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Hana
Mirar a Taehyung observar el arte con tanto detenimiento, se había convertido en una de mis costumbres favoritas. En realidad, ni siquiera me fijaba en el arte que nos rodeaba, solo tenía ojos para él, para los suyos curiosos y brillantes que admiraban algo que tanto le gustaba. Y era un regalo poder disfrutar de algo así.
Sonrió cuando se encontró con mi mirada después de detenerse en cada detalle de Noche estrellada sobre el Ródano de Van Gogh en el Museo de Orsay y me sentí un poco avergonzada. Pero es que me gustaba detenerme en su expresión concentrada donde su ceño se fruncía un poco a la vez que sus ojos se encontraban destellantes mientras se fundía con esa obra de arte.
—No sé si te parece aburrido venir al museo —dijo mientras caminábamos con las manos entrelazadas por los pasillos entre gentío que parecía admirar con detenimiento cada obra de arte.
—Me encanta. Me encanta ver lo mucho que disfrutas del arte —aseguré. Taehyung sonrió antes de negar con la cabeza.
—Eso no responde a lo que dije. —Rodeé su brazo mientras reía.
—Me gusta el arte, pero me parece mejor verlo desde tus ojos. Y esto es importante para ti, así que también lo es para mí, cariño. —Aún no me acostumbraba a tratarlo así, con esos apelativos cariñosos. Y eso que hacía ya unas cuantas semanas desde que habíamos empezado a salir. Éramos novios. Sí. Algo que parecía casi inimaginable, al final había pasado y sin duda, era lo mejor que podía suceder. Estar con Taehyung era tan fácil que a veces era imposible imaginar que pudiera ser así.
—¿Dónde está La Noche Estrellada? —pregunté con curiosidad y él sonrió de lado. Nos encontramos de lleno con el frío de Francia y no tardé en pegarme más a él para buscar calor.
—En Nueva York.
—Entonces debería ser uno de nuestros destinos, ¿no?
—Pero mi noche estrellada la tengo delante —dijo y dio un vuelco a mi corazón al recordar sus palabras de Las Vegas. Negué con la cabeza.
—Te quiero, Tae. Pero tenemos que ir a ver la de verdad. —Eso lo hizo reír antes de abrazarme.
—Tienes razón.
Caminamos por las calles hasta terminar en una preciosa librería que ya había pisado con anterioridad. Shakespeare and Company nos recibió con su olor a libros antiguos. La dependienta nos saludó y nos brindó una cálida sonrisa antes de que empezáramos a recorrer los pasillos. Me agaché en una de las estanterías mientras observaba las ediciones antiguas de libros que había leído cientos de veces. Taehyung se agachó a mi lado y tomó entre sus manos uno que me hizo sonreír.
—Le Petit Prince —leyó con su precioso acento francés. Sonreí cuando nuestras miradas se encontraron—. ¿El Principito? —Asentí.
—¿No lo conoces?
—Me suena... Pero nunca lo he leído —aseguró.
—Eso no puede seguir así, Tae. Tienes que hacerlo, estoy segura de por cómo eres, te encantará. —Sonrió.
—¿De qué va?
—Es muy difícil explicarlo. Es uno de esos libros que depende de quién lo lea y el momento que estés de la vida, lo entiendes de una manera o de otra. Solo puedo decirte que es la historia de un niño que tenía una forma de ver la vida muy diferente y eso le enseñó a un adulto a que a veces hay que aferrarse un poquito a nuestro niño interior. —A Taehyung pareció convencerle mis palabras. Observó un poco por dentro el contenido—. Además, esa edición es bonita, tiene muchas más ilustraciones del autor, supongo que es porque es la edición francesa.
—Entonces debería llevármelo. —Sonreí con ilusión antes de asentir—. ¿Y tú? ¿Qué tienes entre las manos?
—Mujercitas —respondí—. Mi abuela no me dejó leerlo hasta que fui adolescente. Me sorprende porque Romeo y Julieta es sin duda mucho más dramático que este... Pero tengo ganas de leerlo de nuevo. —Taehyung asintió antes de robarlo de mis manos—. Espera... —Negó con la cabeza.
—Quiero regalártelo —expresó. Y no pude evitar sonreír ante el precioso brillo de sus ojos.
Tras un paseo por el museo y la librería donde pedimos un deseo en el pozo que tenían en la segunda planta, acabamos en la Torre Eiffel para observar la preciosidad de Francia desde allí, abrazados.
—¿Crees que algún día podrás cansarte de este lugar?
—No. Y por eso creo que mi abuelo siempre sonreía cuando hablaba de él. —Me giré para encontrar sus ojos brillantes al son de las luces de ese precioso lugar. Apoyé mis manos en sus mejillas y las acaricié sin poder evitar sonreír ante su sonrisa. Tenía el pelo metido en una boina y lo hacía verse mucho más joven tener su frente al descubierto.
—Si algún día nos vamos, ¿me prometes que volveremos? —Acarició mi pelo antes de abrazarme.
—Volveremos las veces que haga falta. —Y me quedé con esas palabras suyas tan sinceras mientras pensaba en lo que desearía que siempre se cumplieran.
Hablar con Hailee y Anabel después de un tiempo, fue reparador. Estaban ilusionadas por nosotros y no paraban de parlotear sobre las ganas que tenían de ir a vernos a Francia. Me hicieron sonreír después de esa larga tarde de trabajo que en nada se acabaría.
—Hola, ¿en qué puedo ayudarle? —pregunté cuando noté una presencia frente a mí. Al levantar la mirada, me sorprendí. Tenía su preciosa sonrisa cuadrada posada sobre sus labios y un brillo especial en sus ojos que se encontraban más al descubierto porque hacía unos días que se había cortado un poco ese flequillo que de vez en cuando, se entrometía. Llevaba un ramo de flores en la mano. De rosas. De rosas rojas preciosas que aceleraron mi corazón. Y casi me pongo a saltar de la emoción.
—Estoy buscando a una de tus compañeras... Se llama Kwon Hana. —No pude evitar sonreír mientras negaba con la cabeza.
—¿Quién pregunta? —le seguí el juego.
—Kim Taehyung.
—Mmm... Espera. —Me levanté, hice como que iba a buscar a alguien dentro, pero después del paripé me giré para tirarme a sus brazos y abrazarlo sin importarme que hubiera gente en la salita de espera. Planté un casto beso en sus labios después de mirar con curiosidad el ramo de flores—. ¿Y todo esto?
—Pensé que ya que íbamos a cenar juntos, tenía que hacerte un regalo especial... —Busqué su mirada y volví a besar sus labios—. ¿Te gustan? —preguntó al dármelas. Las olí y cerré los ojos para disfrutar ese aroma tan peculiar de las rosas.
—Son preciosas —aseguré—. Eres un romántico sin causa —bromeé y eso lo hizo avergonzarse. Lo abracé sin dudarlo y él me correspondió.
—¿Qué es todo esto? —preguntó Agathe con curiosidad. Era mi compañera de turno—. ¿Este es tu chico? —Sonreí sin poder evitarlo. Era tan cotilla que ni siquiera podía esconderlo.
—Sí. Él es Taehyung —lo presenté. Él en seguida hizo una reverencia que Agathe trató de imitar, algo que fue muy adorable por su parte—. Ella es Agathe, Tae. Desde que empecé aquí siempre hacemos el turno juntas.
—Y habla muchísimo de ti, casi siento que te conozco más que ella —bromeó y quise pisarla, pero a ella le parecía divertido. Cuando busqué la mirada de mi novio, él sonreía con cierto triunfo que sin duda había levantado su ego—. Encantada de conocerte.
—Lo mismo digo —respondió.
—Venga, ve a cambiarte y no lo hagas esperar más, yo hago el informe de hoy.
—¿Segura? —pregunté con cuidado. Ella asintió.
—Soy la encargada, así que no tienes que preocuparte. La noche es joven y no cualquiera te trae un ramo de rosas en esta sociedad de hoy en día. —Sonreí en dirección a Taehyung antes de devolverle el ramo.
—No tardo nada, espérame fuera si quieres. —Asintió antes de seguir mis órdenes y yo di pequeños saltitos en dirección a Agathe mientras ella sonreía.
—Jodida, tienes una suerte. —Reí nerviosa. Porque tenía razón. Era muy afortunada.
Para la ocasión había escogido un conjunto de una falda negra pegada por mitad del muslo con una camisa roja que tenía las mangas un poco sueltas y un escote algo pronunciado. Me puse encima una chaqueta roja peludita que me había regalado Jungkook en mi último cumpleaños, una boina del mismo color y unas botas de tacón negras que me llegaban a las rodillas. Me arreglé un poco el maquillaje para ponerme los labios rojos.
Agathe sonrió al verme y me dio una palmadita en el trasero que me hizo reír.
—Ya puedes follar esta noche —bromeó y eso me hizo negar con la cabeza.
—No seas idiota. —Pero ambas reímos.
Me despedí de los clientes que estaban en la sala y salí. Me encontré a Taehyung con la espalda apoyada mientras fumaba. Había apreciado que esa pequeña costumbre casi era inexistente a diferencia de cuando lo había conocido, así que era muy raro verlo hacerlo. Sonrió al verme y expulsó el aire al lado contrario del mío para después acercarse a mí.
—Estás preciosa, Hana. —Tomé el ramo de flores.
—Tú también, Taehyung. —Sonrió antes de que pasara mi mano por su nuca para atraerlo en un beso bastante corto, pero un poco más duradero que los anteriores.
Nos miramos unos segundos después de ese beso con una sonrisa en los labios.
—¿Vamos? —Asentí.
Caminamos por las calles de París dados de la mano mientras hablábamos de todo y nada. Él me contaba cómo había sido su jornada de trabajo esa mañana, en la que me explicaba que uno de los conejitos que había visitado el centro no quería alejarse de él, algo que imaginarlo, me resultó adorable. Por otro lado, yo le contaba que ese día no había tenido ni un momento para sentarme ni mirar el móvil y era por eso que no había podido hablar mucho, solo justo cuando él había llegado.
—Ahora toca relajarse —dijo antes de que abriera la puerta para entrar al restaurante que me había llevado. No dudé en sorprenderme, puesto que aquel lugar era simplemente, precioso. Tenía ese aspecto indudable que gritaba por todas las esquinas que era un restaurante parisino. Con ese aspecto antiguo de mesas de madera, muchas plantas y luces que iluminaban cada parte que miraba.
Cuando tomé asiento, sonreí.
—¿Dónde has encontrado este sitio? —Se encogió de hombros.
—Mi madre me trajo la última vez que vino, al parecer era uno de los sitios favoritos de mis abuelos. —Tenía una sonrisa cuadrada plantada sobre sus labios—. ¿Te gusta? —preguntó con curiosidad.
—Me encanta —aseguré y eso lo hizo sonreír con mayor intensidad.
Mientras apuntaban nuestro pedido y nos traían un vino, pensé en lo bonito que había sido sumergirse en las cartas de los abuelos de Taehyung. Era curioso. Ellos, a pesar de la diferencia de años que nos llevaban, habían cultivado un amor precioso entre esas calles de París bastante parecido al nuestro. Habían sido dos almas que se encontraron por casualidad, pero que se sintieron unidas desde el primer instante, y, aunque fue un proceso duro para ambos llegar hasta el final, se amaron con locura.
No podía evitar pensar en que, dada la semejanza de su historia, deseaba que nuestro amor, también fuera eterno. Pero no quería obsesionarme con ello. Lo único que tenía era el presente. El pasado solo mostraba el camino que llevaba, los aprendizajes, lo que ya no podía cambiarse. El futuro por otro lado, no existía, no era palpable, solo era una suposición. Aquel momento que tenía con Taehyung donde sonreía mientras alargaba su mano para acariciarla por encima de la mesa, era lo único que tenía y quería aferrarme a ello. Porque incluso si nuestro amor solo fuera esa noche, tenía que admitir que me sentiría la mujer más feliz del universo.
—Eres igual de romántico que tu abuelo —bromeé y eso lo hizo reír. Supe que de alguna forma le había gustado que lo comparara con él. Aunque era lógico que lo admirara, aún cuando no tuve la preciosa oportunidad de conocerlo en persona, no dudaba de que era un alma llena de luz y amabilidad.
—En realidad era algo que decía mucho mi abuela —apuntó y luego se encogió de hombros—. No creo que sea un delito. Es mi forma de demostrarte lo que te quiero. —Sonreí antes de tomar su otra mano y acercar mi cuerpo. Odiaba esa mesa, porque lo quería cerca, muy cerca.
—¿Un delito? Adoro que lo hagas. Solo quería molestarte un poquito. —Eso lo hizo reír. Lo acompañé—. El ramo, este restaurante... Y por supuesto tu compañía, es algo que parece un sueño, pero que agradezco tener. Soy muy feliz. Sabes que adoro los pequeños detalles y que hagas eso me enternece el corazón. Una de tus mejores cualidades es demostrar el amor de esta manera. Así que jamás lo dejes de hacer. —Levantó un poco su cuerpo para acercarse y darme un casto beso en los labios que me hizo sonreír—. Y encima luego haces estas cosas que vuelcan mi corazón. —Rio de nuevo y eso lo hizo apretar mis manos con suavidad.
—Te quiero, Hannie. —Sus palabras repentinas me obligaron a sonreír.
—Y yo a ti, Tae. —Sonrió de vuelta.
Nos trajeron la cena y brindamos antes de empezar a comer. A pesar de que sabía que probablemente esa cena nos costaría parte del suelo, no me importó. Porque estar ahí, en París, en un restaurante precioso, en una cita, con el amor de mi vida, era algo que jamás se repetiría. Quería dejar de obsesionarme con el dinero. Porque podía permitírmelo, trabajaba para eso. Y ciertas oportunidades son únicas como para dejarlas atrás solo por preocuparnos por el dinero. Así que disfruté de ese momento sin pensarlo demasiado.
—He estado pensando en algo —dijo con suavidad después de beber su vino.
—¿En qué?
—El próximo fin de semana ambos lo tenemos libre —explicó—. Quizás podríamos salir de París y hacer algo juntos. ¿Qué te parece? —preguntó con curiosidad.
—Me parece una súper buena idea, Tae —respondí. En realidad hacía días que apenas habíamos podido coincidir y por fin ese día había sido redondo para poder tener una cita. Teníamos que aprovechar cualquier pequeño momento juntos—. Es más, admito que estuve mirando algo por internet para si se daba la oportunidad. —Saqué mi móvil, el cual ahora tenía una foto de fondo de pantalla en la que salíamos Taehyung y yo nos besábamos frente a la Torre Eiffel que nos habíamos sacado en una de las últimas citas.
—Cabanes & Bulles en el Parque Nacional de las Cevenas. —Asentí.
—Son unos apartamentos al aire libre desde donde se puede disfrutar de la naturaleza... Pensé en que a ambos nos gustaba mucho estar en contacto con la naturaleza. —Taehyung sonrió a medida que cotilleaba la página. Después me devolvió el móvil—. ¿Qué te parece?
—Podríamos hacerlo —respondió y eso me hizo sonreír—. Tiene un aspecto increíble. Además, si alquilamos un coche, podemos parar en más sitios por el camino y también hacer un poco de turismo. No sé tú, pero yo al menos en seis meses no tuve suficiente tiempo como para ir a todos los sitios que quería. Además, aún tengo pendiente algunos sitios de la ruta que hicieron mis abuelos... Deberíamos hacerla en nuestras próximas vacaciones ya que estas vamos a volver a Corea.
—Estoy de acuerdo. —Asentí. Nada me hacía más ilusión que acompañar a Taehyung en ese viaje por Francia—. Pero... Hay algo que debes saber.
—¿El qué? —preguntó con curiosidad antes de beber de su copa.
—No sé conducir. —Abrió los ojos ante la sorpresa.
—¿En serio?
—Mi abuelo puede confirmarte que llegó a cansarse de enseñarme porque le había dado un "dolor tan inmenso de cabeza que perdería la memoria". —Eso lo hizo reír y a mí también. Lo cierto es que mi abuelo podía llegar a tener un fuerte carácter cuando se lo proponía.
—Pero ¿por qué?
—Porque se me da fatal.
—Me cuesta creerlo. —Chasqueé la lengua.
—Sé que me quieres, pero de verdad, Taehyung, no quieres ir en un coche conducido por mí. —Rio de nuevo antes de negar con la cabeza—. Sé que en algún momento tendré que aprender, pero por ahora lo veo poco necesario. —Vivía cerca del trabajo y no pensaba comprar un coche en Francia cuando no sabía si me quedaría muchos años allí. El transporte público era una buena solución.
—¿Te da miedo? —Me encogí de hombros.
—Puede que sea eso —medio murmuré. Sonrió de lado con cierta ternura que me hizo sonreír—. Aún no es el momento de combatir el miedo.
—Llegará —aseguró. Y su confianza me transmitió seguridad. Una seguridad que solo Taehyung podía brindarme cuando había dicho una única palabra—. Pero estás de suerte, porque conducir es una de esas otras cosas que se me dan de maravilla. —Solté una carcajada.
—¿"Es una de esas otras cosas"? ¿Qué cosas? —Y sabía que él había pillado la indirecta. Se recostó en la silla y con una sonrisa cargada habló.
—Dímelo tú. —Ugh, maldito Taehyung.
—Eres demasiado atractivo como para ser real. —Su risa llenó nuestra mesa. Sentí cómo su pie se acercaba al mío y cómo mi corazón se aceleraba solo ante ese pequeño roce. A veces me preguntaba cómo sobrevivía ante ese repentino calor y ganas de querer comérmelo a besos mientras lo tocaba todo. Pero suponía que estaba hecha para soportar su sensualidad. Y no me quejaba. Adoraba tener a Taehyung solo para mí.
—Y solo tuyo. —Sonreí como una idiota antes de negar con la cabeza.
—Entonces vas a tener que mostrarme eso que haces bien. —Sonrió de lado cuando llevé una mano por debajo de la mesa y toqué su muslo.
—Si montamos un escándalo público diré que es por tu culpa. —Reí sin poder evitarlo y él me siguió cuando aparté su mano del muslo.
—Y yo diré que tú fuiste el que empezó —dije entre risas.
Nos miramos unos segundos hasta que seguí con la conversación que teníamos antes de ese pequeño paréntesis.
—¿No te cansará demasiado el viaje? —Negó con la cabeza.
—Me gusta conducir y estoy seguro de que con lo que hablas no tendré oportunidad a dormirme. —Ladeé la cabeza y rio—. Quiero hacer una pequeña escapada contigo, Hana. No me importa conducir.
—Entonces, ¿es oficial? ¿Vamos a ese sitio? —Asintió y eso me hizo aplaudir—. Nuestro primer viaje como pareja.
—Pero no el último. —Y eso me hizo sonreír. No había nada que me entusiasmara más que recorrer el mundo con él.
—Ya tenemos que ir sí o sí a Nueva York.
—Dime algún lugar que te gustaría ir. —Lo pensé por unos instantes.
—Portugal me gusta mucho —aseguré—. Lisboa y Oporto estarían entre mis lugares favoritos que visitar allí. Y podríamos ir a España también. —Sonrió.
—Siempre he querido visitar Barcelona —agregó—. ¿Y qué piensas de Asia?
—Quiero volver a Japón. Se me hizo corto el viaje con mamá y me hubiera gustado visitar otras ciudades. Aunque por supuesto, me gustaría visitar toda Corea si pudiera.
—Filipinas también está entre mis lugares favoritos. —Sonreí. Sin quererlo estábamos haciendo una lista. Una lista que en sí no parecía seria, pero que estaba segura que cumpliríamos—. Los Ángeles. Jacob me dijo que quería enseñarnos unos cuantos sitios de allí. —Asentí sin dudarlo.
—¿Y Australia? Yooa quiere enseñarnos la casa que va a comprar con Chan.
—En realidad estaría bien visitar aunque sea un país de cada continente, si se pudiera. —Asentí. Porque solo la idea de visitar todo lo que habíamos nombrado me parecía increíble—. Italia. No quiero olvidarme de ella.
—Creo que cualquier lugar de lo que hemos nombrado me parece una idea increíble, Tae. —Cogí su mano sobre la mesa y él esbozó una sonrisa—. Conozco poco el mundo y quiero recorrerlo contigo.
—Yo también, Hannie. Quiero que pisemos cada lugar juntos y nos llevemos un poco de cada país en nuestra alma.
Junto a sus palabras preciosas y su sonrisa sincera, acabamos esa velada entre imaginaciones como: «¿y si vamos al Empire State? ¿O nos hacemos la típica foto de empujar la Torre de Pisa?» Hasta que se nos acabaron las ideas y tuvimos que salir del restaurante porque era la hora de cerrar. Por mucho que aquella conversación sonara trivial, era algo especial para nosotros. Pensar en compartir tiempo juntos, en organizar un viaje, era algo importante. Un proyecto. Un proyecto como pareja, algo que teníamos en común y que queríamos hacer juntos. Y era bonito. Porque todo empezaba a hacerse palpable y real. Eran pasitos. Pasitos que dábamos, pasitos que nos llevaban a ir forjando esa relación que teníamos juntos.
—Ya casi vivo más en tu piso que en el mío —bromeé mientras subíamos el ascensor a su acogedora casa.
—Quizás deberías vivir definitivamente en él. —Y aunque parecía una respuesta trivial, no lo fue. Me hizo que lo mirara con seriedad hasta que las puertas se abrieron.
Lo pensé mientras encajaba la llave en la puerta hasta que respondí.
—Me da un poco de miedo. Es un paso importante —agregué. Taehyung se quitó los zapatos y asintió.
—Ya veo. Te preocupa que conozca el olor a tu caca. —Su broma me hizo reír.
—¡Tae! —exclamé antes de que riera conmigo y rodeara mi cintura. Acabé con mis manos en sus mejillas y la espalda apoyada en un lateral de la barra de su cocina mientras él me miraba con una sonrisa.
—Es algo serio.
—Lo sé. Y te digo seriamente que me encantaría que viviéramos juntos. —Y para qué mentir, a mí también me gustaba la idea. Sí que había pasado muy poco tiempo desde que habíamos empezado a salir, pero nos conocíamos desde hacía mucho y pasaba tanto tiempo allí que ya casi parecía que habíamos pasado a esa fase de convivencia. Había imaginado cientos de veces cómo sería despertarme siempre a su lado, ver películas cuando quisiéramos, ducharnos juntos, hacer la comida juntos... Pero por muy bonito que fuera en mi cabeza, la convivencia también suponía peleas y malos entendidos que no sabía si era muy pronto para tenerlos cuando apenas habíamos empezado a salir y nos había costado tanto llegar hasta allí. Desde que lo conocía, nunca habíamos discutido, así que no sabía cómo serían nuestros roles en una situación como esa. Si sabríamos hacerlo. Pero tampoco podía comprobarlo si no lo intentaba. Suponía que de vez en cuando era imposible evitar que esa Hana controladora que ya había enterrado casi del todo, saliera cuando la situación era un poco seria aún cuando quise lanzarme desde que me pidió la cita.
—A mí también me encantaría, Taehyung. Además, tu casa es preciosa. Sin mucho esfuerzo has hecho de ella un hogar que es imposible de conseguir en la mía. Pero no puedo evitar preocuparme. No sé hasta qué punto es bueno que mezclemos la convivencia aún. —Y sabía que en cierto modo, por mucho que él pareciera más dispuesto que yo, también le preocupaba.
—Lo sé, y yo también estoy preocupado. Pero no quiero perder el tiempo, Hana. Tú misma lo dijiste. Y hemos estado separados más por mi culpa que por la tuya y siento que esto es lo que quiero hacer. Hemos pasado por cosas peores y más importantes que la convivencia. Solo es tener conversaciones incómodas y actuar como adultos. Y perdona que te diga, Hana, pero ya tendrías que sorprenderme mucho para pensar que no eres una chica adulta.
—No soportaría que mis bragas estuvieran sucias. O que no repartiéramos las tareas equitativamente. —Mis palabras lo hicieron reír.
—Tranquila. Mi madre aprendió la palabra "equitativo" desde que se dio cuenta de que mi padre no hacía nada en casa. No soy de los que va a permitir que hagas todo sola. Somos un equipo. —Sus palabras me obligaron a sonreír—. Todo eso se puede conseguir con organización...
—Tampoco quiero que pagues todo tú. Ya me siento mal solo de pensar que de por sí soy una intrusa en esta casa de tus abuelos... —Negó.
—Yo soy tan intruso como tú. Esta casa es herencia de mi madre, ella solo me la está prestando. Así que no tienes que preocuparte por eso.
Nos miramos por un largo tiempo hasta que respiré hondo.
—Hana yo... Sueño con la idea de tenerte aquí. De que no solo te quedes una noche repentina, sino que cada mañana pueda besarte o hacer el amor para después desayunar juntos. Sueño con la idea de no tener que mensajearte a cada momento porque estás lejos de mí. O con saber que al llegar después de un largo día de trabajo voy a ver tu cara y voy a ser más feliz. También sueño con lo felices que podríamos ser si adoptamos un perrito juntos o solo mirar la Torre Eiffel desde la bañera... No sé. Solo sé que quiero estar contigo, aquí. Pero no tiene por qué ser ya si no estás preparada. Lo respeto.
—No es eso. No es que no esté preparada, es que me da un poco de miedo perderte por una tontería. Ha sido un largo camino hasta aquí y todo está tan bien que me da miedo que se escurra entre nuestros dedos.
—Yo no voy a abandonarte por cualquier cosa, Hana. Ya te lo dije, somos adultos y confío en que sabremos solucionar nuestros conflictos. Porque seguro que los habrán. Pero si sabemos solucionarlos, respetarnos, entendernos y perdonarnos, creo que tenemos la fórmula perfecta para que todo salga bien. —Sonreí de lado. Era increíble lo seguro que estaba Taehyung. Ya no surcaban dudas por su rostro. Lo decía todo en firme. Sin enredos. Sin miedo. Y me gustaba ver eso en él.
—Tienes razón. Lo sé. —Su sonrisa me obligó a sonreír. Besó mi cuello con suavidad mientras se adentraba por mi falda.
—Pero no tenemos que pensarlo todavía tanto, Hannie. Quería que supieras que es lo que me gustaría hacer. Aún te quedan dos semanas en el otro piso. Y yo también quiero estar seguro al cien por cien de que todo irá bien. Aunque no lo demuestre tanto, me inquieta. Así que... —Casi no podía concentrarme con sus manos que acariciaban mi piel llenándola de calor. Cuando nos miramos a los ojos, los suyos brillaban—. ¿Por qué no testamos nuestra convivencia en el apartamento?
—Me parece buena idea. —Con mis palabras no dudó en cogerme en brazos antes de llevarme a su habitación.
Aunque si era sincera, después de esa conversación tenía casi seguro que ese mes sería el último que viviría sola.
Hola, ¿qué tal están?
Mis novios favoritos♡ Se me hace tan cuqui pensar en nuestro Tae siendo tan adorable con otra persona y romántico que me enternece el corazón jopé.
Espero que la estén disfrutando muchísimo.
¡Un abrazo enorme!♡
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