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19

El camino a casa de Edouard fue en completo silencio. Casi no pronunciamos alguna palabra, casi no nos comunicamos. Nos estábamos acercando a una residencia privado, donde solo podía apreciar los lujos allá donde mis ojos podían posarse. Al final de la calle, doblamos a la derecha, yo solamente me dedicaba a mirar por la ventanilla del coche. Creí por un momento que una de esas "casas" era la de Edouard, pero estaba muy equivocada cuando pasó de largo.

Enseguida entramos a una carretera secundaria que solo había árboles y más árboles. El coche estaba disminuyendo de velocidad; estábamos llegando a nuestro destino.

Suspire pensando en que iba a pasar un buen tiempo en este precioso lugar, sin mis amigos.

Edouard frenó el coche cuando estábamos afuera de unas verjas enormes, detrás de ellas se veía un inmenso camino de piedras y alrededor más arboles de nuevo, parecía un bosque. Lo que había a la lejanía no lo podía apreciar bien, pero estaba segura de que me iba a encantar cuando lo viera de cerca.

Cuando abrieron las verjas, Edouard arrancó el coche para poder adentrarnos en aquellos terrenos, creo intuir que es aquí donde me hospedare durante mi estadía aquí en Paris.

El camino de árboles que había visto desde fuera de la verja eran muy grande y se hacía aún más largo cuando el coche iba a la velocidad de un caracol.

Giro mi cabeza para poder mirar al conductor de este coche.

—¿Por qué vamos tan despacio?

—Te vi mirar muy fascinada el camino, por eso decidí ir a esta velocidad, para que pudieras observar todo a tu alrededor, aunque podrás recorrerlos cuantas veces quieras, vivirás aquí un largo periodo de tiempo.

—Bueno...gracias, y si me encanta todo lo que mis ojos pueden apreciar, encima está todo muy bien cuidado. ¿Vives aquí? —La pregunta ya se la esperaba, así que no se sorprende en lo absoluto.

—Sí, aquí viven mis padres, mis hermanos y yo, que ahora estarán esperando en el interior de la casa —cuando termina la frase, me quedé petrificada en el asiento de copiloto —. Tranquila, no muerden, bueno...quizás la pequeña Caly puede que muerda un poco —me reí por lo que dijo, de quien creía que era su hermana menor.

—¿Es tu hermana, cierto? —Asintió sin desviar la mirada de la carretera — ¿Cuántos años tiene?

—Tiene cuatro años y antes de que me preguntes cuantos años tienen mis otros dos hermanos, te lo diré —le mire incrédula y el soltó una carcajada, al ver mi cara que ra un poema —, sabía que lo ibas a preguntar —se encogió de hombros divertido —. Kaden tiene quince años, Connor tiene veintidós y yo, por si quieres saberlo, tengo veintitrés años. Soy el mayor de todos, por si no te habías dado cuenta.

Rio.

Seguimos el resto del trayecto en silencio, después de esa mini conversación. Ahora que me paraba a pensarlo, el nombre de Connor me sonaba de algo, pero no me acuerdo de donde lo habría escuchado. Cuando lo vea de frente, quizás ahí me acuerde y me dé cuenta de quién es o lo reconozca.

Dejando los árboles y las sombras que hacían ver casi que ra de noche, estos dan paso a unos jardines hermosos y con diferentes tipos de flores.

—Bonito, ¿verdad?

—Sí, es precioso, tiene que tener mucha paciencia la persona que cuide este jardín, ¿o me equivoco? —Pregunto.

—Estas en lo correcto, tenemos a algunas personas trabajando en esos jardines.

Seguimos hablando sobre los terrenos de su familia, me comentó que tenían una pista de tenis porque a Connor, a Kaden y a él mismo les gustaba ese deporte. Me había propuesto algún día intentar jugarlo con ellos, yo le conteste que sin problemas, aunque también le dije, que me tuvieran paciencia.

Llegamos a los pies de una gran escalera de piedra, apagó el motor del coche y salimos los dos casi a la vez del él.

Subimos por ellas hasta llegar a la puerta y ahí es cuando me acordé de algo.

—¿Y mis maletas? Siguen en el maletero de tu coche —me pongo algo inquieta.

—En un rato te las llevaran a tu habitación —debía tener una cara de no entender lo que decía, que decidió explicarse mejor —. El personal de la casa llevaran tus pertenencias a tu habitación.

—Bueno, está bien —digo algo insegura todavía.

Con todo dicho, abrió la puerta se adentró dentro de la mansión y se giró para ver si yo le seguía los pasos. Estaba tan pegada a él que choqué contra su cuerpo y me tuvo que agarrar para que yo no me cayera al suelo. Hizo una señal para que lo acompañara, este sitio parecía un laberinto, pienso y estoy casi segura que me perderé infinidad de veces por estos pasillos de esa enorme casa.

Era el triple de grande de lo que es la casa de los padres de Kilian, se notaba que esta familia no andaba escasa de dinero a comparación de otras personas, es más podría hasta sobrarles. Se podrían comprar un continente entero y aun y todo no se les acabaría la fortuna que deben de poseer.

Edouard me había comentado que casa uno contenía una sección de la casa para ellos mismos, y que yo también tenía el mío propio. Y por algún casual eso me alegro muchísimo, allí podría escribir con tranquilidad sin tener ninguna interrupción, ver todas las películas y series que yo quisiera a mi antojo y sin que nadie me molestara.

Me enseñó todas y cada una de las salas y habitaciones que componían esta grande mansión.

En el primer piso subiendo las escaleras se encontraba todo el personal que trabajaba en la casa, en el segundo piso, estaban las habitaciones de cada uno de los integrantes que conformaban la familia y ahora la mía también. La mía se encontraba al lado dela de Caly, su hermana pequeña y en frente de la de él. En el tercero se encontraban las salas de juegos y la de cine. En el cuarto y último piso estaban cada una de las estancias privadas de cada uno, nadie podría entrar a una que no fuera la suya, a menos que se supieran la contraseña.

Bajamos al salón porque ahí es donde nos esperaban todo el resto de la familia de mi guía personal.

Llegamos al salón, yo me quede unos metros afuera, tenía demasiada vergüenza de entrar allí y encontrarme a todos aquellos desconocidos para mí. Aparte de eso me sentía como si fuera una intrusa en esta casa, no conocía a nadie, exceptuando a Edouard que lo había conocía hace poco. Este mismo se dio cuenta, se puso frente a mí y me susurró al oído.

—No te preocupes, no va a pasarte nada, no a partir de ahora. Esta será tu casa por tiempo indefinido, ya sabes —asentí no muy convencida de sus palabras.

Nos adentramos en el salón, yo junto a él, casi escondiéndome detrás de este.

—Hola —saludo sonriente.

—Hola hijo —saludó un hombre de unos cuarenta años de pelo marrón oscuro y unos ojos verdes —, si no me equivoco, ella debe ser Roxanne —dirigió su mirada hacia mi persona.

—Si papá, ella es Roxanne. La amiga de Kilian —note algo extraña su voz, pero no me detuve a pensarlo demasiado, ya que una mujer me habló.

—Bienvenida a nuestra casa Roxanne, soy Laureen, la madre de Caly, Kaden, Connor y de ultimas Edouard, que ya lo conoces —me regalo una hermosa sonrisa tranquilizadora —. Chicos —se dirigió a los que restaban —saludar a nuestra nueva inquilina —Laureen me miraba de una manera extraña, pero no sabía el porqué de ella.

—Hola Roxy —la vocecita de una niña me distrajo de mis pensamientos e hizo que toda mi atención fuera a ella solamente, ella debía ser Caly—, soy Caly —dijo torpemente, pero con una sonrisa plasmada en su rostro aniñado.

Y efectivamente llevaba toda razón, ahí estaba hablando la pequeña reina de la casa, sentada encima de uno de sus hermanos mayores, que mirándolo bien, no parecía tener quince años, osea que deduje que era Connor.

Mantenía una mirada seria y algo aburrida. ¡Aguafiestas!

—Hola Roxanne —ahora el turno del hijo más pequeño si nos referíamos a los hombres. También tenía el pelo marrón como el de toda su familia. Él si aparentaba tener quince años —. Soy Kaden, encantado —le correspondí a lo que dijo. De ahí hubo un tenso silencio ya que la última persona que debía hablar, no lo hizo, hasta que su madre alzó la voz para "obligarle" a decir algo.

—Connor no seas un maleducado, saluda a nuestra invitada —después de esperar por varios minutos, el sujeto llamado Connor resopló, para luego subir la mirada y por fin hablar.

¡Aleluya!

—Hola —dijo con voz varonil que no había escuchado nunca. A veces podría ser una exagerada.

Yo todavía no lo había mirado a la cara, hasta que por fin lo hice y me encontré con su mirada que me observaban intensamente, con sus ojos marrones claritos.

Su madre lo miro de malas formas y él la miró de reojo.

—Soy Connor, un gusto conocerte Roxy, aunque creo que ya sabias mi nombre y el de los demás —me regalo una sonrisa sincera. No lo deje de mirar hasta que una voz me hizo apartar mi mirada de la suya.

—Bueno Roxanne, debes estar agotada del viaje, si quieres puedes retirarte para poder descansar —volví a mirar a Connor, no sabría decir porque. Mis ojos se quedaron allí hasta que volvieron a llamarme la atención y el nombrado anteriormente por mí, se mofaba de mí.

¡Idiota!

—Rox —me llamó Edouard a mi lado.

—¿Si? Dime —hable algo avergonzada.

—Ve a descansar, mañana será un nuevo día —asentí, llevaba toda la razón.

Antes de retirarme y subir a la habitación, Edouard me susurró algo al oído.

—Con que mirando a mi hermano. ¡Te he pillado! —Con eso me dejo despedirme y salir del salón, dejando a todos los componentes de la familia allí solos.



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