Querido Taeho:

Una carta proveniente de Corea por parte de mi mejor amiga fue suficiente para armarme de valor y no dejarte escapar. No quería hacerlo. Sabía que pronto me iría, pero también sabía que por mucho que estuviera alejada de ti, jamás podría permitirme dejar de tenerte en mi mente. «No debes malgastar la oportunidad, Yeon. Si te gusta, ¿por qué renunciar a él? Jamás habías estado tan enamorada de alguien. No te arrepientas» y mi amiga tenía razón.

Salí prácticamente desaliñada, sin importarme los gritos de mi madre quien parecía en contra de que estuviera fuera a esas horas de la noche, pero no me importaba nada más que tú. Cuando toqué la puerta de tu casa y apareciste para recibirme, no pude evitar sonreír a pesar de que apenas podía respirar. «Da igual que solo sean unos días, eso no va a hacer que pueda dejar de pensar en ti» fue lo único que alcancé a decir y la sonrisa que salió de tus labios enterneció mi corazón. «No sé por qué, pero parece que eres el único». Y solo me abrazaste, pero para mí fue la mejor noticia del mundo saber que tú parecías estar de acuerdo conmigo.

Siempre tuya,

Miyeon