05
La casa de SooBin era realmente cómoda y cálida. Recordaba haber escuchado en su infancia cosas sobre "la casa embrujada" de la médium; cuando era niño, temía mucho por eso. Imagina tener nueve años y que te digan que espíritus residían en esa casa.
Oh, triste ironía: Ahora era uno de ellos.
La casa era de tres pisos. La planta baja era ocupada por completo debido al trabajo de la médium: Una amplia mesa con un mantel rojo, sillas de madera, una sala, un espejo grande en la pared junto a la mesa y unos cuantos muebles cargados de varios artículos que usaba para las sesiones.
El siguiente piso era familiar. El comedor, la sala, una televisión: todo lo que contenía un hogar normal.
El tercero eran puras habitaciones y un baño. Aunque, en realidad, la casa constaba solamente de dos pisos. La última planta era la más alta, pero, con lo bien que ganaba la mujer, había decidido mandar a construir otro piso en medio para dedicar el de abajo, únicamente, a su trabajo –ya que pensaba que podría traerles vibras negativas convivir en el espacio donde tanta energía buena y mala pasaba–.
En la casa solo vivían la madre de SooBin, su hermano menor y él. Su padre se había ido con su hermano mayor cuando SooBin tenía ocho años. Los dos hombres estaban cansados de esa vida, pero la mujer no accedió a dejar de ayudar a otros. Ni siquiera por todo el amor que le tenía a su pareja.
Ella había sufrido mucho con esa separación, se mantenía atenta en su trabajo, pero, cada que terminaba, rompía en llanto. ¿Cómo era posible que, una mujer que mantenía contacto con los muertos, pudiera sentirse muerta en vida? Aún así, decidió ser fuerte por sus dos hijos; en especial, porque SooBin había nacido con su mismo don y no quería que, al verla sufrir, lo sintiera como una maldición. Así que siempre se mantuvo firme por sus pequeños.
SooBin y YeonJun llegaron apenas empezaba a caer la noche, eran pasadas de las siete cuando ingresaron a casa del menor.
Rápidamente, SooBin esbozó una sonrisa al oler el delicioso aroma de la comida. Después de un día cansador, no había nada que la comida de su mamá no arreglara. Aunque no quería decirlo en voz alta puesto a que YeonJun debía estar sensible por lo sucedido horas atrás.
— Binnie, llegaste — escuchó a su madre decir apenas subió al segundo piso —. Tardaste un poco más de lo usual. ¿Pasó algo interesante?
Pese a su trabajo, la mujer era como una persona dulce y cálida con sus hijos, a los cuales atesoraba como lo más importante de su vida.
Ella tomó un plato con comida –pollo al curry– y lo dejó sobre la mesa para que su hijo pudiera comer.
No dijo nada sobre YeonJun, y eso extrañó a SooBin.
— La señora Lee me invitó a un evento que hará en su casa esta noche, es una reunión de mujeres para liberar el estrés con unas cuantas copas. ¿Podrás quedarte solo unas horas?
— ¿Solo? ¿Y mi hermano? — preguntó elevando su ceja izquierda con duda mientras tomaba asiento en la silla frente al plato. Tenía tanta hambre y aquello lucía tan bien –como todo lo que su madre preparaba–.
— Pasará la noche con un amigo suyo. Al parecer, habrá un capítulo especial de no sé qué programa en la noche y, como quedaron de verlo juntos, decidieron tener una pijamada — la mujer elevó sus hombros antes de tomar asiento junto al chico —. A propósito, te queda menos tiempo en el colegio... Eso es muy lindo. Me siento tan orgullosa de ti. ¿Aún no organizan fiestas o algo parecido?
El joven negó. Su madre sabía que mentía, pero no dijo nada; ella solo le dio un beso en su frente antes de indicar que saldría y que llegaría en la madrugada.
Cuando finalmente se fue, YeonJun habló: — ¿Cómo que no? ¿Has escuchado la cantidad de fiestas que hay en la puerta? Son un montón.
— No soy de fiestas, YeonJun. Prefiero quedarme en casa comiendo, viendo televisión... ¿Has visto Weekly Idol?
El mayor iba a quejarse porque el chico prefería pasar el tiempo encerrado en vez de disfrutar de su juventud, pero las palabras no consiguieron salir de su boca. ¿Qué podría decir él sobre salir a fiestas con plena inseguridad en el país? Estaba muerto por sabrá la vida qué cosa.
SooBin pareció notarlo y, rápidamente, decidió cambiar el tema. Con apuro, tomó su plato mientras se levantaba.
— Vamos. Seamos un poco rebeldes y llevemos esto a mi cuarto para comer ahí.
— ¡SooBin, tienes tan buenos CD 's!
— ¿Tú crees? — preguntó el mencionado mientras comía un poco, permaneciendo sentado en su cama mientras observaba a YeonJun ir de un lado a otro ojeando sus discos.
— Sí. Me sorprende que alguien siga comprando discos realmente para escucharlos e, incluso, grabar en unos cuantos algunas canciones variadas. Pensé que ya estaba pasado de moda... Con todo eso de que ahora todas las canciones son descargables.
— Me gusta mantenerlo así. Llevo un orden y no corro riesgo de perder la música como en los celulares cuando te roban. Además, es más clásico.
El mayor solo asintió en respuesta. — Kodaline, Blackbear, Starset... ¡Qué selecto eres!
— ¿Conoces a Blackbear? — preguntó el joven con más entusiasmo, obteniendo, como respuesta, un breve canto del mayor.
— So weak when you're around me. Weak when you're around me, baby.
YeonJun empezó a imitar con su puño un micrófono, y SooBin no pudo resistirse a seguir su juego, imitando dicha acción.
— 'Cause we're two little people in this big old world. I could make a living, baby, you could be my girl.
YeonJun se echó a reír por lo divertida que era la situación de ambos cantando y SooBin solo pudo sonreír ligeramente avergonzado de su propio actuar.
Conocer a alguien con quien compartes gustos era algo agradable en verdad.
— ¡Desearía haberte conocido antes! Ir a las tiendas de discos juntos... Habría sido toda una aventura.
SooBin mantuvo un poco fruncido el ceño. Estaba triste de recordar lo pasajera que podría ser la compañía del pelinegro.
Las cosas de los espíritus eran raras. Un día podían, simplemente, desaparecer; pero sabía que era egoísta pensar que YeonJun estaría siempre con él e, inevitablemente, que eso lo privaría de llegar a ver la luz.
Dejó su plato vacío sobre el mueble a un lado de su cama para poder acostarse un rato. Estaba exhausto. Había sido un día muy largo y tenía un conflicto mental en ese momento.
Le había comentado a YeonJun que los espíritus no se quedaban mucho tiempo porque se ataban a las personas, los objetos o los lugares. Pero, aún así, el chico parecía decidido a mantener su promesa de quedarse.
No le dijo cuánto tiempo tenían para poder irse. No le dijo que estaba a tiempo de encontrar la paz y poder ser libre... Pues, por muy egoísta que sonara, no pensaba decírselo.
YeonJun había expresado su intención de cuidarlo de otros espíritus e incluso vivos. ¿Cómo alguien que era, constantemente, atacado por seres –contra los que no podía defenderse–, podría desaprovechar esa oportunidad? No conocía bien al pelinegro y él no conocía al menor, pero, tenerlo consigo, podría ser mejor que tener a cualquier otro espíritu cerca.
Pero YeonJun no debía saber que tenía opciones. SooBin necesitaba ganar tiempo.
— YeonJun... — habló de pronto el menor mirando hacia el techo mientras apoyaba sus manos sobre su propio vientre, solo obtuvo un murmullo como respuesta. Un murmuro que le dejaba saber que, el mayor, estaba atento a todo lo que podía observar en la habitación —. Dijiste que despertaste en un callejón, ¿cierto?
— Sí... Aunque no sabía que estaba muerto. Pensándolo bien, creo que, desde ese momento, debí alarmarme por mi propia seguridad: Despertar en un callejón ileso no debía ser posible — intentó bromear.
— ¿Te parece si vamos e intentamos descubrir qué pasó?
Hubo un silencio de escasos segundos hasta que SooBin observó el rostro de YeonJun frente al suyo. Le miraba con sorpresa y curiosidad: ¿Buscar pistas de qué pasó con él? ¡Claro que el chico quería! Moría de ganas por saber qué le pasó, bueno... Expresión incorrecta, él ya estaba muerto.
— Recuerdas dónde es, ¿no? — preguntó nuevamente el más joven.
— Sí. Era una calle que quedaba bastante lejos. La verdad... era una ruta que tomaba con HeeSeung para ir al estadio de fútbol.
— ¿Recuerdas cuándo fue?
— El partido... Pues... Si mal no recuerdo, fue un diecisiete de octubre.
— Bien. Entonces... Si te parece bien, podemos ir y explorar un poco. Tal vez consigas recordar qué pasó.
YeonJun asintió con euforia y regresó a lo que hacía previamente. Apenas y podía con la emoción de intentar recordar aquel día y poder saber, finalmente, qué fue de él; aunque SooBin ya estaba seguro de que eso no se lograría. La policía llevaba mucho tiempo buscando por cada zona posible, ¿por qué ellos podrían encontrar algo?
Su idea principal no era esa, sino distraer a YeonJun para que permaneciera atado a su lado.
SooBin no tenía idea de que, su plan, los llevaría a algo de lo que no podrían salir con facilidad.
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