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El reencuentro

Esta vez, Turquoise no se quejó demasiado cuando Kohaku partió rumbo a la herrería de Kaseki para ayudar a Chrome con su trabajo. Y ella se marchó muy contenta.

¿Tal vez su tía finalmente empezaría a aceptar a su amigo? De verdad que lo quería como a un hermano y le gustaría poder invitarlo a su casa a montar a caballo alguna vez sin que su tía lo estuviera tratando como un hereje o algo así.

¿Y qué tenía en contra de los hechiceros? Muchos hechiceros terminaban convirtiéndose en curanderos y eran contratados por reyes y se volvían ricos, por lo que había oído. Chrome todavía no había conseguido ninguna pócima especial pero Kohaku confiaba en que pronto podría lograr grandes cosas. Él tenía una gran tenacidad… y sabía leer, cosa que Kohaku nunca pudo hacer por más que se esforzará. Solo sabía escribir su propio nombre y ya.

Llegó a la herrería felizmente, dispuesta a contarle a Chrome que su tía ya estaba un paso más cerca de dejar atrás su disgusto por él, pero apenas entrar se extrañó al ver a Chrome y Kaseki sentados tomando el té con una chica desconocida.

Una chica que se parecía mucho a ella misma…

Kohaku la miró con los ojos muy abiertos.

—Hola… —saludó. Se sintió un poco incómoda, la chica obviamente era rica y mayor que ella. ¿Sería una compradora de Kaseki?

—Kohaku. —La chica se puso en pie de golpe, llevándose una mano a la boca.

Muy bien, esto ahora sí que se puso raro. ¿Cómo podría conocerla?

—Sí… ¿Necesita algo? —Miró de reojo a Chrome, que por alguna razón parecía evitar mirarla.

—Oh, Kohaku… —La chica empezó a lagrimear, extrañándola todavía más—. Yo… Kohaku… yo soy Ruri, soy…

—¡¿Eres la princesa Ruri?! —exclamó, mirándola boquiabierta.

La había visto a lo lejos unas cuantas veces, pero hace años. No salía mucho y no la reconoció a simple vista, sobre todo porque nunca habría esperado ver a la princesa allí.

Ruri bajó la mirada, llevándose una mano al pecho.

—Yo… soy mucho más que eso —admitió en voz baja—. Necesito hablar contigo, Kohaku. Yo… sé que no me conoces pero… llevo muchos años queriendo conocerte. —Sonrió temblorosamente—. Yo… realmente estoy feliz de verte. —Se acercó lentamente a ella, que se quedó estática en su lugar, confundida—. Kohaku… —Levantó una mano hasta alcanzar su mejilla. —Mi hermanita…

Eso la hizo abrir mucho los ojos.

—¿Qué? —Se apartó de golpe.

Ruri pareció dolida, pero luego su mirada se tornó comprensiva.

—Sé que debes estar confundida… Pero es cierto, somos hermanas. Soy tu hermana mayor. —Intentó volver a tocar su mejilla, pero ella retrocedió un paso—. L-lo siento… Sé que debes estar confundida… y sé que te debemos la verdad. —Suspiró temblorosamente—. Es una larga historia… por favor toma asiento y te contaré todo lo que quieras saber. —La miró con tristeza.

Más que aturdida, Kohaku se sentó junto a Chrome y los siguientes minutos escuchó la historia de Ruri, la familia real y la verdad sobre su origen, sobre sus padres.

Sus padres no eran granjeros que murieron por una enfermedad. Sus padres eran el rey y la reina. Su madre murió en el parto y su padre… su padre la abandonó.

—Entonces la go… ¿Kohaku es una princesa? —Chrome no podía salir de su asombro.

—Bueno, siempre creí que tenía una belleza similar a la reina, pero algo así nunca se me pasó por la cabeza. —Kaseki no estaba menos impresionado.

—Todos en el palacio tienen prohibido hablar de lo que pasó… —murmuró Ruri—. Yo me enteré solo porque escuché a mi padre y mi tía hablar de eso… y por lo poco que recuerdo de ti antes de que nos separaran. —La miró con ojos cristalizados—. Nuestro padre nunca debió hacerte esto, Kohaku, nadie lo querría así, nadie en nuestra familia, mucho menos nuestra madre. Él solo… ni siquiera sé que se le pasó por la cabeza. —Apretó los puños—. Lo siento tanto…

Kohaku permaneció en silencio, con cientos de pensamientos corriendo frenéticamente por su mente, incapaz de asimilar todo lo que acababa de descubrir ese día que creyó que todo iría normal o que las cosas hasta podrían mejorar…

Pero todo su mundo se cayó a pedazos en solo menos de una hora…

Ella no era quien siempre pensó ser, sus tíos ni siquiera eran sus tíos, sus padres nunca fueron lo que pensó. Su padre… su familia, la rechazó e hizo que le mintieran toda su vida.

Sus ojos se aguaron y las miradas de pena de sus amigos y esa chica que decía ser su hermana solo la hicieron sentir peor. No pudo ser capaz de sostenerles la mirada y salió corriendo fuera de la herrería, fuera del reino y lejos de su granja también, hacia el bosque.

Siempre le gustó el bosque. Nadie la regañaba en el bosque, nadie le decía gorila ni la miraba mal por no portarse como una dama, podía treparse a los árboles y hacer lo que quisiera, era su lugar favorito en todo el mundo, muchas veces había pensado en mudarse a vivir al bosque y después de todo lo que descubrió… tal vez debería hacerlo.

No quería volver a casa de sus tíos… ¡esos mentirosos!

Los amaba más que a nada y le mintieron toda su vida… ¡nunca se los perdonaría!

Y no le importaba que el rey los haya obligado, ese hombre tampoco le importaba, y aunque Ruri no tuviera la culpa ¡ella tampoco le importaba! ¡Nada le importaba!

Más que enojada, siguió corriendo, internándose más y más en el bosque, repitiéndose que nada ni nadie le importaba.

.

Ruri intentó correr detrás de Kohaku, pero apenas alcanzó a salir un par de metros fuera de la herrería antes de volver a colapsar en el suelo, tosiendo desesperadamente.

Chrome de inmediato la ayudó a levantarse y la presionó contra su pecho, con otra de esas miradas tan amables que la hacían sentir que podía confiar en él.

—Ven adentro, necesitas descansar. —La llevó de regreso a la herrería y la hizo recostarse en un colchón, después de ofrecerle agua otra vez—. No te preocupes por Kohaku… ella es impulsiva y debe estar muy molesta, pero estoy seguro de que regresará. —Le sonrió comprensivamente, haciéndola sentir levemente más tranquila.

—Gracias… yo… creo que debería volver al palacio… —intentó decir en medio de otra horrible tos.

—Apenas puedes estar de pie, necesitas descansar. —La miró preocupado.

—Pero debo volver. Mi padre no sabe que me fui y no debe enterarse nunca. —Tosió otra vez—. Aumentaría la seguridad a mi alrededor y nunca más podría escaparme aquí… Nunca podría volver a ver a mi hermanita.

Chrome suspiró profundamente.

—Mira, realmente estás mal… no puedo dejar que camines todos los kilómetros que nos separan del palacio, pero podría llevarte allí con el caballo de Kaseki. Y mañana podría ir a buscarte para que no tengas que sobreesforzarte caminando hasta aquí otra vez.

Ruri lo miró con los ojos muy abiertos.

—Tú… ¿harías eso por mí?

—Claro. —Se frotó la nuca con una mirada confusa—. ¿Por qué no?

—Pero… lo haces porque… ¿Lo haces por qué soy la princesa o… por qué?

Chrome ladeó la cabeza.

—Para nada. Kohaku también es una princesa y no pienso dejar de llamarla gorila. —Alzó la barbilla tercamente, haciendo que Ruri soltara una pequeña risita, antes de volver a toser—. Oh, vaya… Realmente estás mal —murmuró dedicándole una mirada preocupada—. Por favor intenta descansar un poco, luego te llevaré al palacio —propuso, preocupado.

Ella asintió con una sonrisa cansada.

—Estoy feliz… Chrome… —le aseguró mientras se acomodaba en el colchón.

—¿A qué te refieres?

—Estoy realmente feliz de que Kohaku tenga un amigo como tú. —Sonrió alegremente mientras cerraba los ojos—. Yo estuve sola todos estos años en el palacio… pero me alegra que ella tuviera a alguien como tú. Gracias por eso. —Se durmió felizmente, ajena a la mirada sorprendida y conmovida del chico.

.

Chrome estaba sorprendido por la confesión de Ruri.

¿Ella, que era una princesa, sintiéndose sola y triste por años? Nunca lo habría imaginado.

Era una persona tan cálida… ¿Por qué las buenas personas eran las que más sufrían en esta vida?

Las enfermedades le quitaban mucho a la gente, él mismo había perdido a sus padres así. Pero sabía que la soledad también era un veneno doloroso, que mataba de forma más lenta y más cruel que cualquier otra enfermedad. Él estuvo solo y repudiado por su "brujería" toda su vida hasta que Kaseki lo acogió como su aprendiz y Kohaku lo aceptó como su amigo.

No era algo que le desearía a nadie… ni siquiera a las personas que lo tenían todo como la realeza. Y menos a alguien tan dulce como la princesa Ruri.

Alistó al caballo de Kaseki mientras Ruri dormía y una vez despertó la llevó hacia el palacio y se despidieron arreglando un horario y lugar de encuentro para mañana, y para cuando volvió a la herrería ya estaba anocheciendo.

Preparó la cena para él y Kaseki y, justo cuando terminaron de comer, los tíos de Kohaku llegaron a la herrería, irrumpiendo con rostros repletos de preocupación.

—¡¿Kohaku está aquí?! —preguntaron con desesperación.

Chrome de inmediato frunció el ceño.

—Sí no ha ido a la granja no me extraña para nada… —Se cruzó de brazos—. No después de lo que ustedes le han hecho.

—¿De qué hablas, hechicero insolente? —Turquoise lo miró mal de inmediato.

—Por favor, Chrome, estamos preocupados por nuestra sobrina. —Jasper colocó las manos encima de los hombros de su esposa y lo miró suplicante—. Sí sabes dónde está, por favor dinos —le pidió amablemente.

Chrome suspiró.

—No sé dónde esté… probablemente corrió al bosque o algo así. Pero sí sé lo que sabe. —Los miró mal—. Ella ya lo sabe todo. Todo lo que ustedes le han ocultado toda su vida.

Ambos se tensaron de inmediato, obviamente sabiendo a qué se refería.

—¿De qué hablas…? —Apartaron la mirada, nerviosos.

—Hoy nos encontramos con la princesa Ruri —dijo Chrome sin dudarlo—. ¡Ella nos dijo todo!

—¿Se encontraron con Ruri-sama? —Los dos abrieron mucho los ojos.

—Pero… ¿Cómo lo sabe ella? —Turquoise no estaba entendiendo nada.

Chrome decidió contarles todo lo que Ruri les había dicho, simplemente porque sabía que Kohaku no querría hacerlo, ella probablemente solo empezaría a gritarles y reclamarles sin querer perder el tiempo en explicaciones apenas los viera, así que él les haría el favor de que al menos supieran por qué, aunque no lo merecían.

Ellos se horrorizaron, por supuesto, pero rápidamente salieron corriendo a la granja diciendo que debían buscarla antes de que hiciera algo estúpido.

Chrome decidió seguirlos y salió inmediatamente tras ellos una vez Kaseki le dio su permiso, los ayudó en su búsqueda, tomando un caballo, una antorcha e internándose en el bosque.

Estaba preocupado por Kohaku, a pesar de que sabía que podía cuidarse sola y probablemente necesitaba estar sola, el bosque no dejaba de ser peligroso y no lo decía solo por los animales salvajes, sino por los ladrones y demás criminales.

Sí la encontraba primero podría al menos pedirle que se quedará a dormir en la herrería, sí aún no quería lidiar con sus tíos mentirosos.

Desgraciadamente, ellos la encontraron primero. Y Chrome llegó justo a tiempo para escucharla gritarles con furia, reclamando, con lágrimas en sus ojos.

—¡Nunca fueron mis tíos! ¡Toda la vida solo han estado siguiendo la orden de cuidar de mí para que no me acercara al palacio! ¡Para ustedes debo ser solo otra oveja a la que deben alimentar!

—¡Kohaku, no digas eso! —Turquoise estaba llorando, apretando sus manos en puños—. ¡Te hemos criado desde que eras una bebé! ¡Eres como una hija para nosotros!

—¡¿Así tratan a sus hijos?! ¡¿Mintiendo y controlándolos?! ¡Toda mi vida no has hecho más que controlarme, manteniéndome encerrada aquí lo más posible y sin dejar que conviva con nadie más! Creí que hacían un sacrificio criando a su sobrina… pero solo seguían órdenes. —Cerró los ojos y las lágrimas estuvieron a punto de salir, pero tomó aire y las contuvo—. Ya no quiero saber nada de ustedes.

El dolor en los ojos de Jasper y Turquoise fue tan evidente que por un momento hasta Chrome se sintió mal por ellos, pero rápidamente apartó esa sensación y se acercó a Kohaku, colocando una mano en su hombro en señal de apoyo.

—Kohaku, el bosque es peligroso. Quédate conmigo y con Kaseki por el momento —le pidió con voz seria.

Ella se frotó los ojos y asintió.

Los dos se marcharon de allí, dejando a Turquoise sollozando en los brazos de Jasper, que no podía dejar de mirar con tristeza a la muchacha a la que crio alejándose de ellos llena de rabia pesando sobre sus jóvenes hombros.

Kaseki le dio la bienvenida a Kohaku, le ofreció un colchón y unas mantas para que pudiera dormir cómodamente.

La dejaron dormir y cada uno se fue a la cama.

A la mañana siguiente, los dos se sorprendieron al ver que Kohaku seguía dormida. Ella solía despertar temprano y con mucha energía, pero ni siquiera parpadeó cuando movió su hombro.

Chrome estaba preocupado. Esa no era la Kohaku que conocía…

Y entonces recordó a la persona que había ocasionado esta situación… y la persona que posiblemente podría hacerla sentir mejor.

La princesa Ruri.

Tomó el caballo de Kaseki antes de tiempo y partió al punto de encuentro que habían acordado el día anterior.

Tomaba tiempo cruzar la ciudad hasta el palacio, pero aun así llegó casi media hora antes de que Ruri se apareciera allí, mirándolo impresionada con sus bellos y dulces ojos azules.

—Chrome… Sí viniste. —Sonrió dulcemente, haciendo que su corazón brincara en su pecho.

Carraspeó y se frotó la nuca con una sonrisa nerviosa.

—Por supuesto. —Compartieron una sonrisa por lo que pareció una eternidad, antes de que ambos apartaran la mirada, incómodos—. Eh… la verdad es que tengo que hablar contigo.

—¿Mmm? —Lo miró con confusión, a lo que él procedió a explicarle todo lo que había pasado luego de que se fuera mientras la llevaba en su caballo hasta la herrería—. Ya veo… —Su voz se quebró—. Así que mi presencia en su vida solo le ha causado sufrimiento a Kohaku… —susurró con voz temblorosa—. No debí haber interferido… —Sollozó.

—No digas eso. —La miró con pena—. Kohaku es una persona que valora la honestidad, estoy seguro de que sí eres sincera con ella todo estará bien —aseguró con una sonrisa.

Ruri lo miró con los ojos muy abiertos desde su lugar, sentada frente a él en el caballo, tan cerca de él que podía sentir su aroma a flores…

Pero también tan cerca que no podía evitar notar la extrema palidez de su piel. Estaba tan pálida que no podía ser saludable de ninguna forma… Ella estaba claramente enferma y de gravedad. Y era una princesa que podría pagar los mejores curanderos… pero parecía que al destino le gustaba ser cruel.

Continuará...

Hola!

Espero que este cap les haya gustado! En el próximo cap ya aparece nuestro Senkukus!

Y ya empezó la segunda temporada del anime! :')

Ojalá el fandom de Dr. Stone crezca mucho más!

Me despido!

CELESTE kaomy fuera!

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