Capítulo Cuarenta y cuatro
Capítulo Cuarenta y cuatro
Aurita' Portuale Del Porto Di Gioia Tauro, Italia
12 de abril, 2005
El sonido de los barcos llegando y otros saliendo del puerto la hizo sonreír recordando el primer día que había despertado en Italia hacía cerca de dos años atrás, sentía que habían pasado siglos desde aquel día en la bruma, pero la verdad era que no había sido hace mucho, e incluso con el corto tiempo muchas cosas habían cambiado desde ese entonces.
Caminó hasta reunirse con los hombres que estaban organizando y gritando ordenes por doquier para llenar el cargamento, ese día se haría un envío de cocaína hacia el mundo, el primero del año para la 'Ndrangheta y Piero le había pedido que asistiera para mostrarle como procurar que aquello funcionara a la perfección en el futuro, cuando fuera ella la que tomara el mando, además de que había mencionado algo sobre las regalías que había estado recibiendo luego de su visita a la Basílica de San Pedro.
Llegó finalmente frente al grupo de sgarrista(soldados) que observaban como el contenedor se arrimaba a los otros y el hombre en la cima soltaba el arnés para dar por finalizada la tarea. Se acercó a Piero que con calma daba la última calada a su cigarro para luego soltar el humo y dar la última orden de la noche: enviar la mercancía a su largo viaje por el mar.
—Hasta que llegas —comentó Piero girando el rostro para ver a Rubí.
—¿Ya está todo listo?
—Listo y dispuesto, el barco saldrá en unos minutos y será acompañado por varios de mis hombres para que la mercancía sea bien distribuida.
—¿Cómo logran que no haya problemas en la aduana?
—Las transacciones se hacen a bordo, normalmente por transbordadores o antes de llegar a las fronteras, en sectores libres de cualquier jurisdicción, así cuando llega realmente al puerto no hay nada que pueda registrar nuestra participación.
—Es una buena técnica.
—Es básico, Rubí, pero tú me has sorprendido, aunque enviar lejos a mi hijo sigue pareciéndome innecesario.
—Prefiero que esté lejos y fuera de peligro antes de que se quede aquí y amenacen su vida como lo han hecho con Biago.
—Bien —asintió. —Pero recuerda que no estás sola, no serías la única cuidando a Adolfo si estuviera aquí.
—Pero sería mi responsabilidad.
Piero se detuvo a observarla con su tranquilidad acostumbrada y luego de dar un largo suspiro negó lentamente.
—Parece que te has integrado muy bien a este mundo, Rubí, pero no has aprendido lo primordial de trabajar para la mafia.
—¿Y eso que sería?
—Aquí somos todos familia, la familia se cuida la espalda, Rubí, no olvides que no trabajas sola, ya no eres más una asesina, eres parte de nosotros.
Por un segundo el silencio se extendió mientras Rubí observaba a Piero tras aquellas simples palabras. Lamentablemente ni siquiera le dio tiempo de profundizar en ello cuando el Contabile(contador) les pidió acompañarlos a una sala apartada en el puerto para hablar de los futuros negocios y sobre cómo se harían las transacciones para que luego el Jefe General pudiera comercializar la droga a un buen precio. Cuando llegaron al término de la reunión Piero y Rubí volvieron a quedarse solos conscientes de que desde ese momento en adelante habrían muchas cosas con las cuales trabajar.
—¿Cuál fue el trato que hiciste finalmente con la mamma santissima? —preguntó Piero obligando a Rubí que lo mirara.
—Vendí mi alma al diablo —suspiró con una sonrisa. —Fue una conversación algo extraña, pero al parecer quiere que acabe con Cosa Nostra por dentro a cambio de destruir a los Vitelo.
—Eso es un tanto... desigual —meditó Piero.
—Lo es, lo mencioné, pero luego de eso me dijo que obtendría muchos beneficios, o algo así, al ser parte oficial de alto rango de la Societá Maggiore(sociedad mayor), ve a saber tu qué es lo que significa.
Rubí se encogió de hombros restándole importancia, pero en cambio para Piero fue como sentir que le abrían una puerta al cielo, eso no solo significaría que habrían privilegios como Clan sino que el poder y el estatus dentro de la misma organización para la familia Rossi sería completamente diferente con ese pequeño paso que Rubí había logrado.
—Pero ocurrió algo más —interrumpió de pronto Rubí.
—¿Qué ocurrió?
—Recobré... recobré mi memoria —susurró mirando hacia un costado.
—Mierda —masculló Piero. —¿Qué significa eso? ¿Estoy hablando con Wang Xia o con Rubí? —preguntó sintiendo todo su cuerpo tensarse, no sería bueno para sus planes si es que Rubí decidía volver hacia su pasado.
Antaño había servido a la 'Ndrangheta como asesina y con eso había bastado, nunca nadie había necesitado más de sus servicios y jamás se había intentado saber qué más podía hacer esa muchacha, pero en ese momento cuando la misma asesina había logrado lo que él en años no había podido siquiera acercarse a hacer, sería un verdadero desperdicio notar que ella podría escapar.
—Wang Xia murió el 6 de abril del 2002, ese día no solo perdió la misión sino que perdió todo lo que tenía, desde el amor de su vida hasta lo que podría llamarse su hogar y entonces... murió a manos de quien nunca pensó que podría hacerle más daño del que ya había provocado —masculló observando un punto indefinido.
Un extraño silencio se formó en la sala mientras Piero observaba a Rubí comerse la rabia y el odio recordando un pasado que probablemente ella misma había elegido olvidar entre la bruma de la muerte, pero aun así con toda la curiosidad encima prefirió esperar hasta que ella continuara lo que fuera estaba dispuesta a decir.
—La persona que tienes frente a ti, Piero Rossi, es Rubí, tu hija política y eso es lo único que seré desde ahora en adelante —sentenció con su seguridad innata.
—¿No has pensado en volver y vengarte contra quien sea la persona que te hizo... eso? —realizó un ademan con su mano intentando abarcar lo que fuera que a ella le estuviera dañando.
—No —negó con su cabeza cerrando sus ojos. —No te voy a mentir diciendo que no fue lo primero que quise hacer cuando desperté, pero —abrió sus ojos y suspiró. —...No es el momento para pensar en el pasado.
—¿Qué pasa si el pasado vuelve? —preguntó suspicaz desconcertándose un tanto por la sonrisa de suficiencia que se formó en Rubí.
—Si eso pasa, entonces encontrarán a alguien que no tendrá piedad alguna para devolverles todo —declaró pareciendo completamente satisfecha.
Se vieron interrumpidos por un golpeteo suave en la puerta de la sala, pero antes de molestarse ambos sonrieron conscientes de que quienes habían llegado eran finalmente la señal de que todo estaba a punto de cambiar en la organización y aquello solo traería mayor ganancia, mejores beneficios y un mayor poder no solo en Calabria sino que en toda Italia.
*
Porta Pertusa, Ciudad del Vaticano
14 de abril, 2005
Se había pasado los tres días anteriores planificando qué diría y cómo actuaría ante tal eminencia, también había llamado a alguno de sus hombres para que la llevaran y la escoltaran, era necesario mostrar un poco de lo que ella poseía para dar una buena impresión, o por lo menos eso había pensado. El día mismo algo la hizo titubear, sintió de pronto el miedo subir por su cuerpo como un efecto de corriente que le advertía no ir, pero de todas formas se subió al auto para atreverse a alcanzar algo que jamás había pensado. En el último momento su transporte fue detenido, y un hombre de unos 40 años se presentó frente a ella anunciando que sería su chofer, había sido un requisito directo de la mamma santissima al parecer, y ese debió ser su primer indicio. Aceptó ir por el solo hecho de que no quería faltarle el respeto, pero de todas formas exigió que algunos de sus guardias la escoltaran.
En el momento en que el chofer finalmente se estacionó su decepción la hizo fruncir el ceño y un montón de pensamientos comenzaron a viajar a mil por horas impidiéndole bajar del auto. La calle estaba desierta y frente a ella se encontraba donde antiguamente correspondía a la puerta de la ciudad del Vaticano, pero que en la actualidad servía solo como una atracción en ruinas. El chofer la incentivó a salir y aunque lo hizo a regañadientes simplemente tuvo que avanzar por la grava. Vio como a lo lejos sus guardias se detenían en puntos estratégicos, pero cuando su mano derecha intentó acercarse de inmediato el chofer lo obligó a retroceder.
—Lo necesito conmigo —replicó Dane con molestia.
—Lo siento, Señorita, reglas de nuestra señora, debe entrar usted sola.
Miró hacia atrás intentando medir sus posibilidades, la opción de que aquello fuera una trampa pasó por su cabeza fugazmente, pero la descartó por completo, conocía el poder que tenía el solo nombre de la mamma santissima no habría forma de que alguien pudiera engañarla jugando con ello, pero incluso con ese conocimiento titubeó, si realmente algo iba mal ahí y entraba sola, no podría escapar, no habría forma de salir viva, era prácticamente aceptar entrar a la boca de un lobo sabiendo que te comería sin piedad.
—No se preocupe, Señorita, nadie le hará daño, será presentada frente a los altos mandos y nuestra señora le transmitirá algunas palabras, si en cualquier momento se siente incómoda yo mismo puedo ayudarla a volver —el tono del hombre la tranquilizó y aunque aún tenía sus dudas decidió continuar avanzando.
El hombre le dio la espalda y tocó la muralla tres veces sin causar sonido alguno, pero al parecer fue suficiente para que la puerta comenzara a moverse. Del otro lado apareció un anciano desgarbado que parecía repudiar el mundo con su expresión, él solo se movió hacia el costado invitándola a pasar. Intentó retroceder, pero solo logró mirar atrás por última vez y luego ingresar a lo que parecían largos pasillos oscuros de cemento antiguo. Suspiró profundamente cuando la puerta se cerró detrás de ella y el hombre desgarbado comenzó a avanzar guiando el camino, mientras que el chofer avanzó a su lado incentivándola a continuar.
La llevaron por unas escaleras y luego algunos pasillos más hasta adentrarse a un gran salón, en el lugar por lo menos habían diez hombres de diferente estatus en Italia, algunos que no conocía de nada y otros que identificaba del gobierno, entre ellos Napolitano y Berlusconi quienes solo a unos días habían roto el trato que tenían con ella, entonces lo notó... a la cabeza de la mesa se encontraba una silla que le daba la espalda, por lo que no podía visualizar quien ocupaba el lugar, su mente comenzó a maquinar ideas y posibles razones por la que todos esos hombres estuvieran ahí, pero incluso entre todo lo que pensó nada la preparó para cuando la silla comenzó a moverse y frente a ella se mostró una sonrisa arrogante, esos ojos rasgados y esa mirada de seguridad.
Tuvo que tomar una larga respiración para no descomponerse en el mismo momento, supo de inmediato que su presentimiento en la mañana había sido bien justificado y que como una estúpida se había dejado llevar por su emoción al encontrar la carta, había sido un estúpida y solo entonces comenzó a notar todo lo que estaba mal, comenzando por que había sido Roger quien le había entregado la información y terminando porque la habían obligado a entrar sola. No solo había sido una tonta estúpida, sino que además había caído en una trampa básica que le avergonzaba admitir, cuando su padre se enterara la encerraría, aunque eso solo sería si es que lograba salir viva de aquel lugar. Se dijo a sí misma que no le daría el gusto a Rubí de dejarse caer ni mostrarse vulnerable, no le daría el gusto de verla derrumbarse como se sentía internamente, por lo que simplemente endureció su expresión y apretó los puños con el odio burbujeando por todo su cuerpo.
—Adorada Dane Vitelo, bienvenida a nuestra comisión general —saludó Rubí con una sonrisa de suficiencia que odió al segundo, esa maldita perra se las iba a pagar.
—¿No vas a saludar a la mamma santissima, Dane? —preguntó Berlusconi con una sonrisa.
Respiró con fuerza intentando reponerse, no podría ser posible, se dijo a si misma que podría sobrepasarlo como una dama y eso simplemente le restregaría en la cara a esa puta quien era la mejor de las dos.
—Un gusto conocerla, mamma santissima —sonrió. —Me asombra que usted sea tan joven.
Un brillo peculiar se instaló en los ojos de Rubí, que solo le aumentaron las ganas de matarla, intentó detenerse a sí misma tomando su muñeca y enterrando sus uñas en ellas, el dolor le servía para no pensar más allá, de esa forma se controlaría, o por lo menos eso esperó.
—Tienes el privilegio de conocerla, deberías ser más respetuosa —reprochó Napolitano.
—¿Esta es la muchacha que quería conocer, nuestra señora? Ni siquiera tiene el porte —masculló uno de los vejestorios en la mesa.
—No es como si no la conociera ya, Don Stragio, quería reencontrármela aquí para darle algunos anuncios que seguro a ella le encantaran. ¿No es así, Dane Vitelo? —sonrió moviendo su cabeza con suavidad.
—Perra —susurró en inglés causando la conmoción en la mesa.
—Me parece inaudito.
—¡Le ha faltado el respeto a nuestra señora!
—¡Ejecútenla!
—¡Pide perdón frente a nuestra señora!
Los hombres parecían tan enojados que no pudo evitar dar un paso hacia atrás asustada por todos los golpes sobre la mesa y los dedos apuntando por su muerte. Hasta cierto punto no pudo seguir retrocediendo cuando chocó contra la pared y simplemente ellos no se detenían.
—Calma, Señores —habló Rubí levantándose en la mesa. —Puede decir lo que quiera, de todas formas cuando regrese lo hará arrastrándose en busca de piedad.
—Me las vas a pagar.
—Utilizar otro idioma no te quitará la pena, pequeña prostituta —le indicó uno de los hombres.
—Aquí todos saben quién eres, Dane, no hay que ocultar nada, así que te invito a sentarte, que luego de lo que te voy a decir no creo que puedas mantenerte en pie —le indicó la silla frente a ella, pero incluso con todos los hombres en calma no pudo dar un paso más.
—Puedo escuchar desde aquí —afirmó sin soltar su muñeca que ya comenzaba a sangrar por sus uñas.
—Bien, como gustes.
Rubí rodeó la mesa posando suavemente una mano en cada uno de los hombres en la sala, ellos en respuesta le dieron un asentimiento en reconocimiento y algunas palabras de gratitud como si fuera algún tipo de santo que había bajado del cielo. Era inaudito esa mujer ni siquiera era italiana, ni siquiera estaba cuerda como para tener posición en ese lugar, no podía ser cierto, no, no podía, pero entonces, en un momento en que se veía tan lejana, al otro ya estaba sobre ella tomando su mentón y susurrando con un tono de amenaza que la estremeció por completo.
—Tienes 15 días para desaparecer de Italia, de otra forma toda tu familia irá desapareciendo una a una frente a tus ojos sufriendo con cada tortura que provoque en ellos y ese solo será el comienzo para que cada firma, cada muerte y cada trato sucio que has hecho comience a aparecer públicamente, entonces no seré yo quien te mate si no que tu propia gente buscará por ti, atormentándote, ahogándote hasta que tengas que suplicar porque se detengan —sonrió respirando con suavidad y retomó. —Vete de Viterbo, deja en paz a la familia Felivene y desaparece antes de que el juego comience.
—¿Por qué siquiera me estás dando un plazo? —se atrevió a preguntar. —¿Por qué no me matas y ya?
—¿Qué tiene de divertido atrapar al ratón en su propia trampa? Claramente el gato le da un poco más de ventaja para que la persecución sea más emocionante —sonrió y la soltó con brusquedad. —15 días, Dane y entonces comenzará el verdadero juego.
*
Palermo, Italia
15 de abril, 2005
Había corrido, literalmente, luego de la reunión, y a pesar de que le había costado todo una noche llegar hasta su hogar por estúpidos contratiempos. Sabía que ya no tenía tiempo y había tenido suerte de que Rubí hubiera sido tan estúpida como para dejarla viva, en ese momento sabía que no solo ignoraría su oferta, sino que le devolvería el golpe y este ya sería el final, se habían acabado los preámbulos o planes a largo plazo, era momento de tomarlo todo sin siquiera pedir permiso.
—¿Qué haces aquí? —reprochó su padre al verla llegar a su oficina consciente de que debería estar manipulando las cuentas de los Felivene para que la crisi entrara en ellos con mayor intensidad.
—Se acabó, papá —sentenció. —Ya no podemos seguir esperando, hay que acabarlos completamente, debemos dar el golpe final.
—¿De qué hablas? —preguntó extrañamente interesado.
—Ejecutemos el plan final, papá, utilicemos a Cosa Nostra contra los Felivene y entonces toda la región de Lazio será finalmente nuestra, es el momento —exigió con el corazón agitado.
—Ya habíamos hablado de esto, Dane, no podemos hacer nada de golpe.
—Tengo en mis manos a todos los caporegime de los Felivene, las familias alrededor ni siquiera estarán enteradas del cambio de poder y solo tendrán que aceptarlo cuando estemos ahí, los Felivene están débiles, papá, basta de ser miserables aquí en Palermo, si tan solo nos hubiéramos ido antes ya hubiéramos podido obtenerlo todo, papá, es momento de mover la última pieza y destruirlo todo.
Gioto se mantuvo en silencio, observando como la ambición y el miedo se mezclaban en los ojos de su hija, el último movimiento no solo implicaba ocupar el territorio de los Felivene sino que significaba colocar a todo Cosa Nostra en contra de esa familia que había sido su competencia por años, pero él sabía mejor que nadie que eso implicaba tiempo, años de negociaciones y conversaciones serias entre familias, romper con la alianza de la organización no solo significaba eliminar a los Felivene y obtener el triunfo, sino que significa comenzar una nueva guerra entre familias y eso había intentado evitarlo por cualquiera de los medios, quería el poder que había obtenido Basilio en Lazio, pero no podía arriesgarse a obtenerlo dejando un desastre más grande por detrás.
—Me llamaron desde la 'Ndrangheta —anunció de pronto Dane interrumpiendo su reflexión interna.
—¿Por qué lo harían? ¿Te querían de prostituta otra vez? —se atrevió a bromear obteniendo una mueca de disgusto de Dane.
—La mamma santissima quería verme —masculló, con solo eso los ojos de Gioto se iluminaron. —Sí, también pensé que era algo bueno, pero fue una trampa, una reunión a la que Rubí quería que asistiera para que me diera cuenta del poder que ella había obtenido, no sé cómo lo logró, papá, no sé cómo pudo escaparse tanto de mi mira, esa perra...
—¡Figlia di troia(hija de puta)! —exclamó tan de pronto que sobresaltó a Dane cuando comenzó a barrer con todo lo que había sobre el escritorio, lazando papeles, carpetas, lapiceras y una copa que se estrelló contra la pared. —¡Eres una estúpida hija de puta! —gritó Gioto nuevamente apuntándola.
—Pero... papá —susurró retrocediendo.
—¡¿Cómo pudiste ser tan estúpida de no matar a esa mocosa engreída?! ¡¿Cómo, Dane?!
—Papá, yo...
—¡No! Se acabó, desde ahora en adelante yo me encargaré de todo, estás fuera... ¡Costa! —terminó por gritar haciendo que de inmediato la puerta se abriera mostrando al hombre de mayor confianza de su padre.
Dane intentó alejarse, pero sabía que para donde fuera que intentara caminar sería atrapada.
—A sus órdenes, Don —habló Costa.
—Lleva a Dane y enciérrala en algún lugar del que no pueda salir nunca más, no quiero volver a verla, desde ahora solo tengo una hija —sentenció.
—Pero, papá —chilló Dane al tiempo que Costa tomaba su muñeca y comenzaba a tirar de ella. —¡Papá, no! ¡Aún debo decirte! ¡Papá!
Intentó seguir hablando, intentó detener al hombre que tiraba de ella, pero incluso con toda su fuerza no sería suficiente para evitar su encierro otra vez.
*
San Luca, Italia
25 de abril, 2005
—¡Rubí!
Idara salió corriendo de la oficina gritando el nombre de su amiga, y jefa, tras la última información que había recibido, aquello no solo era sospechoso sino que además podría traer varios problemas a la familia Felivene, sabía que en su posición como aprendiz de maestro di giornata(maestro del día) en la 'Ndrangheta no debía preocuparse por una familia que habían dejado atrás, pero teniendo en cuenta que en realidad habían llegado hasta ahí por ellos no pudo evitar correr con más fuerza hasta llegar al arco que separaba el campamento con la ciudad de San Luca donde Rubí estaba dando las instrucciones a los Camorrita quienes irían a recolectar el dinero de las extorciones en unos minutos más.
—Rubí —exhaló Idara al llegar al lado de su amiga.
La aludida se giró suavemente solo un minuto después de que diera todas las instrucciones y les permitiera partir a los hombres, el tiempo suficiente para que Idara lograra recuperar la respiración nuevamente.
—Uy, amiga, necesitas entrenar, casi mueres con correr un poco —se burló con una sonrisa.
—Tengo que mostrarte algo —le extendió un arrugado papel en el que había anotado la información. —Llamó uno de tus informantes de Sicilia, específicamente de Palermo y dijo...
Rubí levantó una mano para que se detuviera mientras leía el papel lentamente, ahí se informaba que Gioto se había reunido con Lo Piccolo y Messina ambos Jefes de Familia que apoyaban directamente a Cosa Nostra, y que al parecer también había pedido una audiencia con Provenzano, pero que este último había sido más difícil de encontrar que los dos anteriores. No solo eso sino que además, posterior a las respectivas reuniones Gioto había hecho un pedido enorme de armas para equipar a su familia y prontamente serían transportadas a un destino que desconocían. Claramente el hombre estaba moviendo las piezas del juego y Dane no había captado la amenaza como había sido. Rubí arrugó finalmente el pequeño papel y se lo devolvió a Idara con brusquedad.
—¿Qué haremos? —preguntó Idara.
—Tengo que visitar a Provenzano y luego ir a despertar a la familia Felivene antes de que todo mi esfuerzo por protegerlos se vaya a la mierda —masculló caminando en dirección a la casa principal.
—Pero Rubí eso significa que tendrás que dejar Calabria, ¿Qué pasará con la 'Ndrina(clan)? —preguntó preocupada.
—Las cosas aquí están funcionando bien, el clan Strangio y el Pelle Votari han levantado las armas por un momento gracias a la intervención de la Societá Maggiore y los beneficios para los Rossi solo necesitan ser bien administrados, no hay nada que pueda causar un gran problema aquí si me voy ahora, no cuando tú estés aquí manejando todo —sentenció deteniendo su caminar.
—¿Yo? ¿Estás loca? Don Rossi jamás me permitiría dar órdenes como tú lo haces, mucho menos podré administrar algo cuando Fazio está encima de mí todo el tiempo dándome órdenes para ser una buena Maestro di giornata, no soy como tu Rubí —habló rápido y con desesperación sintiendo como sus manos comenzaban temblar.
—Una lástima, Idara, porque tendrás que aceptarlo sin más, no necesitas ser como yo para saber manejar este lugar, con el tiempo que llevas aprendiendo de seguro lo harás incluso mejor... Vamos, debemos hablar con Piero.
—Pero, Rubí —reclamó Idara acercándose para tomar su mano y deteniéndola otra vez. —No puedo —susurró al borde del llanto. —Realmente no puedo.
Rubí la miró de arriba abajo con nada que reflejara lo que estaba pensando, simplemente parecía estarla evaluando cuando Idara lo único que quería era enrollarse en posición fetal y llorar ante una proposición que la aterraba más que cualquier otra.
—¿Quieres seguir a mi lado, Idara, o quieres volver a Lazio y correr a los brazos de Franco? —aquella pregunta la tomó por sorpresa, por lo que inevitablemente soltó la mano de Rubí titubeando.
—Quisiera volver a verlo —susurró. —Pero prometí estar a tu lado, Rubí.
—¿Hasta cuándo? ¿Hasta que logre vengar la muerte de tus padres y luego te irás? ¿Hasta cuándo realmente quieres seguir a mi lado, Idara? —cuestionó con seriedad.
—Yo... —titubeó. —No lo he pensado... simplemente...
Miró hacía adelante donde estaba la casa principal, donde había dejado muchos papeles sin registrar y donde posiblemente había perdido algunas llamadas, esa vida que estaba llevando a comparación de ser lavandera en una pequeña ciudad al lado de Viterbo, claramente era mil veces mejor, tenía muchos peligros, mucho miedo de por medio, pero jamás había vivido tantas experiencias y mucho menos había aprendido tantas cosas. Antes con suerte le habían permitido asistir a la escuela para aprender lo básico, pero ahí, en ese lugar, en ese momento, su futuro no era ser la simple mediocre que lavaba la ropa de los demás, ahí estaba para ser alguien mejor y la pregunta en si no estaba en qué vida había sido mejor, la cuestión era cuánto se atrevería tomar Idara, cuánto se atrevería realmente a aprender, jamás había sido ambiciosa, jamás había quería pisotear a otros y estaba segura que ese momento jamás llegaría, pero por algún motivo sí quería ser un apoyo para Rubí, sí quería estar con ella aprendiendo cosas y ayudándola, dándole información, siendo quien podía apoyarla en las situaciones difíciles, le gustaba, pero le aterraba al mismo tiempo darse cuenta que la decisión no estaba en realmente no querer, sino que más bien estaba en no poder atreverse.
—¿Acabaste tu diatriba interna? —preguntó Rubí con una sonrisa arrogante, a lo que Idara solo asintió. —Entonces vamos a hablar con Piero, no hay tiempo que perder.
Claramente no había podido obtener una respuesta certera, mucho menos la seguridad de querer arriesgarse, pero al parecer Rubí ya había tomado la decisión por ella y con todo el miedo que tenía lamentablemente no le quedaría de otra que aceptar, porque al fin y al cabo sabía que en eso se había convertido su vida, y extrañamente le gustaba de sobremanera en lo que podría llegar a convertiste.
*
Viterbo, Italia
29 de abril, 2005
La información que había llegado días antes no había sido falsa y lo peor de todo es que ni siquiera había tenido tiempo para poder ir con Provenzano y hablar antes con él, sabía que Gioto había estado moviendo sus hilos dentro de Cosa Nostra para colocarlos en contra de la familia Felivene y con todo lo que había reunido; el arsenal de armas, los soldados y el grupo de asesinos que había contratado, no había podido armar un plan muy elaborado para poder detenerlo. Gioto se había comenzado a mover y estaba más que segura que su destino iba a ser Viterbo o Becolle para intentar matar a Biago también, necesitaba movilizarse antes que ellos, necesitaba proteger a quienes la habían integrado a ese mundo y el tiempo parecía estar presionándola cada vez más.
Al estacionarse frente a la casona sintió como si el tiempo hubiera pasado demasiado rápido sobre ella y las cosas habían cambiado radicalmente, las personas que usualmente transitaban la entrada no estaban, los guardias que solían recibirla habían desaparecido y los extremos del lugar parecían tan deteriorados que podría pasar por un lugar abandonado. Un mal presentimiento se instaló en su pecho cuando se bajó del auto y por más que intentó mirar hacia todos lados buscando alguna señal de vida no encontró nada que pudiera decirle qué había ocurrido realmente ahí. Antes de dar el primer paso tomó su celular y marcó los códigos para las instrucciones, sabía que no había tenido tiempo para planear algo muy elaborado, pero algo que si había aprendido es que no podía actuar improvisadamente, no cuando tenía tantas cosas en juego.
Con las instrucciones dadas caminó con seguridad hacia las escalinatas, pero cuando estuvo a punto de subir la puerta se abrió de par en par deteniendo por completo su andar. Su mirada chocó con la de un hombre mayor, aquel que había visto pocas veces, pero que recordaba en su pasado cómo le había pedido asesinar a compañeros y aliados de su familia para poder abrirse camino. Gioto Vitelo había sido un buen cliente para Blood Eyes, pero nunca había sido de total agrado de Mónica Meyer como para permitirle pasar más tiempo con él, tenía la convicción de que probablemente por eso su anterior jefa la había enviado con los Felivene, y eso sería lo único que le agradecería a esa mujer.
—¡Wang Xia! —exclamó Gioto con una efusividad desmedida. —Un gusto encontrarnos nuevamente.
—Maldición —masculló Rubí intentando devolverse, pero para su sorpresa tres soldados estaban detrás apuntando cada uno sus armas hacia su cabeza.
—No sería divertido que te vayas tan pronto, Wang Xia, o espera... quizás no debería llamarte así —frunció el ceño y fingió como si le doliera la cabeza. —Ahora estoy recordando, es cierto, ya no eres más esa chica, ahora eres una maldita hija de puta que se ha entrometido en mis metas y te has convertido en un grano en el culo, fastidiando y fastidiando, te hubieras quedado quieta y habrías sido mejor elemento, pero no, quisiste joder y joder hasta hacerme perder a dos de mis amadas hijas.
Rubí lo observó, ¿ese hombre había matado a Dane? Imposible...
—Debo decir que te creí inteligente, Wang Xia, pero ya veo que en realidad no eres esa chica, ella por lo menos sabía a quién servir, en cambio, tú, eres una estúpida que no sabe hasta cuándo dejar de entrometerse, pero no te preocupes, yo te enseñaré y te entrenaré como debió haber sido desde un comienzo.
—De que...
Antes de que pudiera decir algo más los tres hombres que la apuntaban se acercaron para tomarla, intentó luchar contra ellos golpeando a uno con sus puños y luego lanzando algunas patadas a sus compañeros, pero solo necesitó sentir el frío de la boca de un arma en su nuca para detenerse y saber que estaba corriendo peligro su propia vida.
—Es mejor que te quedes quieta, Rubí, si es que no quieres que te mate aquí y ahora, agradece que te tengo consideración porque creo que eres una buena chica, solo tienes que saber a quién servir y a quien no, te enseñaré —se acercó lentamente hasta quedar frente a frente así pasar su mano por su pelo hasta rosar con la palma de su mano el cuello de Rubí, provocándole un escalofríos asqueroso cuando cerró el espacio oliendo la zona. —Mmh, nos divertiremos bastante —susurró Gioto para finalmente golpearla con la culata de la pistola y hacerle perder el sentido por unos segundos.
*
Belcolle, Italia
23 de abril, 2005
Dante aún se sentía un tanto ansioso por la orden que le habían dado, según el mensaje había sido estrictamente solicitado que fuera ese día y nada más que ese día en que se encargara de acabar con la vida de Biago Felivene, sabía que Dane no podía comunicarse a través de una llamada, pero confiaba en que el mensaje no fuera falso puesto que ya lo habían conversado unas semanas antes. La extrañaba, hacía días que no sabía nada de ella, pero eso no lo detendría para obtener lo que realmente quería, así que con la jeringa entre su ropa caminó tomando una respiración profunda para animarse ante lo que estaba a punto de hacer.
Extrañamente el pasillo que lo llevaba hacia Biago estaba libre de soldados, algo poco común teniendo en cuenta que la última vez que se había asomado el lugar estaba asegurado hasta en el último centímetro, pero lo que más le llamó la atención fue la ausencia de su madrina en el pasillo, quizás estaba dentro, quizás solo se estaba anticipando, pero sintió demasiado silencio como para estar realmente cómodo con lo que debía hacer.
Se detuvo frente a la puerta para alentarse nuevamente con una respiración profunda y finalmente adentrarse a la habitación, pero para su sorpresa no había nada, ni siquiera Biago estaba ahí, caminó varios pasos rápidos un poco confundido cuando sintió el seguro de un arma soltarse por detrás de su cabeza.
—Eres el primer ratón en caer, me pregunto cuántos más tendré que esperar —la voz que escuchó lo estremeció, nunca antes lo había escuchado, pero sabía de antemano que no tendría ventaja alguna ante ese desconocido. —Por si te lo preguntas soy un sgarrista que sirve a la Señora Rossi y estoy aquí para acabar con todo el que entre a esta habitación, interesante... serás el primero.
Con solo eso Dante cerró los ojos y retuvo la respiración esperando que finalmente la pistola fuera disparada y su vida se fuera con ella.
*
Belcolle, Italia
23 de abril, 2005
—Tranquila, Doña —pidió Roger sentando a la Señora Fiore mientras los enfermeros terminaban de arreglar la habitación para Biago.
—Es que no entiendo que está pasando... No entiendo por qué —sollozó sintiendo su cuerpo temblar, más temprano había visto como toda una tropa de hombres había llegado junto a Roger y de alguna forma la habían salvado de morir a manos de aquellos que apuntaron sus armas. Aun podía sentir el grito del personal en el hospital y como sus manos temblaban ante el miedo de perder a su hijo.
—La batalla comenzó, Doña, al parecer los Vitelos ya han dejado de esperar y están tomando las cosas por la fuerza, más temprano Flavio fue tomado como rehén, Rubí ya fue a encargarse... aunque no alcancé a comunicarle todo... —susurró lo último sintiendo miedo de que las cosas comenzaran a escaparse de sus manos.
—¿Dónde está Basilio? ¿Por qué no está aquí?
—Está junto a las tropas que quedan, Doña, el Don y Franco harán lo imposible para proteger Viterbo de las manos de Vitelo, no se preocupe...
—¿Dijiste las tropas que quedan? ¿A qué te refieres? —preguntó.
—Mmh —Roger hizo una mueca, había sido un desliz de palabas, pero de nada le serviría ocultarlo. —Los caporegime estaban confabulados con los Vitelo, incluso Dante, Doña, las tropas que nos servían ahora están con ellos.
—Vamos a morir —sollozó Fiore sintiendo su cuerpo temblar nuevamente mientras observaba a su hijo en la camilla rodeado de máquinas que monitoreaban sus signos vitales.
—No, Doña, no lo haremos, eso jamás lo permitiremos, nosotros, como parte de la familia no dejaremos que ninguno pierda la vida, es una promesa.
*
Tarquinia, Italia
23 de abril, 2005
Franco suspiró sonoramente cuando revisó su celular. No había alcanzado a comunicárselo, él ni nadie había alcanzado a decirle a Rubí lo que estaba ocurriendo incluso cuando ella había enviado a tanta gente como apoyo, ella había previsto lo que sucedería, pero incluso con ello nadie de la familia había sido capaz de avisarle que ya había ocurrido lo que ella deseaba detener.
—No puedo creer que mi padre hiciera todo esto —susurró Vita observando la televisión.
—¿De qué hablas? —Franco se giró en redondo encontrando a Vita sentada en medio de la sala escuchando lo que decía la mujer en el noticiero.
Imágenes de Gioto Vitelo aparecieron, quienes lo anunciaban como un gran empresario estaban demostrando todos los contratos mal habidos que había tenido alguna vez, también varios asesinatos del pasado que habían sido obra de él, entre ellos la muerte de Alessia, la primera novia de Biago, la información pasaba tan rápido que llegó a marear a Franco provocándole ganas de vomitar hasta que en un punto tuvo que acercarse y apagar el aparato.
Observó a Vita sintiendo como si su respiración se agitaba ante los sucesos, el mundo buscaría a Gioto y si ellos se adelantaban para obtener de regreso el poder en Viterbo seguramente se encontrarían con la policía, algo estaba mal entre todo eso. Si la información había salido a la luz es probable que en realidad la policía lo buscara en Palermo, y al no estar le daría tiempo para cubrir sus pasos. Debían atacar, debían hacerlo en ese mismo instante, debían acabarlo, tenían el pase libre para matarlo sin que doliera la imagen del gran empresario ya que claramente había sido destrozado en televisión y en pleno día, el problema sería como llegar a él, cómo destrozarlo cuando tenía los medios más que limitados.
Se sintió prontamente abrumado, el tiempo que llevaba como caporegime no lo habían entrenado para tomar decisiones tan apresuradas como las que podían tomar sus hermanos, él sabía que no estaba preparado, pero necesitaba hacer algo.
—¡Papá! —gritó corriendo hasta la sala de reuniones en donde su padre estaba discutiendo hace horas con los capodecina y algunos soldados que aún quedaban. Irrumpió sin importarle, necesitaba opinar, necesitaba involucrarse. —Necesitamos atacar ya —anunció. —Todo el país sabe la clase de hombre que es Gioto Vitelo, si ahora mismo se produce una guerra entre nosotros será evidente a quien apuntará el mundo como el malo, y con todo lo que han demostrado Cosa Nostra quitará su apoyo, debemos atacar ahora ya —sentenció nuevamente.
—Hemos calculado la cantidad de hombres que tiene y no damos abasto, si lo enfrentamos no lograremos nada —intentó explicar Basilio.
—Utilicemos a la gente que ha enviado Rubí, ellos nos ayudarán.
—No, esa muchacha no...
—¡Papá, el destino de nuestra familia está en juego, no puedes colocarte como un idiota negando la ayuda que se te ofrecen, Rubí ya está allá y es probable que ya esté enfrentando a Gioto! ¡¿Quieres realmente quedarte aquí planeando algo que solo nos llevará a la ruina?!
—Podemos...
—¡Flavio también está ahí, papá! Si tú no quieres hacer algo, lo haré yo mismo.
Con aquella sentencia Franco salió de la sala y caminó con paso firme hasta la salida, observó a los soldados reunidos, todos enviados por Rubí de quien sabe dónde para servir de ayuda ante una inminente batalla, la guerra entre familia había explotado y no podía quedarse con los brazos cruzados esperando que la oportunidad se fuera por la estupidez de su padre.
—¡Franco! —escuchó dentro de la casona, se giró un momento para ver a Vita llegar a su lado agitada y con el rostro hinchado de tanto llorar. —Vuelve sano, ¿sí? —pidió con suavidad mirando hacia el suelo. —Cuando ganes voy a perder completamente a mi familia, por eso no quiero perderte a ti, ¿de acuerdo? —levantó su mirada con timidez algo extraño en ella.
—Volveré sano y salvo, Vita —se acercó suavemente y depositó un quedo beso en su frente para nuevamente girarse y esta vez hablar a los soldados reunidos. —¡Iremos a Viterbo y recuperaremos la posición de la familia Felivene a como dé lugar!
—¡A sus órdenes, Señor! —gritaron los hombres para luego comenzar a moverse y efectuar el trabajo que se les había encomendado.
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Shanshanshaaaaaaaaan
He aquí el capítulo más esperado de la historia 🙊🙊🙊😅😅😅
Bueno bueno, ya saben que me gusta divagar y no he estado por aquí por bastante tiempo así que vamos por orden. Primero mil disculpas por la demora, de verdad no es mi intención hacer más larga la espera, pero es que la universidad me supera.
Segundo, este capítulo me costó escribirlo porque hay una escena en particular que no me gustaba y por más que la modifiqué no me gustó, pero si la borraba sentía que se perdía algo, aun no estoy segura de qué es exactamente, pero seguro cuando termine la historia y la edite otra vez lo averiguare por ahora lo dejaré así para no seguir dándole vueltas al asunto.
Tercero y muy importante ¡Rubí pasó a las finales de los premios Arrowy! 😍😍😍😍😍 Este capítulo será como celebración 🎊🎉🎊🎉 esto feliz, feliz, feliz, y mil gracias a Marce que sin ella ni siquiera hubiera sabido del concurso. ❤️❤️
Bueno, ahora cuarto, debo decirlo... ¡Ha comenzado la guerra señores y señoras y no sé como terminará esto, tampoco sé cuantas bajas tendremos y ni mucho menos si lograremos salir bien parados, pero daremos el mejor esfuerzo! ¡Que empiecen los enfrentamientos italianos! Muerte, sangre y venganza...
Okay ya me tranquilizo 😅
Quinto se supone estoy por salir de vacaciones y como no quiero seguir alargando la historia intentaré terminarla o por lo menos avanzar hasta la recta final porque sí puede que comience la guerra, pero el final de esta no es el final real, aun quedan algunas cosillas que debo mostrarles así que me esforzare lo más posible para poder avanzar y acercarnos al verdadero final.
Sexto y último, gracias por la espera, de verdad lo siento, pero gracias a todas las que estuvieron al pendiente y me incentivaron a seguir preguntándome cuando volvía, gracias por esperar por Rubí y darle su atención esto va dedicado a todas ustedes, las amo mis hermosas ❤️❤️ son las mejores.
Bien creo que ya puedo dar por finalizada mi habladuría, gracias por leer este capítulo, espero volver pronto y no olviden comentar, darme un poco de amor y decirme qué les pareció el capítulo, les amo no lo olviden.
Atentamente una enamorada.
Posdata de dato curioso
Pregunta a los personajes: Si hoy fuera el día de su muerte, ¿qué sería lo último que le dirían a esa persona que aman?
Rubí: No voy a morir.
Es una suposición. 🙄
Rubí: Bueno si es así... Le diría que lo amo y que lamento no haber logrado cumplir nuestras promesa de quedarme a su lado... Pero no voy a morir.
Biago: (...)
Basilio: "Siento haber sido tan terco, si te hubiera escuchado quizás no estaría en esta posición"... Algo así diría.
Fiore: "Gracias por haber cuidado de mi todo este tiempo, mi vida, y gracias por haberme hecho feliz."
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