56
Taehyung
De un momento a otro habíamos pasado ya cinco años en Francia juntos. Una pandemia de por medio nos había obligado a quedarnos allí más de lo que teníamos planeado, pero nunca fue nuestra perdición. Había sido duro, solo nos habíamos tenido a nosotros ante la adversidad, lejos de nuestras familias y con una situación complicada sobre todo el mundo que no era del todo fácil de planear. Pero que habíamos sabido superar, como todo.
Aquel era nuestro último día en Francia. Después de tanto tiempo y a pesar de que aquel país nos había dado tantos recuerdos buenos, como malos, como difíciles, como felices... Era momento de seguir avanzando. De seguir moviéndonos al futuro que nos esperaba. Y aunque en cierto modo me sentía nervioso, no podía dejar de pensar en que no tenía una mejor compañera como para dar ese paso.
—¿Crees que en Alemania vamos a tener estas vistas tan bonitas? —preguntó con curiosidad desde nuestro sitio preferido de Francia: la Torre Eiffel. Abracé su cintura y la vi sonreír.
—Con tenerte a ti es suficiente. —Hana soltó una carcajada que la obligó a mirarme por encima de su hombro.
—¿No crees que es un poco cursi? —preguntó, aunque los dos sabíamos que solo bromeaba—. Ya llevamos cinco años juntos...
—Y los que te quedan de aguantar cosas cursis —canturreé. Ella negó con la cabeza antes de girarse del todo y besar mis labios con suavidad.
—Sabes que adoro que lo hagas, ¿no? —murmuró sobre mis labios.
—De sobra. —Rio y yo la acompañé.
Nos miramos por unos instantes en ese lugar y me sentí muy tranquilo. Porque era cierto. Mientras tuviera a Hana, nada me daba miedo. Porque ella era mi hogar. Mi persona. Y con ella, todo siempre tendría sentido.
—Sé que no debería tenerle miedo a nada, pero dejar Francia es para mí como cuando dejé Corea. Este lugar forma parte de nosotros —dijo con una pequeña expresión de tristeza. Asentí.
—Entiendo lo que dices. Pero ya sabes que tenemos una casa aquí. —Acuné sus mejillas—. Nuestra casa. Y siempre que queramos, podemos volver. —Asintió antes de que besara castamente sus labios—. Pero creo que debemos hacer esto porque es lo que queríamos. Viajar por el mundo. Vivir en varios sitios... Debemos de hacerlo antes de que sea tarde. —Sonrió.
Nos quedamos en silencio cuando me abrazó. Acaricié su cabeza con suavidad. Cuando me miró a los ojos aún sonreía.
—Casi parece mentira que haya pasado tanto tiempo desde que nos vimos por primera vez —dijo con suavidad mientras me miraba el rostro aún con una sonrisa colgada de sus labios y lo acariciaba con cariño. Me hacía sentir especial, como siempre—. Incluso parece un sueño aquella noche que nos besamos por primera vez...
—Y lo hicimos en un baño —añadí. Ella trató de no reír, pero soltó una carcajada.
—Y lo hicimos en un baño —imitó mis palabras. Nos miramos unos segundos hasta que soltamos una carcajada al unísono—. ¿Cómo han pasado ya cinco años de eso?
—No lo sé, el tiempo vuela, más cuando eres feliz. —Hana sonrió con una sinceridad que hizo vibrar mi corazón—. Es cierto que estos últimos años han sido duros para los dos, estar lejos de la familia y con la preocupación de la pandemia de por medio ha sido algo que nos ha afectado. Pero lo superamos. Y después de superar en un inicio nuestros propios demonios hasta estar juntos, me da la sensación de que seremos capaces de todo.
—¿Hasta de tener niños gritones alrededor? —Su broma me hizo reír. La abracé.
—Ya tenemos algo de experiencia con Yeontan y sus ladridos contra perros que le superan en tamaño. —Rio sobre mi pecho de nuevo.
Cuando nos miramos a los ojos, sentí esa conexión que parecía ser solo de nosotros. Algo que no había experimentado jamás con alguien que no fuera Hana. Como si estuviera pactado. Como si fuera cosa de años, de esos que ni siquiera éramos capaces de recordar.
—El Erasmus, el viaje con los chicos, Las Vegas, nuestra estancia en Francia... Es algo que no dejo de pensar en ello ahora que empezamos una etapa nueva. Me llevo todo eso con cariño. —Sonreí antes de peinar su pelo. Besé su cabeza para volver a abrazarla.
—La nostalgia no es mala, Hannie. Pero tengo la certeza de que todo nos va a ir bien si estamos juntos y seguimos como hasta ahora. Cambiaremos con el tiempo. Tendremos otras situaciones. Pero los dos sabemos llevarlas bien. Sé que lo haremos. Solo vamos a confiar en ello y a pedir que todo nos salga bien.
—Ser positivos y amarnos sin dudarlo. —Asentí ante sus palabras.
Justo después de ellas metió la mano en el bolsillo de su abrigo y me tendió una caja de terciopelo azul.
—¿Qué es esto? —pregunté con curiosidad. Hana sonrió con timidez.
—Es un regalo. Un regalo que sé que marcará un antes y un después, pero que creo que es importante que tengas ahora, Taehyung. —Sus palabras me sorprendieron. Dejé de abrazar su cintura para tomar la caja entre mis manos y observarla con detenimiento. Cuando la abrí, no dudé en mirarla con los ojos como platos para encontrarme de nuevo su sonrisa tímida entremezclada con la emoción.
—Hana no me digas que... —Asintió.
—Es la misma —aseguró—. Tu madre me ayudó a encontrarla y... —Pero no la dejé terminar. Simplemente la besé. La besé con la emoción y la ilusión que recorría mis venas. La besé con el corazón a mil. La besé con el pensamiento de que esa sería la última vez que lo haría en ese precioso país en el que habíamos vivido por años, que había sido en el que había crecido nuestro amor, pero que no sería el último beso que le daría. Porque la amaba. Porque no dejaría jamás de hacerlo.
—Eres increíble —dije y ella soltó una carcajada antes de quitarme la caja de las manos para ponerme en la muñeca esa pulsera de plata igual a la que llevaba mi abuelo en el pasado, justo al lado de ella. Y era cierto, eran iguales.
—Tu abuela fue la que le regaló a tu abuelo esta pulsera después de que ambos decidieran volver a Daegu para casarse y formar una familia —explicó, aunque era cierto que yo ya me sabía esa historia de memoria. Solo que oírla de su boca, era muchísimo mejor. Cuando me miró a los ojos, no dudé en sonreír—. Fue un acto que mostró que ella quería pasar toda su vida con él. Sin importar qué. —Respiró hondo antes de continuar—. No quería adueñarme de un recuerdo así, pero no pude evitar pensar que de alguna forma, quería hacer lo mismo. Porque sin quererlo, nuestras historias se parecen. Porque de alguna forma, quería que hoy, el día que dejamos París, supieras que no tengo ninguna intención de alejarme de ti, que quiero que pasemos mucho tiempo juntos... Incluso si podemos, toda la vida. —Sus palabras estaban nublando mi vista—. Te quiero, Taehyung. Bueno, te amo. Estoy enamorada de ti. Y quiero que sepas que me has hecho la mujer más feliz del mundo solo en cinco años, así que no quiero ni pensar lo feliz que puedo ser si nunca me separo de ti. —La abracé sin dudarlo y las lágrimas me surcaron las mejillas. Hana acarició mi espalda y escuché cómo reía sobre mi pecho entre lágrimas a lo que yo la acompañé. Besé su cabeza, con una sensación preciosa en el pecho de que aquello era correcto. De que estábamos hechos el uno para el otro. Y de que, aunque era cierto que cerrábamos una etapa, no significaba que por ello, nuestro amor se esfumara.
—¿Me has roto mi futura propuesta de matrimonio aquí? —pregunté bromista y ella rio. Limpié sus mejillas con mis dedos sin dejar de sonreír—. Tienes suerte, Hana. Porque yo tampoco voy a alejarme de ti. Estemos en Corea, en Alemania, en Francia o en cualquier otro sitio. Yo también te amo, con locura. Y quiero que sigamos juntos mil años más, porque si soy sincero también he sido el hombre más feliz a tu lado. Estoy enamorado de ti. Y también estoy deseando que sigamos caminando juntos. No te olvides que Yeontan no va a ser nuestro único hijo. —Mis palabras la hicieron reír entre lágrimas—. Gracias por la pulsera, es un detalle precioso. Sé que mis abuelos hubieran llorado si lo hubieran visto. —Sonrió con tristeza y yo asentí. Volví a tomar sus mejillas para besarla con suavidad. Sentí más de cerca que nunca nuestro rojo, esa nevada que empezó y nunca se acabó. Nuestro amor. Y sentí que no podía querer más a esa chica que apareció un día de casualidad en la misma clase que la mía hasta pasar a ser el amor de mi vida. Mi alma llama. Mi alma gemela.
—Aún nos queda mucho de nuestro rojo. —Asentí.
—Aún nos queda mucho de nuestro rojo. De nuestra nevada. De nuestra felicidad —añadí—. No podemos dejar de descubrirla. Juntos. —Hana sonrió.
Y no estaba para nada equivocado.
Hola, ¿cómo están?
Aquí el último capítulo... LLORO :( pero no la última cosita por subir, ya verán, aún queda alguna sorpresilla más que espero que la disfruten.
Me voy a guardar mis comentarios para los agradecimientos, pero que sepan que una parte de mí se va con este final :(
¡Un abrazo enorme!♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro