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Capítulo 17.

Wren completó su relato poco antes de que Julian apagara el coche en el estacionamiento de su piso.

―A ver si entendí. ―Julian se movió de cuerpo entero hacia ella―: ¿quieres crear noticias falsas para atrapar a un falsificador?

―Copista de mierda me gusta más. ¡Sugerencia de Mara, no mía! ―aclaró al fijarse en la reprimenda que le dio con la mirada―. Pero sí, esa es la idea.

―Para empezar, no puedes crear noticias falsas sobre alguien. Es un delito que se llama difamación, cabeza hueca.

―Tampoco tenemos que llegar a los insultos ―apostilló al borde de una carcajada.

―En el caso de que la reputación de alguien resulte severamente dañada y pueda comprobarlo, podrías ir a juicio.

―Pero si el agraviado eres tú, por ejemplo, y sabes que lo publicado tiene un fin mayor que perjudicar tu reputación...

A Julian lo recorrió un escalofrío de incertidumbre al comprender sus planes. La manera inocente en que lo miraba, con la boca haciendo un puchero, se lo confirmó.

―¿Quieres que ofrezca mi reputación como voluntaria?

―Solo por unos días.

―¡Solo eso! Qué descaro el tuyo. ―Por alguna extraña razón, esa absurda ocurrencia le pareció divertida, y se arrepintió de haberse reído. Lo último que debía hacer era alentarla a seguir adelante con esa idea.

―Julian, necesito encontrar a esta persona pronto, o...

Se quedó callada y pensativa. Julian detalló el lento fruncimiento de su entrecejo.

―¿Tan grave es el asunto? ―Julian buscó su mano y le concedió un reconfortante apretón―. Sigo siendo un abogado, aunque no esté ejerciendo la profesión. Puedo ayudarte a encontrar una solución legal.

―No, no es eso. Es que... ―Volvió a quedarse callada. Le estaba ocultando algo. Su mirada esquiva la delataba―. Nada, olvídalo. ―Sacudió la cabeza e intentó sonreír, pero acabó convirtiéndose en una mueca―. De todas maneras, Mara y yo ideamos un montón de noticias falsas de gente que no existe y que cualquiera puede corroborar.

―Bueno, pero... ―Reflexionó antes de echar leña al asunto. Por desgracia, Wren lo notó.

―¿Qué? ¿Es información valiosa que aporta a la causa? Si es así, considero mandatorio que me lo digas.

Julian se cruzó de brazos y le concedió una mirada divertida.

―No puedes exigirle a un abogado que inflija la ley, ¡es un delito!

―No le voy a decir a nadie que tú me ayudaste. ―Retomó la táctica del mohín. Julian suspiró con resignación.

―En el caso de que una de esas noticias falsas llegara a publicarse en tu sitio web, podrías defenderte si demuestras que tú, como operadora, no fuiste la que publicó la declaración. El demandante solo puede identificarte si posee evidencias en tu contra.

―Los artículos fueron publicados con mi nombre, ¿eso cuenta?

―No necesariamente. Si no lo hiciste tú, puedes apelar robo de identidad, apropiación de dominio o plagio, por mencionar algunas posibles defensas. ―Como la conversación pintaba a que iba a durar todo el almuerzo, abrió la puerta del coche y le indicó que bajaran―. Lo más difícil será probarlo. ¿Cómo es el manejo de la página web?

La mirada de ambos se encontró por encima del techo.

―Cada redactor tiene una cuenta a su nombre. Cuando han terminado de redactar el artículo, me lo envían para hacerle correcciones, y después ellos mismos publican el contenido.

Julian rodeó el coche, abrió el maletero y sacó tres contenedores de plata, acomodados uno encima del otro. Wren agarró la botella de vino.

―¿Quién más, aparte de ti, posee acceso a tu cuenta?

―Nadie, pero según el programador que diseñó la página, es posible que alguien estuviera accediendo a mi información a través del WiFi, por eso he dejado de usar el internet de la oficina.

―¿Y de dónde crees que puedan estar sacando la información? ¿Dónde la guardas, de cualquier manera?

Wren le explicó que le había pedido al mismo programador que creara una nube de almacenamiento donde guardar de manera segura todos los secretos sobre los nobles que conocía, y que era el acceso a dicha nube lo que el copista de mierda estaba buscando, y de cierta manera lo había conseguido. Al activar una falsa advertencia de un inicio de sesión no autorizado, abrió una brecha vulnerable por la que acceder a información sensible, como la de Isaac.

―Acceder a una cuenta privada sin autorización es, lato sensu, un hecho punible. ¿Qué? ―Se distrajo brevemente al escucharla reír.

―Hablas como un abogado. ―Las puertas de la entrada se abrieron al detectar movimiento―. Es sexy.

―Disfrútalo mientras dure. ―Sonrió con sorna.

―Realmente odias la carrera, ¿no es así? ―Saludó a la recepcionista con un leve movimiento de la cabeza.

―No la odio, simplemente no me gusta.

Pasando recepción, Julian fijó su atención en la Aprilia estacionada en un rincón de la rotonda. Recordaba haberla visto el sábado, y le sorprendió darse cuenta de que estaba en el mismo lugar, lo que significaba que nadie la había movido ni siquiera una vez.

―¿El administrador del edificio permite que sus inquilinos estacionen una moto en recepción?

Julian miró a Wren con extrañeza al percatarse de la manera en que presionaba el botón del ascensor con el codo con una fuerza excesiva.

―Lleva ahí varias semanas. ―Julian notó que le esquivaba la mirada―. Es un regalo de cumpleaños de parte de mi padre. Lástima que no ha empezado a oxidarse todavía.

―Supongo que no la quieres. ―Cambió el peso de los contenedores de una mano a otra. Seguían bastante calientes.

―Yo... ―El timbre del ascensor la interrumpió.

Ambos entraron en silencio, y se mantuvieron así durante un rato. Julian respetó su dejadez; sabía que el tema de su padre era difícil para ella, y prefería que Wren le contara lo que pensaba porque sentía la comodidad de hacerlo.

―Aprendí a no desperdiciar ciertas oportunidades, incluso si estas me las proveía mi padre. Es solo que... ―Silencio otra vez. Julian la observó de refilón mientras ordenaba sus ideas―. Ya no sé qué siento por él. Ha estado ausente toda mi vida y me hizo a un lado cuando más lo necesité. Ni siquiera quiso pagar la universidad porque lo consideraba una pérdida de tiempo por mi daltonismo.

Por supuesto... Julian sacudió la cabeza, sin poder creer la clase de padres regados por el mundo. Pero luego pensaba en el suyo, esa monstruosidad de las cavernas que estaba decidido a convertir su vida en una miseria.

―Pero, desde hace tres años, ha cambiado conmigo, ¿sabes? Es...abrumador, quizá. Es más atento, se preocupa más por mis asuntos, independientemente de cuales sean estos, y no ha olvidado mi cumpleaños desde entonces. A veces siento que es otra persona. ―Apartó el pensamiento con una sacudida de la cabeza―. Es una tontería. De cualquier manera, no cambia el hecho de que soy su hija ilegítima y que no quiere que nadie más lo sepa.

―¿Todavía quieres encontrarlo?

Percibió su tensión. Emanaba de su cuerpo como olas de calor electrizante.

―No lo sé ―le rompió el corazón escucharla tan perdida.

―Hablemos de cosas más agradables, como el almuerzo, por ejemplo. ―Señaló los contenedores con la barbilla―. Lo he traído listo para ahorrarnos el tiempo.

―Pensé que ibas a seguir explicándome como salir impune de un crimen.

Las puertas del ascensor abrieron, pero el timbre quedó opacado por la carcajada de Wren al percatarse de la amenaza en la mirada de Julian.

―Loca. ―Esperó a que Wren saliera primero. El silencio del corredor los arropó con un reconfortante aire de intimidad―. Mi reputación es todo lo decente que me queda.

―La decencia está sobrevalorada. ―Caminó de espaldas y lo estudió con una mirada provocativa―. A mí me gustan los abogados corrompidos que usan términos en latín como lato sensu.

―Conozco otros términos igual de excitantes, como dura lex sed lex. ―Imitó la picardía de su sonrisa―: La ley es dura, pero es la ley, así que deja de intentar corromperme.

Wren retomó la marcha sin dejar de reír, pero se detuvo de pronto en medio del pasillo. Su carcajada se esfumó. Julian frunció el ceño y notó su retirada vacilante. Le temblaban tanto las manos que la botella de vino cayó. La alfombra evitó que se rompiera.

―La puerta del piso está abierta ―le temblaba la voz.

Julian clavó la mirada en la puerta blanca entreabierta. Dejó los contenedores en el suelo, apartó a Wren y se acercó con cautela. Wren le susurró que se detuviera, que llamaran a seguridad, pero Julian le pidió que se callara. Abrió la puerta con lentitud, asomó la cabeza y, poco a poco, se fue metiendo al piso.

―¿Qué...? ―la impresión lo silenció.

Julian abrió la puerta de golpe y esta rebotó contra la pared. Se adentró con paso apesadumbrado, encendió la luz y jadeó. El piso estaba hecho un desastre. Literalmente. Los muebles, el tapizado de las paredes, las lámparas, la vajilla de la cocina... Todo estaba destruido, como si hubiese pasado un huracán de categoría cinco.

―¿Qué pasa? ―Wren hizo a un lado a Julian. Se petrificó junto a él con un gemido de horror atragantado en su garganta―. ¿Qué es esto?

―¡No, espera!

Intentó detenerla, pero Wren entró al piso como un bólido y revisó habitación por habitación. Sin importar donde pisara, o lo suave de sus pasos, los destrozos crujían bajo su peso. No había quedado nada, y cuando Julian corrió a la habitación, confirmó que incluso habían hecho trozos la ropa de Wren, el colchón y las sábanas.

―No puede... No puede ser... ―en medio de la habitación, Wren se cubrió la boca e intentó suprimir el llanto. Julian se acercó a ella y la envolvió en un abrazo protector. La sintió estremecerse y, finalmente, sollozar―. Hicieron pedazos todo, Julian.

Julian se rompió otro poco cuando Wren se abrazó a él con desesperación. Percibió el agónico palpitar de su corazón mientras lloraba, y la manera en que la respiración se le acortaba. Furia. La sangre de Julian se cargó de furia.

―No llores, no pasa nada. No llores ―en su voz no había consuelo, solo la dureza del esfuerzo por contener el enojo.

―¡Por favor, Julian! ―su voz sonó apagada y suprimida en el hueco de su pecho―. Todo está destruido. Mi ropa, la cama, los muebles... ―gimió y se abrazó aún más a él.

Julian le frotó la espalda, pese a que sus manos estaban empuñadas. ¿Quién demonios podría haber hecho algo semejante? Si hubiesen entrado a robar, ¿qué ganarían destruyendo las pertenencias de Wren?

―Deberíamos llamar a la policía ―le dijo con suavidad―. Pareciera como si alguien estuviera buscando algo. ¿Es posible que se trate de la persona que ha intentado robarte información?

El cuerpo de Wren se tensó de una manera brutal y la sintió encogerse. Clavó la nariz en su cuello y le envolvió la cintura con notable desesperación. Estaba asustada.

―No tengas miedo. Por suerte, no has estado cuando sucedió.

Sus propias palabras no le concedieron alivio, sino todo lo contrario. ¿Qué habría pasado si Wren estuviera en el piso cuando...? Apartó el pensamiento con un movimiento de la cabeza.

―No te...no te he dicho algo importante.

Y debía ser bastante serio también, porque ni siquiera intentó mirarlo a los ojos. Julian le recorrió la mandíbula con el pulgar y la instó a levantar la cabeza. Tragó saliva. No le gustaba para nada la preocupación que notó en su mirada argentada.

―Esta mañana, después de que me dejaras frente a la oficina, tu padre... ―vaciló e intentó apartar la mirada. Julian negó con la cabeza y Wren volvió a mirarlo―. Tu padre habló conmigo.

«Padre» era la palabra mágica que siempre conseguía que a Julian se le tensara la mandíbula.

―¿Te ha hecho algo?

―No... ―volvió a vacilar, pero al menos sus ojos no se apartaron de los de él esta vez―. Pero dijo cosas.

―¿Qué cosas? ―Como había apretado los dientes, sus palabras sonaron más duras de lo que hubiese esperado.

―Quiere que me aleje de ti. Le he dicho que no ―su tono de voz se elevó.

Su determinación aplacó la ira de Julian, así fuera levemente.

―Pero dijo que, si no lo hacía... ―Achicó los ojos, y tragó repetidas veces antes de continuar―: Algunas de sus palabras fueron bastante horribles.

―Dímelas ―demandó. Su voz sonaba dura y llena de furia contenida. Demasiado contenida. Temió que la respuesta de Wren lo hiciera estallar.

Wren debió notarlo, porque prefirió quedarse callada. Por fortuna ―o desgracia, eso estaba por verse―, cambió de opinión.

―Me amenazó con hacerme la vida miserable si no me alejaba de ti. ―Por la manera en que empequeñeció los ojos, Julian intuyó que estaba meditando qué palabras decir después―. Dijo que... dijo que... que, si lo seguía incomodando, eliminará mi existencia de este mundo, y me recordó que sabe dónde vivo, así que...

Julian se estremeció.

―Él hizo esto ―lo dijo con una calma fría que la hizo estremecerse también.

―No lo sé. ―Jugó de manera distraída con el vuelo del saco―. Pero... Es que... Habrá sido cosa de una hora después, pero también Brianna fue a verme...

―¿Brianna? ―su voz sonaba como una mezcla entre enfado y sorpresa―. ¿Qué quería?

―Lo mismo que tu padre, en pocas palabras.

Julian tragó en seco e intentó, más de lo que acostumbraba, mantener la compostura. Se apartó quedamente, recorrió el largo de los brazos de Wren desde los hombros hasta las muñecas y se detuvo ahí, acariciando con ternura las cicatrices. Debajo de los dedos, Julian percibió el repiquetear de su pulso acelerado.

―¿Por qué no me llamaste?

Wren esbozó un amago de sonrisa.

―Estoy acostumbrada a las amenazas de los dos, es solo que ahora es diferente porque existe una acusación verdadera. Ambos me reclamaron porque estoy contigo. Además... ―El amago desapareció, dando paso a una mueca de tristeza―. No quiero indisponerte en contra de ninguno.

Julian ya no lo toleró más.

―¿Indisponerme? ―Recorrió el piso de Wren con un inusual ardor en los ojos, probablemente la rabia acumulada en sus pupilas―. ¡Mira este lugar! No estoy indispuesto, estoy asqueado. Esta es la clase de padre que me tocó. ―Se apartó de ella tan de golpe que Wren se tambaleó―. Pero no se lo permitiré.

Su cuerpo se movió por voluntad propia hacia la salida mientras la mente poco a poco se le iba calentando con decenas de frustraciones acumuladas durante años. Se las había aguantado todas porque no tenía otra alternativa: era su padre y, sin importar lo que hiciera, no iba a conseguir que se fuera de su vida. Pero esto... No, no iba a permitir que ni él ni Brianna ni nadie le hicieran daño a Wren.

―Julian, ¡Julian! ¿A dónde vas? ¿Qué vas a hacer? ¡Dios, no debí decirte nada!

Julian se detuvo, volteó hacia ella y la perforó con la mirada encolerizada.

―¿Nada? ¿No querías decirme nada? ―La vio tragar saliva. Bien. Bien―. ¿Estabas dispuesta a seguir dándole poder para que continuara jodiendo nuestras vidas?

―No es lo que quise decir. Yo...

―Hoy fue tu piso, tonta. ―Se acercó lentamente, pero Wren no se movió. Julian notó que le temblaban las manos―. ¿Qué crees que destrozará mañana? ¡Ha dicho que eliminará tu existencia de este mundo! ¿Tú qué crees que significa eso? ―La agarró con fuerza de los brazos. No, no era rabia. La rabia ya se había extinguido a medida que sus palabras abandonaban su boca. Era temor. Frío, agudo y persistente―. Si te llega a hacer el más mínimo daño, te prometo, te juro ―enfatizó sin aliento. Todo su cuerpo temblaba―, que haré con él cosas que escandalizarían a las cortes de Reino Unido.

La vulnerabilidad en su mirada lo destrozó por dentro. La rabia, el miedo y el dolor eran pésimos consejeros, pero la prudencia lo había abandonado por completo.

Finalmente, Julian la soltó. Wren intentó aferrarse a él, detenerlo, pero Julian la apartó.

―Ve al club, quédate con Isaac. Esta noche dormirás conmigo.

―¿De verdad irás a ver a tu padre? ―la ansiedad vibró en su voz.

―Ve al club, quédate con Isaac ―se limitó a repetir, y después se alejó con la respiración entrecortada. Cómo iba a enfrentarse a su padre sin matarlo era todo un misterio.

Puede que me agarre la loquera y en la tarde o noche suba el capítulo 18, ¿qué les parece? Habrán... revelaciones 😏

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