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50

Taehyung

—Estás preciosa, Hana —aseguró aquella mujer que rondaba casi los sesenta años—. Tu madre me enseñó una foto tuya la última vez, pero parece que estás aún más bonita. —Mi novia sonrió ante sus palabras y acarició sus manos.

—Usted sí que está mucho más guapa, señora Seo. —Ella movió su mano para restarle importancia.

—No tienes por qué devolverme el cumplido, cielo. Cada día estoy más vieja —murmuró. Después de darle la bolsa, me miró con curiosidad—. ¿Y este chico tan apuesto? —Hana me miró para después pasar su brazo entre el mío.

—Mi novio —canturreó. Ella abrió los ojos sin dudarlo y luego sonrió. Hice una reverencia con mi cabeza.

—Soy Kim Taehyung —me presenté. Ella no tardó en tomarme de las manos.

—Ya pensaba que Hana tendría unos hijos preciosos, pero juntos van a tener modelos —dijo sin pensarlo y eso hizo reír a mi novia.

—No lo asuste, señora Park, aún es pronto para eso —bromeó Hana como si quisiera quitarle hierro al asunto—. Le prometo que volveremos a visitarla cuando tengamos tiempo. —Ella sonrió antes de pellizcar sus mejillas y asintió.

—Sabes que siempre eres bienvenida, cariño. —Y salimos de allí. Tenía una sensación agradable en mí, tal como si no quisiera irme. No solo la familia de Hana, sino Busan, me había hecho reconectarme. Me gustaba ese lugar. Era un sitio especial. Un espacio que no quería dejar de conocer nunca.

Cuando llegamos a la casa de Hana, Lala nos recibió con su cuerpito por nuestras piernas y mi novia tuvo que atrapar a Naru por la cadera para que no saliera corriendo y llenara la casa de arena.

—Ya sabes lo que toca, Naru —le dijo con cierta autoridad y él me miró con cara de «Sálvame de esta humana antes de que me haga sufrir» algo que me obligó a aguantar la risa.

Ayudé a Hana a limpiar el pelaje de Naru y a ponerles la comida a ambos en sus respectivos cuencos.

—¿Nos duchamos? Mi madre aún no me ha avisado, así que supongo que tardará un poco en llegar.

—¿Juntos?

—¿Hay algún problema? —preguntó con curiosidad mientras alzaba la ceja.

—Me da miedo que tu madre llegue antes de tiempo y nos vea. Quiero ser un buen yerno y no entra en ello el bañarme con su hija en su casa... —Ella soltó una carcajada antes de tomarme por las mejillas y plantar un casto beso en mis labios.

—Nunca viene sin avisarme, aunque pase el tiempo y pierda la costumbre, ella siempre me avisa para que sepa que está bien. Es una promesa que me hizo —dijo con suavidad—. Además, es muy permisiva respecto a esto, no creo que pasara nada de todas formas.

—Yo me sentiría fatal. —Rio y la acompañé.

—Vamos antes de que se nos acabe el tiempo y entonces sí que venga. —¿A quién iba a mentir? En el fondo sí que quería ducharme con ella.

Sonreí cuando dejó caer su vestido al suelo y me dejó verla de nuevo con ese bikini que había llevado en Las Vegas.

—Sé que lo sabes, pero tenía unas ganas inmensas de quitarte ese bikini desde que te vi entrar en la piscina de Las Vegas. —Hana tiró del cordón y se quitó la parte de arriba.

—Yo también tenía las mismas ganas de que lo hicieras. —Tiré de su mano para acercarla a mí y pegar nuestros cuerpos. Cuando empecé a besar su cuello ella soltó una pequeña carcajada que me hizo sonreír. Amaba que todo fuera tan natural. Tan tranquilo. Ya no era una necesidad de tocarnos, sino parte del proceso. La naturalidad de querer tocarnos y demostrarnos nuestro amor.

—Podría hacerlo ahora... —La miré y ella sonrió.

—Suena bien, Kim Taehyung. —Terminé de retirar la parte inferior y ella aprovechó para deshacerse de mi bañador hasta que terminamos en la ducha entre besos, risas y caricias, mientras luchaba por hacer el menor ruido posible, aunque era un reto cuando Hana no dejaba de sonreír entre mis brazos.

—Joder, te quiero —dije casi como si fuera molesto de lo excitado que me sentía y ella rio, lo que fue música para mis oídos. Acarició mi cuerpo mojado hasta dejar sus manos detrás de mi nuca, mientras empezaba a moverse contra mí.

—Yo también te quiero. Muchísimo. —Nos fundimos en un suave beso que fue suficiente para proclamar que no me había equivocado al elegirla a ella.

Después de que Hana y su madre se ofrecieran a lavar los pocos cubiertos que habíamos utilizado mientras se negaban a que yo lo hiciera, salí al balcón para tomar algo de aire fresco. La noche no estaba para nada fría y después de las sensaciones que me habían quedado en el cuerpo tras la tarde en la playa, se agradecía la diferencia de temperatura. Cerré los ojos para disfrutar de esa pequeña tranquilidad que se respiraba y apoyé una de mis manos en la barandilla del balcón.

Busan era agradable. Pasar el tiempo allí no solo me había brindado una tranquilidad inmensa después de meses en los que me había enfocado en el trabajo y Hana era mi única escapatoria de él, sino también, esa sensación de que a cada pequeño tiempo que pasaba, me sentía más y más parte de la vida de mi novia. Pasar el tiempo con su familia y amigos, había sido un regalo que apreciaba.

—No tienes por qué esconderlo, Taehyung. No me molesta que fumes —indicó cuando me vio dar un respingo al pillarme desprevenido con el cigarrillo eléctrico que apenas había tocado en ese viaje. Ya casi podía decir que no lo necesitaba.

La madre de Hana se colocó a mi lado con una sonrisa sobre sus labios. Parecía tranquila, mientras yo me sentía nervioso y buscaba con la mirada a Hana quien no parecía estar cerca. Era la primera vez que me quedaba solo con ella y por alguna razón sentía que no era casualidad.

—El padre de Hana también lo hacía —explicó de manera casual, antes de dirigir su mirada al frente. Sus ojos brillaban bajo la oscura noche y la tenue luz del balcón. Suspiró antes de volver a mirarme—. Lo dejó cuando supimos que estaba embarazada, pero el proceso de conseguir quedarme en estado lo llevó al punto alto de adicción por la nicotina. Y lo entiendo, fue duro para ambos. —Sentí que sus palabras eran importantes, así que apagué el aparato y me lo metí en el bolsillo, acciones que ella siguió con su mirada.

Permanecimos en silencio pero no fue incómodo. A pesar de lo nervioso que me sentía, había algo en la madre de Hana que me hacía sentir cómodo. No sabía si era su sonrisa apacible o esa presencia que tenía de «soy madre» que te hacía sentir como si estuvieras con la tuya propia, pero me gustaba. Era pronto para decir que le caía bien, porque apenas me conocía, pero yo podía afirmar que a pesar de que estaba en la misma situación, la madre de Hana me caía muy bien. ¿Y cómo no cuando gracias a ella existía la persona que más quería en el mundo?

—Lo conocí cuando fui a un restaurante con mis padres. Solíamos ir a menudo, pero lo cierto es que nunca lo había visto antes —empezó a explicar, y puse toda mi atención en ella. Sabía que era una faceta muy importante para ella y que la estuviera compartiendo, tenía que ser buena señal—. Tal como acostumbraba, después de terminar, me levanté para pedir un postre y me lo encontré a él en la barra. No sabía cómo explicarlo, pero cuando nuestros ojos se cruzaron, algo se removió en mí y... A partir de ahí no me lo pude sacar de la cabeza. —Asentí. Entendía a la perfección esa sensación, porque la había vivido con Hana. Agarró con fuerza la barandilla antes de seguir hablando—. Pasaron las semanas, los meses y las visitas por ese restaurante se hicieron más frecuentes de lo habitual. Él siempre me recibía con una sonrisa y yo tenía que hacer lo posible para no explotar de los nervios. —A pesar de lo doloroso que pudiera ser, ella sonreía—. Fue un día en el que me armé de valor y le pedí salir a lo que él accedió, algo que abrió la puerta a que nos viéramos más veces hasta que empezamos a salir juntos como pareja. —Me miró con la cabeza ladeada—. Nos casamos jóvenes, a unos pocos años de estar juntos y empezamos a planear nuestra vida. —Apartó la mirada—. Ilusos de nosotros, pensamos que todo sería un camino de rosas.

Respiré hondo, puesto que vi en ella esa tristeza que sentí por años y que sabía a la perfección que la madre de Hana aún tenía en lo más profundo de ella.

—El padre de Hana tenía un problema de salud que le impedía ser muy fértil. No es que fuera imposible, pero no era muy probable que pudiera quedarme embarazada si era con él. —Sentí el dolor en su mirada cuando la apartó y respiró hondo antes de proseguir—. Mi mundo se cayó ante mí. Siempre había soñado con tener una familia enorme y muchos hijos a los que cuidar, ya que nunca tuve la oportunidad de tener hermanos o primos a los que poder seguir debido a la diferencia de edad. Así que para mí fue duro afrontar toda esa situación, más para él, quien tenía las mismas ilusiones y por supuesto, quería cumplir mi sueño —dijo con suavidad—. Pero llegué a la conclusión de que, ¿por qué tenía que renunciar a él cuando lo amaba y quería que fuera el padre de mis hijos? No quería perder la esperanza. —Y supe que lo decía con sinceridad. Me miró con esa suavidad que solía tener Hana de hacerlo, algo que me demostraba el parecido que ambas tenían—. Lo intentamos muchas veces. Tantas, que llegó un punto en el que dejé de apuntar las veces que lo habíamos tratado de conseguir. Las noches que lloraba al ver otro test negativo y un periodo que había fallado por razones que no eran las de saltar de emoción... Hasta que un día, por alguna razón, sucedió. —Sonrió con tanta intensidad que me hizo sonreír a mí con ella—. Cuando vi las dos rayitas en el test, ambos saltamos y casi no nos lo podíamos creer... Íbamos a ser padres, por fin, después de años. Aún me emociona pensar en ello. —Y se notaba, puesto que su voz se había quebrado un poco. Era increíble el amor que sentía hacia Hana. Giró su cuerpo en mi dirección como si tratara de dirigir toda su atención hacia mí—. Sé que para alguien que no ha sido padre, es difícil entender el amor incondicional y genuino que se siente por un hijo, pero estoy segura de que el día que lo seas, te acordarás de mí y pensarás «ya entiendo lo que quería decir la madre de Hana ese día que me contó todas sus desgracias». —Reí sin poder evitarlo y ella me siguió. Tenía un sentido del humor muy especial a pesar de todo. Me miró con cariño—. Ambos estábamos muy felices de tener a Hana. Es más, cuando él se enteró de que era una niña, se ilusionó muchísimo más porque siempre había soñado con tener una niña. Quería llevarla al altar algún día. —Respiró hondo y negó con la cabeza. Suponía que esas cosas la molestaban, porque ella sabía de sobra que eso jamás pasaría. Sonrió con cierta amargura—. No sé lo que pudo pasarle al hombre que más amaba en el mundo, a la persona que más había deseado tener a Hana entre sus brazos como para abandonarla sin mirar atrás y no haberse dignado a aparecer nunca para dar respuestas, pero creo que ya no me importa —aseguró y esa vez sonrió con sinceridad—. Esta semana me ha servido de aprendizaje y creo que lo he visto. Después de ver el amor entre ustedes, creo que no merece la pena seguir esperando por algo que jamás llegará. —No sabía qué decir. Pero en ese momento, sobraban las palabras.

La madre de Hana me tomó por las manos y sonrió con sinceridad. Sus ojos se habían puesto rojos.

—Taehyung. Solo quiero que cada vez que la mires tengas en cuenta que tienes a tu lado, mi tesoro más preciado. Sé que para cualquier madre un hijo es un regalo del universo, pero para mí Hana es una bendición, porque yo nunca imaginé que al final llegaría a tener la oportunidad de ser madre. —Sus lágrimas hicieron acto de presencia, y me estaban dando ganas de llorar con ella—. No quiero que me prometas que no vas a hacerle daño, porque sé que pasará. No quiero que me prometas que vas a quererla para siempre, porque la palabra "siempre" no es más que una palabra, todos sabemos que nunca hay un "para siempre". Pero solo quiero que pienses que te estoy dando a la persona que más amo del universo. Te estoy dejando que te lleves a mi princesa que correteaba por esta casa y llenaba todo a su paso de felicidad. —Soltó una de mis manos para limpiarse las lágrimas—. Lo único que quiero es que sea feliz y que esté tranquila. Es lo único que siempre he querido desde que la tenía en mí y por eso la he protegido con tanto ahínco más cuando ha tenido una vida tan dura desde el inicio. Así que, aunque sé que el camino jamás será de rosas cuando se trata del amor, por favor, cuida de ella. —Solté sus manos para abrazarla porque sentía que eso era lo que ella necesitaba. Y para qué mentir, yo también. La madre de Hana me acarició la espalda de esa manera que me hizo sentir como en casa, como si la mujer a la que más tuviera que convencer me dijera sin palabras «eres bienvenido en esta familia, Taehyung» y eso me hizo feliz. Porque aunque sabía que si dañaba a Hana ella nunca me lo perdonaría, también sabía que debía estar agradecido porque ella le estaba permitiendo estar conmigo, volar sin ella. Y eso era algo precioso.

Cuando nos separamos, a pesar de que ella fue la que lloró, me limpió las lágrimas que caían por mis mejillas porque, sin quererlo, me había emocionado. Sonrió.

—No quería hacerte llorar. —Esbozó un puchero que me hizo reír. Negué con la cabeza.

Nos miramos en la penumbra hasta que respiré hondo y me decidí a hablar.

—Gracias por confiarme toda esta historia, Sorina. —Hice una pequeña reverencia con la cabeza y ella sonrió—. Desde que vi a Hana, supe que era especial. No solo porque en sí es una persona maravillosa, sino porque sabía que era alguien único para mí. Sin embargo, por culpa de todo el pasado que traía en mí no supe verlo hasta que nuestros caminos se cruzaron del todo y ya no había vuelta atrás. Sé que en algún punto de esta historia ella sufrió más de lo que debía por mi culpa. Pero intento pensar que lo mejor que pude hacer fue alejarla de mí y luchar por tener la mejor versión de mí mismo para la mejor persona que conozco. —Sus ojos volvieron a brillar, como si quisiera ponerse de nuevo a llorar—. Tú misma lo has dicho, será difícil que todo siempre sea perfecto, pero tampoco creo que esa sea la finalidad. Mientras esté Hana conmigo, creo que siempre todo estará bien. Así que muchas gracias por hacerme saber que ella es tan preciada, porque así sé que más que nunca, debo de cuidarla con más cariño que antes. Solo puedo decirte que pase lo que pase, trataré de hacerla feliz y la querré con todo mi ser. —La madre de Hana volvió a abrazarme mientras acariciaba mi pelo y no dudé en sonreír.

—Gracias, Taehyung. Sabía que aunque Hana tendría una vida dura al principio en algún momento se vería recompensada y sería feliz. No tengo dudas de que tú has sido el que ha llegado para acompañarla en ese proceso. Me ha encantado escuchar tus palabras. —Me miró con cariño—. Para mí eres más que bienvenido en esta familia y estoy deseando que vuelvas para poder seguir conociéndote mejor porque me gustas mucho para mi hija. Así que no me hagas esperar mucho para ser abuela, ¿eh? —bromeó y eso me hizo reír.

—Muchas gracias por recibirme. —Volví a hacer otra reverencia—. Espero que cumpla con sus expectativas. —Ella negó con la cabeza.

—No tengo expectativas, cielo. Quiero que me sorprendas. —Y esas palabras me hicieron sonreír sin duda antes de asentir.

Cuando entramos en la casa, Hana salía del baño acompañada por Naru que seguía sus pasos.

—¿Te ha dicho algo raro? —preguntó con curiosidad cuando nos quedamos en su habitación después de que la madre de Hana expresara que estaba cansada. Besé la frente de mi novia y me recosté.

—No tienes nada por lo que preocuparte, Hannie. —Su sonrisa se hizo presente.

—¿Seguro? —Tiré de ella para recostarla sobre mi pecho y sonrió.

—Tenemos que volver pronto a Busan. —Y eso la hizo mirarme a los ojos. Supe que con esas palabras, me había entendido. Así que solo asintió y sonrió.

—Todas las veces que quieras, Tae. Esta es ahora tu casa también. —Nos miramos a los ojos con una sonrisa.

Y sentí que mi corazón estaba más tranquilo que nunca.

Tras las emociones vividas en Busan, ir a Daegu suponía cambiar de rumbo y disfrutar el tiempo con mi familia que no veía desde hacía meses. Despedirse de la de Hana, fue un poco difícil, sobre todo, de Naru y Lala que no se separaban de mí. Pero lo hice con ilusión de volver, de seguir en su mundo. Y eso me entusiasmó.

Al llegar a Daegu, notamos la diferencia de temperatura, pero eso no paró a mi novia que miraba todo con curiosidad, de esa manera tan peculiar que tenía de afirmar que no había ido a muchos sitios.

—¡Qué ganas tenía de conocerte! —exclamó mi madre nada más entramos por la puerta de la casa donde me había criado. Habíamos ido en taxi para que ellos pudieran terminar los preparativos allí—. Soy la madre de Taehyung, como ya sabrás —canturreó—, pero por favor, llámame Yerin, ¿de acuerdo? —Hana asintió antes de sonreír con ilusión—. Eres preciosa...

—Gracias señora... Yerin —se corrigió cuando mi madre alzó la ceja, pero ambas rieron—. Después de las horas de avión, lo dudo.

—Ella siempre está perfecta —añadí a lo que Hana me miró con timidez. Mi madre me abrazó con cariño—. ¿Y los demás? —Justo cuando dije eso, Jeno apareció en escena con un delantal de cuadros rojos que mi madre le había regalado en el día de los inocentes. Sí, algo raro lo de hacerse regalos en un día como ese, pero eran esas típicas cosas que tenían mis padres difíciles de entender.

—Hola, Hana, encantado. Yo soy Jeno, el padrastro de Taehyung —se presentó con su característica sonrisa apacible antes de alargar la mano a Hana que ella correspondió. Luego me dio un enorme abrazo que recibí—. ¿Cómo estás, campeón?

—Cansado —afirmé—. Pero con las pilas cargadas —dije sin dudarlo a lo que Hana sonrió con emoción. Nos miramos por unos segundos que sin duda, fueron especiales.

—Ahora nos cuentan qué tal el viaje en Busan. —Sonrió mi madre con travesura. Antes de que pudiera añadir algo, las gemelas corrieron mientras se peleaban por ver quién llegaba antes como si no fueran unas chicas de primer año de carrera universitaria que debían mantener algo de madurez. Cuando llegaron al final de la escalera, ambas se calmaron ante la mirada de mi madre y recorrieron a Hana de arriba abajo sin tapujos. Me crucé de brazos.

—¿Esa es la imagen que le dan a alguien que acaban de conocer? —me quejé. Yeji sacó la lengua y Haeri esbozó una expresión de total preocupación.

—Chicas —se quejó mi madre, quien por supuesto, no quería dar una mala imagen a Hana. Pero ella soltó una pequeña carcajada que llamó la atención de los presentes.

—Yo soy Hana —se presentó y eso me hizo sonreír. Hana siempre sabía cómo sorprenderme. Ambas imitaron su gesto e hicieron una reverencia al unísono.

—Yo soy Yeji.

—Y yo Haeri —dijo con timidez.

—Como siempre han tenido que dar la talla —se burló mi hermano mayor que apareció entre ellas para pasar sus brazos por el cuello de ambas. Luego miró a Hana con curiosidad.

Se alejó de las gemelas para acercarse.

—Yo soy Namjoon, quizás la persona más decente de esta casa. —Vi como Hana trataba de aguantar la risa y mi hermano sonrió al darse cuenta de ese detalle. Tomó su mano y la estrechó.

—Después de mí, Nam. —Eso la hizo reír finalmente y su mirada aprobatoria me hizo comprobar que a mi hermano, también le había gustado Hana.

—Bueno —dijo mi madre antes de dar una pequeña palmada—. Chicas, lleven las cosas de Tae y Hana arriba para que podamos sentarnos ya, ¿de acuerdo? —Ambas asintieron.

—No se preocupe, Yerin, nosotros... —Ella negó.

—Eres mi invitada, cielo. Solo disfruta de la estancia aunque te lo pongan muy difícil, ¿vale? —Me miró y yo me encogí de hombros, a lo que ella sonrió y luego asintió en dirección a mi madre.

Sabía que esa semana en Daegu, también sería especial.

Hola, ¿qué tal están?

Se preguntarán, ¿por qué martes y no viernes? ¡Maratón de 4 capítulitos! Nos acercamos a la recta final (ya solo quedan 6 capítulos más!!) y quería regalarles este maratón para que pudieran disfrutarlo más de cerca así que... Solo recíbanlos con mucho amor!!

Nos movemos de ciudad y nos vamos a Daegu otra vez, qué ilusión que Hana conozca a la familia de Tae!!

¡Un abrazo enorme!♡

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