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27. Final

Todo pasó demasiado rápido, o tal vez era que Jeongin veía todo muy lento pues empezaba a sentirse mareado. Había sujetado la mano de Ming En pues se sentía bastante asustado y éste le brindó en un intento de calmarlo. No escuchaba bien con tanto ruido pero consiguió ver a Chan hablando con Elizabeth de forma exaltada y a Hyunjin gritarle con angustia cosas que no conseguía escuchar. ¿Acaso ese sería su destino? Morir en ese lugar víctima de una bala perdida, entendía que había gente que ahí moría por causas graves o por suicidio, pero no, él pasaría a ser leyenda como el chico que murió por accidente en un sitio ilegal.

Tras decirle lo que debía y darle una serie de instrucciones, Chan tomó la cara de Elizabeth entre sus mejillas para poder acercarse a besar su frente. La mujer adulta lloraba desconsolada por lo que el menor le había dicho pero sabía que las cosas no podrían acabar bien de otra forma. Con ayuda de Ming En cargaron a Jeongin hacia la camioneta, lo dejaron en el asiento del copiloto, Ming sentado junto a él para ir revisando que estuviera bien. Chan regresó a la cocina donde aún todos los empleados guardaban silencio en espera de que las cosas se calmaran, cuando el rubio abrió la puerta no pudieron evitar sentir en parte alivio pues sabían que eso significaba ya no tendrían que sufrir por Jong Suk y si debían quedarse ahí al menos que el ambiente fuera ameno era lo que los mantenía cuerdos.

— A la camioneta —mencionó Chris, haciendo puños sus manos al ver como todos se quedaban quietos sin saber realmente qué hacer—. ¡Ya mismo! ¡Suban!

Sin protestas todos los empleados salieron siendo recibidos por Elizabeth en la puerta principal del lugar, ésta les decía "suban" con la mejor pronunciación que podía pues esa palabra apenas la había escuchado de Chris. La camioneta estaba estacionada frente al establecimiento pero fueron los centímetros más gloriosos cuando salieron del lugar hasta la puerta trasera del vehículo. Pudieron respirar aire fresco, sentir el calor del sol en sus pieles, unos incluso se habían quedado perplejos frente a la puerta pues era un escenario tan irreal el ver las nubes del cielo finalmente después de meses, sino es que años. Chris salió al final y cuando todos los empleados se acomodaron en el espacio vacío y amplio de la camioneta que era ocupada para carga de objetos, aventó tres maletas dentro del lugar entre los huecos que podía, los observó fijamente, asustados, todos lucían tan confundidos y aterrados; sintió un último golpe en el corazón por eso pero finalmente se limitó a cerrar la puerta dejando ahora a los chicos a oscuras por la ausencia de ventanas y luz, de modo que todos optaron por tomarse de las manos al temer lo peor.

Chris caminó hasta la puerta de copiloto y dejó un folder en la guantera del auto antes de mirar a Jeongin quien ahora lucía mucho más pálido, tomó su mano y lo miró a los ojos.

— Desconozco quien sea, pero creo que este expediente es importante para ti por tu reaccionar. Siento si te causé daño, pero no me arrepiento porque tu presencia es lo que me dio un empujón a donde están las cosas ahora. No nos volveremos a ver, Jeongin, empezarás a olvidar mi cara y con ello, Chan habrá terminado de morir.

Besó el dorso de la mano del menor y finalmente se alejó para cerrar la puerta y abrazarse a Elizabeth. Tal vez habían sido las únicas palabras sinceras que le había dicho al chico desde que se conocieron. Más a prisa que por gusto terminaron con su abrazo y la mujer subió a la camioneta para poder conducir en dirección al hospital siendo orientada en las calles por Ming En, ya que era quien sabía el sitio pero no conducir, a diferencia de Elizabeth que sabía conducir pero no las calles.


❀・°・❀

Decir que el viaje fue tranquilo sería mentir, la mujer conducía a prisa con angustia de no llegar a tiempo al hospital, Jeongin se desangraba y no tenía la delicadeza para respetar el tránsito, incluso había recibido algunos insultos de otros conductores que aunque no entendía terminaba respondiendo en inglés con otro. Cuando llegaron al hospital bajaron a Jeongin con prisa y cuidado, siendo ayudados de unos enfermeros que salieron con una camilla para poder ingresar al chico. Ming respondió brevemente que había sido herido por una bala perdida antes de que se llevaran al chico a cirugía. Otro médico acompañado de un policía se acercaron a preguntar por qué el chico estaba herido de bala, el chino y la mujer se observaron unos segundos, el chico tradujo lo que el médico preguntó y tras un breve intercambio de palabras, habló Ming En.

— Queremos denunciar.

❀・°・❀

Jeongin se debatía entre la vida y la muerte, había perdido mucha sangre y los médicos habían empezado por intentar sacar la bala que al parecer había quedado dentro. No sabía si era la anestesia o ese hilo tan delgado del que pendía su vida pero estaba sintiendo como la fuerza disminuía cada vez más hasta que pasó lo que nadie en ese sitio quería.

El corazón de Jeongin dejó de latir.

El médico empezó a dar instrucciones que las enfermeras acataron rápidamente. El pelirrojo ahora yacía en una esquina de la habitación viendo su cuerpo físico intentando ser reanimado por el doctor.

— ¿Jeongin?

Escuchó de pronto. Al girar hacia su derecha pudo ver a Hwang parado frente a él, mirándolo con sorpresa y tristeza.

— ¡Hyunjin!

El más joven se acercó rápidamente hasta quedar a unos centímetros de distancia, con miedo, Hyunjin llevó por instinto su diestra hacia la mejilla de Jeongin a sabiendas de que su mano lo atravesaría pero para sorpresa suya, esta vez pudo tocarlo. Abrió su boca con asombro, estaba seguro que de poder llorar lo haría en ese momento así que no se contuvo de abrazar al menor con todas sus fuerzas mientras era correspondido. Podría decir que deliraba pues sentía perfectamente la calidez de sus cuerpos fundirse en un abrazo pero bueno, eran dos espíritus viéndose frente a frente tras salir del sitio donde un australiano tuvo preso al menor, ahora todo era creíble.

— Al fin puedo tocarte —murmuró Jeongin hundiendo su rostro en el cuello del mayor—, al fin puedo sentirte.

— Desearía que estuviéramos así por siempre...

— También yo lo des-

— Pero no podemos.

— ¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Jeongin alejándose de Hyunjin con tristeza, observando fijo a sus ojos sin entenderlo.

— Este no es tu destino, amor.

— ¡Claro que sí! Yo no...

— ¡Está respirando otra vez! —gritó el doctor más tranquilo antes de retomar la cirugía.

Jeongin observó con miedo a Hyunjin, ¿Qué significaba eso? ¿Respiraba otra vez?

— Debes volver a tu vida normal —murmuró Hwang acariciando con su pulgar la mejilla del menor, sentía su corazón latir con fuerza por poder vivir ese momento con él, por finalmente estar juntos.

— Hyunjin, quiero estar contigo... Al fin podemos estarlo pero parece que no quieres...

— Jeongin, mírame, ¿Crees qué yo quería esto para mí? —el más joven negó mirando con tristeza al chico—. Tampoco quiero esto para ti. Quiero que vivas, que experimentes, que disfrutes.

— Quiero estar contigo...

— Vive tu vida, cuando acabe y mueras de viejo en tu cama yo vendré por ti para poder irnos a estar juntos el resto de la eternidad.

— ¿Lo prometes?

— Lo prometo —respondió acercándose a dejar un beso en los labios del menor.

Aunque sus labios se tocaban no eran capaces de sentir nada, pero eso no impidió una sensación de torbellino en los estómagos de ambos. Sin mayor aviso Jeongin volvió a su cuerpo pero seguía sin estar consciente debido a la anestesia, no fue testigo de lo que aconteció en ese momento.

Por un lado, Ming En y Elizabeth le contaron todo sobre matryoshka al hospital en resumen, luego llevaron al oficial hasta la camioneta y al abrir, diez chicos y nueve chicas se abrazaban con temor antes de poder salir finalmente con seguridad de palabras del oficial, "pueden salir, ya están a salvo".
En la habitación del hospital donde la operación finalizaba, Hyunjin se despidió de Jeongin estando frente a él mientras lo observaba como empezaba a estabilizarse.

— Hay tanto que debo agradecerte, morí un 23 de octubre pero hasta el día de hoy tú me hiciste sentir vivo, me enseñaste cosas de la vida que yo nunca habría descubierto por mí mismo, me hiciste mejor persona incluso después de la muerte y me enseñaste a amar cuando todo apuntaba a que no podría sentir. Gracias, Jeongin, por nunca rendirte conmigo, mi muerte fue un peso más grande para ti que para mí mismo, te trajo muchas cosas malas y siento tanto que fuera así, amor mío, porque eso eres, mi amor. Siento no poder despedirme con las palabras ideales y peor, hacerlo cuando no es posible que lo escuches. Siento no poder decirte que te amo porque no tendría ningún caso sino eres capaz de escucharlo, pero te lo diré cuando nos veamos otra vez. Me iré pero estaré en cada sitio, cuando el viento sople las hojas de los árboles seré yo quien le brinde esa brisa a tu rostro en una tarde calurosa, cuando el sol pegue en tu piel seré yo queriendo darte calidez, cuando la lluvia moje tu rostro serán mis lágrimas de felicidad por verte vivir un día más. Mi mayor alegría es irme sabiendo que tú estarás bien, que podrás hacer lo que te propongas, tienes una vida por delante, Jeongin, vive del modo que más feliz te haga porque al final del día solo te tienes a ti mismo como algo seguro, eres fuerte y lo haz descubierto. Nos veremos pronto y cuando lo hagamos, mi corazón volverá a latir de alegría al verte como lo hace ahora por despedirme.

Observó por última vez al cielo a través de la ventana, se sentía en paz por primera vez desde que despertó y así, con una sonrisa cargada de felicidad y tranquilidad, Hyunjin desapareció sin más. Ya no había nada que lo atara a ese mundo pues tras descubrir cómo había muerto, no tenía ninguna deuda, su alma podía volver a anima sin ninguna traba hasta el momento en el que deseara volver por Jeongin, cosa que esperaba le tomara años aún si le dolía.

Jeongin despertó, fue trasladado a una habitación individual pues había muchas preguntas que debía responder debido a que fue una víctima privada de su salud física y emocional, necesitaba una serie de estudios para determinar qué tan mal se encontraba. Estaba destrozado pero no por los estragos que matryoshka causó en él, llevaba despierto más de cinco horas y no había visto a Hyunjin en ningún momento, luego de lo que habían pasado temía lo peor. ¿Y si se fue? ¿Y si nunca más regresa? Para suerte suya entre todos sus malestares alguien tocó la puerta y al mirar en dirección a la misma pudo ver a su mamá sonriéndole con tanto cariño en medio de sus ojos llorosos por alegría.

Ya no lo soportó más, se soltó a llorar mientras su mamá corría hacia él para abrazarse con fuerza. Como si fuera un cachorro herido, Jeongin frotaba su cabeza entre el cuello y hombro de su mamá como deseando impregnarse de su aroma mientras la mujer besaba constantemente sus cabellos sin soltarlo. Su pequeño había regresado a ella, cada día desde la desaparición de Jeongin había vivido con miedo de verlo algún día rondando por la casa porque eso significaría que su hijo habría muerto pero ahora mismo estaba entre sus brazos, no había nada que una madre deseara más que eso cuando perdía a uno de sus bebés.

Pero ahora podría volver a su vida habitual y aunque la presencia de Hyunjin no estaría en su día a día físico, estaría siempre plasmado en su corazón como su rubatosis personal, en cada latido.

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