Querido Taeho:

Había aceptado que aunque era una locura y apenas te conocía, no podía evitar amarte. Era como si los planetas se hubieran alineado para que aquel día nos miráramos en las preciosas calles de París, para que todo surgiera como si ya estuviera escrito con anterioridad. Supe que era así aquel día que escuché las desagradables palabras de una mujer que hablaba de ti en la boutique a la que solía acompañar a mi madre «Es un hombre desagradable y sin sentimientos, ¿te puedes creer que me rechazara así? Ni que fuera tan guapo y atractivo cuando solo es un asiático que se cree con el derecho de estar en esta ciudad». Fue tanto el enfado que obtuve que no dudé en quitarle el sombrero que iba a comprar de sus manos para ponérmelo yo y atraer su atención. «Supongo que teniendo gustos tan superficiales y una empatía nula, es normal que seas incapaz de conocer el corazón de otra persona». Nunca supe si sería capaz de comprender mis palabras. Tampoco supe por qué fui capaz de decir algo así cuando era más bien, una chica reservada, pero el solo hecho de pensar que alguien pudiera dañarte, que pudiera juzgarte como yo lo hice, me dolía. Me dolía más que mi propio dolor. Pero encontrarme con tu sonrisa solo para mí me hizo comprobar que era cierto, que debía cuidarte así, que debía aceptar que solo quería protegerte porque te amaba.

Siempre tuya,

Miyeon