Capítulo Cincuenta y Siete
Queridas lectoras y si es que hay hombres, queridos ustedes igual. He venido aquí con la cabeza baja en un intento de disculpa por todo el tiempo de espera y desaparición. No saben la vida que me cargo, pero entre otros temas, si aun quedan interesados en leer el final de esta historia, he aquí el resultado ya listo.
Antes de que comiencen a leerlo debo advertirles que esto estaba planeado desde el inicio y aun así me asombra que no lo haya podido escribir y subir antes. Pero de todas formas, por fin llegó, por lo que agradezco enormemente a toda esa gente que ha estado en este proceso conmigo, los amo un montón, de verdad gracias por siempre darme el gran apoyo con esta historia y toda la motivación necesaria, disculpen por a veces no cumplirles, pero de verdad sin ustedes no podría haber hecho nada.
Hoy por fin, veremos el final de Rubí. Hoy 09 de abril de 2021, después de casi 4 años. Por fin ha llegado.
No me queda nada más que decir, solo... que lo disfruten.
Capítulo Cincuenta y siete
Viterbo, Italia
25 de abril, 2010
Vita pasó corriendo a su lado como si el diablo la llevara encima, incluso alcanzó a golpearla en el brazo al pasar y cuando llegó al baño se encerró a vomitar invitando a todos los que estaban en el segundo piso a salir de sus habitaciones para escuchar el desagradable momento.
—¿Qué diablos le pasa? Lleva así por varias semanas —comentó Franco cruzándose de brazos al llegar al lado de Rubí.
—¿Qué acaso no tiene un baño en la habitación? ¿Por qué tiene que salir corriendo como desquiciada todas las mañanas? —reprochó cruzándose de brazos también.
—La señorita me pidió que limpiara su cuarto esta mañana y cuando comencé a pasar el desinfectante no aguantó más y salió corriendo —se agregó a la conversación una de las mucamas de la casona.
—Mmmh.
—¿Qué ocurre allá arriba? —la Señora Fiore apareció por las escaleras observando al grupo que miraba expectantes la puerta del baño principal.
—Vita pasó corriendo al baño a vomitar, por tercer día consecutivo en la mañana —señaló Rubí como una niña sin comprender la situación.
La Señora Fiore abrió sus ojos más de lo común, miró a Franco con unos ojos acusadores y luego se encaminó al baño adentrándose sin tocar. Luego de por lo menos media hora en la que la mayoría de los espectadores se había retirado para hacer sus quehaceres, se abrió la puerta haciendo que las miradas de Rubí y Franco se cruzaran con la de Vita.
—¡Seré abuela! —gritó de pronto la Señora Fiore haciendo que Franco de pronto se atragantara con su propia saliva y Rubí abriera sus ojos a más no poder. —Debemos ir a comprar muchas cosas, Rubí, tendrás un hermoso sobrino o quizás sobrina, debemos ir al médico, Vita, para saber que está todo bien, vamos, Rubí, debes acompañarnos, como las mujeres de esta familia, oh cielos que emoción.
—Si... voy... —susurró Rubí al tiempo que la Señora Fiore chillaba de emoción llevando de la mano a Vita y se alejaban con cuidado por la escalera.
Rubí giró en redondo golpeando el hombro de Franco para hacerlo entrar en razón, solo en ese momento él la miró tan asustado como fuera posible.
—No la he tocado —susurró aun en shock.
—¿Qué?
—Que no la he tocado, Rubí, yo jamás he tocado a Vita, ¿qué mierda haremos? —se tomó el pelo desordenándolo más de lo que ya estaba.
—Eso solo significa que ella te está engañando, hay que anunciarlo o extorsionarla para que hable y diga quién es el padre y luego extorsionarlo a él.
—No, no podemos anunciar algo así, maldita mierda no puede ser.
—¿De qué hablas?
—Sería una aberración para la familia que yo no haya tocado ni una sola vez a mi mujer y más encima me esté siendo infiel, sería la vergüenza y hasta serían capaces de quitarme la posición de Don.
—Amh, no comprendo.
—Maldita sea, y ayer acababa de ser feliz, tan solo ayer, no entiendo como esto puede pasar.
—¿Ayer? —Rubí lo miró extrañada sin comprender del todo.
—Idara está embarazada, ayer me lo contó en nuestras llamadas diarias, ya había planeado todo para que viniera a vivir conmigo, al fin estaríamos juntos y ahora esto.
Rubí contuvo la respiración por un largo segundo hasta que finalmente gritó asustando a Franco, haciendo que este se corriera varios pasos.
—¡¡Que mierda terminaste haciendo imbécil, si tan solo te hubieras casado con Idara, nos habríamos ahorrado la infidelidad de tu esposa y seriamos felices!! ¡Jodida madre, que te parta un rayo por cabrón! ¡Sea lo que sea que elijas yo estaré apoyando a Idara! ¿Entendiste?
Lo apuntó bajando las escaleras enojadísima, prácticamente pateando el suelo como si fuera un berrinche para finalmente llegar al primer piso y ver que todo su enojo desaparecía al ver a Biago quien acababa de salir de la oficina de su padre.
—¿Dónde vas, mi amor? —preguntó deteniéndola por completo.
—Iba a viajar a Nápoles, pero... ¿Qué harás tú hoy? —devolvió calmándose paulatinamente mientras su concentración se ponía sobre su amado.
—¿Qué tan rápido tienes que llegar allá? Podríamos pasar por Roma y desde ahí tomas un avión, debo hacer algunos negocios, ¿quisieras venir?
—Claro, vamos.
Se dieron la mano, Rubí sintiendo toda la emoción como la de una niña al lado de su gran admiración y aunque sabía que tenía prisa, prefirió omitirlo ya que estar al lado de Biago era lo único por lo que dejaría todo.
*
Roma, Italia
25 de abril, 2010
Caminaron de la mano por el Ponte Palatino, un puente que los llevaría a Foro Boario, a pesar de que eran ambos lugares turísticos por lo cual muy concurridos y poco discretos, al parecer Biago tendría una reunión con algunos viejos en el negocio en uno de los edificios antiguos y cercano a las atracciones, sabía a la perfección que eso era aún más peligroso de lo que le gustaría admitir, pero confiaba en que Biago no se expondría a alguna trampa.
—¿Te molesta no poder entrar? —preguntó Biago.
—No, después de todos entiendo que no quieran verme más —Rubí rió un poco al recordar la única vez que los vio, no eran más que simples viejos creyéndose grandes pensadores, pero eran quienes aconsejaban a la mafia siciliana, los criticó, se rió de ellos y la terminaron echando, cosa por la que no se arrepintió jamás.
—Ay, mi amor —suspiró Biago. —De todas formas, cuando salga podremos recorrer la plaza como corresponde, ¿te parece?
—Claro, me encanta Roma —sonrió, había ido muchas veces, habían recorrido otras tantas, pero no le importaba ver la ciudad mil veces si era de la mano de Biago.
—¿Por qué había tanto alboroto hoy en la mañana en el segundo piso? —preguntó de pronto Biago.
—Ah eso... Vita está embarazada.
—Oh, ¿por eso estabas molesta?
—No, estaba molesta porque Franco me dijo que no la había tocado jamás, por lo que claramente Vita le fue infiel y, además, al parecer Idara si está embarazada de él, es decir el legítimo hijo, si Franco no toma la decisión correcta, nacerá como ilegitimo y el ilegitimo como legítimo.
—Wooh —su explicación enredada lo hizo reír, haciéndolo negar con tranquilidad. Miró su reloj de muñeca un momento para luego elevar su mirada otra vez.
—¿Todo bien, amor?
—Sí, solo que debo irme, nos vemos luego, ¿de acuerdo? —le dio un apasionado beso en los labios y le sonrió.— Te amo.
Biago se alejó apresurando el paso, mientras Rubí desde el otro extremo del puente lo vio alejarse todo el camino hasta que se perdió de su rango de visión. Pensó en seguirlo, sabía perfectamente que podía hacerlo sin ser descubierta, ya lo había hecho otras veces, pero aun así prefirió confiar en la tranquilidad que habían estado llevando hasta ese entonces, razón por la que tampoco llevaban guardias de compañía.
Avanzó para llegar a la plaza y luego hasta Foro Boario donde recorrió el Templo de Hércules y luego el de Portunus, ambos edificios antiguos conservados desde la antigua Roma, se entretuvo con los diseños arquitectónicos y sacó algunas fotos dando vueltas como una turista más, haciendo tiempo.
Cuando ya llevaba por lo menos una hora dando vueltas envió un mensaje a Biago preguntando cuánto le faltaba, pero para su sorpresa el mensaje no fue recibido, podría haber pensado que había apagado el teléfono por la reunión, pero ella por sobre todos sabía perfectamente que algo estaba mal. Revisó el GPS en donde tenía activada la ubicación de todos en la familia Felivene, algo que claramente era un secreto, pero muy necesario para ella.
Comenzó a correr, porque además de darse cuenta de que Biago no estaba en el edificio, este comenzaba a moverse y si además no respondía el mensaje algo más estaba sucediendo. Unas cuadras antes de llegar al lugar indicado, escuchó como un grupo de personas gritaron al mismo tiempo que vio a Biago ser tirado dentro de la camioneta con la cabeza tapada y las manos amarradas.
Dos hombres lo estaban llevando, más una mujer que conducía, no sabía de quienes se trataban ni lo que estaba sucediendo exactamente, pero sabía que tenía que hacer algo rápido antes de perderlos.
—Maldición.
Tomó su teléfono comenzando a correr hacia el Puente, necesitaba llegar rápido al auto para seguirlos, la camioneta le estaba tomando más ventaja de la que debía mientras corría y su corazón se aceleraba con un miedo que recorría todo su cuerpo.
—¿Rubí? —respondió Roger.
—Acaban de secuestrar a Biago, necesito refuerzo te mandaré la ubicación, ya.
Cortó antes de recibir respuesta solo para enviar la ubicación sin contratiempos. Corrió todo lo que sus piernas y pulmones le dieron para por fin llegar 10 minutos después al auto donde se encontraba Adriano.
—Llama a los guardias y soldados, acaban de secuestrar a Biago —ordenó tomando las llaves del auto sin que Adriano pudiera reaccionar.
Se subió acomodando su celular para ver el GPS y arrancó lo más rápido que pudo acelerando incluso más de lo permitido dentro de la ciudad, siendo una locación turística el riesgo era inminente, pero estaba segura de que las autoridades ya estarían al tanto del espectáculo que se estaban dando con lo evidente que fue el secuestro en medio de la calle.
Quiso marcar un número que podría hacer que incluso cerraran la ciudad para que la camioneta no saliera, pero en un pestañeo a su mente llegaron todas las advertencias y amenazas anteriores de la Mamma Santissima, no había más opciones, era evidente que esa mujer estaba involucrada en todo ese desastre, no podía ser tan estúpida como para llamar y comenzar una negociación que rompería sin más, pero de algo estaba segura y era que si le pasaba algo a Biago haría que todos en ese infierno ardieran tan solo para su placer.
15 minutos después intentando no atropellar a nadie comenzó a maldecir a todos los santos que recordaba, la camioneta había salido de la ciudad hacia el Sur lo que haría aún más difícil su alcance teniendo en cuenta las rutas que podrían tomar. Trató de acelerar más cuando por fin tomó la carretera, tenía una sola ventaja la cual era suponer que ellos aun no sabían que alguien los podría estar persiguiendo, por lo que podía ver en el GPS parecían estar yendo a la velocidad máxima permitida en carretera, por lo que aún tenía la esperanza de poder alcanzarlos.
Pero cuando por fin encontró a la camioneta se dio cuenta de su grave error, no era una maldita persecución, ni un maldito secuestro, era un maldito atentado contra ambos y eso tenía otro nivel de consecuencias. Miró por el retrovisor encontrando dos autos que la perseguían sin patente reconocible por lo que claramente no eran sus soldados en ayuda y mucho menos gente que viniera en paz, aceleró un poco más intentando alejarse para solo notar que desde la camioneta se asomaron dos hombres con pasamontañas y metralletas en sus manos. Comenzaron a disparar sin darle tiempo a reaccionar más que frenar de golpe haciendo que los neumáticos se marcaran en el asfalto, estuvo a punto de chocar con los autos de atrás cuando aceleró nuevamente tomando la mayor velocidad posible hasta chocar la camioneta, provocando que perdiera un poco el control y que uno de los hombres cayera rodando hacia la berma.
Rubí aprovechó la instancia para sacar de la guantera su arma, estaba segura de que no tendría oportunidad si detenía el auto, detrás de ella por lo menos venían 6 personajes armados y delante había por lo menos dos más y ella solo tenía esa arma. Había dejado de cuidarse la espalda tras los años de tranquilidad, confianza y poder que había obtenido en el país, lo cual estaba lamentando enormemente en ese momento, había sido su peor error y supo en un segundo que lo pagaría con creces.
La carretera comenzó a hacerse más peligrosa con las curvas que se empinaban para rodear un acantilado y el mar al costado, por lo que con el arma en sus manos tuvo que tomar el volante para seguirlos de más cerca, cuando por fin llegó una línea recta el hombre que quedaba en la camioneta se asomó por la puerta esta vez sacando la cabeza de Biago cubierta con una bolsa negra.
No estaba segura de lo que decían, pero era claro que no era nada bueno cuando el desgraciado apuntaba con un arma la cabeza de su esposo. El enojo subió a su cabeza haciendo que comenzara a acelerar, pero justo antes de chocar con la camioneta o apuntar al desgraciado que amenazaba a Biago el hombre disparó haciendo que de pronto todo el sonido del mundo se convirtiera en un pitido insoportable en su cabeza.
Solo pudo reaccionar por unos segundos cuando los autos de atrás la alcanzaron y comenzaron a disparar a diestras y siniestras obligándola a cubrirse por su vida, pero al mismo tiempo comenzó a perder el control del vehículo logrando detenerse justo antes de caer al barranco. Miró hacia el costado viendo como de cerca y profundo se veía el mar, recordando de pronto la curva que había más adelante en la carretera.
Se reincorporó en el asiento esperando que vinieran por ella para atacarla, pero solo sirvió para ver como la camioneta más adelante aceleraba perdiendo el control antes de la curva, provocando que chocara, rompiendo la barrera y cayendo más de 30 metros hacia el mar. No podía ser real.
Los autos que la habían perseguido pasaron por su lado ignorándola por completo sin siquiera disparar, solo desaparecieron por la carretera como si nada hubiera sucedido, por lo que en un aliento de cordura dio marcha al auto para llegar hasta el límite que la camioneta había roto hacía unos segundos. Su mundo de pronto se quedó en silencio, su cuerpo comenzó a temblar por completo y sus manos estaban tan clavadas al volante que cuando lo soltó sintió doler sus nudillos por el agarre. Se bajó del auto tropezándose en el proceso, avanzando tan rápido como pudo hasta el límite del barranco donde la barrera se había roto. Había rastros del auto de la camioneta que había rodado por el barrando, pero esta se había perdido en el mar.
No podía ser cierto, lo que sus ojos veían no podía ser cierto, pero aun así ahí estaba la evidencia de que todo había sucedido en un lapsus de segundos, su auto con los cristales rotos, el rastro de la camioneta, el dolor de una bala que se había incrustado en su espada y otra que alcanzó a rozarle el brazo o los raspones por el choque contra la camioneta, sabía que era real, pero no quería creerlo y ahí se quedó detenida mirando el mar sin llorar, sin hablar y sin moverse, rezando porque todo hubiera sido un simple sueño.
*
Ruta a Villa Di Tiberio, Italia
25 de abril, 2010
Roger no pudo llegar más tarde al peor evento de su vida. La policía ya había traído toda la maquinaria necesaria para extraer la camioneta del mar, la familia Felivene iba camino a Roma, puesto que sabían ahí llevarían el cuerpo para realizar la autopsia. Los soldados que había enviado incluso antes que él, estaban cooperando con la investigación y solo cuando logró acercarse por fin al grupo se encontró a Rubí detenida en el límite del barranco mirando el procedimiento.
—Señorita, necesita venir conmigo —Adriano estaba a su lado intentando llamar su atención, pero Rubí parecía una estatua mirando la camioneta elevada por una grúa. —Señorita.
—Tranquilo, Adriano, ve con los demás —Roger se acercó y colocó sus manos en sus bolsillos, siguiendo la mirada de Rubí.
—Lo viste todo, ¿no es así? —no obtuvo respuesta más que un estremecimiento de Rubí, casi imperceptible para cualquiera, pero la conocía mejor que nadie. Él había perdido a su mejor amigo, en cambio ella había perdido a su amor, esposo y compañero de vida. —Lo siento mucho, Rubí, esto es real.
El estremecimiento fue aún mayor haciendo que de pronto Rubí riera y poco a poco esa risa se convirtiera en llanto, se llegó a doblar de dolor haciendo peligrar su caída por el barranco por lo que Roger se determinó a tirar de ella hasta abrazarla con fuerza mientras lloraba desconsoladamente. Rubí peleó en sus brazos, gritó, maldijo en todos los idiomas que conocía e incluso intentó soltarse varias veces diciendo cosas sobre matar y obtener venganza, llegó a descontrolarse de tal forma que tuvieron que optar por sedarla en sus brazos por lo que cuando por fin logró dormirse Roger dejó caer algunas lágrimas, porque sabía que no solo no había podido hacer nada sino que estaba más que seguro que todo cambiaría radicalmente.
*
Roma, Italia
27 de abril, 2010
No quería volver a estar ahí, pero lo estaba, luego de tan solo 5 años estaba de vuelta a la espera de la defunción de otro de sus hijos. Su corazón no soportaría otro dolor de eso estaba segura, incluso cuando todo parecía ir bien en ese mundo siempre lo empañaba algo, no quería volver a vivir un evento así, no quería hundirse más, pero ahí estaba otra vez sintiendo como todo se desmoronaba nuevamente a su alrededor.
—Lo siento mucho, Señor y Señora Felivene —le entregaron la carpeta con todos los antecedentes de la autopsia, pero no quiso verlos.
Basilio los tomó al tiempo que ella solo negó y se alejó yendo camino a los pisos superiores, necesitaba encontrar una forma de buscar paz, aunque sabía no la encontraría jamás. Incluso cuando Basilio la acercó sus brazos no sirvieron para llorar todo lo que necesitaba, puesto que sabía que sus lágrimas no se detendrían tan pronto. Su hijo, su hijo mayor, se lo habían arrebatado de sus manos, otra pérdida, otra vez la muerte llevándose lo que más amaba sin llevársela consigo también.
Llegaron hasta la habitación en la que se encontraba Rubí apenas despertando, siendo revisada por una enfermera que terminó por cuidar de su vendaje y aun cuando parecía doler Rubí no tenía expresión alguna en su rostro, solo se mantenía clavada con sus ojos mirando el televisor en donde en cada canal se encontraba la noticia de la muerte de su hijo.
La apagó al mismo tiempo que la enfermera salía del lugar atrayendo la mirada de Rubí lentamente. El dolor era equivalente al suyo, por lo que no pudo evitar correr a sus brazos y llorar largamente junto a ella, parecía muerta en vida y solo cuando la estrechó con más fuerza sintió como sus hombros caían y se estremecían en un llanto desgarrador.
—Lo siento tanto, mi niña —sollozó Fiore en su hombro.
—Todo es mi culpa, todo es mi culpa —lloró Rubí alejándose un poco hasta ver a Basilio quien parecía imperturbable y a la vez completamente doblegado al ver el llanto de dos de las mujeres más importantes en su vida.
—Debemos volver a casa, te han dado de alta y debemos hacer los preparativos para el funeral de Biago —su voz fue a penas un susurro, pero aun así se logró escuchar, todos sabían que el antiguo Don intentaba mantenerse estoico, a pesar del dolor que sentía dentro.
*
Basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano
25 de mayo, 2010
El tiempo comenzó a pasar como si nada para Rubí, el mismo día que había regresado a la casona se dio cuenta de todo lo que se había destruido a su alrededor y a pesar de todos los cuidados que habían tenido fue imposible no perder el control al momento de encerrarse en la habitación, ahí estaba todo, su ropa, su olor, sus tragos, todo le recordaba a él rememorando a cada minuto todo lo que había perdido, su corazón estaba tan roto como su mente había perdido el raciocinio al nivel de llegar a romper todo con dolor y rabia gritando desgarradoramente hasta perder la noción del dolor.
Cuando la Señora Fiore la encontró tirada en el piso aun llorando y golpeando el suelo sabía perfectamente que Rubí no estaba consciente del daño que se estaba haciendo a sí misma, con la ropa destruida, las botellas rotas y los vidrios llenos de sangre demostrando como la misma Rubí los había enterrado en sus manos y sus piernas. Por más que intentó ayudarla fue una pelea continua, a la que solo cedió cuando terminó durmiendo en los brazos de la Doña que lloraba junto a ella por la vida perdida de su hijo. No había forma de culparse unos a otros, ya que nadie lo había visto venir, no tenía sentido y había sido tan sorpresivo que había dejado todo pies a arriba nuevamente.
El día del funeral Rubí no pudo mantenerse en pie, fue sostenida por Roger durante todo el trayecto y aún más cuando enterraron el ataúd bajo tierra, fue cuando más gritó y peleó para soltarse, ella decía querer verlo, querer salvarlo, pero solo pudo llorar en los brazos de su mano derecha quien a pesar del dolor de los golpes de Rubí no se quejó en ningún momento y la sostuvo tan fuerte como pudo.
Un mes exacto necesitó Rubí para asimilar lo que había pasado, tiempo suficiente para que su cabeza maquinara más de diez mil intentos de venganza, pero no hubo nadie esta vez para que la hicieran pensar con la mente fría, no hubo una Idara que se detuviera a cuidarla y decirle que podría encontrar una mejor solución, lo único que hubo a su alrededor fue dolor y llanto continuo que exacerbo sus deseos de sangre más que alguna vez en su vida.
Recordaba cómo había sido un monstruo hacía años en Blood Eyes, pero también recordaba cómo le habían enseñado a ser diplomática en el mundo de los italianos y ese día lo lamentaba mucho, pero su única respuesta a las sensaciones de su cuerpo eran la muerte de una sola persona.
Se levantó de la cama y se encaminó hacia la sala de armas, incluso antes de que pudiera darse cuenta Roger apareció detrás intentando detenerla.
—¿Qué haces?
No respondió, de hecho, varias personas se cruzaron en su camino haciendo la misma pregunta, pero ninguno se atrevió a detenerla, solo Roger se permitió seguirla incluso cuando sabía que Rubí no quería compañía a donde fuera que se dirigía, cuestión que se notó cuando terminó por perderla a mitad de la carretera.
Una hora después Rubí llegó a la Ciudad del Vaticano deteniéndose en el costado de la Basílica de San Pedro, caminó todo el pasillo lateral observando a la gente que se admiraba de los detalles arquitectónicos y de la historia mal contada sobre el Vaticano, cuando era obvio que ni la mitad era verdad. Llegó hasta el final del pasillo adentrándose por una puerta escondida y bajando las escaleras para encontrarse con el primero de muchos pasadizos por recorrer, se conocía como la palma de su mano las instalaciones, sabía dónde ir y con quien no toparse, pero incluso consciente de que podría llegar a la sala principal sin ser vista hizo lo que más deseaba, echar a correr sangre.
El primer guardia que se encontró le sonrió en un saludo cordial a lo que en un pestañeo Rubí respondió cortándole la garganta con una cuchilla y haciéndolo caer sin más al suelo, fue la primera muerte de muchas de aquel día, mientras caminaba con tranquilidad llenándose de sangre y sintiendo su mente perderse un poco a cada momento que avanzaba.
Todos en el lugar la conocían y no se detenían a dudar ni un segundo de que su aparición ahí no era más que su visita a la Mamma Santssima, solo cuando reparaban en la sangre es que dudaban, pero ya era demasiado tarde como para reaccionar, Rubí ya los había hecho callar cortando sus gargantas o rompiendo sus tráqueas con sus propias manos. Disfrutó de cada hueso que rompió, de cada cabeza que golpeó e hizo estallar, a cada persona que mordió en el cuello y a cada uno de los que cortó su garganta, disfrutó de cada pedazo de carne que dejó en los pasillos de aquel laberinto eterno, pero sabía que la presa mayor no era ninguno de los cadáveres que había dejado a su paso.
Cuando llegó por fin al pasillo con el olor característico de incensario de la Mamma Santissima estaba segura que ya estaría al menos enterada de lo que estaba sucediendo, lo que pudo ratificar cuando un grupo de soldados más experimentados apareció en su camino, eran Tequartinos, miembros de la Sociedad Mayor con tatuajes característicos en la espalda y la planta del pie , algo que los identificada en función y cargo, y también gente que no aparecería así como así en el Vaticano, ellos no venían solo a detenerla, también venían a matarla.
No tuvo más opción que detenerse a pensar por unos segundos, incluso cuando quería sacar su arma y dispararles sin sentido no podría alcanzarlos tan rápido como querría, sabía con la clase que trataba por lo que respirando lentamente comenzó a caminar a pasos seguros hacia ellos, el primero que se le adelantó dio golpes certeros hacia su cara, otro se le acercó por la espalda con una cuchilla y el tercero, dio la medio vuelta y se alejó por el pasillo seguramente dando la noticia de que no venía en son de paz, eso le dio la oportunidad de poder voltearse y atacar al que venía con la cuchilla, ya no eran tres, podía con ellos. Se dobló casi cayendo al suelo cuando uno de los desagraciados le dio una patada en la espalda, pero eso le dio la oportunidad para levantarse en sus manos e impulsarse para atrapar con sus piernas el cuello del desgraciado con la cuchilla, sacó de entre su ropa el arma y disparó tres veces en la espalda del tipo hasta que este cayó de rodillas haciéndola caer también, justo al momento en que el otro iba a correr a apuñalarla le disparó en la cara sintiendo como la cuchilla del otro tipo que pensaba inconsciente se enterraba en su costado.
A duras penas cuando el cuerpo del otro hombre cayó al suelo como peso muerto y logró desenredarse del agarre con el otro desgraciado que la había apuñalado, terminó el trabajo disparándole en la cabeza dejando el rastro de dos hombres importantes muertos.
Caminó sacudiéndose la sangre y acercándose a uno de los desgraciados para romper su playera y tras sacar la cuchilla de su costado procedió a envolver el pedazo de tela en su cintura intentando detener el sangrado. Fue entonces que empezó a contar, si habían llamado a los Tequartinos, seguramente también estaban los Quartinos y los Vangelos en la Basílica, y eso significaba que tenía una sola oportunidad para no pelear con ninguno de ellos y simplemente ir por su objetivo, a pesar de que quería hacer correr toda la sangre posible era consciente de que si despertaba a todo el infierno sería suficiente para morir antes de lograr matar a la Mamma Santissima. Tendría que tomar la puerta ancha.
Respiró profundo y con su cuchilla rompió su mano derecha formando la Cruz de San Pedro o mejor conocida como la cruz invertida, más una equis en donde los puntos se unían. Algo que había aprendido dentro de la Societá Maggiore era lo aferrados que eran con todos los rituales santos y aquellos que fueron modificando a través del tiempo, sabía que había uno solo que podría salvarla, aunque tuviera que morir por ello.
Caminó finalmente por el pasillo encontrando a tantos soldados como Quartinos, los que estaban listos para morir con ella, pero al solo levantar su mano derecha estos dieron un paso al costado y comenzaron a formar una línea dejándola pasar. Cuando por fin llegó al cuarto principal se encontró a Ugolino deteniéndole el paso en las puertas principales y dejando en el piso todas las armas que llevaba encima.
—Sabes muy bien lo que pasará si cumples el ritual —advirtió con tranquilidad.
—Estoy más que consciente, Conde.
—Possa la pace stare con te, figlia (que la paz sea contigo, hija).
Rubí hizo una leve reverencia bajando la cabeza al tiempo que las puertas comenzaron a abrirse dejándola entrar hasta el centro del salón en el que la Mamma Santissima se encontraba en su trono con un evidente enojo.
—Has decidido abrir las puertas del infierno —masculló al tiempo que las puertas se cerraban.
—Llegar a la cima significa tener el poder de matar y traicionara tu propia gente —sonrió Rubí sintiendo todo su cuerpo arder de desesperación por atacarla.
—Te estás equivocando, Rubí, y morder la mano del amo que te dio de comer es el peor error que puedes cometer —se levantó de su trono lentamente recordándole su posición, pero ni un solo gesto hizo dudar a Rubí.
—Mataste al hombre que amaba, Mariana, y eso no te lo perdonaré jamás hasta tenerte muerta con mis propias manos —Rubí cerró sus puños sintiendo su cuerpo temblar y las lágrimas caer, aun esperando la señal.
—¿Cómo?
—Sé quién eres.
—Entonces sabrás todo lo que puedo hacer —sonrío confiada al tiempo que terminaba de bajar las escaleras y tomaba la capa que traía en su espalda. —Está bien, Wang Xia, que esto sea entre asesinas de Blood Eyes por el trono de Italia.
Al minuto en que dejó caer la capa finalmente se dio por iniciada la batalla más esperada para Rubí, dándole el paso para correr hacia ella y comenzar a lanzar puños que fueron esquivados con facilidad. Cuando Mariana chocó con la pared fue la oportunidad de Rubí de rematar con su puño, pero en un segundo la mujer se lanzó en su contra empujándola al suelo desde la cintura. Mariana presionó en la herida haciendo que Rubí rechinara los dientes de dolor, pero al mismo tiempo esto le permitió enrollar sus piernas en los costados de la mujer para comenzar a doblegarla, se reincorporó intentando olvidar el dolor y estrelló su cabeza contra la de Mariana confundiéndola los segundos suficientes para que Rubí la tomara del cuello enterrando sus uñas.
Se levantó dejándola respirar unos segundos para darle tiempo, no quería matarla enseguida, quería disfrutar la tortura, por lo que fue hasta el extremo opuesto para tomar una de las tantas velas que rodeaba el salón, mientras Mariana se levantaba.
—Rituales, un montón de rituales —susurró al tiempo que Mariana se lanzó contra ella permitiéndole a Rubí estamparle la llama de la vela contra el cuello.
No fue suficiente para detenerla, puesto que Mariana tenía la misma idea que Rubí, cayeron juntas a la mesa llena de velas encendiendo un poco sus ropas y apagando otras en medio del salón, que rodaron para caer en la alfombra, el fuego no tomaría forma hasta varios minutos después, pero fue suficiente para que ambas sintieran el calor más cerca de su piel y el olor desagradable que comenzaba a molestar. Rodaron por el piso varias veces apretándose mutuamente e intentando estrangularse, fue Rubí la primera al reincorporarse de golpe y morder el cuello de Mariana sacando un pedazo que terminó por escupir, lo suficiente para verla sangrar poco a poco sobre su cara, pero luego fue la misma Mariana quien terminó de abrir la herida en el costado de Rubí con una cuchilla para hacerla crecer hasta su ombligo, pero sin mucha profundidad.
Se separaron observando el desastre en el lugar, una pequeña llama estaba intentando crecer en la alfombra, pero un poco antes de esparcirse Mariana llegó a pisarla. Terminando por apagar cualquier intento de incendio. Observó a Rubí quien mantenía su mano en su estómago intentando detener la sangre que corría como un rio desbocado de su cuerpo.
—No se permiten armas de ningún tipo en el ritual.
—Este es mi reino, Rubí, la puerta no se abrirá hasta que una de las dos muera, ¿crees que se preocuparan de cómo o con qué te asesiné? —rió llevando su mano al cuello. —Eres un animal sin modales o etiqueta, no puedo creer que pensé que podrías ser mi sucesora —masculló intentando detener la sangre que salía de su cuello.
Rubí quitó su playera llena de sangre para terminar de envolverla en su estómago, si de algo tenía razón esa mujer era que la puerta no se abriría hasta que alguna de las dos muriera, pero en lo que Mariana si se estaba equivocando era el cómo. El ritual de sucesión daba paso a que los jefes máximos lucharan por sus propios medios por el trono, las reglas eran claras, podían ocupar todo lo que hubiera en el salón a excepción de cualquier tipo de arma. Sabía que incluso si Mariana ganaba por el solo hecho de que utilizara una cuchilla ya estaba muerta y sería condenada por el Conde Ugolino, quien seguramente haría que los perros se comieran cada pedazo del cuerpo de esa mujer. No sonaba a una mala muerte para ella, pero eso significaba dejarse perder.
Por otro lado, estaba la opción de despedazarla con sus propias manos, pero no estaba segura de poder con la desventaja de las cuchillas repartidas en la vestimenta de Mariana. Terminó por envolverse a sí misma tirando con fuerza el último amarre a su estómago, dolía como la mierda, pero sabía que no moriría aún. Solo necesitaba acabar de una vez antes que terminara desangrándose.
—Date por vencida y diremos que esto solo fue un mal entendido, Rubí, entiende, yo no maté a tu esposo —bufó Mariana.
—Mientes, hija de puta —masculló Rubí caminando lentamente hacia ella.
—Ni siquiera me quieres escuchar.
La distancia se acortó lo suficiente para ambas se miraran con altanería, pero también el espacio correcto para que Rubí pudiera atacarla sin descanso moviendo sus manos, apresando sus brazos y siendo recibida con más rasguños de cuchillas. Su cuerpo ardía por las heridas, pero aun así siguió golpeando a Mariana hasta hacerla chocar con la pared, sintió al mismo tiempo que la cuchilla se enterraba en la boca de su estómago haciéndola toser sangre en el proceso.
—Debiste haberme escuchado, Rubí —susurró con nostalgia Mariana viendo como los ojos de Rubí perdían enfoque.
—Y tú debiste haberte alejado de mi familia.
Con fuerza Rubí tomó el cuello de Mariana enterrando sus uñas donde anteriormente había mordido encontrando así las arterías principales y haciéndole perder la respiración. Con lentitud tomó la mano que la apuñalaba para quitar consigo la cuchilla y llevarla hasta la tráquea de Mariana hasta enterrarla con su propia mano apresando el puñal.
Vio como la vida de aquella mujer se perdía mirándola a los ojos fijamente y como sus manos se bañaban de su sangre, incluso vio como dio un último graznido cuando el cuchillo la atravesó completamente y solo cuando sintió que empezaba a perder calor la soltó dejándola caer al suelo.
Llevó su mano a su estómago sintiendo toda la sangre que estaba perdiendo, aun así caminó hasta la puerta tocando tres veces hasta que esta se abrió, fue recibida por las manos de Adolfo y Roger quienes habían llegado más tarde de lo que hubiera esperado.
Al poco aliento que le quedaba pudo ver al Conde Ugolino quien le sonrió y asintió para ella dando el anunció a toda su corte.
Una nueva Mamma Santissima había nacido.
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Opiniones, comentarios, dudas, gritos o cuestionamientos, aquí todos es bienvenido.
Este capítulo va dedicado para Iris y Nour que nunca perdieron la fe en mí sobre llegar al final de esta historia, las amo.
Aun queda el epilogo que lo estaré subiendo dentro del día o por lo menos eso espero.
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