taeho
Querida Miyeon:
No voy a negarlo, amor mío, ese día en el que nuestras manos se rozaron yo también sentí fuegos artificiales y unas ganas inmensas de no separarme de ti en la vida. Sin embargo, no pude decirte nada más porque estaba tan nervioso que sentía que perdería la cabeza.
No pude dejar de pensar en ti por días, Miyeon. Cada vez que me acostaba, pensaba en tu preciosa sonrisa carmín y en tu sedoso pelo azabache. Cada vez que me levantaba, recordaba tu adorable risa y tu armoniosa voz. Era como si cada segundo fuera solo tuyo. A partir de ese día donde nos encontramos, deseé con todas mis fuerzas el poder hacerlo de nuevo. Me juré: Le pediré salir si la veo y me convencí de que lo haría. Iluso de mí, ¿cómo te encontraría de nuevo cuando Francia era tan grande? Justo cuando empecé a perder la esperanza, entré en una pequeña boutique a recoger un vestido que mi madre había encargado para llevarlo a Corea antes de marcharse de su visita y te encontré allí. Aún recuerdo lo preciosa que estabas en ese vestido amarillo, con tu pelo liso que caía sobre tus hombros, junto a una cinta de pelo del mismo tono que la prenda. Juraría incluso que estaba más enamorado de ti de lo que podría estar con lo poco que te conocía.
Sin duda pensé en el destino, ¿de qué podría tratase si no? Aunque era cierto que era un ingenuo, puesto que lo más que deseaba es que estuviéramos destinados a estar juntos si así podría disfrutar de ti cada uno de los días de mi vida.
Nuestras miradas se cruzaron a través del espejo, y se me haría difícil olvidar lo muy nervioso que me puse al ver tu expresión de sorpresa acompañada de una sonrisa. «¿Me estás siguiendo?» bromeaste de esa forma tan natural tuya por la que no pude evitar reírme. «Quizás es momento de que deje de hacerlo» y supe por tu sonrisa que habías entendido perfectamente mis palabras. Que sabías que a partir de ahí jamás te dejaría escapar.
Siempre tuyo,
Taeho
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro