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Capítulo Cuarenta y dos

Capítulo Cuarenta y dos

San Luca, Italia.

03 de marzo, 2005

—¡Ven acá! —exigió Adolfo mientras corría detrás de Rubí. —¡Ven!

Corrieron adentrándose a la casa principal de la zona de campaña, pasaron por el lado de una Idara un tanto asustada y de un Piero confundido, pero los ignoraron mientras Rubí se apresuraba para llegar hasta la habitación. Cuando Adolfo logró alcanzarla Rubí cerró la puerta detrás de él y sin segundos Adolfo se apegó contra ella besando desesperadamente su boca. Ella le respondió tomándolo con fuerza y rudeza, Adolfo tomó sus piernas enlazándolas en sus caderas y la levantó lo suficiente como para presionar su erección en el centro de Rubí haciéndola gemir entre sus labios.

—No puedes calentarme y después dejarme sin nada —le reclamó mientras bajaba sus besos por su cuello.

—Creo que fue divertido —gimió Rubí sintiendo como las manos de Adolfo subían hasta su trasero apretando y luego golpeando suavemente.

—Eres una chica demasiado mala, estábamos comprando, ¿Cómo me iba a quedar con las manos amarradas?

Rubí rió, no pudo evitarlo, habían salido a recorrer la ciudad solo porque ese día se las darían de buenos amantes luego de unos meses caóticos en la organización, habían acabado en una tienda de ropa en la que Rubí se probó algunos vestidos y luego obligó a Adolfo a entrar con ella en los probadores. Ahí había surtido un buen momento de lujuria, besos por todos lados, manos tocando zonas prohibidas, pero finalmente Rubí había tenido la brillante idea de amarrar las manos de Adolfo con un cinturón y así tocarlo a su gusto, el problema fue que se detuvo, y como una vil mujer salió corriendo a la espera de que él la siguiera. Sorpresivamente lo había hecho, no estaba segura de cómo, pero Adolfo había logrado desatarse y arreglar su ropa lo suficiente como para salir corriendo a perseguirla prometiendo que si la alcanzaba se las pagaría.

Ahí estaban en una habitación en que Adolfo parecía tener el mando y Rubí estaba segura de que no se negaría a nada.

—Lo repito, fue divertido —señaló Rubí mientras Adolfo la llevaba hasta la cama para recostarla.

—Ahora te mostraré lo que es verdaderamente divertido, esposa amada.

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Se despertó un tanto asustada con el sonido de un celular, se deslizó por la cama en medio de los gemidos de Adolfo y sus quejas porque volviera a dormir, era bastante tarde para estar en la cama, pero luego de esa sesión de sexo ninguno de los dos había quedado con energías suficientes para moverse. Inevitablemente se tuvo que levantar cuando el teléfono no aparecía, tuvo que rebuscar de un lado a otro para finalmente encontrarlo debajo de los bóxer de Adolfo, levantó la tapa y se encontró con un mensaje de un número que no tenía registrado, extrañada abrió el mensaje y encontró tres simples letras: SOS.

Lo más rápido que pudo se colocó su ropa nuevamente sin importarle haber despertado a Adolfo en el proceso.

—¿Dónde vas, amor? —preguntó Adolfo, pero Rubí ya estaba saliendo escaleras abajo en busca de Idara.

Antes de que pudiera encontrarla tuvo que detenerse para no chocar con Piero quien le sonrió suavemente.

—Muy buen trabajo el de la semana pasada, Rubí —alabó nuevamente. —¿Cuándo tienes audiencia con la mamma santissima?

—El domingo, ¿has visto a Idara? —se apresuró sintiéndose inquieta.

—Sí, está en la oficina organizando algunos papeles.

Asintió corriendo por el pasillo a la vez que sentía los pasos de Adolfo por detrás y al igual que ella fue retenido por su padre. Logró adentrarse a la oficina cerrando con llave encontrando a una Idara un poco estresada por la cantidad de informes que tenía que revisar y organizar.

—¿Quién tiene este número? —cuestionó tirando el teléfono sobre los papeles atrayendo su atención de inmediato.

—¿Este? —Idara lo tomó y lo revisó. —Solo Roger, ¿por?

—Revisa el último mensaje.

Idara obedeció levantando la tapa y presionando las teclas para encontrar el mismo mensaje que Rubí, más el número sin registrar.

—¿De quién es ese número, Idara?

—¿Intentaste llamar?

—No —confesó mirando hacia un lado. —No estoy segura de querer saber realmente lo que significa.

—Claramente alguien necesita ayuda —respondió con simpleza marcando al número.

Esperaron en silencio por largos segundos, pero nada ocurrió.

—Nadie responde —Rubí suspiró, tenía un pésimo presentimiento, pero a la vez no quería ni siquiera confirmarlo. —Solo ignóralo, quizás alguien se equivocó, conseguiré otro teléfono para que no vuelva a ocurrir.

—No, averigua de quién es ese número, Idara —demandó firme.

—Bien.

*

San Luca, Italia

04 de marzo, 2005

No había podido dormir en toda la noche, se sentía demasiado intranquila como para lograr conciliar el sueño al lado de Adolfo y aunque él la había intentado relajar le fue imposible, tuvo que finalmente salir por la puerta trasera de la casa y sentarse en las escalinatas de la entrada, aun hacia frio del invierno, pero en unas semanas la primavera llegaría para darles un mejor abrigo, en ese momento agradeció la temperatura que la ayudaba a pensar en otras cosas.

—¿Qué te tiene tan angustiada? —Adolfo llegó hasta su lado sentándose junto a ella, siempre siendo atento a todos sus cambios de humor, era un hombre maravilloso, pero aún no lograba encontrar ese amor desmedido y hasta un tanto obsesivo que tenía por alguien más.

—No estoy segura, desde que llegó ese mensaje no he podido dejar de pensar en Viterbo —respondió mordiendo la yema de sus dedos.

—¿Pediste ya un informe sobre la situación por allá?

—Sí, pero no llegará hasta la madrugada y yo necesito saber ahora.

En ese mismo segundo el teléfono de Rubí comenzó a sonar con una llamada. Se levantó sobresaltada al notar que era de Roger y no dudó ni un momento en responder.

—Tenemos un problema —fue lo primero que recibió. —Y uno muy grave.

—Me llegó ayer por la tarde un mensaje de ayuda, ¿de quién era?

—El Sottocapo, Rubí —escuchó la voz entrecortada de Roger y con solo eso supo que era grave. —Iba a dejar a Agata al aeropuerto y el auto... Mierda, no pude hacer nada, cuando llegué estaba todo en llamas.

—Roger —titubeó Rubí sintiendo como su cuerpo se encogió ante la información y sus lágrimas comenzaron a caer lentamente.

—Biago está en cuidados intensivos, por suerte no tenía el cinturón de seguridad así que no estaba dentro del auto cuando explotó —susurró. —Pero Agata... no logró salir con vida...

Sintió como su cuerpo se paralizó ante la noticia, no tenía sentido, no debía haber ocurrido cuando estaba tan cerca de volver con todas las fronteras cubiertas, pero al parecer ya se habían adelantado y con un resultado para nada amigable. Lo único que supo luego es que tenía que correr por un auto e ir hasta donde fuera que se encontrara Biago, necesitaba verlo, necesitaba confirmar ella misma que aún vivía, y Agata... Lo sentía mucho porque lamentablemente había terminado siendo solo una víctima entre tantas.

Incluso con los gritos de Adolfo por detrás se subió al primer auto que encontró y arrancó sin demora, no tenía tiempo para planear, necesitaba estar allá, necesitaba confirmarlo, necesitaba verlo y necesitaba con mayor fuerza saber quién mierda había hecho ese desastre, pero claro, no necesitaba pensar mucho sobre eso, entendía lo que Dane había ido a pedir al Societá maggiore. Esa maldita perra había arriesgado no solo la vida de Biago, sino que también la vida de su propia hermana para cumplir con sus mierdas, pero eso se iba a acabar, no volvería a permitir que Dane siguiera avanzando y eso lo cumpliría incluso si tuviera que morir en el proceso. A la mierda la diplomacia y la venganza bien planeada, la iba hacer sufrir a su manera y lo iba a disfrutar.

*

Belcolle, Italia

04 de marzo, 2005

No había podido dejar de llorar, la noticia la estaba desarmando y sabía que no era la única en el mismo estado, frente a ella estaba Vita quien parecía perdida entre sus gimoteos por su hermana. Se estaba procesando el informe de defunción de Agata y claramente eso no era una buena noticia para los Vitelo, pero incluso con ello pudo notar que solo Vita los había acompañado hasta el hospital. Quiso reparar más tiempo en todo lo que estaba sucediendo, pero su corazón estaba desesperado por saber de su hijo, ese accidente lo había enviado a volar prácticamente por el parabrisas, algo que lo había dejado en coma, pero afortunadamente le había servido para escapar con más posibilidades de vivir que las de su esposa.

Su llanto se acrecentó pensando en los posibles escenarios en que Biago hubiera partido completamente de este mundo y en medio del dolor rezó agradeciendo que aun pudiera estar ahí, incluso con todo lo que significaba estar a la espera de una respuesta esperanzadora de parte de los doctores. Sintió los grandes brazos de su marido atrapándola en un gran abrazo que no dudó en responder mientras afirmaba su cabeza en su pecho dejándose ir con nuevos sollozos, Basilio se había comportado imperturbable y con la mandíbula tensa ante la noticia que había llegado a ellos hacía más de 20 horas atrás, pero incluso con esa mirada seria y comportamiento fingido sabía que estaba igual de destruido que ella.

De pronto, en medio de los llantos y suspiros de melancolía provenientes de Franco y Roger, sintió pasos que hicieron a todos alzar sus miradas, en el pasillo se estaba acercando Rubí con una mirada seria y para nada amigable, quiso ser la primera en recibirla para estrecharla en un abrazo que las hiciera sentir mejor a las dos, pero a cambio fue Vita quien la abordó lanzándose contra ella.

—¡Tú maldita asesina, fuiste tú! —chilló empujando a Rubí.

—De qué...

—¡Mataste a mi hermana, mataste a mi hermana mayor, mataste a Agata! —gritó Vita intentando alcanzarla con sus puños, pero lo único que logró fue que Rubí frunciera incluso más el ceño y la detuviera sosteniendo sus muñecas.

—No seas estúpida, Vita, si yo hubiera querido matar a Agata no hubiera dañado en el proceso a Biago —la sacudió un tanto buscando su enfoque y entonces ambas se observaron con seriedad. —Piensa, Vita, piensa quien realmente era una amenaza para Agata y entonces encontrarás a quien culpar.

Rubí llevó a Vita hasta los asientos en donde extrañamente la menor de los Vitelo se quedó en silencio observando un punto indefinido en la pared, luego de algunos segundos comenzó a llorar con más fuerza con una mano en su pecho mientras se removía por un dolor que no parecía saber de dónde provenía. Franco fue hasta ella, abrazándola y sosteniéndola, mientras Rubí por fin logró enfocar su mirada en Fiore.

Lo primero que vieron amabas fue la sonrisa triste y sus ojos hinchados del llanto, inevitablemente Fiore dio pasos rápidos hasta envolver a Rubí en sus brazos sintiendo como rápidamente su hija se deshacía en ellos comenzando a llorar.

—Necesito verlo, Señora Fiore, necesito verlo —sollozó entre lágrimas.

—Ven —la tomó Fiore ignorando la mirada poco amigable de su esposo.

Se separaron para caminar por el largo pasillo con puertas dobles que anunciaba el sector restringido, en el interior se escuchaban lamentos y órdenes de doctores que pasaban de un lado a otro. A medida que más avanzaron se encontraron con una enfermera que las detuvo.

—No pueden estar aquí.

—Necesitamos ver a Biago Felivene —demandó Fiore dejando su cuerpo en medio de la enfermera y Rubí, quien claramente no parecía muy amigable con la primera.

—No pueden pasar, está cuidados intensivos, nadie puede pasar.

—Me vas... —Rubí intentó adelantarse, pero Fiore la tomó del brazo obligándola a retroceder.

—Señorita, no serán más de cinco minutos —ordenó Fiore mirando a la enfermera con intensidad.

—Cinco minutos —aceptó comenzando a caminar. —Síganme.

Caminaron algunos segundos adentrándose hasta una sala llena de batas, guantes y mascarillas médicas, la enfermera les indicó que se colocaran todo antes de entrar y una vez envestidas las encaminó hasta una puerta contigua.

—Cinco minutos —les recordó la enfermera abriendo la puerta.

Fiore jadeó cuando logró ver a su hijo en medio de máquinas, dio algunos pasos adentrándose a la habitación hasta que la enfermera cerró la puerta detrás de ellas. Rubí solo se mantuvo inmóvil a una corta distancia de la camilla observando a Biago, mientras que Fiore no pudo detenerse hasta llegar junto a él e intentar alcanzar por lo menos su mano vendada.

—Mi niño, mi bebé, mi hijo —sollozó arrodillándose en el piso sintiendo como apenas lograba sostenerse.

—Me las va a pagar —escuchó por detrás, lentamente se volteó para ver a Rubí con los ojos llenos de lágrimas, los labios rojos con un poco de sangre y su cuerpo completamente tenso. —Me las vas a pagar, Dane, voy a devolvértelo segundo a segundo hasta hacerte pagar cada dolor que me has provocado, maldita mierda hija de...

—Rubí —Fiore se levantó hasta tomarla de los hombros, intentando y fallando en que la viera. —Por favor, mírame —susurró, pero ella no dejó de ver a Biago en la camilla. —Sé que estás enfadada ahora, pero no servirá de nada, no hay evidencia, no debemos sobre reaccionar, hija, por favor...

—Lo siento, pero me cansé de ser paciente —masculló devolviéndole la mirada por fin. —Esta me la cobraré por mí misma.

Rubí salió de la habitación sorprendiendo a la enfermera mientras que Fiore solo pudo seguirla corriendo. Vio como la vestimenta médica fue regada en el piso a medida que volvían por el pasillo hasta que se encontró con la espalda de Rubí mientras demandaba por respuestas.

—¿Quiénes quedaron en Viterbo? —preguntó a Basilio.

—Flavio y Dane quedaron al mando, llamaron a los caporegime también, comenzaremos una alerta prioritaria para cazar a los imbéciles que atacaron a mi hijo.

—No necesitas buscar más cuando los tienes bajo tu nariz —masculló Rubí. —¿Informaron a los Vitelo sobre la muerte de su hija mayor? —cuestionó esta vez hacia Vita quien no había parado de llorar.

—Mi padre... mamá... vienen... en camino... ellos retiraran el cuerpo... para comenzar... el funeral.

—Por eso Dane se quedó en Viterbo, esperará a que lleguen para ir a Palermo y ordenar las cosas por allá. Seremos aliados para descubrir a los culpables de esta mierda.

—Basura... si realmente estuvieran preocupados, Dane hubiera ido de inmediato a Palermo, Basilio, esto... es una mierda —masculló y comenzó a caminar dejándolos atrás.

Fiore corrió hasta ella deteniéndola, cuando sus ojos se encontraron no pudo ver más que determinación en Rubí, sabía que no podría hacerla cambiar de parecer, pues esto era la declaración de guerra en la que estaba segura que Rubí se encargaría de ganar.

—Dale un golpe de mi parte y procura volver a salvo, ¿entendido?

—Lo haré, mientras podría abrirle los ojos a Basilio, hágalo entender que esta guerra tiene un solo objetivo y esos son los Vitelo.

Asintió dándole el pase a Rubí para retirarse y desaparecer por donde había llegado.

*

Viterbo, Italia

04 de marzo, 2005

Rubí bajó del auto sin importarle si es que habría puesto el freno de mano o siquiera cerrado bien la puerta, lo único que sabía es que tenía que adentrarse a esa maldita casona y encontrar a la desgraciada llamada Dane Vitelo, subió las escalinatas ignorando los saludos de asombro de los empleados, algunos la llamaban otros simplemente se detenían a observarla susurrando si es que era real o una alucinación, pero ella solo pudo caminar hasta abrir puerta por puerta en busca de Dane.

Finalmente cuando se detuvo frente a la puerta de reuniones se encontró con los caporegime, a Flavio y a Dane a la cabeza de la mesa, no hubo preámbulo, se adentró y llegó hasta ella, pero incluso con las exclamaciones y las demandas de los presentes, no se detuvo. Golpeó la silla de Dane enviándola al suelo y queriendo llegar hasta ella, estuvo a solo un segundo de lanzarse cuando sintió que alguien la retenía por la espalda.

—Por la mierda, relájate —escuchó a Flavio que la sostenía, mientras veía como Dane se reincorporaba y la miraba con odio.

Me tomaste desprevenida —susurró en un inglés perfecto.

—Suéltame si no quieres que te golpee a ti —amenazó Rubí completamente tensa con los dientes apretados. —Diles que se vayan si no quieres que esto acabe mal para todos —demandó a Dane.

—Salgan por un momento, necesitamos conversar algunas cosas con Rubí —ordenó sin dejar de mirar a Rubí.

—Pero Dane —escuchó a Dante reclamar.

—¡Salgan! —volvió a exigir.

A regañadientes los cinco hombres en la sala salieron, Dante siendo el último cerró la puerta tras él no sin antes darle una mirada de preocupación a Dane, solo entonces comenzó la verdadera pelea, Rubí no tuvo reparos en llegar hasta Dane y golpearla contra la pared varias veces, pero Dane no se quedó atrás tomando las manos de Rubí y empujándola para luego darle con su puño contra su cara haciéndola retroceder.

—Tenemos que hacer un trato aquí —sonrió Dane sintiéndose victoriosa.

—Trato ni que mierda —masculló volviendo hasta ella.

Rubí lanzó tres golpes al rostro de Dane los cuales esta defendió sin problemas, avanzaron por la sala cuando los golpes pasaron a ser patadas y el impacto por fin parecía estar surtiendo efecto en Dane que retrocedía, cuando intentó devolverle el golpe Rubí tomó su mano sosteniéndola y aventándola contra la mesa, de tal forma que Dane quedó con todo su estomagó en la madera, mientras que Rubí tiraba de su brazo con la esperanza de romperlo.

—¡Maldita! —masculló Dane, intentando moverse para poder zafarse.

En ese momento Rubí notó las hojas repartidas en la mesa, habían antecedentes de todos los negocios de la familia Felivene, algunos que había revisado hace un año y otros que no había visto jamás, estaban los negocios de Biago que tenían mayores ganancias de las esperadas y unas cuantas buenas inversiones de Franco, pero entre todo lo que más le llamó la atención es que en medio de todos los papeles habían imágenes e instrucciones a seguir que evidenciaba claramente como devastarían a la familia Felivene, entre ellas una extraña unión entre Dane, Berlusconi y Napolitano, miembros activos del gobierno en Italia. Comenzó a escuchar la risa de Dane cuando notó que ya no estaba tirando de su brazo, simplemente estaba afirmada sobre su espalda impidiéndole el movimiento.

—¿Te das cuenta? Nunca me alcanzarás, no podrás ganarme, Rubí —rió Dane contra la mesa.

En respuesta Rubí se reincorporó y con decisión colocó su pie sobre la espalda de Dane tirando hasta que sus huesos sonaron haciéndola chillar. Casi de forma automática Rubí vio como Dane cayó al piso sosteniendo su brazo, pero incluso con el dolor ante sus ojos no se pudo detener, la levantó del cuello y comenzó a golpearla, puño otras puño contra su rostro dejando bastante mal esa cara de niña buena, mientras que Dane a duras penas lograba defenderse con una sola mano.

Cuando se sintió por fin satisfecha sostuvo a Dane desde el cuello y comenzó a presionar con desesperación, quería matarla, quería que su tráquea se rompiera y de una vez por todas dejara de existir.

—Si es que Meyer —susurró de pronto Dane con la respiración perdida—... hubiera sido más inteligente y te hubiera vendido al mejor postor, quizás ahora estarías de mi lado —completó tosiendo cuando Rubí por fin se alejó.

La vio caer al suelo con el brazo sin movimiento y su rostro completamente golpeado, seguramente tendría más marcas bajo de cuerpo que la harían recordarla por largo tiempo y aunque sabía que no podía matar a Dane, sonrió satisfecha con el trabajo hecho.

—Rubí, ambas queremos lo mismo, y puedo dártelo, podemos hacer esto juntas —propuso con una sonrisa fingida y la respiración agitada.

—No puedo creer lo que me estás diciendo —susurró Rubí viendo cómo se reincorporaba, no se lo permitió por mucho cuando la dio una patada en el estómago enviándola al suelo otra vez. —¿Qué te hace creer que yo quiero lo mismo que tú? ¿Qué te hace siquiera pensar que me aliaría contigo después de que mataras a tu propia hermana y dañaras al hombre que amo? Dame una sola puta razón por la que en este momento no deba arrancar tu piel trozo por trozo haciéndote sufrir —se inclinó acortando un poco la distancia y vio el segundo exacto en que en los ojos de Dane cruzó un miedo real, pero fue demasiado corto para su gusto.

—Si me matas, no solo será Biago el perjudicado, toda la familia Felivene desaparecerá del mapa, Rubí. Vamos, piénsalo, por algo no lo has hecho aún, sabes mejor que nadie que tengo el poder para hacerlo, pero soy una mujer de principios y sé que a Basilio y a Fiore no los puedo tocar, solo tomaré lo que es suyo dejándolos vivir, ¿no crees que soy buena en esto? Pero si es que me matas... no creo que mi padre sea así de considerado.

—Mujer de principios —repitió Rubí con burla dándole la espalda mirando los papeles en la mesa, aun no podía creer que había sido tan estúpida como para haber permitido pasar por alto el hecho de que los caporegime también estaban involucrados en el asunto, estúpida, estúpida.

—Piensa en mi propuesta, Rubí, podríamos remar hacia el mismo destino, solo necesitas decirme que sí, seríamos una gran dupla, yo con el poder y tú con la habilidad.

—Te equivocas, Dane —habló con seguridad girándose para verla aun recargada contra la pared. —Yo jamás seré peón de nadie, y si es que tengo que remar a un destino —rebuscó entre sus bolsillos un encendedor y tomó una de las tantas hojas de la mesa—... Será el que yo decida —completó tirando la hoja en medio de las demás.

—¡Que haces! —chilló Dane corriendo para salvar sus documentos.

Rubí caminó hacia la puerta dispuesta a irse mientras Dane se quitaba su chaqueta y golpeaba las hojas en llamas intentando aplacarlas.

—Nos volveremos a encontrar, Rubí, y esa vez no tendré piedad alguna de dejarte con vida —escuchó la amenaza, pero incluso así sonrió.

—Ya veremos quien destruye a quien —susurró saliendo por fin del lugar.

*

Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano

04 de marzo, 2005

Había dejado el auto a varios metros del lugar, ni siquiera estaba segura de cuantos minutos había estado caminando para llegar al centro de la plaza, era su primera vez en aquel lugar en donde la cantidad de personas era algo agobiante y desesperante, pero sabía que podría utilizarlo a su favor. Por fin había llegado hasta un prisma con una cruz en la cima, extrañó de pronto la compañía de Basilio quien a pesar de ser un Don gruñón siempre le comentaba aunque fuera un poco sobre lo que estaba observando o sus nombres. Había decidido no prestar mucha atención a los signos que encontraba en el camino, pero lamentablemente se dio cuenta que no sabía qué camino seguir, tenía una cita con la mamma santissima en varios días más, y solo entonces le dirían a donde ir exactamente, sabía que podía esperar, pero en realidad no lo quería así. Se animó a si misma con la convicción de que si incluso tuviera que pasar todo el día buscando la entrada lo haría, porque la situación lo ameritaba y Biago merecía que al despertar las cosas estuvieran resueltas, no permitiría que Dane tomara más poder del que ya estaba obteniendo y el camino que había elegido era el único que podría ayudarla a saldar todo de una buena vez.

Decidida caminó entre todas las personas que observaban la gran construcción que rodeaba más de cinco cuadras, llena de columnas altas y edificios con estilo romano, en la cima se podían ver esculturas de un montón de santos que alguna vez existieron, tal vez, no estaba segura, solo sabía que el lugar estaba lleno de eso, señales de historias bíblicas y del catolicismo que poco había tomado atención en las clases que le daba la Señora Fiore, se lamentó por eso, pero prefirió seguir caminando. Dentro quizás encontraría una señal que comprendiera.

La Basílica de San Pedro no estaba menos desocupada que el exterior y aunque le costó por lo menos media hora entrar con la cantidad de gente, no podía decir que se sentía decepcionada con el lugar, la extensión era algo abrumadora, llena de cuadros, esculturas de santos y pilares gruesos tallados con diferentes figuras de ángeles y otras cosas que no lograba identificar. En la parte central de la Basílica se podía ver un largo corredor con cadenas de asientos hasta llegar al frente de tres altares, dudó si realmente esa era la dirección a la que debía ir, pero en realidad no tenía ni idea de cómo comprobarlo. A los lados y del mismo camino se encontraban diferentes esculturas de santos que si lograba poner atención a las palabras de algunos guías parecían tener todos una historia importante por la que estaban ahí, ninguna de esas esculturas estaba al azar y la mayoría de las pinturas y diseños habían sido hechas por un tal Miguel Ángel, así como también el diseño de las cúpulas que parecían estar llenas de escenas y escritos en latín que significaban mucho para las personas que estaban ahí. Entre algunos guías escuchó a uno hablar sobre las Grutas Vaticanas, donde al parecer entre la restauración de la antigua Basílica y la creación de la nueva se habían creado especies de iglesias subterráneas que estaban siendo utilizadas para conservar los restos de diferentes personajes importantes a los que no les prestó atención, solo cuando el guía señaló el lugar por el cual llegar se acercó como si fuera parte del grupo turista observando la escalera doble rodeada de pequeñas columnas que formaban una circunferencia bastante elegante. Sabía, por las palabras del guía, que no cualquier podía pasar por ahí y solo en casos especiales habían invitados que visitaban las tumbas, pero en ese momento no tenía tiempo para esperar esa ocasión.

Vio como el grupo avanzó para observar los siguientes pilares mientras que ella se quedaba atrás detallando el lugar, solo tendría que saltar las vallas que la detenían y algunos pilares que estaban al alcance, pero sabía que aquello llamaría la atención, los guardias que no parecían estar más que para ocupar espacio no contaban como un peligro para Rubí, pero aun así tuvo la precaución esperando a que se distrajeran para avanzar. Quince minutos después cuando vio que comenzaba a llegar más gente y los guardias se movilizaban para controlar a la multitud aprovechó para saltar los límites y escabullirse por la escalera. Se adentró sin siquiera mirar atrás con la esperanza de no estar yendo por el camino equivocado.

Al final de la escalera se encontró con el cofessio (lugar de una iglesia destinado a la sepultura de un santo o mártir) de San Pedro, mientras que a los lados y por diferentes pasillos podía ver las tumbas del Padre Pio, de Paulo II y algunos otros de los que no tenía ni idea de su existencia, prefirió no reparar en ellos y más bien seguir la ruta de pasadizos que se escondían más adelante, su intuición la guió a avanzar sin siquiera saber hacia dónde iba, incluso cuando la luz comenzaba a escasear decidió continuar llegando finalmente hasta una nueva escalera desde la que salía un olor bastante peculiar.

A pesar de que el aroma que salía desde abajo la comenzó a hacer sentir mal, un poco mareada y con nauseas decidió avanzar, alguien debía estar ahí para mantener algo encendido, supuso, por lo que sujetándose desde la pared de cemento avanzó con cuidado donde el aroma se hacía cada vez más fuerte. Cuando finalmente llegó al final de la escalera sintió que su respiración se acortaba, se sentía tan agitada y cuando pasó una mano por su frente estaba completamente sudada, fuera lo que fuera ese olor claramente era más fuerte que todas los venenos con los que había estado jugando alguna vez en el pasado, recordó fugazmente a Meyer enseñándole los nombres de diferentes inyecciones y como es que una pequeña Wang Xia solo la había ignorado mirando los colores del líquido.

Agitó su cabeza, ese era un recuerdo que no había tenido, ese aroma no solo estaba adormeciéndola y neutralizando su cuerpo, sino que estaba removiendo su conciencia y en ese momento no tenía tiempo para eso, se acercó a la única puerta que había enfrente, en la que en la cima podía verse un incensario. Quiso alzarse y botarlo para acabar con la agonía, pero su cuerpo le impidió cualquier movimiento, a cambio solo agradeció las pequeñas lámparas que había a los costados que la guiaron a su destino.

Sin tocar la puerta abrió de par en par con la esperanza de eliminar un poco el olor, pero se encontró con que era mucho más fuerte y la mezcla de aromas solo le incentivo a vomitar a un costado.

—Mierda —masculló alzando la mirada alrededor.

En medio de la sala se encontró con una excéntrica mujer que la observaba desde una corta distancia con un asombro palpable, pero que no logró detallar por mucho tiempo, sus ojos comenzaron a nublarse y perderse por algunos segundos mientras intentaba sacudirse a sí misma para reaccionar.

—¿Cómo llegaste hasta aquí? —preguntó la mujer, o eso parecía haber preguntado.

Rubí solo negó intentando fallidamente responder con elocuencia, su mente estaba perdida y los recuerdos comenzaban a angustiarla más que la sensación de ahogo.

—Me parece que no soportarás mucho tiempo, niña —comentó la mujer divertida rompiendo el silencio otra vez. —¿A qué has venido a arriesgar tu vida hasta acá?

—Vine... —susurró Rubí sintiendo su garganta seca y sus labios partidos con rastro de sangre. —Busco... a la mamma santissima —logró articular. —Necesito de su ayuda —completó.

—¿Y qué te hace pensar que ella te ayudaría? —cuestionó la mujer inclinándose un poco para buscar su mirada.

—Porque... puedo ofrecerle algo... que nadie más en este mundo... podría darle...

—¿Y eso que sería?

Solo entonces notó que estaba semi-encorvada y que muy prontamente tocaría el suelo, sintió sus piernas fallar y como la respuesta en su cabeza perdía sentido cuando su lengua la intentaba articular, pero incluso antes de caer por completo susurró: —Mi vida...

No logró terminar su frase cuando no dio más, el aroma había adentrado de tal forma en su sistema que su respiración se había detenido, cayó al suelo de golpe dándose de bruces contra la alfombra sin siquiera poder sostenerse con sus manos cuando se estrelló de lleno, estaba sem-inconsciente sintiendo los pasos de la mujer a su lado, pero incluso con ello no podía mover ninguna de sus articulaciones, fuera la mierda que fuera que esa mujer estaba quemando en ese incensario era más fuerte que cualquiera de las inyecciones con las que había jugado en sus años en Blood Eyes y por más que intentó resistirlo, su cuerpo no soportó por mucho enviándola por fin a la soñolencia.

*

"Hay mejores formas de matar a una persona, Xia, quítales todo, destrózales el alma, róbales hasta el más pequeño de sus tesoros y verás cómo se destruye sin mucha demora, el amor, la esperanza, el poder, arrebátales todo y entonces morirán por su propia cuenta con la tortura más cruel que el dolor de un disparo". Mónica Meyer había recitado esas palabras como última enseñanza para su graduación como asesina en Blood Eyes, había sido algo que Xia había absorbido como un mantra para aquellos asesinatos más planeados y de mayor data, por ello estaba segura que si aquella mujer se lo proponía también aplicaría el mismo sistema con ella, el dolor de la tortura no sería nada contra la muerte del amor de su vida...

—Devan...

*

Basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano

05 de marzo, 2005

No podía despertar, aun no lograba abrir sus ojos por más que batallaba y las lágrimas seguían cayendo, su corazón agitado con mil pesadillas y recuerdos involuntarios la tenían agobiada y por más que intentaba moverse para terminar de una vez con la tortura nada surtía efecto.

—¿Qué hará con ella, Señora? —escuchó a lo lejos pasos por lo que incluso con la desesperación se dejó ser esperando encontrar una respuesta en quienes se acercaban.

—Mmh... Ella está viva —susurró la mujer, podía reconocer la voz de aquella que había encontrado en la habitación.

—Sí, mi Señora, ella sobrevivió a su incensario y encontró por si sola el camino hasta usted, tenía una reunión este domingo, pero no la respetó, ¿debemos eliminarla?

—No, creo que tengo algo mejor para esta chica. ¿Cuál dijiste era su nombre?

—Rubí, mi Señora.

—Rubí... Tal vez sea momento de tomar a alguien bajo mi cuidado y guiarlo a mi camino, tal vez y solo tal vez encontré el heredero que tanto me estabas exigiendo, Ugolino.

—Pero mi Señora... es una china... no tiene relación alguna con nuestra sangre y raza.

—Hay veces en que ciertas cosas no importan, amado mío, y esta es una de ellas.

—Creo que se está equivocando.

—Eso lo veremos... eso lo veremos —repitió alejándose junto a quien fuera su acompañante.

Rubí quiso intentar levantarse, ir con ellos y terminar de una vez con todo, pero nuevamente el aroma comenzó a esparcirse en la habitación y esta vez la batalla fue mucho más corta.


****** 

Posdata de dato curioso

¿Sabían que la Ciudad del Vaticano es un país? Pues yo no tenía ni idea y me enteré cuando estaba escribiendo 😂 pues fíjese que tienen sus propias jurisdicción y blablabla, de lo que uno se entera mientras escribe ¿No?😅

Entre otras cosas intenté ser fiel con la descripción de la basílica de San Pedro, ojalá se haya entendido algo 😂 y todo es real hasta que entra las grutas, ella existen, pero ni idea si es que habrán pasadizos secretos 😅😂.
Okay creo que ya mate muchas ilusiones, me retiro ❤️❤️

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