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CAPÍTULO FINAL

Todo pasó demasiado rápido, o tal vez SooBin veía todo muy lento, porque empezaba a sentirse mareado.

Había sujetado la mano de Roseanne, pues se sentía bastante asustado y ella se la brindó en un intento de calmarlo. No escuchaba bien por todo el ruido, pero consiguió ver a MinHyuk hablando con Elizabeth de forma exaltada, y a YeonJun gritarle con angustia cosas que no conseguía escuchar.

¿Acaso ese sería su destino? Morir en ese lugar, víctima de una bala perdida; entendía que había gente que moría allí por causas graves o por suicidio, pero no, él pasaría a ser una leyenda, como el chico que murió por accidente en un sitio ilegal.

Tras decirle lo que debía y darle una serie de instrucciones, MinHyuk tomó la cara de Elizabeth entre sus mejillas para poder acercarse a besar su frente. La mujer adulta lloraba desconsolada por lo que el menor le había dicho, pero sabía que las cosas no podrían acabar bien de otra forma.

Con ayuda de Roseanne, cargaron a SooBin hacia la camioneta, dejándolo en el asiento del copiloto. Roseanne estaría sentada junto a él para ir revisando que estuviera bien. MinHyuk regresó a la cocina, donde aún todos los empleados guardaban silencio, en espera de que las cosas se calmaran.

Cuando el rubio abrió la puerta, los jóvenes no pudieron evitar sentirse en total alivio, porque sabían que eso significaba que ya no tendrían que sufrir por JongSuk y, si debían quedarse ahí, al menos el ambiente ameno los mantendría cuerdos.

— A la camioneta — mencionó James, haciendo puños sus manos al ver como todos se quedaban quietos, sin saber realmente qué hacer. — ¡Ya mismo! ¡Suban!

Sin protestar, todos los empleados salieron, siendo recibidos por Elizabeth en la puerta principal del lugar, ella les decía "suban" con la mejor pronunciación que podía, pues esa palabra apenas la había escuchado de James.

La camioneta estaba estacionada frente al establecimiento, pero, para los empleados, fueron los centímetros más gloriosos cuando salieron del lugar hasta la puerta trasera del vehículo. Ellos pudieron respirar aire fresco, sentir el calor del sol en sus pieles; algunos incluso se habían quedado perplejos frente a la puerta, porque era un escenario tan irreal el ver las nubes del cielo, y no desde meses, sino después de años.

James salió al final y, cuando todos los empleados se acomodaron en el espacio vacío y amplio de la camioneta, que era ocupada para carga de objetos, aventó tres maletas dentro del lugar entre los huecos que podía.

Los observó fijamente, asustados, todos lucían tan confundidos y aterrados; sintió un último golpe en el corazón por eso, pero, finalmente, se limitó a cerrar la puerta dejando ahora a los chicos a oscuras por la ausencia de ventanas y luz. Todos optaron por tomarse de las manos al temer lo peor.

James caminó hasta la puerta del copiloto y dejó un folder en la guantera del auto antes de mirar a SooBin, quien ahora lucía mucho más pálido, tomó su mano y lo miró a los ojos.

— Desconozco quién sea, pero creo que este expediente es importante para ti por tu reacción. Siento si te causé daño, pero no me arrepiento, porque tu presencia fue lo que me dio un empujón para hacer lo de hoy. No nos volveremos a ver, SooBin; empezarás a olvidar mi cara y, con ello, MinHyuk habrá terminado de morir.

Tal vez habían sido las únicas palabras sinceras que le había dicho al chico desde que se conocieron.

Besó el dorso de la mano del menor y, finalmente, se alejó para cerrar la puerta y abrazarse a Elizabeth. Más a prisa que por gusto, terminaron con su abrazo y la mujer subió a la camioneta para poder conducir en dirección al hospital, siendo orientada sobre las calles por Roseanne; ya que era ella quien sabía el sitio, pero no conducir, a diferencia de Elizabeth, que sabía conducir, pero no las calles.

Decir que el viaje fue tranquilo sería mentir. La mujer conducía con mucha prisa y angustia, por la posibilidad de no llegar a tiempo al hospital. SooBin se desangraba y no tenía la delicadeza para respetar el tránsito, incluso había recibido algunos insultos de otros conductores que, aunque no entendía, terminaba respondiendo con otra grosería en inglés.

Cuando llegaron al hospital, bajaron a SooBin con prisa y cuidado, siendo ayudadas por unos enfermeros, que salieron con una camilla para poder ingresar al chico.

Roseanne respondió brevemente que había sido herido por una bala perdida, antes de que se llevaran al menor hacia cirugía. Otro médico, acompañado de un policía, se acercó a preguntar por qué el chico estaba herido de bala.

Las dos mujeres se observaron unos segundos, la menor le tradujo lo que el médico les preguntó a la mayor y, tras un breve intercambio de palabras, Roseanne habló:

— Queremos denunciar.

SooBin se debatía entre la vida y la muerte.

Había perdido mucha sangre, y los médicos habían empezado a intentar sacar la bala que, al parecer, había quedado dentro.

No sabía si era la anestesia o ese hilo tan delgado del que pendía su vida, pero estaba sintiendo como la fuerza disminuía cada vez más, hasta que pasó lo que nadie en ese sitio quería.

El corazón de SooBin dejó de latir.

El médico empezó a dar instrucciones que las enfermeras acataron rápidamente. El peli-morado ahora yacía en una esquina de la habitación, viendo su cuerpo físico, intentando ser reanimado por el doctor.

— ¿SooBin? — escuchó de pronto su nombre.

Al girar hacia su derecha, pudo ver a YeonJun parado frente a él, mirándolo con sorpresa y tristeza.

— ¡YeonJun!

El más joven se acercó rápidamente hasta quedar a unos centímetros de distancia. Con miedo, YeonJun llevó por instinto su diestra hacia la mejilla de SooBin, a sabiendas de que su mano lo atravesaría, pero, para sorpresa suya, esta vez sí pudo tocarlo.

Abrió su boca con asombro. Estaba seguro que, de poder llorar, lo haría en ese momento, así que no se contuvo y abrazó al menor con todas sus fuerzas mientras era correspondido.

Podría decir que deliraba, pues sentía perfectamente la calidez de sus cuerpos fundirse en un abrazo, pero... Bueno, eran dos espíritus, viéndose frente a frente, tras salir del sitio donde un australiano tuvo preso al menor; ahora todo era creíble.

— Al fin puedo tocarte — murmuró SooBin, hundiendo su rostro en el cuello del mayor —, al fin puedo sentirte...

— Desearía que estuviéramos así por siempre...

— También yo lo des-

— Pero no podemos.

— ¿Qué? ¿Por qué? — preguntó SooBin, alejándose de YeonJun con tristeza, observando fijo hacia sus ojos, sin entenderlo.

— Este no es tu destino, amor.

— ¡Claro que sí! Yo no...

— ¡Está respirando otra vez! — gritó el doctor, más tranquilo antes de retomar la cirugía.

SooBin observó con miedo a YeonJun. ¿Qué significaba eso? ¿Respiraba otra vez?

— Debes volver a tu vida normal — murmuró YeonJun, acariciando con su pulgar la mejilla del menor. Sentía su corazón latir con fuerza por poder vivir ese momento con él, por estar juntos finalmente.

— YeonJun, quiero estar contigo... Al fin podemos estarlo, pero parece que no quieres...

— SooBin, mírame. ¿Crees que yo quería esto para mí? — el más joven negó, mirando con tristeza al chico. — Tampoco quiero esto para ti. Quiero que vivas, que experimentes, que disfrutes.

— Quiero estar contigo...

— Vive tu vida, cuando acabe, y mueras de viejo sobre tu cama, yo vendré por ti para poder irnos a estar juntos durante el resto de la eternidad.

— ¿Lo prometes?

— Lo prometo — respondió, acercándose a él para dejar un beso en los labios del menor.

Aunque sus labios se tocaban, no eran capaces de sentir nada, pero eso no impidió una sensación de torbellino en los estómagos de ambos.

Sin mayor aviso, SooBin volvió a su cuerpo, pero seguía sin estar consciente debido a la anestesia. Él no fue testigo de lo que sucedió en ese momento.

Por un lado, Roseanne y Elizabeth le contaron todo sobre Matryoshka al hospital en un resumen. Luego, llevaron al oficial hasta la camioneta y, al abrir, diez chicos y nueve chicas se abrazaban con temor, antes de poder salir finalmente con seguridad por las palabras del oficial: "Pueden salir, ya están a salvo".

En la habitación del hospital, donde la operación finalizaba, YeonJun se despidió de SooBin, estando frente a él mientras observaba como empezaba a estabilizarse.

— Hay tanto que debo agradecerte… Morí un veintitrés de octubre, pero, hasta el día de hoy, tú me hiciste sentir vivo. Me enseñaste cosas de la vida, que yo nunca habría descubierto por mí mismo, me hiciste mejor persona, incluso después de la muerte, y me enseñaste a amar cuando todos apuntaban que no podría sentir. Gracias, SooBin, por nunca rendirte conmigo.

《 Mi muerte fue un peso más grande para ti, que para mí mismo. Te trajo muchas cosas malas, y siento tanto que fuera así, amor mío, porque eso eres, eres mi amor. Siento no poder despedirme con las palabras ideales y peor, hacerlo cuando no es posible que me escuches. Siento no poder decirte que te amo, porque no tendría caso alguno, sino eres capaz de escucharlo, pero te lo diré cuando nos veamos otra vez.

《 Me iré, pero estaré en cada sitio. Cuando el viento sople las hojas de los árboles, seré yo quien le brinde esa brisa a tu rostro, en una tarde calurosa. Cuando el sol pegue en tu piel, seré yo, queriendo darte calidez. Cuando la lluvia moje tu rostro, serán mis lágrimas de felicidad por verte vivir un día más. Mi mayor alegría es irme sabiendo que tú estarás bien, que podrás hacer lo que te propongas…

《 Tienes una vida por delante, SooBin, vive del modo que más feliz te haga, porque, al final del día, solo te tienes a ti mismo como algo seguro; eres fuerte, y ya lo has descubierto. Nos veremos pronto y, cuando lo hagamos, mi corazón volverá a latir de alegría al verte, como lo hace ahora por despedirme.

Observó por última vez hacia el cielo, a través de la ventana. Se sentía en paz por primera vez desde que despertó y así, con una sonrisa cargada de felicidad y tranquilidad, YeonJun desapareció sin más.

Ya no había nada que lo atara a ese mundo pues, tras descubrir cómo había muerto, no tenía ninguna deuda. Su alma podía volver a Anima sin ninguna traba, hasta el momento en el que deseara volver por SooBin; cosa que esperaba le tomará años, aún si le dolía.

SooBin despertó. Fue trasladado a una habitación individual, pues había muchas preguntas que debía responder. Debido a que fue una víctima privada de su salud física y emocional, necesitaba una serie de estudios para determinar qué tan mal se encontraba.

Estaba destrozado, pero no por los estragos que Matryoshka causó en él. Llevaba despierto más de cinco horas y no había visto a YeonJun en ningún momento, luego de lo que había pasado, SooBin temía lo peor.

¿Y si se fue? ¿Y si nunca más regresaba? Para suerte suya, entre todos sus malestares, alguien tocó la puerta y, al mirar en dirección a la misma, pudo ver a su mamá, sonriéndole con tanto cariño en medio de sus ojos llorosos por la alegría.

Ya no lo soportó más. Se soltó a llorar mientras su mamá corría hacia él para abrazarse con fuerza. Como si fuera un cachorro herido, SooBin frotaba su cabeza entre el cuello y hombro de su mamá, como deseando impregnarse de su aroma mientras la mujer besaba constantemente sus cabellos sin soltarlo.

Su pequeño había regresado a ella, cada día, desde la desaparición de SooBin, había vivido con miedo de verlo algún día rondando por la casa, porque eso significaría que su hijo había muerto, pero, para suerte suya, ahora mismo lo tenía entre sus brazos. No había nada que una madre deseara más que eso, cuando perdía a uno de sus bebés.

SooBin ahora podría volver a su vida habitual y, aunque la presencia de YeonJun no estaría en su día a día físico, YeonJun estaría siempre plasmado en su corazón, como su rubatosis personal, en cada latido.

¡Bienvenidos al capítulo final de la obra! ¡Muchas gracias por leer! ♡

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