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26

Ya en el coche y alejados de esa calle le hable.

—He visto algo muy raro.

—¿Qué has visto? —Mira mi perfil de reojo, mientras sigue conduciendo.

—A Bastian hablando con un sujeto que no tenía muy buena pinta que digamos.

—¿Dónde lo has visto?

—En la misma calle que me has recogido con el coche — Connor me mira pero inmediatamente posa su mirada al frente. Cambia de carril y gira en la primera calle, va conduciendo a bastante velocidad que por unas calles tan transitadas está prohibido ir a tanta velocidad pero creo que a él le da igual que le pongan una multa o no —. ¿Quieres bajar la velocidad? Al final nos matamos por tu culpa Connor.

—¡Ahora no Rox! —Esta histérico.

—¿Y cuándo si? ¿Cuándo a ti te apetezca?

—Luego.

—¡No! Ahora. Solo estaba hablando con un tipo raro, no es nada del otro mundo Connor.

—Lleva raro un par de semanas y no es por alguna chica, lo conozco demasiado bien.

—Igual te confundes y no pasa nada extraño. Tan solo era un sujeto, nada más, no había nada fuera de lo normal. Le estaba levantando la voz y Bastian bajo la mirada y ya no puede observar más ya que tú llegaste. Creo que no me vio ni a ti tampoco.

—Quiero ver eso con mis propios ojos.

—¿Pasa algo malo Connor? Se sincero. Nadie me cuenta nada, parezco tonta al saber que soy la única que no sabe absolutamente nada.

—No eres tonta Rox, solo te ocultan cosas ya que te pondrías más nerviosa de lo que ya eres o eso es lo que me han contado.

—¿Qué? — Grite.

—Lo primero —hace una pausa —, no me chilles que estoy justo a tu lado por si no te has dado cuenta —me mira un segundo para después fijar la mirada de nuevo en la carretera —. Y segundo — suelta un suspiro —lo conozco desde haces años ni por una mujer esta tan raro, tiene que pasar algo para que el este así de nervioso. No queda ni con los chicos.

Sé que el día que me reencontré con mi familia estaba demasiado raro pero no sabía el porqué de ello.

Habíamos llegado a la calle de donde me había venido a recoger hacía ya un buen rato. Los ojos de Connor estaban posados en todas partes de esa gran calle para ver si podía ver a Bastian. Me fije que el coche del sujeto que hablaba con él doblaba la esquina con su coche y de ahí no pude ver más. Me quede mirando detenidamente la calle por si veía al mellizo y lo encontré caminando dirección al mismo callejón por el que había salido cuando vino hablar con aquel hombre misterioso.

No me percate que Connor había salido del coche hasta que lo vi yendo al callejón por donde minutos antes había ido Bastian, salí casi corriendo del coche hasta él y hacerle entrar en razón.

—Connor, vamos.

—No, voy a coger a ese malnacido de Bastian.

—Tú no harás nada, ahora mismo vas a montarte en el coche y vas a conducir hasta casa ¿está claro?

—Mandona —le mire mal.

—Mandona o no, tú iras a casa —me miró fijamente —, vamos —lo cogí del antebrazo y lo empecé a arrastrarlo hasta su coche escuchando sus gruñidos, pero no le hacía caso. Logre que se metiera en el coche y que nos fuéramos a casa.

Me encontraba en mi habitación relajada leyendo un libro hasta que entro una persona invadiendo mi espacio.

—¿Porque? — Me chilló Connor.

—¿Porque qué?

—Porque no me has dejado ir detrás de Bastian —dice muy cabreado.

—Porque ibas hacer un escándalo en medio de la calle y yo no sé tú, pero yo no quiero pasar vergüenza delante de nadie.

—No iba a hacer ningún escándalo. —Levante una ceja en su dirección. — Bueno...

—Bueno nada Connor, tranquilízate mañana u otro día hablas con él — sé que aunque le hable, no va a entrar en razón, pero al menos lo intento—. Ni se te ocurra llamarlo o ir a su casa —le advertí.

—Mandona —gruñe.

—Gruñón.

—¿Yo gruñón?

—Sí, ¿qué pasa que aparte de gruñón le tenemos que agregar también que eres sordito? —Me miro mal de nuevo

—Que me mires de esa forma, no voy a cambiar de opinión de lo que dije anteriormente —gruñe de nuevo.

¿Por qué gruñirá tanto? Al final le va a salir una cabeza de un cerdo.

—¿Porque gruñes ahora? — Me rio. Me mira y sale de la habitación cabreado.

En lo que quedaba de día no volví a ver a Connor ya que no había salido de la habitación para nada hasta que llegó la hora de la cena.

Cuando llegue al salón donde cenábamos me fije que todos los miembros de la familia Howland ya se encontraban sentados y solo faltaba yo por sentarme. Como ya era costumbre me sentaba al lado de Connor.

—¿Qué tal has pasado el día? —Me pregunto con interés Laureen.

—Entretenido —miro a la persona que se siento a mi lado un segundo para luego ponerla de nuevo en Laureen —, estuve toda la tarde con Cecile hasta que me vino a recogerme tu hijo —le indique con el dedo a la persona que estaba a mi lado.

—¿Y qué estuvisteis haciendo? — Parece un interrogatorio.

—Lo normal, ya que no llovía nos pasamos la tarde paseando, charlando y tomando algo, como todos los días que nos juntamos nosotras.

—¿Y Bastian no estaba? Tengo entendido que salís casi siempre los tres — veo a Connor poner mala cara y le respondo a su madre.

—No, hoy no vino con nosotras, tendría otras cosas que hacer.

—Si claro —susurra muy bajo Connor pensando que no lo había escuchado. Le doy un codazo y me mira —. Eso ha dolido —se queja.

—Más te va a doler si no te callas.

—Siempre tiene que ser lo que tú digas, mandona.

—Y tu gruñón, ya te lo he repetido muchas veces.

—Parecéis unos críos peleando —se ríe Edouard de lo que ha dicho su hermano pequeño Kaden.

—Calla renacuajo.

—No mandes a callar solo porque te ha llamado crio y te has ofendido y ha herido tu ego —habla esta vez Edouard.

Me desconecto de la mini bronca de los hermanos para prestar atención a la pequeña de la familia que está muy silenciosa a mi lado.

—¿Por qué tan callada Carly? Si siempre hablas mucho.

—No tengo ganas —me responde y sigue comiendo de su comida en el plato sin prestarme más atención. Dejo pasar eso y me concentro en mi comida.

Estoy bajando las escaleras pero a medio camino alguien me habla.

—¿Vas a la fiesta? — Me pregunta.

—¡Si! ¿Algún problema con eso? — Digo ya cansada de tantas preguntas de parte de él.

—No ninguno —me observa — Hoy estas a la defensiva.

—Si no fueras tan pesado y tan controlador, iríamos mejor.

—Antes de que nos pongamos discutir, vamos.

—¿A dónde?

—A la fiesta, no te voy a secuestrar Rox —se ríe —. Vamos —me indica con un movimiento de la mano y bajando las escaleras que faltan por bajar.


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