Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

26

Taehyung

Había camuflado la importancia de todo lo que había pasado con Hana durante ese tiempo con la idea de que no quería pensar en ello, de que solo quería dejarme llevar, pero después de haberme dado cuenta de que todo aquello iba más rápido que lento, no pude evitar pensar que todo se estaba yendo de mis manos y que no podía dejar que sucediera antes de que no tuviera escapatoria.

Aún cuando había tratado de convencerme de que aquello no tenía importancia, la tenía. No era capaz aún de aceptar lo que sentía, pero sabía que había algo. Aquello no era solo sexo. Era algo. Algo que era incapaz de nombrar. Algo que era incapaz de aceptar. Pero estaba ahí, latente. Y en ocasiones me hacía recordar el riesgo que estaba tomando al estar en esa situación. A pesar de que no podía evitar dejarme llevar por esos momentos de complicidad en los que dejaba escapar cada cosa de mí como si no fuera un tesoro para que Hana lo supiera, a veces me aterraba pensar en que confiaba demasiado en ella. Era consciente de que no se trataba más que del hecho de que sin duda, Hana sacaba lo mejor de mí. Y me aterraba cuando lo pensaba demasiado.

Me senté frente a esa caja de nuevo, como si tratara de buscar las respuestas de por qué me había metido tanto en Hana, pero no encontré más que demonios en mi cabeza. Demonios del pasado que me hacían huir. Sentimientos que me hacían desear no alejarme de ella nunca más.

Los recuerdos y el dolor del pasado se arremolinaron en mi mente antes de que pudiera pararlos, antes de que tan siquiera pudiera huir y me hundí en ellos como si los estuviera viviendo en ese instante, con el deseo de que por fin, desaparecieran de mi interior y pudiera seguir viviendo mi vida con calma. Como si eso fuera lo que necesitaba para aferrarme a Hana por fin.

La había conocido cuando menos lo esperaba. Era difícil que en un colegio de barrio donde siempre éramos los mismos, llegara alguien nuevo que eclipsara las caras conocidas, pero tal como si fuera el destino, ella llegó. Se me hizo difícil no poner todo mi interés en ella. Era preciosa y adorable. Con su carita redonda, sus ojos grandes y oscuros, junto a sus mejillas sonrojadas. Ese día que apareció en la escuela, sus perfectas coletas algo onduladas llamaron mi atención.

—¿Cómo te llamas? —Fue lo que dije cuando me acerqué a ella en el recreo. Aunque en realidad lo sabía a la perfección, porque desde que había escuchado su nombre, lo había memorizado como si la vida se me fuera en ello.

—Song Yena. ¿Y tú? —preguntó con cierta curiosidad.

—Kim Taehyung. —Y esa sonrisa en la que mostraba sus perfectos dientes, me cautivó. No sé si fue ese el momento en el que me enamoré de ella, o si fue el paso del tiempo compartido, lo mucho que me gustaba que fuera tan atenta, tan buena, tan agradable, tan empática... Pero indudablemente, sentí todo por ella.

De un día para otro, empezamos a salir, a eso de los quince años. Y a partir de ahí, fui la persona más feliz del mundo. Siempre había pensado en el matrimonio como la meta final, eso que consigues cuando ya has amado suficiente, cuando imaginas con inocencia que tu vida va a ser perfecta a partir de ese instante solo porque sientes un amor inexplicable hacia otra persona. Y no me costó imaginar que deseaba tomar esa meta con Yena. Casarme. Comprar una casa juntos en Daegu. Tener una familia. Envejecer... Todo junto a ella me parecía posible.

Hasta ese día donde todo cambió.

Había comprado su caja de bombones favorita, de esos que eran de chocolate blanco que solo parecían gustarle a ella. Tenía la noticia: había decidido quedarme en Daegu y renunciar a mi futuro de ir a la mejor universidad del país porque pensaba que ser veterinario era secundario cuando tenía el amor de mi vida a mi lado. Lo hice porque creía que era lo correcto. Porque creía que no necesitaba a nadie más que a Yena. Porque creía que esas cosas se hacían con amor. Con diecinueve años creía que solo el hecho de tenerla a ella era más que suficiente para ser feliz.

Cuando me abrió la puerta de su casa, supe que algo no estaba bien.

—¿Tae? ¿Qué haces aquí? —Su pregunta cargada de sorpresa, borró mi sonrisa al instante. ¿Después de tanto tiempo no se alegraba de verme? ¿Por qué no se había tirado a mi cuello como siempre? Pero todo fue peor cuando vi una camiseta desconocida sobre su cuerpo y unas marcas en su cuello. Tomé su muñeca para mirarla de cerca y mi corazón se aceleró. Sentí por primera vez ira hacia ella. Una ira que solo había sido capaz de sentir hacia mi padre—. Espera... —casi exclamó cuando la aparté para entrar en su casa. Casi no sé cómo fui capaz de hacerlo, pero mi instinto me nubló. Algo no iba bien. No podía ser que tuviera en su cuello esas marcas que estaba seguro que yo no le había hecho. Pero deseé equivocarme.

Cuando vi a un chico sobre su cama desordenada, con solo unos calzoncillos y su móvil en su mano, quise que la tierra me tragase. Jaehon, el capitán de natación de nuestro instituto estaba sobre la cama de mi novia semidesnudo, tal como si acabara de tener el mejor sexo de su vida. No sé qué me molestó más, si pensar en el hecho de que la chica a la que amaba, de la que estaba enamorado, de la que estaba dispuesto a pasar toda mi vida, la chica que me había hecho renunciar a todo, se había acostado con alguien al que supuestamente no soportaba cuando había rechazado a su novio cientos de veces porque "no estaba preparada". O si quizás me molestó más la reacción de indiferencia de ese chico que se estaba acostando con alguien que se suponía que estaba en una relación.

—Taehyung puedo explicártelo... —La miré. No me vi la cara, pero supuse por su reacción, que tenía que haberle dedicado la peor de las miradas que nunca antes había sido capaz de esbozar.

Me fui de allí, incapaz de decir nada. Solo fui parado por la mano de mi novia. De esa a la que creía amar con toda la fuerza del mundo, pero que en ese instante, creí que sería capaz de odiar. Aparté mi mano con fuerza y la vi preocupada. La conocía. Sabía que no le había gustado que me enterara así.

—Hemos terminado, Yena —zanjé. Tiré la caja de bombones en la papelera cuando me fui de su casa y no miré atrás.

Sentía tantas cosas que aún ni después de tantos años, sabría ponerlas en palabras. Era un remolino de sensaciones diferentes que acaban en un punto común: la traición y la decepción entremezcladas. No solo me dolía el hecho de que la persona que más amaba en el mundo hubiera sido capaz de jugar conmigo, de romperme el corazón, sino que encima, precisamente ella, la que había estado a mi lado cuando mis padres se habían separado por culpa de una infidelidad, hubiera sido capaz de hacerme exactamente lo mismo.

No fui capaz de llorar hasta que llegué a mi casa y mi madre me abrazó con fuerza. Fue ahí cuando sentí mi corazón romperse, pararse en un suceso que me había marcado hasta la actualidad. Era peor que si me hubieran estrujado el corazón. Todo lo que creía era mentira. Todo lo que imaginé, jamás iba a suceder. Pero sobre todo, toda la confianza que había depositado en ella, se había esfumado. Ya no creía conocerla.

—Llora, mi amor. Saca todo ese dolor de ti antes de que se te quede clavado para siempre. —Y no dudé en pensar que no había nadie más en el mundo que pudiera comprenderme que mi madre.

Aún cuando estaba pasando el momento más frágil de mi vida, me armé de valor y me inscribí en último instante al examen de ingreso de la Universidad Nacional de Seúl. Quería irme de allí. Olvidarla. Empezar mi vida desde cero. Sabía que eso solo podía ser una señal de que debía mirar por mí mismo y no por nadie más.

—¿Estás seguro, TaeTae? Estarás solo —dijo Namjoon con preocupación. Asentí.

—Creo que no he estado tan seguro antes. —Y no mentía. Solo había dos cosas de las que estaba seguro: mi amor por Yena y que quería ser veterinario. Y desde luego, después de que la primera fallara, solo me quedaba la segunda.

Yoongi, al verme tan destrozado, decidió cambiar su matrícula a la Universidad Nacional de Seúl a pesar de que ya había empezado la de Daegu, cosa que siempre agradeceré por su parte. Fue capaz de sacrificar todo por mí, por no dejarme solo y nunca podría agradecer lo que significó ese apoyo para mí cuando más lo necesitaba.

Poco antes de marcharme, zanjé mi vida en Daegu. Tuve mi primera vez con una chica que apenas conocía, de una manera que jamás imaginé. Hice mis maletas y me marché a Seúl con ganas de rehacer mi vida y con la sensación de que solo yo era el único protagonista de ella. Pero por alguna razón, una chica de ojos color miel, tenía otros planes para mí.

Siempre pensé que era una locura. Cuando más quería alejarme del amor, más me lo ponían en bandeja y después de haber pasado solo unos meses de mi ruptura, sentía que había encontrado justo lo que necesitaba frente a mí. Pero no supe apreciarlo. Lo ignoré. Disfruté de esos seis años sin quitármela de la cabeza y con la certeza de que Yena tampoco se fuera de ella para recordarme por qué no podía sucumbir al amor, pero ahí estaba.

Seguía roto por dentro. Mi confianza estaba cada día más recuperada en muchos aspectos, pero creía que en cuanto al amor, seguía igual de baja que cuando vi a Yena con otro hombre. Quizás era idiota, ¿no eran seis años suficientes para dejar un trauma atrás? Pero yo en realidad la amaba, estaba dispuesto a todo por ella y no era fácil. Siempre había sentido que no podía avanzar. Que no podría evitar sentirme inseguro, celoso, insuficiente... No había sido más que reemplazado por otra persona. Aún me seguía preguntando qué me faltaba o qué había faltado en nuestra relación. Sabía que no podía actuar como si nada. Sin embargo, Hana me hacía pensar que no era así. Hana me había hecho querer superar todo como si nada.

Aunque seguía siendo una locura, después de tenerla entre mis brazos, podía todavía comprender más que ella valía la pena. Que el pasado no tenía sentido si podía estar a su lado. Porque con Hana todo era fácil. Intenso. Agradable. Sencillo. Bonito. Hana me hacía sentir suficiente. Me hacía sentir tranquilo. Me hacía sentir feliz. Joder. Me hacía sentir demasiado feliz. Como si todo estuviera en su sitio. Lo que tenía con ella sobrepasaba lo normal. Y sabía que no podía dejarlo escapar. Pero el pasado, me inquietaba. Había sufrido mucho, más en silencio que en voz alta. Mi autoestima había acabado por los suelos ante el rechazo de la persona que amaba, sumado al reemplazo, cosa que me hacía creer que no era lo suficiente para ella. Mi corazón se había roto. Todo lo que creía que habíamos construído, se había derrumbado de un soplo. Todo se había removido en mí. Y lo peor es que me sentí fatal de pensar que mi madre ya había pasado por algo tan doloroso como eso. No quería pasar por eso de nuevo. Es más, ni siquiera pensaba que sería capaz de hacerlo cuando Hana me había removido de una manera más intensa de lo que nunca Yena lo hubiera podido hacer. Tenía simplemente, un cacao mental imposible de explicar. En donde quería dejar todo por Hana, pero con la sensación de que dejarlo todo por ella era abrirse demasiado para lo que había sufrido.

Me llevé las manos a la cabeza sin dejar de mirar la caja. Y a pesar de que pensaba que no lo haría, tomé mi móvil para marcar a la persona que más quería escuchar en ese momento.

—¡Tae! —canturreó en una exclamación—. ¿Cómo estás, tío? Estaba deseando poder escucharte.

—Yoongi... —murmuré. Tenía un nudo en la garganta—. No estoy bien. Estoy más perdido que nunca. —Y supe que no le hacía falta escuchar más. Había dicho justo lo que él necesitaba oír para apoyarme. Aún cuando sabía que no encontraría respuestas con su llamada.

¡Hola! ¿Cómo están?

Aquí tienen por fin los motivos de Tae, todo ese pasado que le impide sucumbir al amor. Todo ese triste pasado que le rompió el corazón :( No sé si se lo veían venir, pero de alguna forma, tenía ganas de mencionar las infidelidades en alguna de mis historias.

Espero que estén disfrutando de la historia tanto como yo.

Un abrazo enorme♡

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro