Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

42

Hana

Hola Hannie:

Después de despedirme de Daegu y Seúl para dejar atrás lo que parecía que había sido mi referente durante todo este tiempo, llegar a Francia sin tener nada más que a mí mismo, me ha hecho darme cuenta de que en realidad, por muy duro e incierto que parece, no hay nada que me haga más ilusión que por fin estar cómodo conmigo mismo, sentirme tan seguro en esa soledad que me aterraba, aunque tratara de demostrar que no era así.

Ahora empieza una nueva etapa en la que tendré que afrontar que ya no soy ese chico estudiante que dependía de sus padres y que tendrá que empezar a esforzarse para conseguir el dinero suficiente para poder vivir solo, para organizarse sus responsabilidades y para disfrutar de una vida que solo acaba de iniciarse. ¿La verdad? Pensé que lo temería mucho más de lo que creía.

Sin embargo, no he dejado de pensar en ti, Hannie. Aquel día en la graduación lo que te dije fue sincero: pensaba darte una sorpresa en Francia. Es por eso que ahora tienes esta carta aquí, entre tus manos. Pensé en que lo mejor quizás sería llamarte, o presentarme en tu piso, pero a la vez pensé que quizás esta era la mejor manera. Después de todo, ¿cómo voy a saber si tras este tiempo aún estás dispuesta a querer saber algo de mí?

Sé que han sido ocho meses. Ocho largos meses en los que he estado trabajando en mí mismo, en el pasado, en superar cada uno de mis miedos y mis inseguridades para que quedarme en soledad no fuera mi peor pesadilla, para que pudiera estar cómodo conmigo, con Kim Taehyung, quien debería ser mi único aliado. Por culpa de todo esto, tuve que alejarte, tuve que renunciar a ti cuando menos deseaba hacerlo, porque al final, sería lo mejor para los dos. Pero después de todo este tiempo, siento que por fin, estoy preparado. No te prometo que en realidad pueda llegar a hacerlo. Tengo miedo de no poder poner en práctica todo lo que he trabajado, que no sea suficiente para cargar nuestra relación con inseguridades. Pero a la vez sé que es la única manera de demostrarme a mí mismo que puedo estar contigo y olvidar el pasado por fin y zanjarlo. Porque al final, tú eres diferente a la persona que me hizo daño.

Si no quieres saber nada de mí, puedo entenderlo. Es más, recházame, quizás es lo que me merezco por hacerte esperar. Pero si no, aunque sea egoísta, ¿podrías responderme a esta pregunta?: ¿Y si tenemos una cita? Creo que este es el comienzo que ambos nos merecemos. Sé que quizás todo esto ha sido un sufrimiento para ti y no podré dejar de disculparme por ello, pero lo he hecho por mi bien y por supuesto, por el tuyo. Así que eso me hace sentir mejor. Aún así, en caso de que no respondas jamás a esta pregunta, quiero que sepas Hana, que de verdad eres la persona que más me importa en mi vida (aunque no se lo digas a mi familia, por favor) y la idea de pasar toda ella contigo, me acelera el corazón de una manera que no pensé que sería posible. Joder, me encantas. Me gustas muchísimo. Y solo deseo hacerte la persona más feliz del mundo. ¿Tú también quieres que sea así?

Atentamente,

Tae

No pensaba que después de esas semanas de estrés por la mudanza, acabarían con la noticia de encontrarme a Taehyung en el portal de mi edificio y acabar en una cafetería de la zona para tomar un chocolate con churros y combatir con el frío que dejaba la nieve, pero no podía pedir nada mejor. Eso era lo que quería, lo que había soñado desde que nuestros caminos se separaron en Halloween, desde que habíamos tenido esa conversación acompañados también por una nevada repentina.

Ocho meses sonaba a una eternidad y honestamente, lo era. Había ciertos momentos en los que había deseado tirar la toalla, ¿de verdad merece la pena esperar por alguien de esta manera cuando no hago más que sufrir? Me pregunté. Pero ¿por qué tenía que renunciar a algo que quería? Sentía que eso no era más que ser cobarde, más cuando él solo se había alejado de mí por mi bien, por el suyo. No lo merecía. Sería egoísta. Y de todas formas, no había forma de que me acostara y me levantara con otra persona en mente que no fuera él.

Así que había agradecido el hecho de haber elegido ese día ponerme uno de esos vestidos preciosos que me había regalado mi madre por mi cumpleaños y haberme arreglado lo suficiente como para tener los ojos de Taehyung sobre mí mientras me escaneaba más de lo que debería para ser solo la primera cita. Pero no me importaba. Él no necesitaba ganarme para tenerme: ya me tenía desde hacía tiempo. Pero la idea de que hubiera sido tan mono como para pedirme una cita, me hacía feliz. Estaba segura de que quizás era todo muy precipitado, pero me daba igual. Había esperado ocho meses para que Taehyung pudiera estar a mi lado y no me importaba que pudiera ser una locura. Quería dejarme llevar por mi corazón que me gritaba que disfrutara de ese tiempo, que recuperara esos ocho meses que habíamos perdido y los empleara. Mi madre me lo había dicho: «Si Taehyung viene hacia ti, sigue a tu corazón» y eso haría. Porque mi corazón me gritaba desesperadamente que estuviera con él. Pensé en Las Vegas. Pensé en que la vida al final era más simple que lo que creía.

—¿Por qué una cita, Tae? —pregunté con curiosidad cuando nos sirvieron lo que pedimos. Ya habíamos hablado un poco de nuestros días en París, de la mudanza... Pero no quería hablar de cosas triviales con él, al menos no en ese momento. Se encogió de hombros con cierta vergüenza.

—Porque me he dado cuenta de que no sé las cosas más básicas de ti. Quiero conocerte bien, Hannie, aunque no me haga falta para que me gustes más. —No pude evitar sonreír. En realidad, no había dejado de hacerlo desde que lo vi—. Y nunca habíamos tenido una cita... Aunque he perdido la práctica, hace años que no tengo ninguna. —Solté una carcajada.

—Yo tampoco —admití. Y no era mentira por mucho que la sorpresa recorriera los ojos de Taehyung. Había tirado la toalla desde el fracaso con Changkyun y de eso hacían casi dos años—. ¿Y si hacemos una ronda relámpago de preguntas básicas?

—¿Cualquier pregunta? —Asentí—. Suena bien. —Sonrió de lado. Empezaba a conocer sus pequeñas acciones, como esa sonrisa pícara que demostraba lo divertido que le sonaba la idea. Era como si tuviera un mapa de él trazado en mi cabeza y que se iba haciendo más grande a medida que iba conociendo pequeñas partes nuevas de él.

—Empiezo yo —canturreé y conseguí que mostrara su preciosa sonrisa cuadrada que volcó mi corazón—. ¿Cuándo es tu cumpleaños?

—Acabo de caer en que no lo sabes...

—Es un misterio, porque nunca compartes nada sobre eso en ninguna red social. Dudo que alguien lo sepa.

—Eso es porque no me gusta mucho celebrar mi cumpleaños. No al menos desde que mis abuelos no están. Ellos siempre me preparaban una fiesta sorpresa y mi abuelo hacía hincapié en que pidiera un deseo. Pensé que dejaba de tener sentido celebrarlo si no tenía sus rostros emocionados delante de mí... Pero he empezado a pensar en que debo de estar agradecido por celebrarlo con las personas que tengo a mi lado. —Sonreí y asentí. Él ladeó la cabeza con una sonrisa que también cruzaba su rostro—. Nací el 30 de diciembre de 1995, mi madre dice que venía al mundo con tantas ganas que casi salgo antes de que ella llegara al hospital. —Sus palabras me hicieron reír y Taehyung me acompañó—. Lloré poquito y pesé bastante. Mi madre aún no se puede creer que esté tan delgado para lo gordito que salí de su barriga.

—Por favor, necesito una foto tuya de pequeño. —Rio ante mis palabras.

—Vale, cuando vuelva a Daegu te traeré una. —Aplaudí con emoción—. Fue mi abuela quien decidió mi nombre. Taehyung significa «Todo estará bien incluso frente a los momentos difíciles». Mi abuelo decía que era una forma de animarme a luchar durante toda la vida. Y de alguna forma o de otra, me he convertido en eso. —No tenía dudas de ello. Después de todo lo que había luchado contra sí mismo, lo demostraba.

—Has luchado a pesar de todo y estoy orgullosa de ti —aseguré mientras alargaba la mano para tomar la suya. Él sonrió—. ¿Sabes? Mis abuelos también decidieron mi nombre.

—¿De verdad? —Asentí.

—Según mi madre, mi padre tenía muy poca probabilidad de fertilización. Aunque les ofrecieron otras alternativas ellos decidieron tratar de intentarlo por un tiempo más —expliqué mientras él me escuchaba con atención—. Yo fui como su pequeño milagro. Mi madre aún guarda el test de embarazo porque para ella fue y es increíble que yo existiera y exista. «Estoy orgullosa de ti» parece una tontería, pero esa frase la recuerdo a la perfección y era una que siempre me decía, desde que apenas era una pequeña lenteja. —Taehyung sonrió con una suavidad que enterneció mi corazón. Me gustaba que hiciera eso, por mucho que no fuera consciente. Hacía que toda mi existencia se agitara—. Fue mi abuelo quien pensó en Hana. Era muy probable que fuera la única, a pesar del deseo que tenía mi madre de tener una familia grande, así que mi abuelo pensó que no solo era un nombre precioso, sino que simbolizaba que era "uno", la primera y la última, la más esperada. Aunque mi abuela más tarde descubrió que en otros países era "felicidad", o "flor". Y le pareció más significativo.

—Trajiste una felicidad inmensa a tu familia aunque fueras la única.

—Supongo que eso es lo que en realidad significa.

—Siempre pensé que tenías un nombre poco común y muy bonito —aseguró y eso me hizo sonreír.

—Gracias, Tae. —Nos miramos por unos segundos hasta que proseguí—. Nací el 17 de enero de 1995. Mi madre sí que pasó un parto bastante complicado, yo parecía estar bastante bien en su barriga. —Eso le hizo reír y lo acompañé—. Pero sé que ambos lloraron al verme y se aliviaron de ver que estaba sana y rojita. —Sonrió con cierta ternura.

—Tendrás que darme una foto también —canturreó y eso me hizo reír.

—Será difícil, mi madre las guarda como oro en paño —expliqué y eso lo hizo reír a él—. Pero lo haré.

La mirada de complicidad que compartimos en ese momento, fue mágica. Era curioso pensar en cómo era la vida. Conocíamos nuestros miedos más profundos, nuestro dolor y sufrimiento, incluso nos habíamos visto completamente desnudos, pero ahí estábamos hablando de las cosas más básicas de nuestra vida como si acabáramos de conocernos. Y era aliviante. Bonito.

—Te toca a ti.

—¿Color favorito?

—Amarillo. ¿Tú?

—Verde oscuro. —Le pegaba.

—¿Perros o gatos?

—Perros. Aunque es difícil, soy veterinario. —Solté una pequeña carcajada—. Me gustaría adoptar uno ahora que vivo aquí.

—Yo también —aseguré y eso lo hizo sonreír.

—Doy por hecho que eres del equipo perros.

—Aunque adoro a los gatos, pero sí, qué narices. —Eso le hizo reír.

—¿Música favorita?

—Yo diría que la pop. Aunque mis listas tienen canciones de cualquier estilo menos heavy metal o rock —respondí pensativa—. ¿Tú?

Jazz. —Lo miré sorprendida.

—¿En serio? —Asintió con una sonrisa sobre sus labios.

—¿Tanto te sorprende?

—Hay poca gente de nuestra edad que le guste el jazz. Pero sin duda me gusta que te guste. Ugh, le vas a caer bien a mi abuela. —Soltó una carcajada que sí que fue música para mis oídos.

—Es el problema de que mi madre adorara profundamente la música jazz. —Se encogió de hombros—. ¿A qué le tienes miedo? Y hablo de cosas más triviales, tipo las alturas, los insectos...

—Uf, las alturas seguro. Y los insectos me repugnan.

—Vale, me va a tocar matar bichos, intuyo. —Sus palabras me hicieron reír.

—Si no te importa...

—No me va a quedar de otra —bromeó y eso me hizo volver a reír

—¿Y tú, valiente?

—Yo creo que hay pocas cosas del día a día que me den miedo...

—No me lo creo, tiene que haber algo.

—Pues... —Lo pensó por unos instantes—. ¡Ah! Ya sé. —Lo miré con atención—. Los payasos, recuerdo que lloré muchísimo en el cumpleaños de mi hermano cuando apareció un payaso.

—¡Tae! ¿En serio? —Reí sin dudarlo y él me acompañó.

—No es mentira —dijo entre risas.

Y quizás de todas las conversaciones que habíamos tenido nunca, esa fue una de las más especiales.

—¿El helado de chocolate?

—¿Es muy típico? —pregunté mientras salíamos de la cafetería. A pesar de que llevábamos casi toda la tarde, aún encontrábamos cosas que preguntarnos y parecía que la conversación se alargaría por mucho tiempo.

—Pensé que serías más del tipo vainilla o fresa —agregó—. Yo también soy de chocolate.

—Por favor, en verano compartamos uno enorme —le pedí. Él sonrió.

Nos paramos fuera de la cafetería con una sonrisa sobre los labios.

—¿Te acompaño a casa?

Lo medité por unos segundos. ¿De verdad quería que me acompañara a mi piso y se acabara esa velada ahí? Tenía que ser honesta conmigo misma y pensar que no era así. No quería irme de su lado. Ni en ese momento, ni en ninguno.

—Llévame a la tuya —pedí. Abrió los ojos sin dudarlo.

—¿Ahora?

—¿Tienes algo oculto que no puedo ver? —Mi pregunta lo hizo sonreír con sutileza.

—No, está más recogida que nunca pero...

—Pero...

—No sé, pensé que podría ser en otra cita.

—¿Osea que me estás rechazando? —Me crucé de brazos para aparentar molestia, aunque no fuera así. No me enfadaría jamás por eso, pero quería ponerlo nervioso. Y sabía que lo estaba consiguiendo.

—No, Hana. No es eso. —Reí y él me miró con curiosidad cuando tomé su mano para entrelazar nuestros dedos.

—Deja de pensar tanto, Taehyung. —Y eso lo hizo sonreír.

Tras pasar el umbral de la puerta me di cuenta de que a pesar del poco tiempo que Taehyung llevaba allí, esa estancia olía a él. No sabría explicar con palabras por qué lo sabía, pero suponía que cuando una persona está lejos de otra, se da cuenta de cuál es su olor y nota enseguida su presencia.

—¿Qué te parece? —preguntó con curiosidad después de dejarme mirar a mis anchas por unos minutos. Busqué su mirada.

—Es precioso —admití.

Quizás no era grande, ni tampoco estaba repleto de lujos, pero sí que era precioso. Estaba decorado con esfuerzo y con mimo. Organizado. Limpio. Decorado con cientos de fotos preciosas que le daban un gusto familiar. Y por supuesto, cada esquina gritaba hogar. Era perfecto.

Sonreí al encontrarme con la foto que le había dado de Las Vegas junto a las de Halloween y a la de la graduación. Mi corazón dio un vuelco. Porque estaba allí, entre todas las personas que eran importantes en su vida y eso me hacía feliz. Me hacía feliz poder formar parte de eso. Porque entre todas las personas que habitaban en el mundo había tenido la oportunidad de ser una de las que podía disfrutar de la pequeña existencia de Taehyung, de su pequeño mundo. Y eso era agradable.

—Ahora siento vergüenza.

—No seas idiota. —Esbocé un puchero y él sonrió.

Volví a mirar alrededor antes de tomar sus manos.

—Gracias. —Mis palabras lo tomaron por sorpresa.

—¿Por qué?

—Por dejarme formar parte de ti, Tae. —Antes de que pudiera decir nada más, me rodeó con sus brazos. Sonreí entre ellos, con esa sensación de que parecía hecha para estar entre ahí. Sabía que sonaba cliché, lo típico que diría alguien que está completamente enamorada de otra persona: pero encajábamos a la perfección. Y por unos instantes deseé poder disfrutar de esa magia para siempre.

—Yo sí que debo darte las gracias, Hannie, porque a pesar de todo tú eres la que me dejas formar parte de ti, y eso en sí es un regalo. —Lo busqué con la mirada y quise llorar.

—Voy a tener un problema.

—¿Cuál? —preguntó con curiosidad.

—Que es físicamente imposible estar todo el día con mis labios sobre los tuyos aunque lo desee. —Su risa llenó la estancia en la que aún se oía un pequeño eco. Sonreí mientras lo observaba. Con sus ojos un poco entrecerrados y esa sonrisa cuadrada que mostraba su lado más inocente y adorable. Casi almacené ese instante en mi memoria como si fuera una fotografía.

—Quizás podamos vencer las leyes de la física...

—Ojalá. —Volvió a abrazarme mientras reía, esa risa que rebotaba en su pecho y que podía escuchar desde cerca debido a la diferencia de altura. Me mecí con él, en unos brazos que desde que me habían arropado, se habían convertido en mi lugar favorito del mundo. Y quise que ese instante jamás se acabara, porque en su sencillez, era tan perfecto, que se podría escurrir de mis dedos en cualquier momento.

Me miró de cerca con sus manos en mis mejillas y una sonrisa sobre sus labios.

—Solo hemos tenido una cita...

—Todo lo que hemos vivido cuenta por millones de citas.

—Lo sé, pero me da miedo ir rápido o cagarla... —Negué con la cabeza cuando tomé sus manos sobre las mías.

—No me hagas esperar más, Tae. Solo seamos felices. No pensemos en si es rápido, lento o no. Yo solo quiero estar contigo. Ya me da igual todo. Y lo dice quien antes se obsesionaba con el control. —Sonrió—. Sé que tú tampoco quieres esperar.

—Joder, tengo ganas de besarte desde que te vi —se quejó y eso me hizo reír—. Así que a la mierda, todo, Hana. Desde el primer instante que nuestras miradas se cruzaron, supe que serías mi locura favorita. —No me dio tiempo a responder.

Taehyung ya había posado sus labios sobre los míos en un gesto que me derritió por dentro. Que me recordó a todas las veces que lo habíamos hecho antes. Sin embargo, esa era distinta. Porque nos besábamos mientras sabíamos que no sería la última vez. Con la certeza de que nuestros labios permanecerían juntos por mucho tiempo. Por más del que quizás nosotros podríamos saber en ese instante. Y fue un alivio. Era un alivio saber que no tenía que pensar más en la posibilidad de que los labios de Taehyung no fueran a buscar los míos más.

Pasó sus manos por debajo de mis muslos para tomarme en peso mientras nos besábamos con suavidad y muchas ganas contenidas. Hacían meses desde nuestro último beso y se sentía tan lejano, que parecía que era la primera vez que lo besaba. Ya casi no me acordaba de sus suaves movimientos de cabeza y de la suavidad. Nos miramos a los ojos cuando me dejó sobre su cama y pude ver en ellos algo más que ese deseo que siempre parecía estar despierto cuando nuestras pieles se encontraban. Le brillaban de felicidad. Y era bonito saber que por fin Taehyung era feliz. Lo encontré entero. Como si de pronto estuviera más consciente que nunca de lo que sucedía. Lo encontré a él, a Kim Taehyung sin capas encima, completamente abierto solo para mí. Y estaba tan agradecida de encontrarlo que casi apenas podía pensar en algo más que no fuera seguir y seguir entrando en él.

La ropa empezó a desaparecer de nuestro camino con calma. No había prisa. Pareciera como si ambos buscáramos detener el tiempo en ese instante tan importante. Porque sí, quizás nos habíamos tocado cientos de veces, pero ninguna como esa. Con la seguridad de que no éramos solo piel, sino almas. Sino amor. Me detuve a observar cada pequeño lugar recóndito de su piel como las marcas que traían consigo los años vividos, un camino que demostraba que Taehyung existía, que estaba allí conmigo, por fin, que no era un sueño, que su corazón latía sobre el mío y era un regalo que pudiéramos estar juntos. Y casi me emocioné mientras observaba su rostro. Me detuve en que solo uno de sus ojos tenía doble párpado o que su pelo estaba tan largo que a veces tapaba sus preciosos ojos brillantes. Incluso observé con tanto detenimiento su lunar en la nariz que lo vi sonreír y mostrarme esa sonrisa cuadrada que no me cansaría de besar jamás.

Supuse que en realidad así era como de verdad se vivía el amor. Con el corazón en la mano dispuesta a entregárselo a otra persona. Con la sensación de que jamás te cansarías de ella, aunque supieras todo el camino de su piel de memoria, porque pensaba que siempre encontrarías algo nuevo, algo diferente, o simplemente, te darías cuenta de la magia que habitaba en lo cotidiano de estar con esa persona. Supuse también que era normal sentir ganas de reír mientras sus besos me recorrían o tratar de fundirme más y más en él, como si eso fuera posible, como si de verdad pudiéramos ir contra las leyes de la física. Me di cuenta de que era feliz. Quizás lo era desde el momento que lo vi, puesto que lo había encontrado. Pero en ese instante, reconocí que de verdad era feliz. Y me di cuenta de que había tratado de buscar la felicidad en metas grandiosas, en miradas cargadas de orgullo... Pero la felicidad era tan simple, que solo con la existencia de otra persona, podrías sonreír todo el día. Y eso era lo que me pasaba con Taehyung. Que era imposible no sonreír a su lado.

—Tae... —murmuré mientras escuchaba sus respiraciones entrecortadas sobre mi oído. Cuando nos miramos, él sonrió. Me olvidé por unos instantes de lo que iba a decir, pero él me lo recordó antes de que pudiera esbozarlo en voz alta.

—Te quiero, Kwon Hana. —Una corriente eléctrica me recorrió de pies a cabeza. Una sensación preciosa se instauró en mi pecho y sentí que casi había dejado de respirar. Porque a pesar de que había oído cientos de veces esas palabras, ninguna había tenido tanto significado como las de Taehyung. Que salían con su voz grave y entrecortada, pero que me sonaron en voces distintas, aunque todas me recordaran a él. Había sido precioso.

—Te quiero, Kim Taehyung. —Su sonrisa llenó de brillo la estancia en la que nos encontrábamos y antes de que tan siquiera pudiera pensar en algo, me besó. Reencontró nuestros labios en el momento donde nos habíamos dicho que nos queríamos, a pesar de que ambos estábamos seguros de que eso era así. Y no pude imaginar otro instante más precioso que ese. Otro amor más intenso y visceral que el que teníamos.

Gracias, gracias, fue lo que pensé. Gracias por dejarme entrelazar mi alma con la suya una vez más.

Hola, ¿qué tal están?

BIENVENIDAS AL CAPÍTULO MÁS BONITO DEL MUNDOOOO♡ Ustedes ya saben que no me canso de repetir lo mucho que adoro haber escrito esta historia. Es que simplemente, son tan bonitos y su amor también ah *suspiro enamorado*

Espero que la estén disfrutando.

¡Un abrazo enorme!♡

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro