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Capítulo Cincuenta y dos

Capítulo Cincuenta y dos

Murcia, España

03 de agosto, 2006

Observó la ciudad a través de la ventana, abrazándose a sí misma mientras veía los coches avanzar con lentitud y a las personas ir y venir sumergidos en sus dilemas diarios. Se imaginó nuevamente una vida como la de ellos, común, con problemas comunes como el no saber qué comer durante el almuerzo o tal vez si es que llegaría tarde al trabajo en una oficina, se imaginó a si misma conociendo a Devan en una situación común... había estado pensando en él desde que había tocado Blood Eyes hacía tres días atrás. No podía evitar preguntarse cuantos habían muerto, cuantos habían podido salir, se acordó de Jester, él había mencionado a Devan en el encuentro que habían tenido en las Vegas, pero eso no le aseguraba nada. Volvió a temblar, pensando en lo peor y sintiéndose tan culpable, quizás aquello era lo que había querido olvidar, la culpa, la emoción, algo que había aprendido gracias a la llegada de Devan a Blood Eyes, algo que Mónica había querido erradicar de cualquier forma de su sistema, pero solo había logrado que se encaprichara más con aquel chico, lo que había provocado el final de todo.

—¿Cómo estás?

La voz de Biago detrás la hizo suspirar, era un alivio escucharlo a diario, le hacía recordar que ya no estaba en aquellos tiempos de guerra en las que tenía que matar para sobrevivir, le recordaba que no debía ser una salvaje para sobresalir y lo que más amaba recordar era que su vida había cambiado radicalmente. Quizás seguía siendo una asesina y la vida común nunca la tendría, pero al final de cuentas era la mejor vida que podría pedir.

Sintió los brazos de Biago rodeándola y con la mejor sensación se reacomodó afirmando su espalda contra el pecho de él. Sentir su aroma, su presencia y su calor eran su perdición, aquello que parecía embriagarla a diario y le ayudaba a olvidar todo lo que se acumulaba en su cabeza.

—Mejor —suspiró. —Siento haber estado tan callada estos días.

—No te preocupes, amor, con tu presencia me doy por satisfecho.

Sonrió aun observando la ventana, la verdad era que luego de haber dejado Portugal se había sumido en su mente llena de recuerdos que no quería revivir, pero de todas formas su cabeza no parecía obedecerle mostrándole todo su pasado una y otra vez. Solo lograba salir de esos momento cuando Biago le conversaba y ella simplemente lo podía observar y sonreír, no podía hablar, se sentía tan frustrada que cada vez que lo intentaba solo salían lágrimas de sus ojos. No entendía por qué se sentía tan angustiada, cuando ni siquiera se llevaba bien con los demás, todo empezó a mejorar cuando Devan llegó, pero aquello no había cambiado lo suficiente como para haber realmente amado el lugar, tal vez el hecho de que fuera lo único que conocía, su infancia, aunque llena de sangre y tortura finalmente era eso, de dónde provenía y ahora estaba todo en cenizas.

—¿Qué dices si salimos a dar un paseo? Dicen que hay lugares bastante buenos para ver aquí —propuso Biago luego de un corto silencio.

—La verdad... es que me gustaría quedarme aquí un poco más.

Rubí se giró lentamente envolviendo sus manos sobre los hombros de Biago, encontrar aquellos ojos azules era su perdición, si su cuerpo ya era una adicción, verse a través de sus ojos era como desvanecerse y entrar a otro mundo, nunca antes se había sentido tan atraída o perdida por alguien como lo estaba de Biago, ni siquiera Devan, ni siquiera Adolfo había podido hacerla sentir de un modo tan destructivo y peligroso, puesto que sabía que si se enamoraba perdidamente muchas cosas comenzaría a pasarlas por alto. De hecho ese había sido el mayor temor de Mónica al enterarse de su romance con Devan, sabía de antemano que el amor cegaba y podría provocar el mayor desastre antes visto. La verdad, se había reprimido en cuanto a Devan por esa misma razón, ¿pero con Biago? Con Biago no tenía por qué reprimirse ni contenerse, con Biago no le importaba nada más que él y ella juntos, incluso si eso afectara a todas sus conexiones en la mafia calabresa, siempre que lo tuviera a él nada más importaría.

Se acercó para besarlo lenta y perezosamente sintiendo sus labios hasta el último extremo mientras él no perdía el tiempo siguiendo su ritmo y bajando sus manos por su espalda hasta la curva de su trasero. Rubí enredó sus dedos en el cabello de Biago mientras profundizaba aún más el beso y él se encargaba de bajar sus manos hasta sus muslos y comenzar a hurgar bajo su vestido. Comenzaron a retroceder inconscientemente hasta que Biago cayó sobre el sillón y Rubí de pie llevó sus manos a su espalda buscando el cierre de su vestido entubado. Lo bajó completamente hasta quedar solo con su lencería negra cubriéndola, por lo que los ojos de Biago se dilataron al instante de solo verla. La atrajo hacia sí mismo subiéndola a su regazo con delicadeza, acarició su rostro apartando un poco su cabello y aunque se notaba que estaba bastante encendido se dio unos minutos para contemplarla frente a él.

—Eres la mujer más hermosa que he conocido en mi vida y a la vez la única que tiene las armas para acabar conmigo.

—Jamás acabaría contigo... —susurró Rubí observándolo detenidamente sintiendo su corazón acelerarse expectante a lo que estaba segura ocurriría.

—Lo sé... —susurró Biago atrayéndola finalmente para volver a tomar sus labios, pero esta vez ser él el guía de aquel beso arrebatador.

*

Marsella, Francia

27 de septiembre, 2006

Francia estaba siendo el país más cercano de Italia, hasta el momento, que había visitado luego de tal vez un año de haber estado yendo de un lugar a otro como un nómade, se había gasto millones en pasajes al cambiar tan bruscamente de continentes, pero no le importaba puesto que estaba cumpliendo un sueño.

Observó la mañana otoñal de Marsella, a pesar de que la temperatura había comenzado a descender podía ver que sería un día agradable y el clima no estaba tan bajo como para temblar, recordaba haber estado en Yellowknife, Canadá en Noviembre del año anterior, eso sí había sido vivir el frío en carne propia, rememoró su nota mental de no volver a visitar el lugar para aquellas fechas, ah pero las maravillas del cielo en esa época y las luces de las Auroras Boreales que había logrado ver, ufff, aquello era impagable. Negó para sí mismo, definitivamente aunque extrañaba su Italia querida, no podía negar que estaba disfrutando bastante de ese viaje.

Se sentó tranquilamente en las mesas de afuera de la cafetería Loustic Marseille por lo que instantáneamente llegó una muchacha de cabello rubio y ojos verdes a atenderlo tomando su pedido, la joven bastante amigable le ofreció entrar, pero él negó queriendo observar la ciudad. Hacía tres días que había llegado a esa parte de Francia y debía aceptar que comenzaba a gustarle aquella tranquilidad. Le gustaba la gente de Francia, amantes del arte y extrañamente extravagantes, siempre encontraba a alguien con quien hablar sobre historias variadas.

Observó a la gente ir y venir por las calles, era temprano por lo que lentamente los locales a los lados comenzaban a abrir, se relajó en su lugar estirando sus piernas y cuando llegó su café no dudó en sacar un libro de su bolso algo que seguramente haría reír a su padre si lo viera, jamás había sido un hombre de libros, pero después de haber viajado solo, se habían vuelto su mejor compañero en esas épocas. Sabía que eso sería un entretenimiento mientras lograba encontrar un lugar para ganar dinero en luchas clandestinas, aunque extrañamente por más que pasaban los días parecía que más se le hacía difícil encontrar un centro en Marsella, quizás realmente no había y tendría que marcharse al día siguiente.

En medio de sus cavilaciones, las lentas hojeadas al libro y los suaves sorbos a su café, visualizó a una pareja caminando por la vereda de enfrente, iban de la mano y la chica parecía encantada escuchando a su compañero quien se aferraba con fuerza a sus dedos entrelazados. Ambos sonreían y aunque hubiera deseado no reconocerla, lo hizo. Aquella sonrisa de la cual nunca fue receptor, estaba ahí siendo dada para otra persona.

Se levantó por inercia observando a la pareja seguir su camino, por lo que incluso con la distancia no pudo evitar detallarla, su cabello negro aún más largo de lo que había estado en su presencia, su tez blanca contrastaba con el abrigo negro que traía puesto y sus labios rojos resaltaban aún más entre todo lo que la cubría. No se veía como la chica preparada a luchar, no tenía bototos negros ni pantalones cómodos para desenvolverse en la pelea, pudo notar que sí traía un arma, quizás de costumbre escondida entre sus botas con tacón, pero más allá de aquello se veía completamente diferente vestida elegante con un vestido que lograba verse bajo el abrigo. Sintió su corazón encogerse, quizás ese hubiera sido su futuro si es que se hubiera quedado, pero estaba seguro que aquello no se lo hubiera permitido jamás. Sabía que había hecho lo correcto y aunque le carcomían los celos al verla con él sabía que no podía interceder.

Fue entonces cuando decidió simplemente suspirar y volverse a sentar, no había nada que pudiera hacer realmente cuando había prometido que se volverían a encontrar en cinco años, esperaba que para en ese entonces ellos ya no estuvieran juntos, tenía la expectativa de que el tal Biago fuera un hijo de puta y que la dejara de una vez, si eso no resultaba entonces tendrían que luchar a muerte, seguramente como era un hijito de papi lograría darle tan fuerte como para dejarlo inconsciente otra vez, se rió de su propia ocurrencia mientras tomaba otro sorbo de café, pero al mismo tiempo no dejaba de ver el camino que habían tomado.

*

Bremen, Alemania

15 de Octubre, 2006

Terminó de asegurar su chaleco antibalas para luego caminar hacia el closet y colocarse un abrigo que ocultara todo su armamento y a la vez la hiciera ver elegante. Observó la cama donde Biago yacía durmiendo plácidamente y se preguntó si es que él se daría cuenta en la mañana siguiente, ya sabía que incluso si es que el preguntaba ella lo negaría, pero aun así se sentía bastante culpable de haberlo sedado para poder trabajar a gusto y sin preocuparse de que la descubriría.

Caminó por la sala de la habitación en la que se estaban alojando y finalmente a oscuras salió por la puerta principal hacia el ascensor del hotel. Marcó de inmediato a Roger quien había quedado de darle toda la información en códigos, sabía lo que tenía que hacer, solo que aún le faltaba la dirección exacta.

—¿Cómo han ido las cosas por allá? —preguntó al escuchar su usual saludo.

—Extrañas... —respondió Roger para sorpresa de Rubí.

—¿Por qué?

—Spatola desapareció...

—¿Qué?

—Bueno en realidad lo dieron por desaparecido el 19 de Septiembre solo que no te lo había querido mencionar.

—¿Por qué? —cuestionó mientras bajaba del ascensor y caminaba hacia la salida.

—Bueno porque quizás ya no debería preocuparme, pero la desaparición es tan parecida a la de Bonanno que me suena a que Lo Piccolo está haciendo de las suyas.

—Seguro estaba colaborando con Rotolo y como a Salvatore no le gusta mucho esto de las especulaciones solo los sepultó.

—Eso suena cruel.

—Déjalo, si en algún momento me canso de él avisaré a los fiscales donde tiene su cementerio.

—Entendido, Dorint Park Hotel Bremen, último piso, habitación 24. Ten cuidado.

—Lo tendré.

Cortó la llamada comenzando a caminar por las calles de Bremen, a pesar de la hora aun había gente en las calles, algunos bares estaban abiertos y aunque hubiera preferido tomar uno de los tantos taxis que rondaban prefirió caminar todo el trayecto, quizás aquello le ayudaría a pensar y a relajarse antes del trabajo. No era el primero que efectuaba, en cada ciudad había dejado a un muerto y seguramente si es que alguien unía detalles sabría seguir su pista, pero estaba segura que nadie sería lo suficientemente meticuloso o por lo menos aquellas personas que había matado no eran lo suficientemente importantes como para desgastarse en buscar al culpable o, ya como última opción, eran demasiado idiotas todos al creer realmente que aquellos personajes se habían suicidado, quizás era la mejor opción teniendo en cuenta que era su especialidad.

Se encogió de hombros y continuó caminando hasta quedar frente a un gran hotel de cinco estrellas, tenía mucho parecido a la casa blanca en estados unidos por lo que se deslumbró un poco con la arquitectura y lo extenso del lugar, se preguntó por qué no se habrían alojados ellos ahí, pero prefirió avanzar sin pensar más allá.

Subir hasta el piso adecuado no fue de gran problema, ni mucho menos escabullirse evitando las cámaras, el problema surgió cuando ingresó a la habitación, cerró asegurándose de que nadie más pudiera entrar, pero no estaba segura de sí podría quedarse por mucho tiempo. Había un gran desastre en el suelo, papeles tirados, vasos rotos y botellas derramadas por doquier, antes de que pudiera dar un paso más observó por el rabillo del ojo como un hombre alzaba un bate de metal, recibió de lleno el impacto en sus manos sosteniéndolo en alto mientras el hombre parecía bastante frenético. El desgraciado quitó su agarre para volver a dar un nuevo golpe, esta vez más certero que Rubí detuvo solo con su antebrazo izquierdo intentando proteger su cabeza frenando aunque fuera un poco el dolor. No pudo seguir pensando más puesto que el hombre volvió arremeter y esta vez tuvo que responder. Se abalanzó contra él quitándole el bate para comenzar a golpearlo con sus puños, el hombre se defendió colocando sus brazos como defensa mientras que Rubí cambió sus manos por sus piernas, en algún punto mientras retrocedía el hombre chocó contra un gran escritorio de madera por lo que antes de que Rubí le diera un último golpe en la cara este le pidió detenerse.

Rubí dio un paso atrás abriendo su abrigo y quitando un arma, al mismo tiempo que el hombre se inclinaba sobre el escritorio sacando un arma de debajo. Ambos se apuntaron, el desgraciado de quien ni siquiera sabía su nombre le sostuvo la mirada con odio, la había estado esperando, o tal vez se había equivocado de habitación cualquiera fuera la respuesta ese hombre no era indefenso.

—Ich schicke dir die Hure (te mandó la puta) —masculló en Alemán a lo que Rubí se tomó un tiempo por comprender.

—Auf Englisch (en inglés) —apremió, puesto que si se ponía a desempolvar sus clases de alemán en Blood Eyes sabía que esa conversación se alargaría más de una noche.

—Störe mich nicht, Schlampe (no me molestes, perra) —repuso reincorporándose mientras limpiaba su labio sin dejar de apuntar. —Sie haben gute Fäuste, aber nicht genug (tienes buenos puños, pero no los suficientes).

Rubí se mordió los labios comenzando a cabrearse, si seguía así no lograría nada y el hombre parecía imperturbable mientras la apuntaba. No estaba segura de cómo debería proceder si no lograba comunicarse con él.

Antes de que pudiera darse cuenta el hombre disparó obligándola a moverse hacia un costado, la bala había caído en su estómago protegido por el chaleco antibalas, no había logrado hacerle daño, pero fue suficiente como para cabrearse por completo.

—Verdammter Scheiß (maldita mierda) —masculló Rubí antes de lanzarse otra vez.

Incluso con el arma apuntando y disparando otra vez se abalanzó para tomar sus muñecas y golpearlas con su codo obligándolo a soltar la pistola, sin soltarlo lo golpeó con su codo en la nariz y nuevamente en la boca una y otra vez hasta que el hombre luchando logró soltarse y devolverle el golpe chocando su cabeza contra la de Rubí provocando que ambos retrocedieran. Lo siguiente que supo fue que se lanzó contra él en un salto envolviéndolo con sus piernas para hacerlo caer, mientras él luchaba para golpearla o quitarla de encima, terminaron los dos en el piso Rubí intentaba ahorcarlo con sus piernas y él golpeaba constantemente sus muslos intentando alejarla. Tuvo que soltarlo cuando una cuchilla llegó a parar en su pierna enterrándose en su muslo, no tenía ni idea de donde había salido, pero al desgraciado le había servido bastante para colocarse de pie y apuntarla nuevamente con el arma que había recogido en el transcurso al suelo.

—Er hat Angst, nur weil ich seine Identität kenne (Está asustado solo porque conozco su identidad) —escupió pareciendo asqueado. —Schade, jetzt mit mehr Grund werde ich alles offenbaren (Una lástima, ahora con más razón voy a revelar todo) —sentenció.

Rubí se preguntó de qué diablos estaría hablando el desagraciado, pero mientras él apuntaba y mascullaba palabras sabía que tenía una sola oportunidad, antes de que disparara se deslizó por el suelo golpeándolo con sus piernas hasta hacerlo caer, sintió una bala pasar por sobre su cabeza cuando el imbécil cayó sobre ella y justo antes de que él pudiera reaccionar quitó la cuchilla de su muslo y la enterró en el cuello del hombre, no una sino tres veces hasta que su expresión perdió color y la sangre se desparramó en el piso.

Suspiró empujando el cuerpo del hombre hacia el costado para poder salir debajo de él. Se levantó limpiando su ropa aun cuando sabía que sería inútil considerando que estaba completamente manchada de sangre y lo peor de todo es que parte de ella era suya. Detestaba sangrar.

Se dispuso a terminar el trabajo, pero antes de avanzar un poco se encontró con una serie de papeles que atrajeron su atención.

Eran fichas personales de personajes importantes alrededor del mundo, había escuchado hablar de algunos de ellos mientras que otros parecían completamente desconocidos. Comenzó a reunir los papeles en el piso a pesar de que estaban manchados de sangre y otros rotos, mientras que fue leyendo lentamente los nombres, memorizando y algunos reconociéndolos. Volvió al escritorio cuando había rescatado la mayoría, encontrando otra serie de carpetas, habían pilas y pilas de información regadas por toda la habitación, e impresionantemente no solo era información personal sobre personas que seguramente no deberían existir, sino que además cuentas ilegales, cuentas legales, empresas de papel y unos cuantos negocios fraudulentos que sabía muy bien cómo funcionaban porque estaban aliados con mafias de diferentes lugares del mundo. En medio de tantas carpetas se encontró con una que atrajo de inmediato su atención, se titulaba "Blut Augen (Blood Eyes)".

La abrió con una lentitud extraña sintiendo como su corazón saltaba de pronto, se sintió de vuelta a los cinco años cuando hurgaba en la oficina de Mónica intentando buscar archivos secretos sintiéndose una mini espía, recordaba que aquellas excursiones nunca terminaban bien, por lo que abrir esa carpeta se sentía como gloria cuando estuvo frente a sus ojos información que jamás habría imaginado encontrar.

Habían archivos viejos sobre los primeros asesinos de Blood Eyes, así como también información clasificada del creador original y la mente que había estado detrás, su financiamiento y todas aquellas grandes personajes en la historia que habían solicitado ayuda alguna vez a lo que hacían llamar die schule (la escuela), por lo que era bastante fácil ocultar en sus papeles a quienes realmente estaban financiado, puesto que todos creían que era caridad a un colegio de bajos recursos.

Hojeó más de lo que alguna vez pudo, sentía que necesitaba leer todo, nunca antes había estado tan cerca de toda la información que se encontraba ahí, sabía que podría servirle cada detalle que leía por lo que finalmente dio con el archivo menos esperado, pero el más sorprendente, su corazón pareció dar un giro completamente, se detuvo sintiendo sus manos temblar y lentamente sin quitar su mirada de la hoja tomó su teléfono y marcó a Roger.

—¿Quién diablos era el hombre que debía asesinar? —preguntó sin saludar.

—No estoy muy seguro, el archivo decía algo sobre ser un Akkumulator, lo que sea que signifique.

—Acumulador —susurró Rubí observando la hoja.

—¿Qué sucede?

—Necesito que envíes gente aquí, no permitiré que esta información caiga en manos de nadie más que los míos.

—¿Rubí? —susurró Roger. —La orden decía que tenías que quemar todo junto con el cuerpo.

—Me importa una mierda, esto puede salvarnos la vida en un futuro, Roger, no voy a desperdiciarlo.

—¿De qué diablos hablas? Si la Mamma Santissima descubre que no cumpliste completamente el trabajo nos aniquilará a todos.

—No lo sabrá y si lo descubre ya sabré como frenarla —Rubí tomó la hoja en su mano esta vez sonriendo. —Roger confía en mí, provocaré el incendio, pero no sin antes llevarme todo lo que está aquí.

—¿Qué diablos fue lo que encontraste que es tan importante como para arriesgar tu cuello? —reprochó Roger desde la otra línea.

—A Mariana Di Maggio —susurró extasiada observando la hoja en sus manos. —La primera asesina de Blood Eyes.

La línea se mantuvo en silencio, seguramente Roger preguntándose de quién diablos hablaba, mientras Rubí observaba una vieja foto en el papel donde se mostraba a quien era la única mujer que actualmente podía hacerla su mártir, sonrió sintiéndose una triunfadora y entendiendo completamente el por qué había tenido que matar a ese hombre.

*

Milán, Italia

31 de Diciembre, 2006

Se había separado de Biago solo porque él necesitaba tratar un asunto a solas o por lo menos eso había dicho él, fuera lo que fuera aquello le había permitido ir con tranquilidad hasta Armani Silos, un museo en el centro de Milán dedicado a los diseños exclusivos de la marca de ropa Armani, la Mamma Santissima la había citado hacía un día antes y aunque había creído que no podría asistir se limitó a confirmar la cita y partir hasta el lugar.

A pesar de la hora el Museo estaba vacío, seguramente la mujer que la traía como a su mascota no le gustaba ser vista, pero de todas formas no preguntó adentrándose con calma, se encontró con algunos cuadros a la entrada mientras que diferentes pasillos la guiaban a joyas carísimas y vestidos nunca antes visto en otro sitio que no fueran pasarelas. Caminó por las pasillos observando detenidamente todo con asombro, había ropa de pedrería real, realmente habían diamantes incrustados mientras que las joyas exóticas tenían colores llamativos y realmente encandiladores. Cuando llegó al sector más apartado del museo se encontró con la Mamma Santissima observando una serie de vestidos en sus respectivos maniquís, parecía ser la sección de estampados rojos, puesto que hasta las paredes eran del mismo color, había vestidos bellísimos al estilo strapless y algunos con mangas, largos, cortos y hasta elegantes pantalones, debía aceptar que estaba asombrada por tanta ostentosidad en ropa.

—¿Deslumbrada? Este es mi lugar favorito después de mi habitación —comentó la mamma santissima al verla llegar.

—Creo que es llamativo que salga de una cueva para meterse a otra —mencionó Rubí observando todo al detalle.

—Eres una maleducada —chistó la dama con un tono burlesco. —Ese es uno de tus grandes problemas, jamás podrás llegar a ser importante si no tienes educación.

—Lo siento pero no veo la función de la educación, cuando esta se refiere a bajar la cabeza frente a gente con un poco de dinero.

Ambas caminaron en silencio mientras observaban la ropa y recorrían el pasillo, cuando finalmente se terminó, Rubí creyó que continuarían al siguiente, pero a cambio la Mamma Santissima se sentó en los extremos donde habían unos sillones del mismo color de la ropa.

—Saber con quién bajar la cabeza y con quien no, puede salvarte de muchas, Rubí —comentó retomando la conversación anterior.

—No bajar la cabeza incluso con el más grande de los imbéciles me ha hecho sobrevivir en este mundo.

—No lo harás más si sigues desafiándome —amenazó con una mirada severa.

Rubí se mantuvo en silencio mordiéndose la lengua para no replicar, odiaba que la miraran de esa forma como si la reprendieran por haber dicho algo mal, recordaba el tiempo en que Basilio le enseñaba sobre el negocio de la familia, tenía la misma mirada de advertencia cuando sabía que él se estaba equivocando y no ella.

—De todas formas no he venido aquí para darte una lección, al contrario vine a felicitarte.

—¿Felicitarme? —repitió Rubí asombrada. —¿Por qué?

—Lo has hecho bastante bien y todo completamente limpio como lo he pedido, comprendo porqué eres la mejor asesina de tu generación.

—Woh, esto es nuevo de escuchar viniendo de usted —sonrió Rubí sintiéndose bastante satisfecha con su trabajo.

—Por esta razón aceptaré entrenarte.

—¿Entrenarme? ¿Para qué?

—Para que seas mi sucesora.

Un largo silencio se extendió en la sala mientras Rubí observaba a la mujer frente a ella con la boca semi-abierta, ella realmente tenía que estar de broma, ¿la había amenazado desde que se conocían y decía algo así? Definitivamente había hecho algo demasiado bien como para que la tomara en cuenta a ese nivel.

—¿Es una broma? —se atrevió a preguntar.

—Claro que no, yo no bromeo con estas cosas, Rubí.

—¿Entonces... por qué yo? —cuestionó aun abrumada por la noticia.

—Ya te lo dije una vez, tú y yo somos iguales en muchas cosas.

Rubí la observó aun con la sorpresa en su mente, recordaba la primera vez que había aceptado serle leal a esa mujer, pensó que para obtener el trono de la societá maggiore tendría que hacer rodar cabezas, al parecer no sería necesario, pero incluso con esa premisa no se dejó engañar, por alguna razón los ojos de la mujer no parecían por completo sinceros, parecía más una trampa que un desafío por lo que a pesar de mostrarse sorprendida y feliz ante la noticia prefirió mantenerse alerta por si algo se presentaba en el futuro.

Salió del lugar sintiéndose extrañamente confundida, por lo que prefirió caminar por las calles de Milán hasta su hotel, seguramente Biago volvería hasta la tarde, mientras que ella se encargaría de organizar todo para observar los fuegos artificiales desde la ventana, sería una noche estupenda solo para ellos dos. Se preguntó si es que con la nueva noticia eso implicaba alejarse de Biago otra vez o apegarse más aprensivamente, simplemente no estaba segura de nada, pero prefirió dejar correr la noticia como si hubiera sido algo normal del día.

Caminó lo suficiente con la cabeza perdida por lo que cuando retomó la atención se dio cuenta que se había perdido, observó hacia todos lados intentando ubicarse, pero a cambio vio a lo lejos una capucha negra alejándose hacia la otra esquina. Podría reconocer esa espalda donde fuera, su corazón patinó hasta el punto en que sus piernas ya estaban corriendo antes de que pudiera darse cuenta, avanzó incluso con toda la gente alrededor o los semáforos en rojo, daba lo mismo, si realmente era Devan y no se equivocaba entonces daría siempre lo mismo.

Avanzó hasta la otra calle sintiendo sus piernas doler y su respiración tan agitada como hacía mucho no lo estaba, cuando se adentró hasta un callejón se detuvo, al otro extremo estaba él, pudo ver su perfil cuando se quitó la capucha mientras se adentraba a un auto negro, vio como tomaba la puerta y por un solo pestañeo sintió que sus miradas se encontraban, fue un segundo en el que a lo único que atinó fue a devolverse y esconderse, rodeó el callejón para esconderse en las tiendas de los lados, fue cuando lo vio nuevamente, había bajado del auto para buscarla y el solo gesto la hizo gemir de dolor sosteniendo su pecho.

Se veía tan guapo como la última vez que lo había dejado, los años no habían pasado en vano por su rostro, pero aún conservaba su mentón libre de barba, sintió como sus piernas cedían cuando él parecía voltear hacia todos lados en la calle buscándola, y sus lágrimas cayeron cuando supo que no la había visto. En el piso de la tienda lo observó detenidamente, estaba vestido como cuando iba a trabajar, seguramente andaba en ello, su cabello negro azabache estaba más largo de lo habitual, pero no lo suficiente para que dejara de verse igual de guapo, sintió como se le escapaba un sollozo cuando detrás de él apareció una mujer vestida de negro al igual que él, con el cabello del mismo color de su ropa y los ojos mal delineados, la reconoció enseguida, la bruja, aquella mujer tenía la especialidad de matar a la distancia, conocía tantos venenos como Rubí de armas, y el solo verla le recordó las tantas veces en que intentaron asesinarse la una a la otra.

La Bruja le indicó a Devan que tenían que volver, por lo que mientras Rubí se mantenía llorando, sentada en el suelo de la tienda, ellos desaparecieron otra vez por el mismo callejón, seguramente a completar lo que habían venido a hacer.

Una empleada se acercó a Rubí luego de unos minutos, pero incluso cuando esta intentó ayudarla prefirió ignorarla e irse. Caminó lo más rápido que pudo hasta volver al cuarto del hotel y hundirse en la cama, sentía como su pecho se encogía mientras repetía una y otra vez la imagen de Devan frente a ella, no se había dado cuenta de cuánto lo había extrañado hasta que lo volvió a ver por lo que ni siquiera pudo dimensionar que tendría una reacción como aquella. Aquel hombre no solo había sido su primer amor, sino que había sido aquel quien le había enseñado que la vida no era un simple juego en el que asesinar significaba ganar, por culpa de él había hecho muchas cosas al nivel de traicionar a Mónica Meyer.

Se preguntó que tanto había desaparecido Blood Eyes, si la muerte de Devan no era cierta y La Bruja estaba viva se preguntó si realmente todo había acabado o simplemente se habían movido de lugar, no estaba segura de nada, pero entonces cuando dieron las cinco de la tarde y sabía que Biago volvería en una hora más se dijo a sí misma que ya no podía seguir llorando. Había dejado el pasado atrás, y así como sabía que Devan no podía saber que ella estaba viva, tampoco permitiría que su presencia la perturbara más, tenía una nueva vida en Italia con Biago, con los Felivene y más aún ahora que la Mamma Santissima la entrenaría para obtener en un futuro el lugar que merecía, no necesitaba volver atrás.

Se dio una larga ducha y se colocó un vestido lo suficientemente tentador para Biago, se había acabado, ya no necesitaba pensar en el pasado por más que el pasado quisiera volverla a encontrar.  

*****

Ay mamá esta cosa se puso intensa...

Bueno, hola mi gente bella, he vuelto en una semana ¿ah que soy ágil? Nah espero seguir así, miren que he guerreado toda la semana con el capítulo que sigue jajaja en fin

Espero este capitulo les haya gustado, hayan podido adivinar de que trataban algunas escenas y los haya dejado con ganas de mas, ojalá nos leamos pronto ❤️❤️

Les amo, les adoro y les debo mordiscos.

Atentamente una dory.

Posdata de dato curioso.
Spatola y Bonano eran miembros de cosa nostra, en la época en que Salvatore Lo Piccolo tomó el mando ambos desaparecieron y años después sus cuerpos fueron encontrados en un sector que Lo Piccolo ocupaba de cementerio, no recuerdo las fechas exactas en que desaparecieron y fueron encontrados pero seguro Wikipedia les puede ayudar para más información 😅😅

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