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20

Como ya me dijo Edouard, mis pertenencias ya se encontraban en el interior de la que será mi nueva habitación, en cuanto llegue por la noche a descansar en ella, como estaba agotada del viaje no me preocupe en deshacerlas.

Me había despertado bastante temprano para ser yo. Era una dormilona de pies a cabeza, me encontraba más tiempo dormida que despierta. Si no venían a levantarme, no me despertaba. Seguramente me habré despertado por los nervios que llevo conmigo, de estar en una casa ajena a la mía y con unos completos extraños, ya no tan desconocidos.

En estos momentos me encontraba en mi habitación colocando todas mis pertenencias en los armarios que tenía la estancia. Contenía dos puertas más de lo común, una de ellas era un inmenso baño, en el interior había lo imprescindible agregándole un jacuzzi enorme. En él me bañaría casi todas las noches, para dormir relajada.

Detrás de la última puerta nombrada se encontraba un gran armario, que estaba vacío cuando lo abrí por primera vez, pero ahora esta con algunas cosas mías. Aunque con lo grande que es, no creo que se llene entero algún día.

En estos momentos me encontraba en una de las gradas, en la pista de tenis sentada al lado de Kaden, ya que Connor y Edouard jugaban entre ellos.

Parecían profesionales jugando a este deporte, aunque solo fuera una afición que tenían desde pequeños. Esto lo sabía gracias a Kaden que me había contando varias cosas mientras esperaba sentado en las gradas junto a mí.

Connor no perdía ninguna oportunidad en la cual podía ponerme nerviosa. Por ahora no habíamos cruzado ninguna palabra desde que se presentó en el salón el día pasado. Eso no quiere decir que cuando nadie lo veía o cuando él "pensaba" que no lo miraba el resto de la familia, no intentaba ponerme nerviosa y efectivamente, lo conseguía.

—Mi hermano se fija mucho en ti —me comentó con burla Kaden. ¡Maldito Kaden! Gracias por recordármelo. Lo observe una milésima de segundo y seguí mirando al frente —, me di cuenta desde ayer, cuando estábamos todos en el salón. No te ha dejado de mirar desde que hemos llegado aquí —me afirmó algo que yo ya tenía constancia.

—Nada que ver Kaden, no me mira —miento descaradamente. Por algún casual, mi mirada se dirigió a Connor que nos estaba mirando para nada discreto y fruncía el entrecejo y mantenía su cara seria.

—¡Hermano! —Lo llamo Edouard alegremente — ¿Vas a dejar de mirar a Rox como un acosador o seguimos jugando? Al final vas a perder y tú odias hacerlo, ¿o me equivoco? —Le pico su hermano. Que chinche era.

—Yo no miro a esa niña pija —gruñó en respuesta.

¡O no, por ahí no Connor!

—Niña pija tu abuela. ¡Idiota! —Oí otro gruñido de su parte, para después volver a jugar.

El partido se reanudó y finalmente salió vendedor Connor, como era de esperar, según me comentó Kaden. Es demasiado bueno en tenis y en pocas ocasiones perdía algún juego en estas competiciones con sus hermanos.

Laureen preparó la comida, y en cuanto llegamos de jugar, fuimos directamente a comer, pero antes; los dos hermanos mayores, se fueran a dar una ducha porque habían sudado lo que no estaba escrito.

En la mesa me tocó sentarme justo de alado del acosador número uno en este planeta. Connor le ayudaba a su hermana pequeña a cortar el filete que estábamos comiendo todos. Yo estaba intentando cortar con el cuchillo, pero me rendí al ver que el tenedor se me escurría de la mano derecha.

—¿Quieres que te corte el filete como a los niños pequeños? —Me susurró una voz ronca, que me ponía los pelos de punta. Bufé.

—No hace falta —le conteste de malas formas y rechace su oferta. Y sabia bastante bien, que lo decía para burlarse de mí.

Baje mis manos y las deje en mis muslos descansando, hasta que Laureen llamó mi atención.

—¿Roxanne, ¿Qué sucede? ¿No puedes cortar el filete? ¿Te ayudamos? ¿No te gusta? —Me habló preocupada Laureen. Inmediatamente sin pensarlo levanté mi mano derecha para que la viera que no podía cortar la comida.

—Cariño, no me había dado cuenta, lo siento. Se me pasó por completo —Se levantó de su silla para llegar mejor a mi lato y me lo cogió para volver a su sitio y hacer lo que hizo Connor con su hermana. Este último nombrado me miraba con culpa, y por una vez, no le di importancia.

Ya era la tarde y yo me encontraba al lado del gran ventanal que poseía el salón, me encontraba sentada en un sillón de dos plazas leyendo uno de los tantos libros que me había traído de casa de Kilian.

Ahora, recordando a mi mejor amigo, me acorde que no lo había llamado. Cogí mi móvil que se estaba en el otro extremo del sofá y marqué su número, me lleve el teléfono a la oreja y espere a que cogiera la llamada.

—¡Roxy! Por fin llamas... ¿Qué tal estas? ¿Te tratan bien Bueno seguro que sí? —Habló de carrerilla sin dejar que hablase yo.

Tranquilo Kili, respira hondo. Si, llegue bien y sí, me tratan de maravilla. Apenas llevo un día aquí... ¿Cuándo volveré? —Ansiaba saber esa respuesta.

—Me alegra saber que te encuentras bien Rox, y respecto al otro tema, no creo que puedas volver por ahora — ¿Porque?

—¿Y me vas a decir por qué? ¿Por qué no puedo volver con vosotros a Londres o ir a Christchurch?

—¿Cuándo será el día que entiendas que en esos dos lugares corres peligro?

—¿Y aquí en Paris, no?

—No, en Paris por ahora...estas a salvo. Haz caso a todo lo que te diga Edouard sin rechistar, ¿sí?

—Lo intentaré, ya me conoces.

—Por eso mismo te lo digo, porque te conozco demasiado bien, pero ahora no puedes ir sola a ninguna parte, ya viste lo que pasó la última vez —me recordó. Resoplé. No me gustaba tener niñero —. Cuídate Roxy, pronto iré a visitarte.

—Saluda a los chicos de mi parte.

—Lo haré con mucho gusto. Adiós Roxy, nos vemos pronto —repitió de nuevo. Cuando colgó me quede pensando si iba a venir dentro de poco o no, por sus palabras dichas anteriormente.

Iba a seguir leyendo el libro, pero una mirada penetrante que ya se me estaba haciendo muy familiar no me dejaba concentrarme en la lectura.

Suspiré.

—¿Qué necesitas Connor?

—¿Cómo sabes que era yo? —Preguntó con curiosidad, aparte de la incredulidad que se podía apreciar en su voz.

—Porque eres el único que me mira fijamente durante unos cuantos minutos —sonríe tras mi respuesta.

—¿Eso te molesta?

—Más que molestarme, me incomoda —hable bajito, pero debe tener el oído fino y lo escuchó.

—Pues como ahora sé que te incomoda, lo seguiré haciendo — ¡Sera capullo!

—¡Eres un estúpido! —Le pegue en el pecho una vez se había posicionado delante de mí.

—No vas a conseguir mucho pegándome, voy al gimnasio todos los días —¿Quién se cree? ¿Un modelo?

—Creído.

—Pija —me levante del sofá y me dirigí hasta la puerta que daba al jardín. Este chico me desesperaba mucho, no lo aguanto.

Escuche pisadas detrás de mío y sabía perfectamente que era él persiguiéndome, no iba a girar para verlo.

Sin mirarle le hablé.

—¿Qué quieres Connor? —Pregunte con pesadez.

—¿Connor? —Escuché la voz de Edouard preguntar confundido —. ¿Qué ha pasado con mi hermano, Rox?

—Que me desespera, eso es lo que pasa —suspire con cansancio.

—Tranquila Rox, eso nos pasa a todo el mundo, pero no es una mala persona —me dijo —. Y ahora te diré lo que venía a decirte.

—¿Qué cosa?

—Vamos a ir toda la familia a un restaurante, tú también vienes. Salimos en una hora, ve a prepararte.

—Está bien, en un momento voy Edouard. Gracias —no me dijo nada más y con eso se fue para dejarme sola.

Me lleve una gran sorpresa cuando estuvimos todos sentados en el restaurante. Estábamos todos sentados, pero faltaban tres asientos más por ocupar. No sé para quienes serian.

Mire para el frente y venían dos chicas en dirección a esta mesa precisamente. Una de ellas levaba un vestido color turquesa, y la otra chica a su lado, que no le hacía caso a la primera, iba con otro vestido, pero este sencillo, que le quedaba a la perfección.

Esta última, se sentó al lado de Edouard y le plantó un beso pequeño en los labios, la otra chica hizo exactamente lo mismo, pero en vez de dárselo en los labios se lo dio en la mejilla a Connor y se sentó junto a él.

Me sentí muy incómoda, hasta que la única persona que faltaba por aparecer, se acomodó en su sitio, a mi lado. No le di importancia a esa persona, hasta que ella misma me tocó el hombro y me habló.

—¿No vas a saludar a tu mejor amigo?

—¡Kilian! —Sé que con mi grito habré llamado la atención de las personas, pero en ese momento no me preocupaba.

Solamente me dedique a abrazar a mi mejor amigo.


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