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• Capítulo 6 •

Todoroki Shōto...

     Y con la mirada al techo recuerda lo mal que le caía al principio. Después de conocerlo un poco su odio fue disminuyendo, tal vez debería revelarle su nombre porque probablemente si no lo hacía el bicolor empezaría a llamarlo Hiro, idea que no le agradaba para nada.

     Toma su nuca y ladea un poco la cabeza para luego observar su maleta, será mejor que empiece a calentar si no quería salir muy tarde.

     Los minutos pasaron, Katsuki ya había terminado de calentar e incluso se había tardado más a propósito para darle una oportunidad de aparecer al medio albino. Miraba constantemente el ingreso al gimnasio como si fuera a aparecer, pero seguía sin haber señal alguna del mánager.

     Abrió su maleta y empezó a ponerse las cintas junto con las muñequeras hasta que se dio cuenta de que le faltaba una, bastante inquieto revisa bien entre sus cosas, pero no lo hallaba, observó alrededor e incluso caminó por todo el gimnasio con la mirada al suelo, no estaba.

Lo que me faltaba... —murmura, siempre había sido muy cuidadoso con sus cosas y con solo una vez que se distrajo ya había perdido algo.

     Despeinó un poco su puntiagudo cabello y sin más opción termina de colocarse una sola muñequera, la derecha ya que era el lado que más fuerza ejercía al momento de hacer los elementos.

     En esta oportunidad usaría el caballo con arcos el cual Katsuki consideraba que era el elemento más sencillo y menos peligroso de todos, era obvio, en ese aparato no estabas a una altura peligrosa, no podías lastimarte con gravedad y sus salidas eran demasiado sencillas de realizar.

     Se coloca tiza en las manos y luego le coloca a los arcos. Observa de reojo la puerta, no hay nadie. Por alguna extraña razón no se atrevía a subir en el instrumento, sabía que el bicolor se lo había advertido.

—¡Maldita sea! —alzó la voz irritado.

     No debería tener problemas con entrenar, el bicolor también lo había hecho mientras no había nadie cerca. Con esa idea en la cabeza toma un pequeño impulso y se sube empezando con acrobacias sencillas, no pasaron ni cinco segundos cuando por voluntad propia se bajó del aparato sintiéndose muy mal, pero no físicamente.

Tch, mejor practico suelo —rueda los ojos y camina hasta el pequeño escenario.

     Suelo, también llamado gimnasia a manos libres se trata de cubrir el área completa del tapiz con varias diagonales, aquí los gimnastas tienen que mostrar elementos acrobáticos, cosas que muestren su fuerza, equilibrio y flexibilidad con apoyos invertidos y combinaciones coreográficas, todo esto de manera armoniosa. La zona de tapiz mide catorce metros tanto de ancho como de largo pero dos metros de cada lado son de seguridad.

     La mayoría de las personas que ven a Katsuki no creen que sea para nada flexible gracias a su físico, sin embargo, mientras nadie lo ve, el rubio ceniza hace estiramientos, la mayoría de veces se queda en un split lateral o frontal al momento de leer y hacer cosas que no requieran estar de un lado a otro. Así fue desde que comenzó con el taller de gimnasia por lo que en la actualidad no le faltaba flexibilidad.

     Al posicionarse en una esquina del enorme cuadrado nota que cerca de ahí había una pequeña bolsita de tela, probablemente de zapatos, no le prestó atención y simplemente empezó a tomar impulso para realizar el primer mortal, justo cuando toca el suelo alguien ingresa al gimnasio con cierta agresividad.

     El ruido de la puerta lo asustó un poco haciendo que volteara bruscamente a esa dirección, era el bicolor que venía corriendo hacia él.

¿Q-Qué pasa? —cuestionó retrocediendo unos cuantos pasos.

¡Ven rápido! —dijo sin alzar mucho la voz tomando su muñeca para guiarlo hasta detrás de unos taburetes y dejarlo ahí para después ir por sus cosas y dárselos.

¿Qué mierda te suce-

Shhh... ahí viene —silencio al gimnasta con su diestra, su mano estaba muy fría.

     Y sin decirle nada más camina buscando algo con la mirada, fue hasta ese momento que Bakugō comprendió que probablemente alguien había olvidado la bolsita que había visto antes.

—Oy-

¿Lo encontraste? —se escucha una voz desconocida, el propio Katsuki se cubre la boca de la impresión— ¿oíste eso?

¿Qué cosa? —el medio albino empezaba a sudar de los nervios.

Eh... no, olvídalo, ¿Está por ahí?

—¿Dónde lo dejaste?

Creo que por la parte de suelo —dijo caminando hasta el lugar que había dicho el cual estaba cerca de donde el rubio ceniza estaba escondido, Todoroki mordió un poco su labio inferior mirando en todas partes hasta que ve la bolsa de tela.

¿Es esta? —cuestiona.

Ah, sí, ese es —sonríe y camina hasta el heterocromático—. Gracias Todoroki senpai.

No te preocupes Shinsō kun, ten más cuidado con tus cosas, Aizawa-sensei podría guardarlo en su casillero y olvidar preguntar de quién es.

Sí, no volverá a suceder, ¿Nos vamos?

Sí, puedes ir yendo, yo tengo que devolver la llave a la sala de profesores.

Claro, nos vemos mañana —se despide y sale del lugar.

     Shōto suelta un sonoro suspiro y apaga las luces, Katsuki sin comprender escucha como las puertas se cierran ¿estaba simulando cerrar el gimnasio?

     Bakugō sale de su escondite y deja sus cosas al lado del taburete, era imposible que dejara las llaves en la sala de profesores porque él las tenía, chasquea la lengua y camina hasta la entrada con toda la paciencia del mundo, al estar en frente de esta la abre lentamente observando los alrededores y logra ver al mánager regresar con pasos lentos.

Cariño~ bienvenido, creo que se fue la puta luz ¿Me explicas que carajos acaba de suceder? —habló, al principio como si de verdad se tratara de una esposa y al final volviendo a ser él mismo.

Lo siento, hablemos adentro —dijo inmutándose ante las palabras del menor.

—¿Puedo encender la luz?

Mejor esperemos un rato más, Shinsō-kun toma una ruta que pasa por detrás de todos los gimnasios —Katsuki rueda los ojos y solo se adentra en el oscuro gimnasio.

     El de ojos carmesí se sienta en la colchoneta más cercana el cual pertenecía al de las barras paralelas y ahí se queda observando al bicolor que seguía de pie. Estaba algo molesto con él, pero tenía que admitir que verlo lo calmaba, quizá era su rostro sereno que lo tranquilizaba.

     Shōto estaba algo sudado, probablemente por haber corrido de un lado a otro y estar con los nervios de punta hace unos minutos. Finalmente se sentó en frente de él y se le quedó mirando fijamente.

¿Y bien? —cuestionó el de menor altura.

Tuve que ir a una actividad del club.

¿Fue una reunión? ¿acaso van a ponerse de acuerdo para ir a alguna competencia?

     Los ojos de Katsuki se abrieron con interés, no importaba que no hubieran entrenado suficiente, él sabía que los de tercer año siempre tendrían esa facilidad de presentarse en las competencias locales o regionales.

Eh... algo así —miente mientras se encoje de hombros.

Seguro que es increíble ir a competir con otras personas y ganar —dijo con la vista clavada en la nada.

—¿A quién no le gustaría eso? —sonrió con levedad.

     No se había fijado en el intenso color carmesí de los ojos del gimnasta, la poca luz que entraba de la puerta provocaba un pequeño brillo en su mirada cosa que lo hacían asemejarse a dos pequeños rubíes.

¿Qué tanto me ves? —alzó una ceja sintiendo como el mánager no le quitaba los ojos de encima.

No es nada, solo pensaba.

—Oye... —llamó el rubio ceniza conectando su mirada con la del mayor— Bakugō Katsuki, ese es mi nombre.

     Los ojos del medio albino se abrieron con levedad al oír con claridad cada letra. Aquel nombre le quedaba a la perfección.

Así que más te vale no olvidarlo ¿oíste? —cuestionó cruzándose de brazos.

Sí, no lo olvidaré —responde con una leve sonrisa.

     Katsuki lo observa neutro, aquella escena del bicolor con la luz en contra lo hacía verse muy bien, como si se tratara de una película de alta calidad. Después de unos segundos recién se dio cuenta de que se encontraba solo con el chico de segundo año a oscuras y con un ambiente raro...
Aclara su garganta y rasca su nuca un poco incómodo.

—¿Ya podemos encender la luz? —pregunta desviando la mirada.

Ah, sí —habla y se pone de pone de pie para dirigirse al interruptor.

     Prende las luces y los estudiantes se quedan cegados por unos momentos, tenían que acostumbrar sus ojos a la iluminación y cuando volvieron a ver con nitidez ambos sueltan un leve suspiro.

—¿Y quién era ese tal Shinsō?

—Un gimnasta de primer año, se especializa en suelo, es bueno pero le falta mejorar mucho.

—Parece que observas muy bien a todos los integrantes —comentó poniéndose de pie para luego caminar hasta el caballo con arcos.

Se podría decir que sí, después de todo ese es mi trabajo.

Continuará...

NarikoHN

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