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CAPÍTULO TRES
[AZOTE MARINO]















La brújula de Sturmhond los guiaba hasta su destino.

Esmerald permanecía en la cubierta del barco, vio como la Invocadora y su acompañante miraban con admiración a los demás tripulantes.

El chico que la acompañaba estaba por tocar una palanca.

— No toques eso — dijeron Esmerald y Sturmhond al mismo tiempo.

— Entonces señorita Starkov — dijo Sturmhond acercándose. — ¿Qué dices si marcamos el rumbo hacia el Azote Marino?

—Dime a mí soy el rastreador — hablo el chico al lado de la Invocadora, Esmerald no se había tomado la molestia de preguntar su nombre y tampoco quería saberlo.

El corsario metió su mano en uno de los bolsillos de su abrigo. — Mi brújula de la suerte.

— Él no se separa de ella — susurro Esmerald. —¿Qué estás haciendo?

— Démosles un voto de confianza, Esmerald— la alentó el corsario. — Así como lo hice contigo cuando llegaste, ¿recuerdas?

— No tienes que decir como llegue al barco a unos desconocidos — dijo Esmerald mirando a la Invocadora.

La joven se marchó dejando al corsario con sus nuevos amigos, no el importaba quienes eran sus nuevos amigos, le molestó que hablar de su pasado sin decirle algo o consultarlo.

—Hey, Esmerald — la llamó Tolya. — ¿Quién te hizo enojar?

— ¿Como sabes que estoy enojada? — Esmerald se cruzó de brazos.

Tolya se acercó a ella. — Por qué cuando estás molesta frunces el ceño y se te forman arrugas — pasó su dedo por la frente de ella causando que Esmerald riera y diera un manotazo en la mano. — Eso está mejor capitana.

— Ya hay un capitán en este barco, Tolya y está muy feliz con los nuevos tripulantes — rodó los ojos la chica.

Tolya pasó su brazo por el hombro de la chica, llevándola hacia donde estaba Tamar junto al resto jugando y apostando.

— Invocadora del Sol, ven con nosotros — grito Tamar hacia Alina.

Esmerald rodó los ojos, a Tolya no se le escapó eso la empujó un poco para hacerla reír.

Alina se acercó a ellos para jugar, Esmerald permaneció con el semblante serio.

— ¿Qué significa? — preguntó Alina al escuchar a Tolya.

— ¿No lo sabes? Significa "victoria" en Shu — dijo Tolya.

— Yo no habló Shu.

— Es comprensible — dice Tamar. — Sabemos lo que piensan los ravkanos de los mestizos como nosotros. Y en Shu Han...

— Nos recuerdan que tenemos la sangre ravkana de nuestra madre — dice Tolya con fastidio.

Esmerald había sido testigo de muchos de los malos tratos hacia ellos solo por su sangre, era estupido si se lo preguntaban, para ella sangre es sangre.

— La sangre es sangre — dice Tamar como si hubiera escuchado sus pensamientos. — Los tontos piensan otra cosa.

— ¿Por eso eligieron la vida en el océano?

— Por eso elegimos a Sturmhond — corrigió Tolya mirando de reojo a Esmerald.

— Él entiende.

— ¿ Y tú? — cuestionó Alina dirigiéndose a Esmerald. — No eres una Grisha, tampoco te vi en el Primer Ejercito, no te agrado...

— No tienes por que saber mi vida — le interrumpió. — No me agrada nadie que llega de la nada al barco, no es personal.

— Nuestra Esmerald es desconfiada, un rasgo de su pasado, no intentes cambiarla — dice Tolya interviniendo.

— Mi pasado es mío — dice Esmerald mirándoles. — Mi presente es nuestro y el futuro es algo incierto.



















Esmerald se estaba preparando para la expedición de buscar el Azote Marino, un misterio, un mito, pero todo mito tenía algo de realidad.

— Gracias al rastreador amigo de nuestra Invocadora — comenzó Sturmhond su discurso. — Atravesamos el paso de los Huesos a la isla de Jelka. En cuanto al Azote Marino, tenemos algunos dibujos, pero nadie sabe cómo es en realidad. Regla de oro para lo desconocido siempre estar preparado.

El corsario reveló su pared de Armas a los nuevos, otra cosa que a Esmerald no le gustaba en absoluto, él confiaba mucho en las personas por eso su trabajo era desconfiar de todos y ser la voz de la razón.

— ¿Todos los piratas llevan tantas armas? — preguntó el rastreador.

— Es Corsario — le corrigieron Esmerald y Sturmhond.

— No se cual es la diferencia.

— La diferencia es que tengo una licencia y un amor por la innovación.  Dispositivos, maravillas, cosas que explotan. ¿Algo que te interese?

Esmerald salió del lugar, para respirar un poco de aire, sus misiones anteriores fueron caóticas, pero nada se comparaba con la sensación que estaba sintiendo en el estómago.

¿Miedo?


















La cueva donde se esperaría encontrar al Azote era un callejón sin salida ante los ojos de Esmerald, iba detrás de Tolya con su espada desvainada por si era necesario un ataque no iba a obedecer las órdenes de no matar.

Mientras más se adentraban Esmerald sentía que el aire se escapaba de su pecho.

— Podría ser eso — dijo el Corsario, Esmerald supuso que escucharon algo, lo único que ella escuchaba era el latido de su corazón en sus oídos. — Grevyen, ¿hay algo en el agua?

El hombre metió la mano en el agua formando ondas, sintiendo la presencia de algo.

— Hay agujeros en el suelo. Tengan cuidado en donde pisan, fuera de eso, no.

— ¿No detectas nada o no hay nada? — preguntó el rastreador.

— Tú nos trajiste aquí, tú deberías saberlo, rastreador — hablo Esmerald mirándolo.

— Lo que te resulte más cómodo — respondió Tolya interviniendo de alguna pelea que se forme.

— Esto está sobrevalorado.

Siguieron avanzando cuando escucharon algo, todos se detuvieron manteniendo las Armas en alto.

Esmerald fue la primera en verlo.

— Nadie se mueva.

El Azote atacó llevándose a uno de los tripulantes, el sonido de un arma inundó la cueva.

— ¡Dejen la redes! ¡Apunten a matar! — ordenó Sturmhond.

— ¡No! — gritó Alina.

— Mira esto Alina — señaló Esmerald el agujero. — Él tenía una familia, ahora no pidas que no asesinemos.

Otra vez el silencio se formó, el silencio que martilleaba a todos.

— No lo veo, juega con nosotros. — dijo el Corsario.— Conserven sus balas o no serán suficientes.

— Estoy odiando este lugar — murmuro Esmerald. — Vas a deberme mucho, Corsario.

— Ya te debo una vida, Esmerald.

Otra vez el Azote atacó a uno de los miembros del equipo, Esmerald movió su espada para estar dispuesta a atacar. No iba a esperar que atacaran a uno de sus amigos o al propio Corsario, la familia se protegía y ella protegería a la suya.

El Azote se presentó una vez más, camuflándose entre la piedra de la cueva, se lanzó al equipo para atacar, Esmerald se quitó al casi recibir un ataque del Azote cerca de su rostro, Sturmhold fue el siguiente en casi recibir un ataque, el rastreador se interpuso poniendo su arma en la boca del Azote para que no lo mordiera.

Esmerald movió su espada para atravesar al Azote, la luz de Alina golpeó el rostro del mito marino al ser cegado este cayó al agua.

— Está muerto — dijo Sturmhold.

Esmerald movió su espada golpeando al Azote.

— Ahora si esta muerto.

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