CAPÍTULO ONCE
[NESHYENYER]

— Entones — comenzó Tolya.

Esmerald y él caminaban de regreso a sus puestos de vigilancia.

— ¿Entonces que amigo? — cuestiono la chica Solovyov.

— Le dijiste a cierto capitan sobre tus sentimientos amorosos}

Esmerald detuvo su andar causando que Tolya lo hiciera también, pero al no estar prevenido choco con ella un poco.

— No — negó. — Y te agradecería que no volviéramos a hablar del tema nunca, por que esto jamas va a pasar.

— ¿Hablar que con quien? — cuestiono la voz de Mal detrás de Esmerald.

— Nada — negó Esmerald.

Mal miro a Tolya buscando alguna respuesta. El chico negó para no hablar del tema.

— Estuve buscando pistas del Pájaro de Fuego — comenzó Mal. — Y recordé la leyenda de una espada de Shu Han.

— Neshyenyer — respondieron los dos.

— La Espada Implacable — dijo Tolya.

— ¿La conocen? — cuestiono Mal mirando a ambos.

— Claro, es un cuento folclórico — respondió Tolya sin importancia.

Esmerald sabia que no solo era un cuento, o al menos comenzaba a creer que no todas las leyendas e historias que escucho de niña eran solo falsas.

— El hacedor Khoisánida creó un ejercito inmortal de dientes y huesos...

— Hasta que la Hacedora Neyar forjo la Neshyenyer — interrumpió Mal. Abrió el libro que traía en sus manos. — Neyar luchaba, y su espada brillaba tanto que parecía tener un rayo en sus manos. Una espada tan filosa que cortaba sombras.

Esmerald se cruzo de brazos para escucharles mejor.

— Es un cuento de niños. Un mito — negaba Tolya.

Esmerald colocó un brazo sobre su hombro llamándole la atención.

— Oh amigo, ahora intercambiamos los papeles. — sonrió ella.

— Así como Rusalye era un mito — comenzó  Mal. — Y el Ciervo. Y eran reales. Mató a un ejército inmortal. Podría ser el arma contra los monstruos de Kirigan. Y este libro dice que esta en un templo de Ahmrat Jen.

Mal mostró nuevamente el libro.

— No, lo dudo — negó Tolya. — Dicen que la que se exhibe es falsa.

— ¿Cómo encontramos la real? — cuestionó Mal.

Una sonrisa surco los labios de Tolya como si tuviera una idea en su mente.

— ¿Quién tiene dinero para adquirir armas valiosas?

En la cabeza de Esmerald apareció el nombre de una sola persona en su cabeza. La misma que en las mentes de los demás.

Nikolai Lantsov.

Al llegar con Nikolai, le habían contado la idea de la espada de Neshyenyer, quien los escuchó atentamente sobre todo a Mal, quien tenía la idea del plan en su cabeza.

— La espada de Ahmrat Jen es una replica — comenzó a hablar Nikolai. — La original fue robada hace mucho. Sospecho que sigue en Shu Han. Si hubiera estado en el mercado negro, Sturmhond lo sabría.

Esmerald miro de reojo a Nikolai quien también la estaba mirando, ella desvió su mirada.

— Podría ser la única arma que mate a las sombras de Kirigan — habló Mal. — Hay que encontrarla.

— Es una espada valiosa, claro — hablo Nikolai dando unos pasos lejos de ellos. — No significa que la historia sea cierta.

— Es mejor que nada.

— Eso diría Sturmhond — respondió Nikolai. — Si estuviera aquí, te elogiaría.

— ¿Por que hablamos de él como sino estuviera aquí presente? — cuestiono Esmerald cruzándose de brazos.

Nikolai la miró dedicándole una media sonrisa.

— Es muy raro que hables de él como si fuera alguien más — respondió Mal.

— Y él sugeriría a nuestros amigos de Ketterdam, serian perfectos para el trabajo.

— Perfecto — habló Esmerald interrumpiendo. — Iré con Tolya.

Esmerald terminaba de guardar las pocas cosas que llevaría. Un juego de cuchillas, algunas semillas y un poco de agua.

Escucho unos golpecitos en la puerta.

— Está abierto. — gritó .

— ¿Se puede?

Era Nikolai.

— Te diría que está cerrado para ti, pero es tu casa así que adelante — respondió Esmerald.

— Iras con Tolya...

— Si vienes aquí para evitar que vaya temp decirte que eso no va a funcionar.

— Se perfectamente que intentar detenerse sería lo último que desearía hacer — respondió Nikolai mirándola.

Ella evitaba a toda costa estar cerca de él, algo que no pasó desapercibido por Lanstov.

— ¿Aún sigues molesta conmigo? 

¿Seguía molesta con Nikolai? Era una pregunta que se hacía a diario.

No estaba molesta con él o al menos no con Sturmhond, no podía estar molesta con alguien que le salvo la vida al sacarla de su hogar.

Con alguien que le dio una nueva esperanza para vivir y que le mostró a una nueva familia.

— No — afirmó ella. — No estoy molesta contigo. — caminó hasta sentarse en su cama. — Al principio lo estuve. — recordó lo molesta que estaba. — Quería golpearte por no confiar en mi.

— Creo que si me golpeaste — recordó Nikolai sobándose la mejilla.

Ella sonrió.

— Pero entendí que tú ocultaste tu secreto para proteger a tu familia, así como yo oculté el mío para escapar de los fantasmas de mi pasado — suspiró.

— De todos modos usas con Tolya.

— Necesito hacer esto no por ti — Esmerald se levantó. — Por mi. Por ella — era la primera vez que mencionaba a su hermana. — Necesito hacer esto por ella, no la pude proteger cuando era más pequeña, si puedo ayudar a que el monstruo que hizo la sombra se esfume sentiré que no le he fallado a ella. — lo miró, esta vez sin evitar su mirada o desviarla a un lado. — Además puedes dárselo a Alina como un regalo de bodas.

— No es un compromiso real, Esmerald.

— Real o falso, habrá una boda.

Siguió guardando unas cosas bajo la mirada de Nikolai. Al terminar se colocó la bolsa sobre el hombro.

Era pequeña, lo suficiente como para llevarla todo el tiempo.

— No tiene que preocuparse por mi, moi tsarevich — se acercó a él. — Me iré con Tolya y no sabrá más de mi.

Nikolai la tomó del brazo, evitando que se fuera.

— Vuelve a mi, Esmerald.

Esmerald se soltó de su agarre sin ser grosera. Le sonrió una última vez antes de irse dejándolo allí.

Claro que quería responder, decirle que regresaría a él como siempre lo hizo. Como si fuera su brújula más preciada, pero no podía decir en voz alta lo que su corazón callaba.

Él era un Lanstov al final del día. Miembro de la familia que reinaba Ravka.