ahora estaba en un encrucijada, quería contarle todo a Biago, pero tal vez y solo tal vez sería mejor callar, si es que no lo mencionaba tal vez podría disfrutar un poco más de esa pequeña felicidad que se había forjado al verlo despertar o tal vez solo traería más problemas, como fuera solo tendría que dejar que las cosas tomaran su curso, ya luego se preocuparía por las consecuencias, solo esperaba que no fueran tan duras, no quería más problemas, a esas alturas solo quería descansar.
*
Belcolle, Italia
20 de septiembre, 2005
—Señor —saludó Roger entrando con cuidado a la habitación.
No serían más de las cinco de la mañana, pero había recibido un mensaje que no pudo evitar correr para responder, su jefe y amigo había despertado y como fiel hombre ansioso no pudo esperar más de un día para comenzar a llenar los huecos vacíos, para eso estaba él, lo sabía.
—Te llamé para que me cuentes lo que ha estado ocurriendo, sé que mi familia y Rubí se medirán en el relato, tú en cambio serás completamente sincero, quiero un resumen completo, Roger —demandó Biago observando a Rubí dormir en el sofá, pero extrañamente cuando pensó que podría sonreír al tenerla a su lado, solo tenía el entrecejo fruncido pareciendo bastante molesto con la muchacha.
—Cayeron por un barranco —comenzó Roger intentando no pensar más allá. —El auto había sido alterado para que a los 100 kilómetros por hora perdiera el control, no logramos alcanzarlo, usted salió eyectado por el parabrisas mientras que la Señora Agata —Roger tragó saliva cuando los ojos de Biago lo encontraron.
—¿Dónde está Agata? —preguntó alentándolo a continuar.
—Ella murió tras el accidente, no lograron sacarla del auto, murió calcinada, Señor.
—Dios —suspiró Biago cerrando los ojos, y a pesar de ello le indicó que prosiguiera con un ademan.
—Luego de usted ser hospitalizado Rubí volvió... No... no estoy seguro...
—La verdad, Roger, quiero la verdad —masculló Biago abriendo sus ojos y observándolo con seriedad.
—Creo que lo que ha estado haciendo Rubí es algo que debe contarle ella, Señor, es confidencial.
—No estoy de humor, ella no me lo contara, la conozco. Habla, Roger —sentenció Biago apremiándolo otra vez.
—Rubí se unió a la Ndrangheta, hizo trato con un grupo secreto en Calabria y consiguió movilizar tropas para atacar a los Vitelo, en ese entonces el Señor Basilio quería seguir confiando en el Señor Gioto, por lo que Rubí hizo todo a espaldas de la familia. Por mientras Flavio tomó por unos meses el mando... Pero luego...
—¿Luego?
—Ellos atacaron, una tropa de la familia Vitelo vino cuando usted estaba inconsciente y la Señora Fiore lo estaba cuidando, los iban a matar a ambos justo cuando llegué con mis soldados y unos cuantos calabreses.
—¿Calabreses?
—Sí, Señor, sin ellos la batalla no la hubiéramos ganado. Gioto tomó la casona, mató a alguno de los empleados, encerró a otros y ni hablar de los soldados, Don Basilio y Franco lograron escapar a Tarquinia, pero al Señor Flavio lo encerraron en una sala de tortura.
—¿De qué...? —los ojos de Biago cada vez se hacían más grande a medida que Roger le relataba lo sucedido, sentía como su corazón latía y sus orejas se calentaban con la rabia que estaba comenzando a surgir desde el más recóndito lugar de su ser.
—Rubí se escabulló, envió a unos hombres a Tarquinia para apoyar el contraataque mientras ella se dejó atrapar por Gioto para atacar por dentro. Donato estaba ahí, él había ayudado a que todo surgiera, los caporegime también estaban involucrados, sino fuera por ellos... Debimos haberlo visto antes, Señor, era un desastre, un verdadero campo de batalla, el Señor Franco tomó el mando de la cuadrilla que contraatacó mientras que yo me escabullí para ayudar a Rubí, maté a Donato y a los caporegime, pero luego...
—¿Luego? —incentivó Biago con los dientes apretados.
—Tenía a Gioto amarrado, Don Basilio había llegado con un grupo de hombres, y Franco lo estaba acompañando un poco más atrás. No sé lo que ocurrió, pero solo me giré un momento y Gioto ya estaba levantado tomando mi arma y apuntando al Don, a cambio solo le disparó en el hombro a Franco. Don Basilio comenzó a forcejear con él llevando el arma de un lado a otro al mismo tiempo que Rubí y el Señor Flavio aparecieron por un costado de la casona. Me acerqué, juro que intenté ser lo más rápido posible, Señor, lo acorralé, lo alejé del Don, pero antes de que pudiera reducirlo él disparó en dirección de Rubí...
Biago automáticamente miró a la mujer a su lado, pero antes de que pudiera decir algo, Roger negó con una nostalgia palpable en su voz.
—No, Señor, la bala no alcanzó a Rubí...
—Flavio... —susurró Biago desesperado. Las maquinas que monitoreaban su corazón comenzaron a alterarse, delatando como su corazón se encogía ante aquella noticia.
—Lo siento mucho, Señor, Flavio se interpuso cuando el Señor Gioto disparó, la bala cayó en su nuca no pudimos hacer nada.
—No, no, no, no, no, no, no, Flavio, no —Biago atrapó su cara con una mano negando continuamente, mientras que sin darse cuenta comenzaba a llorar.
—Luego de eso las cosas se han normalizado en la casona, el Señor Franco tomó el cargo de Don, pronto se casará con la Señorita Vita, quien al ser la única Vitelo viva, vendió todos sus bienes para entregarlo a nuestra familia. Rubí ha estado constantemente aquí al igual que la Señora Fiore, Don Basilio ha estado apoyando a Franco y hemos estado entrenando a nuevos soldados. Los caporegime aún no son restituidos, pero hemos estado haciendo rondas para cuidar las ciudades que quedaron sin nuestro resguardo.
—¿Cómo acabamos tan mal? —susurró Biago entre sollozos. —Flavio, mi hermanito.
—Creo que nos confiamos demasiado, Señor, si no fuera por Rubí...
—¿Rubí? —entre lágrimas Biago levantó la mirada otra vez observando como aquella mujer seguía durmiendo tan tranquilamente en el sofá. —¿Cómo logró Rubí hacer un trato tan grande con la 'Nadrangheta como para lograr "salvarnos"?
—Bueno ella...
—Sé sincero —le advirtió.
—Se casó con el hijo de la familia Rossi, quienes tienen el control en San Luca, desde ahí supongo que se inmiscuyó tanto como lo hizo con nosotros hasta encontrar a los líderes de la sociedad santa.
—¿Rubí... está... casada? —masculló Biago sintiéndose de pronto demasiado mal como para saber exactamente qué era lo que más le aquejaba. —¿Dónde está... su esposo?
—No estoy seguro sobre el trato que ellos hicieron, Señor, pero justo después de que Rubí viniera aquí cuando ocurrió su atentado, el Lobo desapareció, no he logrado encontrar su pista, Señor, y según las actas Rubí actualmente es viuda.
—¿Viuda? —Biago atrapó su cabeza esta vez con sus dos manos. —¿Cómo es que han pasado tantas cosas en tan solo seis meses? —susurró abrumado con tanta información. —¿Algo más de lo que me deba enterar?
—Bueno... Gioto Vitelo se suicidó hace unas semanas en la cárcel, Dane Vitelo murió a manos de Rubí tras largos meses de tortura, maté a Dante porque intentó matarlo a usted, creo que eso es todo lo que debe saber por ahora, Señor.
—¿Dante también?
—Dane y Dante eran amantes, Señor, él sacó a Dane del prostíbulo hace años.
Biago asintió intentando procesar toda la información que Roger le había dado, tenía tanto por llorar, tanto por enrabiarse, tanto por querer estrangular a ciertas personas... Observó a Rubí aun con la rabia en su cabeza, quería actuar como un cavernícola y azotarla contra una pared o quizás torturarla por tanta estupidez que había hecho por sí sola, y también quería culparla por la muerte de su hermano, no quería admitirlo, pero su corazón se apretó con aquel pensamiento, Flavio había muerto a causa de Rubí y eso en su mente no tenía ni un poco de sentido como para decir que fuera diferente a que ella lo hubiera asesinado.
—Señor —lo llamó Roger tras un largo silencio. —¿Algo más que desee?
—Todo lo que hemos hablado aquí... no lo menciones a nadie, no digas que me lo has dicho, fingiré que no sé nada hasta que me lo digan ellos.
—Pero, Señor...
—Desde hoy, Roger, solo confió en ti —sentenció observándolo con determinación.
—Pero Rubí no ha hecho nada que no haya sido con la idea de cuidarlo, Señor
—¿Intentas protegerla? ¿A una asesina? Si no fuera por ella, Flavio seguiría vivo. Además... no solo me traicionó, sino que estuvo casada con alguien más.
—Si no fuera por Rubí, Señor, todos hubieran muerto —masculló Roger.
—Si quieres lamerle el culo a ella puedes ser su mano derecha y no el mío, Roger —acusó con enojo.
—Lo siento, Señor, no es lo que quise decir.
—Está bien, por último... ¿lograste encontrar información sobre Blood Eyes?
—Lo siento, Señor, con todo el ajetreo había olvidado su última orden.
—Retómala, quizás necesite la ayuda de alguno de esos asesinos si es que siguen vivos —observó nuevamente a Rubí y aunque su corazón protestó con molestia no pudo evitar sentirse un poco más tranquilo al verla tan relajada. —Puedes retirarte, Roger, y gracias por tu fidelidad.
*
Palermo, Italia
01 de octubre, 2005
—¡Hermano, bienvenido a casa! —Franco abrió sus brazos para recibir a Biago alegremente.
Habían sido semanas extenuante en que a su hermano mayor lo habían sometido a una recuperación intensiva de tal forma que pudiera recuperar la movilidad de su cuerpo por lo menos en su totalidad, aun notaba que le costaba moverse tras seis meses en coma, pero por lo menos ya estaba mejor y era lo que importaba.
Ambos se abrazaron con un poco de dificultad de parte de Biago que tenía que mantener las muletas en su lugar, pero con el apoyo de Rubí a su lado parecía estar estable y tranquilo. Le habían dado un resumen de todo lo que había sucedido el día después de que había abierto los ojos, todos habían llorado juntos nuevamente la muerte de Flavio, pero tenía la fe de que podría ir mejorando, lo harían, lo sabía, como familia y como organización podrían salir adelante.
Con ayuda de Rubí, Biago pasó a saludar a su padre quien lo recibió con lágrimas en sus ojos y luego a su madre quien claramente no se midió en sus sollozos de alegría al tenerlo nuevamente en casa, las cosas estaban mejorando, ya no tendría de qué preocuparse, y a pesar de que sabía que probablemente la organización de los cargos en su casa tendrían que cambiar, estaba confiado en que todo sería para mejor. Franco estaba dispuesto a dejar su posición como Don para entregárselo a Biago como correspondía, incluso si es que no lo pedía, lo haría porque se lo merecía, su hermano a comparación de él era un guerrero.
—¿Cuánto tiempo crees que necesitas para retomar tus funciones? —preguntó su padre mientras entraban a la casona subiendo las escalinatas.
—¿Ya lo quieres hacer trabajar? —reclamó su madre con molestia en su rostro. —Déjalo descansar, acaba de despertar.
—Tranquila, mamá —rió Biago apoyado de Rubí, aunque si observaba más descaradamente podría afirmar que en vez de sostenerse se estaba aferrando a ella. —Creo que disfrutaré un poco con esta dama antes de volver a mis funciones, ¿te parece si tenemos una reunión en una semana? Creo que debo pensar algunas cosas antes de tomar una decisión.
—De acuerdo, cuando tú quieras, hijo —sonrió su padre palmeando su hombro.
—¿No deberías vivir el duelo de Agata? —preguntó Franco observando hacia cualquier lado menos a su hermano.
—Arruina momentos —comentó Rubí estirándose para darle un golpe de puño en el brazo.
—Haré una visita a su tumba en unos días, quizás debería honrar a su memoria en algún momento —meditó por unos segundos. —Ah pero eso será después.
Se giró para ver a Rubí y sonreír en grande.
—¿Me guías a mi habitación, il mio rubino?
—Como usted guste, ojos azules —respondió Rubí con un brillo particular en sus ojos.
La pareja comenzó a subir las escaleras dirigiéndose a las habitaciones mientras que los demás se quedaron observando el camino, solo hasta que desaparecieron por los pasillos de la casona Franco sonrió comentando.
—¿Rubí se quedará aquí?
—¿A dónde más iría? —repuso su madre observando hacia las escaleras y terminando por suspirar.
—¿Y qué hay de Idara? ¿Qué hay de lo que tenía en San Luca?
—Como lo has dicho, Idara se está haciendo cargo de las cosas en San Luca —su padre pasó de mirar a Franco para volver a su esposa con una sonrisa que hace años no le había visto extender. —¿Me concedes el día, mi amada flor? —ofreció extendiendo su mano.
—Sempre, amore mio —respondió su madre tomando la mano que le extendía y comenzando a caminar por el pasillo alejándose.
A pesar de que Franco hizo una mueca al ver a todos enamorados como unos adolescentes, sabía que le gustaba esa sensación de estabilidad en su hogar y aunque realmente deseó estar así de extasiado como ellos, ya había aprendido que el amor no era para él, pero debía aceptar que aún añoraba el regreso de cierta mujer de San Luca.
*
Solo necesitó cerrar la puerta de la habitación para que Biago estuviera tomándola de la cintura y apegándola a su cuerpo, había extrañado sus manos, el calor de su boca, sus ojos, en realidad había extrañado todo de él. Respiró absorbiendo su aroma, si eso era una obsesión, quería vivir obsesionada toda la vida.
—Te extrañé —susurró Biago tomando con ambas manos su rostro alzándolo para que sus ojos se enfrentaran.
—No sabes cuánto yo a ti —respondió Rubí mientras Biago afirmaba su frente contra la de ella.
—No debiste haberte ido aquel día en Roma, muchas cosas no hubieran pasado si te hubieras quedado.
—¿Hubiera podido evitar que te casaras con Agata si me quedaba? —cuestionó Rubí, sintiendo que había pasado toda una vida desde aquella semana en Roma. —Incluso si me dices que hubiera sido diferente, ambos sabemos que no lo fue y no lo habría sido, ojos azules.
La mirada que se encontraron al enfrentarse estaba llena de emociones, ambos habían pasado por muchas cosas cuando estuvieron separados y por más que Rubí deseaba tenerlo completamente para ella, enmendar los errores y enfocarse solo en Biago sabía que sería bastante difícil de lograr, pero no así imposible. Sonrió, no sabía exactamente que pensaba Biago, desde que había despertado había estado pensativo, perdido algunas veces, creía que podría ser a causa de la muerte de Flavio o quizás de Agata, no estaba segura, tampoco había querido preguntar, porque cada vez que la volvía a ver él sonreía como si nada hubiera pasado, como si el tiempo no hubiera avanzado y como si muchas cosas no hubieran ocurrido incluso antes de que el cayera en coma.
—Entonces disfrutemos el ahora, mi amor.
Con aquella sentencia Biago por fin cerró el espacio para iniciar un beso que no tuvo nada de inocente, ambos sabían lo que querían por lo que para Rubí no fue difícil seguirle el ritmo mientras lo guiaba a la cama hasta obligarlo a que se recostara.
—Recuperaremos el tiempo perdido —susurró Rubí entre medio de los besos mientras Biago se recargaba contra la cabecera tomándola desde la cintura y subiendo lentamente sus manos por debajo de su playera.
—Completamente, mi amor —logró responder Biago justo antes de perderse en un nuevo beso.
*
Viterbo, Italia
02 de Octubre, 2005
Rubí observó a Biago en medio de la penumbra, él estaba acariciando su hombro de forma inconsciente mientras miraba hacia el techo, y aunque quería interrumpirlo en sus pensamientos solo se mantuvo quieta observando cada detalle de él, debía aceptar que su corazón se comportaba como un idiota cuando estaba a su lado, podía tener fantasías de una vida común juntos, incluso soñaba con algo que sabía que era imposible... hijos. Pensó en que tal vez se estaba volviendo loca, pero con un hombre así a su lado, ¿quién no lo haría?
De pronto Biago giró su cabeza encontrándose de lleno con los ojos negros de Rubí, un poco asustados ante el repentino movimiento.
—¿Te asusté, mi amor? —sonrió Biago acomodándose para quedar frente a frente.
—Lo siento —sonrió sintiéndose extrañamente indefensa ante aquellos ojos azules. —¿No puedes dormir?
—No, lo siento, ¿te desperté?
—No, no, claro que no, solamente... —titubeó, ¿qué le pasaba? Se sentía como una adolescente con su primer amor, ni siquiera con Devan se había sentido así alguna vez. —¿Ocurre algo?
—Es solo —suspiró—... Siento que tengo muchos vacíos en mi cabeza.
—Puedo ayudarte con eso, ojos azules. ¿Qué quieres saber? —respondió entusiasmada sentándose en la cama.
—¿Qué estuviste haciendo todo este tiempo, mi amor? —cuestionó Biago tomándola por sorpresa y al mismo tiempo repasando sus senos desnudos con la yema de sus dedos.
—Amh... ¿lo común? —se encogió de hombros y miró hacia un costado. —Matando gente, haciendo tratos con la 'Ndrangheta, conociendo gente interesante, amenazando a otros, contactando gente para que sean mis aliados, oh, conseguí muchos soldados, pero esa parte ya te la contaron, amh, también soy parte ahora de la familia Rossi e Idara...
—¿Cómo conseguiste ser parte de esa familia? —interrumpió bruscamente.
—Amh —Rubí masculló en voz queda y luego cerró los ojos de golpe, esperando, no, más bien rezando porque Biago no volviera a preguntar.
—¿Rubí?
—¿Mh?
—No entendí, ¿podrías repetirlo?
—Me... casé con el hijo de Piero Rossi —masculló nuevamente con los ojos cerrados.
Esperó la reacción de Biago, que no parecía nunca llegar, por lo que solo pudo abrir lentamente sus ojos hasta encontrarse con los de aquel hombre que parecía imponente con su pecho desnudo y su cabello desordenado sobre la almohada.
—¿Te...? —suspiró y con dificultad se levantó, tomó las muletas y se encaminó al baño.
—¿Ojos Azules? —preguntó Rubí dispuesta a seguirlo.
—Dame... un momento —pidió alejándose y cerrando la puerta de golpe.
Rubí esperó, mientras no pudo evitar enredar sus dedos entre las sabanas y morder su labio, ¿había hecho mal? Y eso que ni siquiera le había contado la parte en la que había tenido sexo con su esposo, oh y el detalle que tal vez si lo había querido más de lo común. Se mantuvo quieta, expectante, si Biago reaccionaba así con esa noticia sabía que no podría contarle todo lo demás con lujo de detalles, ni siquiera sabía si es que podía mencionar a Devan que aunque él estaba en el pasado seguramente siempre quedarían recuerdos de él en su corazón. No estaba segura de como proseguir, no sabía qué decir por lo que solo pudo mantenerse inmóvil ahí, esperando, esperando a que él volviera a salir del baño y le dijera que estaría todo bien, pero aquello no ocurrió.
Biago no salió del baño y no estuvo segura si es que lo había hecho durante la noche, pero a la mañana siguiente cuando vio que todo estaba claro y el día parecía radiante incluso cuando el otoño ya se estaba instalando en todo su esplendor, él no estaba a su lado y aunque lo buscó por toda la habitación no lo encontró.
*
Ciminterio Nouvo di Viterbo
04 de Octubre, 2005
Biago se mantuvo apacible frente a la tumba de su hermano, el gravado en la piedra mencionaba claramente su nombre y la fecha de muerte, seis meses, cerca de dos meses después de que a él lo habían intentado matar. Presionó con fuerza sus puños, odiaba sentirse tan impotente, no tenía sentido todo lo que había pasado. Él había sido el Don, él debía haber estado encargado de cuidar a su familia, de detectar a las mierdas que los habían traicionado, pero a cambio había estado ensimismado pensando en el regreso de una mujer que no lo había traicionado con un calabrés sino que además había sido la culpable de la muerte de su hermano. Aun no comprendía como todos podían confiar en ella, quizás había cosas que él aún no sabía, él no había estado ahí para presenciar lo que había hecho Rubí, pero sabía que nada lo había conseguido por las buenas, Rubí tenía sus maneras y al parecer no sabía qué esperar de una asesina.
Se sentía culpable, se sentía frustrado, había tenido la responsabilidad de cuidar de su familia por un corto tiempo, pero no había hecho nada como para resguardarlos realmente, había sido ciego, si realmente no se hubiera centrado solo en ganar dinero y en buscar una forma de estar con Rubí, quizás y solo quizás habría notado la traición de los caporegime, quizás habría visto que el problema era Dane Vitelo y que incluso Dante estaba comprometido. No solo había sido un inepto, sino que había dejado todo en manos de quienes no merecían su confianza, y en ese momento se dio cuenta de que ya nadie más la merecía.
Algo se había roto en su corazón desde el momento en que había despertado, lo sabía, ya no podría volver a ser el mismo hombre que accedía a todo por devoción a su familia cuando incluso sabía que aquello era un error. Tal vez si es que no hubiera aceptado la boda con Agata, si se hubiera centrado más en buscar a quién lo atacaba por la espalda, si hubiera visto realmente quienes eran sus enemigos por su cuenta en vez de buscar a un asesino mundial, que había terminado siendo una maldita puta, solo si tal vez no se hubiera encandilado con ella, entonces y solo entonces, nada de aquello hubiera sucedido.
Cayó de golpe contra el suelo frente a la lápida comenzando a llorar, lloró no solo por las cosas que había hecho mal, lloró por las cosas que no sabía, lloró por el amor que le profesaba a una mujer que lamentablemente le dolía, lloró por toda la rabia contenida, lloró por el dolor que significaba la pérdida de su hermano, por la culpa de no haber estado ahí para protegerlo, y lloró porque sabía que ya nada volvería a ser igual.
—Prometo que vengaré tu muerte, hermano —susurró a la lápida mientras intentaba recomponerse.
Unos pasos detrás estaba Roger de pie observando a su jefe un tanto preocupado, había notado los cambios, había que ser un ciego para no darse cuenta, pero aun cuando tenía un montón de dudas sobre lo que estaría pensando y como podría estar procesando todo lo sucedido prefirió mantenerse a la distancia, estoico, y ser de apoyo como un fiel compañero a la espera de que él decidiera recomenzar.
—Es momento de que cambiemos —susurró Biago levantándose del suelo de pronto. —No solo iremos por algo diferente sino que buscaremos algo mucho más grande —comentó pareciendo un poco fuera de sí.
—¿Señor?
—Vamos, hay mucho por hacer y mucha gente a la que engañar —anunció con determinación tomando sus muletas y avanzando con dificultad.
Estaba claro, Biago Felivene no solo había despertado diferente, no solo había tenido un gran shock al despertar, sino que él había cambiado completamente tras aquel accidente.
*****
Génesis
Génesis: ¡Chang Se Giiiiiiiiii!
Changsegi: ¿Mh?
Génesis: ¿Qué diablos has hecho? ¿Qué significa esto? ¿Qué está sucediendo aquí?
Changsegi:
Señores y señoras, aquí su versión lectoras se declara actualmente loca. No entiendo, me siento confundida, y ya no sé que vendrá ¿saben lo que es peor? Es que tengo dos cosas que anunciarles, bueno dos que me dijeron que debía decir obligatoriamente.
La primera es que ahora viene una buena dosis de romance, ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Dónde? No sé.
Y la segunda es que quedan menos de 10 capítulos para acabar esta historiaaaaaaaaa!!!!!
Voy a entrar en crisis!!!!
Ufff okay me calmare, creo que yo ya demostré mi exalto por este capítulo, así que es momento de ustedes para decir como se sienten, que opinan, que creen que va a pasar y por qué diablos está pasando esto!!!!!!
Okay ya volví volví.
Antes de cerrar, este capítulo está dedicado a AlexanderHergo199, un super amigo escritor que me ha ayudado bastante este último tiempo en salir de mis crisis de escritora, así que, cariño ¡Mil gracias y nunca cambies, por favor!
Ahora sí, volviendo, espero que les haya gustado a pesar de todo el capítulo, espero ver sus reacciones a ver si están igual de locas que yo o quizás ustedes entiendan a Biago, no sé, pero bueno seguro hay de todo como siempre.
Les amo no lo olviden y nos leemos la próxima vez que me hostiguen porque actualice ya 😅😅😅
Atentamente una dualidad.
Posdata de dato curioso
Esta es una confesión de escritora, debo aceptar que cuando me comienzan a acosar para que les actualice me llega el airesito (tipo rosa de Guadalupe) para la inspiración, sigan haciéndolo les doy permiso, 😅 espero así no demorarme tanto con lo que queda. 🤭
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