Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

37

Hana

Actuar y no pensar era algo que parecía buena idea cuando tenía a Taehyung enfrente y sinceramente, estaba cansada de darle vueltas a todo. Había cosas que sencillamente, no tenían sentido y no merecía romperse la cabeza para buscarle una explicación. Él y yo estábamos hechos para ser, para sentirnos. Luchar contra eso era algo que me hacía gastar muchísima energía. Así que ni siquiera se me pasó por la cabeza arrepentirme de lo que acababa de ocurrir. No merecía la pena.

Por primera vez en todo el tiempo que llevábamos juntos en esa relación imposible de clasificar, me quedé recostada junto a Taehyung. Me sentía de pronto cansada, cargada de emociones y no quería moverme de allí. Parecía que él tampoco quería hacerlo. Y nos miramos en la oscuridad sin decir palabra. Solo me aferré a esas caricias que él dejaba sobre mi brazo y me pelo que me hacían sonreír.

—Sabes que tienes unos ojos preciosos, ¿verdad? —Solté una pequeña carcajada ante sus palabras. No sé, solo me hacía feliz. Me hacía feliz que por fin pudiéramos ser honestos y decir justo lo que pensábamos sin ningún reparo—. Es verdad.

—Al principio no me gustaban, me sentía extraña entre tantas personas con los ojos iguales. —Ahí fue cuando Taehyung rio—. Siempre le decía a mi madre que quería comprarme unas lentillas marrones, pero ella se reía y me tomaba por loca... Era lo único que le gustaba que hubiera heredado de mi padre. —Me miró con curiosidad hasta llevar su mano a mi mejilla y acariciarme el párpado.

—Yo también creo que querría que mis hijos heredaran unos ojos tan preciosos como los tuyos. —Mi corazón dio un vuelco. Taehyung no sabía lo mucho que me removía solo con sus palabras que no parecían esconder nada, pero que mostraban lo mucho que había pensado en ello.

—¿Por qué piensas que son tan bonitos? —pregunté con curiosidad.

—Porque si los miras de cerca no solo te das cuenta de que son color miel, sino que tienen matices de verde muy sutiles. Y porque brillan, tantísimo que las estrellas podrían envidiarlos. —Me sentí avergonzada, pero había sido precioso. Me gustaba que Taehyung me dijera esas cosas, que fuera tan honesto. Me gustaba conocer esa faceta de él que tanto escondía con ahínco.

—A pesar de que los tuyos son oscuros como la noche, brillan con intensidad también. No puedo dejar de mirarlos. —Sonrió con delicadeza antes de acariciar de nuevo mi mejilla hasta reunir su mano con las mías bajo la almohada. A pesar de lo enorme que era la cama, estábamos los dos reunidos en el centro de ella, a escasos milímetros el uno del otro. Parecía que no queríamos separarnos esa noche.

Nos miramos por unos instantes, como si ambos estuviéramos comprobando que era así, que yo pensaba que sus ojos eran preciosos y él pensaba que los míos también. Sonreí. Porque cuando Taehyung se detenía en alguna parte de mi cuerpo, siempre lo hacía con tanto ahínco que parecía mirar a través de mi cuerpo. A veces incluso creía que era capaz de desmembrarme, ver mis órganos, mis venas, mis huesos... Tenía la sensación de que me observaba con tanto detenimiento como a una obra de arte y se detenía en cada trazo, en cada color, en cada detalle... Y me gustaba. Nadie me había mirado como él lo hacía, con esa necesidad de crearse un mapa mental de mí, y estaba segura de que sería capaz de admitir si algo había cambiado de mi cuerpo.

—A veces tengo la sensación de que estás mirando La Noche Estrellada de Van Gogh —bromeé, incapaz de aguantar más su mirada penetrante sobre mi cuerpo. Sonrió cuando despertó del trance—. ¿Te gusta, me equivoco?

—¿Cómo lo sabes?

—Aparte de que te sigo en Instagram... —Eso lo hizo reír—. Tuve la impresión desde que te conocí que te gustaba el arte. —Sonrió de manera ladina.

—Empiezo a pensar que es verdad que nos leemos la mente. —Reímos. Eso solo podía deberse a la conexión. Al pacto que habían hecho nuestras almas de encontrarse antes de que nosotros pudiéramos incluso conocernos—. Pero sí, Van Gogh es mi artista favorito y ese cuadro también lo es —admitió.

Volvió a acariciarme con suavidad el pelo, el brazo, la curva de mi cintura, hasta recorrerlo hacia arriba de nuevo sin dejar de mirar sus acciones. Cuando nuestros ojos se encontraron sonrió.

—Para mí eres una obra de arte dentro de este museo llamado Planeta Tierra y jamás, jamás, me canso de mirarte, Hana. —Mi corazón se sobresaltó. Pensaba que nadie en la vida me diría algo tan bonito como eso—. Los tonos azules y amarillos de La Noche Estrellada se asemejan al color de tu piel, los distintos tonos, cada parte de tu cuerpo. Me gusta mirar cada trazo del pincel con detenimiento. Aún no los he encontrado todos, pero me gusta saber que cada vez conozco más y puedo observar en el cuadro tan bonito en el que te convierten —explicó—. Sí, Hana. Estoy bastante loco, pero es que me gusta mirarte porque aún no me creo que existas y que seas tan perfecta aún cuando eso es imposible en este mundo. Porque para mí, cada imperfección te hace más humana y más increíble. —Suficiente. Sentía que esa era la palabra que más necesitaba que formara parte de mi vida. En realidad, era bastante subjetiva. Al igual que la palabra normalidad. ¿Qué era suficiente? ¿Qué era normal? Suponía que dependía de la persona que lo mirara. Como un prisma, que en base al lado que te pusieras, podías ver distintas cosas en él. Pero sentía que Taehyung con unas cuantas palabras, me había hecho palpar lo que era sentirse suficiente.

Creía que en la vida muchas personas me habían hecho sentir suficiente. Como mi familia, como Jungkook, como mis amigas... Pero nadie jamás me había dicho algo más de «eres una persona increíble, Hana, suficiente por tu existencia». Ni siquiera mi madre me había dicho algo más allá de eso. Sin embargo, Taehyung había puesto en palabras lo que significaba que alguien te quisiera solo por tu mera existencia y eso había sido mucho más importante de lo que estoy segura que él creía. Ese momento, se había desbloqueado como uno de los más importantes de mi vida. Y sabía que a medida que tratábamos de alejarnos, solo estábamos más cerca.

—Taehyung, eso es precioso —solté sin pensarlo. Él sonrió con cierta vergüenza, y creí que no estaba en sus planes ser tan sincero, brindarme sus pensamientos, pero lo hizo. Y eso era tan bonito...—. Nadie, nunca, nunca, me había dicho algo así.

—Creo que nadie, nadie, sería tan gilipollas como yo. —Me reí y él me acompañó.

—¿Quién lo dice?

—Yo —zanjó. Reí de nuevo antes de coger sus mejillas y acercarme más a él. Estaba enamorada hasta las entrañas. A veces sentía, que en ese punto, mi corazón se había fundido con el suyo, al igual que mi alma. Era suya. No como una forma material, sino sentimental. Me había entregado a él. A su amor. A sus palabras. A su mirada. A su cuerpo. Y no podía evitar sentirme una extensión suya en ese instante, porque así era. Mi existencia estaba entremezclada con la de Taehyung.

—¿Cómo mi existencia puede ser tan especial para ti? ¿Tan suficiente? —Quería encontrar la respuesta de algún modo retorcido. La necesitaba. Porque mi mente aún no podía comprender que una persona importante se hubiera ido de mi vida cuando no había tenido el potencial para demostrarle que era una persona suficiente, pero Taehyung solo había necesitado unos trazos para darse cuenta de que así era.

—Es una pregunta difícil —respondió y eso me hizo reír.

—¿Por qué?

—Es difícil poner en palabras que solo con que existas yo soy feliz, Hana. Es más, creo que ponerlo en palabras sería una falta de respeto hacia ti. —Y aunque no lo supiera, eso respondía a mi pregunta. Me había hecho feliz—. ¿Por qué te sorprende tanto? Es imposible que alguien no se enamore de ti solo con verte, y no solo porque eres guapísima, sino porque llenas cada lugar con tu preciosa existencia. —Joder, me haría llorar en cualquier momento, lo presentía. Y no quería llorar, porque no estaba triste y no quería que pensara que sus palabras me habían puesto triste. Sino porque era una alegría escuchar algo como eso venir de él. Lo amaba. A ese punto ya lo amaba.

—Cuando no era más que un bebé recién nacido, mi padre nos abandonó a mi y a mi madre —expliqué y él solo me escuchó. Algo que sabía hacer muy bien—. Toda mi vida creí que si solo era un bebé sin el potencial suficiente como para demostrar que tenía cualidades... ¿No significaba que mi padre no había encontrado nada especial en mí solo con unos días de existencia? Me pregunté mucho si era suficiente. Y creía que sí en cierto modo, porque tenía personas que me querían pero... Por alguna razón, necesitaba que alguien como tú llegara y me dijera justo lo que me haría darme cuenta de que pienso lo mismo, de recordarme de verdad que mi existencia es importante en este mundo. —Taehyung me abrazó. Supe al instante que ese abrazo escondía un apoyo sin palabras a la situación tan dura que había vivido desde mi nacimiento y me aferré a él. No sabía si sería capaz de comprender el dolor que habitaba en mi corazón, pero me apoyaba. Estaba ahí. Eso era lo que en realidad importaba y quería que hiciese. Porque sabía que él no había vivido lo mismo que yo, y no pretendía que lo entendiera con la misma intensidad, pero era un alivio saber que estaba a mi lado.

Me limpié las lágrimas que caían por mis mejillas. A pesar de que era un tema que a ese punto de la historia, ya tenía mucho más zanjado, aún estaba latente en mi corazón repleto de heridas. Taehyung me besó la frente.

—Hay que estar ciego para no ver que eres una persona especial. Incluso así, estoy seguro de que sería capaz de apreciarlo. Sí, serás una entre millones. Pero eres de esas que vale la pena conocer y compartir la vida. No seré ni la primera ni la última persona que te dirá que tu padre se perdió algo increíble como tú. Pero te voy a decir que si yo hubiera tenido la oportunidad de vivir a tu lado desde el primer instante que naciste, no la hubiera desaprovechado ni aunque perdiera la cabeza. Porque si hay algo que odio de todo esto, es tener que prolongar innecesariamente el estar contigo, porque pierdo tiempo, porque lo único que deseo es tenerte cerca. Así que sí, tu padre es un gilipollas. —Taehyung era el mayor regalo que me había dado el universo, no tenía duda alguna de ello. Y lo demostraba con sus palabras, con sus actos, con su forma de ser, con todo él. Era especial. Y me encantaba. Lo amaba.

—¿Por qué sabes que soy una persona especial? ¿De verdad crees que no te hubieras ido de mi lado en ese momento?

—No sé por qué eres especial, Hannie, solo lo eres. Al menos para mí eres la persona más especial del mundo. Y no, jamás me hubiera alejado de ti. Ni tampoco lo haría ahora. —Me acerqué a él y no dudé en besarlo. No tenía más dudas. No quería hacer más preguntas. Sentí un alivio, porque era lo que me faltaba para darme cuenta de que sí, el prisma de mi padre ya no existía y yo era especial. Pero no porque los demás me lo dijeran, sino porque en ese instante empecé a creer por mí misma que eso era verdad. Que mi padre ya no era una sombra, solo el canal para yo estar en esta vida donde había tenido la oportunidad de encontrarme almas tan preciosas y especiales como la de Taehyung.

—Gracias, no sabes lo que significa para mí todo lo que has dicho. Ni siquiera puedo expresarlo con palabras. Solo quiero darte las gracias por valorarme de esa manera, por verme así... Es un alivio. —Sonrió antes de tomar mis mejillas con suavidad. Se quedó por un largo tiempo así, con sus ojos sobre los míos, con una mirada indescifrable que se cargó por segundos de pensamientos y me di cuenta de que algo pasaba por su mente.

—No sé si estoy preparado para decírtelo, Hana, pero creo que debes saberlo ahora. Creo que es el instante perfecto para que comprendas mi corazón y verás que todo lo que te he dicho tiene sentido. —No pude comprender al cien por cien lo que quería decir, pero no me esforcé en hacerlo. Por alguna razón, sabía que con lo que me diría, sería suficiente para entenderlo.

Lo vi cerrar los ojos, respirar hondo y mirarme con decisión.

—Cuando nos conocimos, pensaba que éramos muy distintos. Sentía que nuestros mundos eran diferentes. Pero eso estaba muy lejos de la realidad porque yo, ni siquiera era la persona que siempre había sido, en algún punto de mi vida decidí plantar muros entre mi mente y mi corazón, no mirar hacia dentro y seguir caminando como si el dolor no hiciera que cada paso se sintiera como si escalara una inmensa montaña al cielo que no acababa nunca. —Sentí ese cansancio como algo físico porque Taehyung lo expresó con su mirada. Entendí que a veces, estar en la piel de uno mismo es cansado y duro—. Pero a medida que me das partes de ti como la de ahora, entiendo lo mucho que nos parecemos y entiendo también, por qué estamos juntos. —«Estamos juntos» no entendía hasta qué punto él se había dado cuenta del uso que había hecho de sus palabras, pero a mí me sonó como algo perfecto. Como una sinfonía de violines al compás, aunque no tuviera ni idea de si eso tenía sentido dado a mi poca virtuosidad.

Lo vi dudar, así que entendí la relevancia que tenía para él esa conversación. Y por un instante sentí, que también lo sería para nosotros.

—Yo también he sentido esa inseguridad de ser insuficiente para alguien, incluso reemplazable —explicó y en parte me sorprendió. ¿Cómo una persona como Taehyung podría llegar a ser insuficiente? Pero claro, era más fácil ver en los demás el valor y mucho más difícil reconocer que en quienes tenemos que ver el valor es en nosotros mismos—. Amé con locura a alguien que un día decidió que yo ya no era tan valioso en su vida. Una persona que me arrancó el corazón de cuajo del pecho para estrujarlo y hacerlo trizas sin importarle qué sería de mí después de eso. Y sí, sentí que era mi problema. Que yo era el problema en sí. Pero me di cuenta de que yo no tenía ningún tipo de culpa.

Aún me lo contaba entre líneas, pero eran esas conclusiones a las que había llegado cada vez que lo pensaba. Taehyung tenía el corazón roto, todo en él indicaba que así era. Supongo que rodear la situación era más fácil que esbozarla en voz alta, pero tampoco lo vi dudar. Estaba seguro de contarlo y yo quería escuchar cuáles eran esos motivos que lo impulsaban a dar siempre pasos hacia detrás.

—Quedaban apenas unos días antes de que se cerrara el plazo para entrar en los exámenes de acceso de la Universidad Nacional de Seúl, pero yo ya había tomado una decisión. Creía que lo que tenía en Daegu era mil veces más valioso que lo que podría conseguir en el lugar que siempre había soñado. Alejarme de la persona que amaba no era mi destino. Ella era mi destino. Y me parecía más inteligente quedarme a su lado, independizarnos, casarnos en algún punto, tener hijos y envejecer hasta que ya diéramos nuestro último aliento. Sentía que eso era lo que quería. Ser veterinario parecía algo secundario, a pesar de que durante toda mi vida había escrito en un papel «Soy Kim Taehyung y quiero ser veterinario». Estoy seguro de que si mirara mis libretas de cuando era niño, todas estaban repletas de esa frase —explicó. Noté el dolor en su mirada, la inseguridad de tomar una decisión que si bien era lo que quería, lo alejaba de lo que siempre había soñado—. Aún así estaba decidido. Le diría a Yena que quería quedarme con ella. Teníamos que trazar nuestro futuro y empezar a tomar decisiones juntos.

No sé por qué, pero sentí el impulso de tomar su mano bajo la almohada y cuando él entrelazó sus dedos con los míos, vi alivio en su rostro. Supongo que se había sentido igual que cuando yo lo había abrazado: en calma, acompañado. Y sabía que necesitaba ese apoyo.

—Fue raro que abriera la puerta y no se me tirara al cuello con una sonrisa como solía hacerlo cuando hacía tiempo que no nos veíamos, como ese instante, donde ambos, estábamos enfocados en terminar nuestro último año del instituto. Así que no me costó predecir que sucedía algo y que de alguna forma retorcida, el hecho de que Yena hubiera actuado con cierta normalidad dentro de su nerviosismo me decía que ella quería que en algún momento, eso sucediera porque no era valiente de admitir que lo hacía a escondidas de mí. —Lo vi navegar entre decenas de emociones en un solo segundo y supuse que eran las mismas que lo invadieron en ese instante que vivió. No me faltaba más para saber que fue un antes y un después en su corta vida—. Llevaba una camiseta que no era mía y en su cuello había marcas que tampoco me pertenecían. Porque yo nunca la marcaba, no solo porque no me gustaba, sino porque no quería que sus padres pensaran que marcaba mi territorio o no sé, ni siquiera sé muy bien, pero yo no lo había hecho, nunca. —Entendía qué rumbo tomaba esa historia y no sabía si quería ver el dolor en los ojos de Taehyung cuando terminara de contarla. Pero no lo paré—. Entré sin pensar y vi en su habitación al capitán de natación sobre la cama de mi novia semidesnudo, con su móvil en mano y como quien acababa de tener el mejor sexo de su vida mientras Yena, estaba detrás y no dejaba de repetir «No es lo que parece, Tae. Deja que lo explique». Me molestó. ¿Qué no parecía? ¿Es normal tener a un jodido tío con el que no has hablado en tu vida acostado en tu cama casi desnudo y que tengas su camiseta puesta con marcas en el cuello? A mí me resultó que estaba bastante claro lo que sucedía. Yena me confirmó en ese instante que aunque no parecía que quisiera que eso sucediera y que estaba tratando de calmar la situación con normalidad como siempre hacía, de algún modo quería que yo me enterara. No sé por qué. No sé si quería hacerme daño. Si fue un error. Si... No lo sé. —Estaba resignado, pude notarlo—. Solo sé que mi novia incapaz de dar ese paso tan importante conmigo no había tenido reparos en acostarse con otro. —Vi dolor en sus ojos, el rechazo, el reemplazo...

Apreté la mano de Taehyung y sonrió apenas, como si quisiera decirme sin palabras que apreciaba el esfuerzo que estaba poniendo en apoyarlo.

—Solo me giré hacia ella y le dije que habíamos terminado. Tiré la caja de bombones en la papelera y casi corrí en dirección a mi casa con tantas emociones arremolinadas en mí que ni siquiera sería capaz de ponerlas en palabras. Solo lloré cuando mi madre me abrazó y ahí sentí que mi cuerpo físicamente se rompía en dos. ¿Por qué yo? Eso era lo que más pensaba. Supongo que era muy inmaduro para comprender que la vida no siempre era un camino de rosas y era también muy doloroso para mí aceptar que amaba a alguien que simplemente me había demostrado que no me tenía el mismo aprecio o respeto. No puedo asegurar que Yena no me quisiera, pero estaba seguro de que su amor no era el mismo que el mío.

Pensé en esas emociones que se transformaban. Pensé en un Taehyung de diecinueve años, con lágrimas en los ojos, aferrado a su madre y con un corazón roto. No dudé en querer abrazarlo, querer decirle «todo va a estar bien», pero eso no iba a pasar, porque jamás vería a ese Taehyung del pasado, ni mi frase tampoco lo ayudaría. Pero empaticé con él y entendí que tuvo que ser doloroso lo que sintió.

—Mi madre me lo quiso impedir, pero le supliqué casi de rodillas que me dejara hacerlo porque la idea de quedarme en Daegu me asfixiaba. Si no tenía a Yena, solo me quedaba un sueño frustrado que me recordaría que abandoné todo por ella. Así que ante el dolor mi madre me dejó y rellené la solicitud al examen que tendría solo en unos días para después ponerme a hacer las maletas sin miramientos. Me obsesioné con escapar de allí, con empezar una nueva vida y creí que ese era mi destino. Mi madre pensó que no era mala idea pero siempre me recalcaba que necesitaba pasar por ese dolor. No podía rodear la piedra. Y ella lo sabía más que nadie, porque también le habían sido infiel. Y por parte de Yena, era retorcido que alguien que sabía bien que eso me dolería, lo había hecho sin pensarlo. —Sabía que no era momento de que lo abrazara, pero no tenía dudas de que no habría nada que yo pudiera decirle que lo reconfortara. Sabía que escondía dolor, pero ¿tanto? Me sorprendió descubrir toda esa historia.

Negó con la cabeza y noté que lo hacía porque se sentía enfadado consigo mismo. Quizás se arrepentía de sus decisiones precipitadas, de su huída. Yo no lo juzgaba. ¿Qué hubiera hecho yo si Jungkook me hubiera hecho algo así? Seguramente, ni podría perdonarlo. Así que juzgar a Taehyung sería injusto. Hizo lo mejor que pudo cuando perdió de pronto la confianza en una persona que amaba. Y había que reconocer que no había nada peor que la decepción. Porque confiar en alguien resulta una tarea tediosa y difícil, pero desconfiar, es tan rápido como cuando cae un rayo, solo hace falta una acción para que toda esa confianza desaparezca y ya esa persona no sea la misma para ti.

—Empecé una vida en la que, como Yena me hizo creer que no valía nada, yo tampoco me di valor. Me acosté con una tía cualquiera que si soy sincero, ni siquiera recuerdo su cara, solo porque no quería tener mi primera vez en la universidad, y me fui decidido a que no dejaría que nadie jamás me rompiera el corazón. Pero el destino me tenía preparado otra cosa. —Me miró con profundidad y sabía que por alguna razón, aquello era más importante que lo anterior—. Solo faltó que una persona de ojos color miel y pelo castaño largo cruzara el umbral de una puerta para que todo mi mundo se redujera a nada. —Mi corazón se aceleró—. Fue un microsegundo que me pareció eterno. Tuve la impresión de que la conocía de toda la vida. Y también quise desesperadamente levantarme para abrazarla porque hacía muchísimo tiempo que no la veía, algo contradictorio, porque estaba seguro de que no la había visto nunca, no al menos en esa vida. —No podía creerlo—. Y no pude dejar de mirarla a pesar de que ella se sentó y actuó como si no hubiera surgido algo especial en ese instante de nada.

La vida era algo que a veces se tornaba incomprensible. Me quedaban muchas cosas que entender del mundo y la idea de creer que todo estaba escrito o que existían otras vidas, a veces se sentía ilusa, casi era como si no quisiéramos aceptar la muerte o como si buscáramos la explicación a que estar con alguien se sintiera como un destino. Pero yo quería creerlo por loco que sonara, porque tenía la prueba de mi experiencia, y la de la suya. ¿Cómo no podía hacerlo cuando ambos habíamos sentido lo mismo sin decirlo? La conexión entre Taehyung y yo era casi tan obvia que a veces también era incomprensible. Sentía como si fuéramos la misma persona, unidas por el dolor e incapaces de estar juntas. Habíamos vivido lo mismo, de diferente forma, pero albergaba los mismos sentimientos y aprendizajes. Y era increíble, sumamente increíble.

Quizás era hora de aceptar que el destino existe. Y también, el hilo rojo.

—Pero me convencí de que eso no había sucedido, de que estaba loco, de que no quería amor, de que esa chica no existía porque... Porque no quería afrontar nada de mi vida en ese momento. —Sonrió de lado—. Solo hizo falta un Erasmus para que todo cambiara y besara a esa chica sin pensarlo. Y que acabara con ella como ahora en esta cama en Las Vegas. —Acompañé su sonrisa. Sabía que "esa chica" era yo, pero que lo llenara de detalles lo hacía obvio y eso me gustaba—. Lo que quiero decir con todo esto es que me gustaste desde que te vi, Hana. Sentí una conexión especial de la que fui consciente más recientemente que en el pasado, pero está. Es como un hilo que nos une, como si fuéramos idénticos. Al principio quería creer que todo era pasional, pero trascendía a esa llama...

—Una llama gemela —dije de pronto después de mucho tiempo y él asintió con suavidad.

—Quería que supieras esta historia porque tenía el deseo de que entendieras por qué siempre me ha sido difícil expresarme en todos los sentidos de mi vida. Tenía miedo de confiar, de salir herido, de que alguien descubriera mi corazón roto. Sonreír me quemaba. Vivir me quemaba. A veces me preguntaba cómo seguía viviendo, pero creo que es que me había acostumbrado a no sentir nada y ya ni siquiera pensaba en que no tenía ningún tipo de motivación en mi vida. —Escuchar esas palabras simplemente me dolió. ¿Cómo alguien podía llegar a tanto dolor como para vivir así? Me provocaba tristeza—. Perdí seis años que podía haber empleado en ir hasta ti y decirte que si nos tomábamos un café. Porque no tengo dudas de que ahora podríamos haber llevado ya muchos años juntos. —Sus palabras me sorprendieron. Imaginé cómo hubiera sido ese encuentro si no hubiéramos estado tan encerrados en nosotros mismos. Sonreí al pensar en que todo el mundo me hubiera envidiado al tener los ojos de Taehyung solo sobre mí, pero lo pensé como algo divertido, porque en el fondo me daba igual los demás. Hubiera disfrutado del café, me hubiera reído, hubiéramos intercambiado números y... Seguro que a ese punto, ya hubiéramos llevado años de relación sobre nuestras espaldas. Pero eso jamás pasaría. Y había empezado a pensar que no valía la pena obsesionarse con cosas que no iban a pasar.

—Hubiera estado bien que ninguno de los dos malgastara ese tiempo, pero creo que no debíamos estar juntos. Al menos hace seis años. —Él asintió con suavidad.

Permanecimos callados hasta que yo atrapé sus manos y las acerqué a mi pecho. No lo abracé porque quería mirarlo a los ojos, pero quería que estuviera cerca de mí de alguna manera.

—Has sufrido muchísimo, Taehyung. Sé que lo que hoy me has contado no es ni la mitad de lo que has sentido, porque está claro que una historia de cinco minutos no es un buen resumen de años y años con una incomodidad en tu propia piel. —Me miró con calma, a pesar de lo muy intranquilo que parecía al contar la historia. Sentí que mi voz lo relajó después de tanto tiempo de oír la suya propia—. Y agradezco que me cuentes esa historia. Es muy valiente por tu parte compartir algo que requiere de confianza, así que me siento muy afortunada de que sea una de las primeras personas en las que vuelves a confiar. Lo valoro mucho. —Sonreí de lado antes de asentir—. Ahora entiendo por qué cada paso te cuesta tanto y por qué me quieres alejar: quieres confiar en ti. No soy el problema. Tienes miedo de desmoronar todo por la inseguridad o la desconfianza que otra persona creó en ti y lo aprecio, porque dice mucho de lo que valoras lo que tenemos. Así que gracias por contármelo, porque ahora sé que no es para nada una locura haberme enamorado de ti.

Fue Taehyung el que tomó el impulso de abrazarme y retenerme entre sus brazos por un inmenso tiempo en el que decidí que solo quería quedarme ahí, en casa. Disfruté del momento. No sabía cuándo ocurriría eso otra vez, así que debía atesorarlo con cariño. Me detuve en sus latidos desbocados, en su respiración algo agitada por ello y en cómo sus brazos, a pesar de todas sus experiencias vividas eran firmes y sabían protegerme a la perfección. Me detuve a pensar en lo bien que siempre habíamos encajado y me planteé de verdad el hecho de que parecíamos un alma dividida en dos.

—Quiero amarte sin ningún demonio en la cabeza, Hana. Y sé que aún no estoy preparado. Antes de destrozar lo bonito que tenemos, prefiero esperar. Pero tú jamás, jamás, serás el problema. Porque yo... Yo siento todo por ti. Me da igual si me rompes el corazón, creo que ya ese miedo lo he superado porque vales la pena, porque he entendido que, igual que si no hubiera roto con Yena no te hubiera conocido, si nuestro amor se acaba es solo por una razón lógica que comprenderé más tarde. Pero no quiero destrozarnos por mi inseguridad y aún me siento inseguro. —Era increíble lo inseguro que Taehyung se sentía, pero lo segura que me hacía sentir por momentos. Nadie jamás me había amado así, con un entre líneas que gritaba «no quiero cagarla y por eso no voy a hacerlo», era como si lo hubiera meditado, como si se preocupara excesivamente de nosotros y me gustaba. Tenía que estar agradecida, porque a cualquier persona le hubiera dado igual, pero a él no.

Me puse sobre Taehyung y lo observé desde arriba.

—¿Sabes lo que veo yo desde aquí? —Me invitó a seguir con su cabeza—. A un chico increíble, perfectamente imperfecto. Lo que haces simplemente me deja sin palabras. No tengo dudas de que te importo, Tae. Cualquier otra persona no hubiera pensado en lo que tú piensas, pero lo haces. Lo hiciste desde el primer instante. Y no se te ocurra sentir ni un ápice de culpa, porque valoro que lo hagas. Porque si es por mí podríamos ir a una capilla ahora mismo de aquí y casarnos sin pensar en las consecuencias por muy loco que parezca. —Eso lo hizo reír—. Y yo nunca cometía locuras, hasta que te conocí. Haces que todo mi mundo sea fácil, incluso despertarse. Porque cuando te veo solo pienso en que me haces feliz, en que solo con verte ya mi día será precioso aunque luego se me caiga una taza al suelo y se me rompa en pedazos. Me siento como un perrito que ve a su dueño después de un largo día solo. Así me siento. Porque solo con tu existencia, también me haces feliz. Y tampoco tiene explicación. Eres precioso, por dentro y por fuera. Me pones a mil, por dentro y por fuera. Y si pudiera elegir ahora mismo a alguien para que estuviera a mi lado para siempre, sin duda, te elegiría a ti. Así que ya me da igual quedarme en pausa, porque dudo que pueda enamorarme de alguien que no seas tú. —Él solo posó su mano en mi nuca y me besó, con desesperación y delicadeza entremezclada, con amor y deseo combinado. Me di cuenta de que Taehyung conocía cientos de palabras, pero su lenguaje era el de las acciones, por eso no hablaba tanto y era muy probable que ese día, era la vez que más había escuchado su voz, sus palabras sinceras. Pero su forma de expresar lo que sentía era a través de un beso que gritaba lo mucho que me quería o cómo sus manos estaban desesperadas de entrar en mi cuerpo, como si quisiera tocarme el alma. Así que no tuve dudas de que lo que le había dicho, había sido tan significativo como lo que él me había dicho a mí.

No hizo falta decir nada, él solo me tocó y yo a él. Pero esa vez no parecía que fuera nuestro único lenguaje, no. Ese lenguaje corporal trascendía todo lo que sentíamos. Se fundía con el amor y demostraba nuestra unión. No era placer, lujuria... Era un amor tan intenso que quemaba. Una llama. Esa llama de la que habíamos hablado. Porque siempre había sido así. Al principio éramos cenizas que se prendían juntas, pero ahora éramos llamas. Llamas incandescentes que se volvían enormes juntas.

Solo dejábamos de besarnos cuando necesitábamos respirar. Sentía como si quisiéramos fundirnos del todo hasta ser uno. Porque no solo nos bastaba con unirnos físicamente, teníamos la necesidad de seguir y seguir hasta que no quedara rastro de Taehyung ni de Hana. Que no supiéramos dónde empezaba uno y o dónde terminaba el otro. Que fuéramos uno de verdad.

Me abracé a él cuando llegué al orgasmo, y la verdad es que no quería alcanzar esa cúspide, porque eso significaba que tendría que separarme de él, y no quería. Era como si deseara que Taehyung viviera dentro de mí, por muy absurdo que sonara. Solo fui capaz de dejarme caer sobre su pecho y esconder mi cara entre el hueco de su cuello y su hombro. Él me abrazó con tanta fuerza que casi sentí que me partiría en dos, pero entendía ese abrazo. Taehyung no me quería dejar escapar, aunque sabía que debía hacerlo.

—No voy a rendirme, Hana —dijo con la voz entrecortada. Lo busqué con la mirada y en sus ojos había determinación—. No pienso volver a dejarte escapar. —Y solo pude sonreír. Besé castamente sus labios antes de abrazarlo por el cuello.

—Si tardas demasiado, yo misma iré a buscarte. —Su risa rebotó contra mi pecho y me hizo sonreír. Me gustaba verlo sonreír, era incluso más bonito que de costumbre. Acaricié su sonrisa cuadrada como si deseara trazarla más tarde.

Me abrazó de nuevo y nos quedamos así, por tanto tiempo que ni siquiera puedo recordarlo.

Hola, ¿qué tal están?

Uno de los temas que más me gusta de esta historia, y que más quería tratar eran las inseguridades y los miedos. Pienso que es algo que todas las personas de este mundo, experimentamos en algún momento por heridas o sucesos del pasado, o por culpa de cómo nos trataron o nos dejamos tratar. Creo que es importante visibilizar que aunque no hemos vivido lo mismo, en nuestro corazón todo este tipo de inseguridades y miedos existen y que no debemos de temer, sino sentirnos acompañados y acompañadas porque no somos los únicos. Y que, aunque no lo creamos, hay personas por ahí en el mundo que todo eso que nosotros creemos que es "imperfecto" van a amarlo. Y todo ese amor también tiene que empezar por el propio, que es el más difícil pero que es el que nos va a ayudar a que todo eso que nos aterra pase a segundo plano y podamos vivir más felices♡

Creo que de todos, este es sin duda, el capítulo que más me gusta de Las Vegas, es muy, muy precioso, así que espero que les haya gustado. El maratón ha sido medio raro porque no he podido subirlo como quería de seguido (sorry, he estado muy liada), pero espero que lo estén disfrutando igualmente!!

¡Un abrazo enorme!♡

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro