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CAPÍTULO CUATRO
[¿CELOS?]
Al llegar al barco, la tripulación realizó un funeral a su estilo por los tripulantes perdidos durante la expedición del segundo Amplificador.
Esmerald estaba detrás de Sturmhond y a su lado Tolya.
— Seguiremos con esta misión para asegurarnos que los caídos no cayeron en vano, y honramos su sacrificio final que hicieron en la búsqueda del Azote Marino — dijo Sturmhond con voz calmada. — Inclinemos la cabeza que el mar los lleve a un lugar seguro y que los reciban en una costa hermosa.
Esmerald y el resto de la tripulación movieron sus manos en señal de respeto, pasando su mano por su boca y mirando al cielo.
— Que los Santos los reciban — murmuraron todos a la par.
Sturmhond movió su mano cediendo el paso a Tamar y Tolya quienes dejaron las escamas del Azote en un barril.
— Alina, estamos listos — dijo Sturmhond a la Invocadora.
Esmerald se movió para no presenciar del todo aquello, no le interesaba ver como la Invocadora se hacía de otro Amplificador. Seguía sintiendo que era una completa locura, que estaban por presenciar un posible desastre.
— ¿Sigue sin agradarte? — preguntó Tolya a su compañera al ver que no estaba interesada en presenciar la escena al igual que el resto de la tripulación.
— Solo quiero terminar este trabajo y que ellos se vayan — dijo Esmerald con fastidio.
La vista de Esmerald regresó a donde estaba la Invocadora despidiéndose de su rastreador.
— No será que estas celosa — dijo Tolya en un susurro.
Esmerald frunció el ceño mirándolo. — ¿Celosa? ¿De qué?
— Oh vamos, Zafiro — se burló Tolya llamándola como piedras preciosas. — Desde que la Invocadora y su Rastreador llegaron al barco, Sturmhond parece bastante interesado en ellos, no estarás celosa por qué pasa más tiempo con ellos que contigo.
— No digas tonterías — Esmerald lo empujó dándose la vuelta.
— Habló enserio — siguió hablando Tolya siguiendo la acciones de Esmerald. — Antes, siempre te daba los por menores a ti, hacíamos una cena y nos enfrascábamos en la siguiente misión, ahora parece que todo lo que diga la Invocadora es ley.
— Deja de decir... — las palabras de Esmerald quedaron inconclusas al girarse y presenciar con sus ojos como Alina Starkov invocaba cada vez más a luz que provenía de su interior. — ¿Qué está haciendo?
— Invocando la luz — respondió Tamar. — Es el amplificador.
— ¡Va a delatar nuestra posición! — gritó Esmerald llamando la atención de Sturmhond, sacando su espada de la funda que descansaba en su cinturón. — Sino la detiene el rastreador tendré que cortarle la mano.
Mal se acercó a Alina para que dejara de invocar la Luz, sus múltiples llamados no sirvieron con anterioridad para detenerla, mientras más se acercaba la luz se hacía más brillante.
— Atrás — gritó Sturmhond poniendo su mano detrás suyo para detener a Esmerald que estaba por acercarse a Alina.
Todos en el barco se cubrieron los ojos ante la intensa luz que seguía brotando de la Invocadora. Tolya cubrió con su cuerpo a Esmerald para evitar que la luz le lastimara incluso Sturmhond se colocó al lado suyo para protegerla, una acción de mera inercia que tenían.
— ¡Alina! ¡Alina! — gritaba Mal.
— ¡Le voy a cortar la mano! — gritó Esmerald cerca de Sturmhond.
— ¡Alina! — la llamó el corsario.
Mal se siguió acercando a ella para detenerla, abrazándola. Fue hasta ese momento que la luz que emanaba de Alina se detuvo.
Esmerald bajo su mano dejando de cubrir sus ojos, volvió a meter la espada en su cinturón.
Desvió su vista al igual que algunos de la tripulación al ver el beso que compartieron Alina y el Rastreador.
— Ajam — tosió falsamente Sturmhond para llamar su atención. — ¿Y bien? ¿A dónde iremos?
— A Ravka Oriental — respondió Alina. — Luego a la sombra.
Esmerald miró a Sturmhond antes de marcharse.
— Bien, este trabajo está por terminar.
— ¡Te lo dije! — gritó Tolya desde las espaldas de Esmerald.
La chica Solovyov no volteó, siguió su camino quitándose el abrigo para dejarlo en su litera.
Estaba cansada y quería dormir, entrar en la sombra siempre fue emocionante, de las mejores aventuras que tenían. La adrenalina a flor de piel era todo lo que necesitaba en esos momentos para sacarse las ideas de Tolya de la cabeza.
No estaba celosa, de eso estaba segura.
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