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24

Hana

—Desde que eres una afortunada parisiana, apenas hablas conmigo —se quejó desde el otro lado de la línea y yo negué con la cabeza.

—Desde que vives con tu novio, apenas hablas conmigo —me quejé de vuelta y él soltó una pequeña risa.

—Esta es la típica pelea en la que tendré que ceder por no escucharte más. Eres imposible de ganar, ¿eh? —Reí sin dudarlo antes de bajar por las escaleras de la residencia de camino a mis prácticas externas.

Ya había comenzado de nuevo la semana y con ella, una menos para las vacaciones de verano. El tiempo había pasado rápido y casi me costaba creer que hicieran dos meses desde que nos habíamos ido a las caravanas. Y no me sentía para nada la misma Kwon Hana que en ese momento. Ni mucho menos, la misma Kwon Hana que había pisado Francia. Y a pesar de que pensaba que sería algo que me atormentara, estaba tranquila. Días después de esa conversación con Hailee que tanto necesitaba tener, mi mente parecía más calmada y yo, me sentía más a gusto conmigo misma. Gracias a su consejo, había empezado a ir a terapia con una psicóloga coreana que me había ofrecido la universidad y el consulado. Debía admitir que fue un alivio encontrar el apoyo en alguien desconocido, por muy loco que sonara. Sentía que podía abrirme y contar hasta mi mayor inquietud porque sabía que ella me escucharía y me daría las herramientas necesarias para luchar contra todos los fantasmas que me habitaban en mí desde el pasado. Por supuesto, su ayuda no era mágica y mis problemas no se habían ido de la noche a la mañana, pero estar en mi piel era menos horroroso que antes.

—Sabes que es uno de mis fuertes —bromeé, a sabiendas de que Jungkook era consciente de que siempre ganaba en nuestras peleas. Ambos reímos—. ¿Todo bien por mi querida Busan?

—Lo cierto es que apenas sale el sol desde que te fuiste... ¿Se habrá parado el tiempo porque era de noche cuando cogiste el avión?

—Eres idiota —zanjé y él frunció el ceño. Se me hacía raro verlo en otra habitación que no fuera la suya, esa en la que habíamos creado tantos recuerdos juntos.

—Es verdad, Hana. —Caminó hasta la ventana—. Es de noche, no te miento.

—No sé si sabes que todo es porque estás en el otro lado del planeta... —Se encogió de hombros.

—Se me daban mal las asignaturas de ciencias, ya lo sabes. —Solté una carcajada aunque no quería. Me había acostumbrado a no tener su estúpido sentido del humor, pero ahora que estaba en Francia, parecía echarlo más en falta.

Sonrió antes de sentarse de nuevo en el sofá.

—No, pero en serio. Todo está bien. Jimin ha dejado de volverse loco con la decoración y por fin mi bolsillo puede descansar después de que la casa haya quedado tal como la había visto en Pinterest. —No dudé en soltar una pequeña carcajada y él me acompañó—. Y en la cafetería va todo como siempre, el ritmo que conoces. Hemos contratado a algunas personas nuevas que saben de repostería para poner más dulces caseros.

—Eso está bien, Koo. Me alegro mucho —aseguré—. ¿Y tus padres?

—En su línea de trabajar mucho y descansar poco, pero nada nuevo de los Jeon. —Reí porque era así. Que Jungkook tuviera un día libre era casi imposible. Apenas lo había visto coger vacaciones en seis años—. Me preguntan mucho por ti —No pude evitar sonreír. Siempre me habían gustado los padres de Jungkook, a pesar de su obsesión por la tradicionalidad. Eran muy amables, de buen corazón, de esas personas que te llenan el día de alegría y siempre me habían aceptado, tanto cuando era amiga de él, como cuando fui su pareja. Era cierto que les había tomado por sorpresa el hecho de que quisiera irme a Seúl. Pero al final, aceptaron que nuestro amor no estaba hecho para siempre. Así que solo me tenían ese aprecio especial de ser su mejor amiga de toda la vida.

—Tengo que pasarme cuando vuelva —aseguré. Nada me hacía más ilusión que comer entre las increíbles recetas del padre de Jungkook y disfrutar de las conversaciones agradables de su madre.

—Eso era seguro. Igual que ir a la playa como en los viejos tiempos. Me he cogido las vacaciones solo para ti, así que no podrás quejarte. —Sonreí sin dudarlo. No podía quejarme, que Jungkook hubiera dejado su trabajo por mí decía mucho de él y de lo que me valoraba, a mí y a nuestra amistad. Era imposible no quererlo.

—Claro que sí, idiota. Es lo más que quiero hacer —aseguré y él sonrió antes de asentir.

—Pero ya hablaremos de eso, que aún te queda tiempo para venir y no quiero pensar en las ganas que tengo de verte —dijo—. Cuéntame, ¿qué tal por ahí? De verdad que Jimin no deja de volverme loco con ir. —Reí. Era tan típico de Jimin. Me encogí de hombros antes de sentarme en un banco cercano a un parque. Aún me quedaban diez minutos para entrar, así que quería disfrutarlos con mi mejor amigo de la infancia.

—Todo va bien —dije, consciente de que debía de ser más concreta. Pero ¿cómo podría decirle a Jungkook todo lo que había pasado solo por videollamada?—. Los estudios me ocupan casi todo el tiempo, pero ya me estoy acostumbrando al francés y a vivir en esta ciudad. —Jungkook sonrió—. También he empezado a ir a terapia —expliqué y él sonrió de lado. Le estaba diciendo sin decirle «me pasan cosas» y él supo entenderlo—. Aún no se lo he dicho a mi madre.

—No tienes por qué, Hana. Si has empezado a ir es porque sientes que debes hacerlo y yo siempre te dije que quizás lo mejor era que alguien profesional te ayudara con todo lo que has sufrido. —Asentí. No me olvidaba de las cientos de veces que Jungkook me había aconsejado ir al psicólogo cuando tenía momentos en los que mencionaba algo sobre mi padre sin querer y después hacía como que no lo había dicho. Él sabía lo mucho que sufría en silencio y me arrepentía de no haberle hecho caso nunca—. Estoy muy orgulloso de ti. Estás sola en París, has hecho amigos, has estado sacando buenas notas y estás luchando contra todo lo que tienes dentro... Tú también deberías sentirte orgullosa por eso —dijo con esa característica calma que siempre lo envolvía. Y me alivió. Escucharlo decir algo como eso me hizo darme cuenta de que en realidad yo también estaba orgullosa de mí misma, algo que no pasaba muy a menudo. Siempre creía que podía hacer todo mejor de lo que lo había hecho, así que nunca me paraba a pensar que muchas cosas de las que hacía, hubieran sido imposibles para mí en el pasado. Tenía que empezar a sentirme orgullosa por mis logros, por muy pequeños que fueran.

—Sabes que siempre he buscado ser mejor, pero lo estoy intentando. Me he machacado durante años a mí misma como si fuera mi mayor enemiga y eso no tiene ningún sentido. —Asintió—. Sigo siendo esa niña abandonada por mi padre, pero no voy a dejar que eso marque mis pasos.

—Pensé que jamás te oiría decir eso, Han, pero eso me hace sentir más orgulloso de ti. Es difícil, creo que quererse a uno mismo es una de las tareas más complicadas en un mundo que prima que nos desvivamos por los demás antes que por nosotros, pero no es imposible. Y sé que tú lo conseguirás. —Su confianza me hizo sonreír. Con su apoyo no necesitaba más—. ¿Te va bien con las terapias?

—Mejor de lo que esperaba —respondí—. Pensé que sería difícil sincerarse con una persona desconocida, pero mi psicóloga tiene un aura que desprende confianza, así que no me costó demasiado. Aunque se avanza muy lento con todo esto, pero estoy intentando cultivar mi paciencia. Por lo menos me siento aliviada de exteriorizar todo aquello que siempre me he guardado para mí.

—Ya lo tenías enquistado en tu corazón. Que salga me alivia, Hana. Quiero que seas feliz y parecía que estabas estancada.

—Lo estaba, pero estoy dando mis primeros pasitos, aunque sea con cautela. —Y eso lo hizo sonreír.

Después de unos segundos en silencio, cambié de tema.

—Vamos a hacer una fiesta temática de Shrek por el cumpleaños de una de las chicas.

—¿En serio? Joder, no sé si reservar un vuelo ahora mismo para no perdérmelo. —Reí.

—Vente —pedí y eso lo hizo sonreír.

—Jimin me echaría de casa si no me lo llevo.

—Pues vengan los dos —sugerí y él negó con la cabeza.

—Ojalá, pero no puedo abandonar la cafetería, ni Jimin la academia. —Suspiré y Jungkook sonrió de lado—. ¿Y tienes que ir disfrazada? —Asentí—. ¿Ya lo has pensado?

—De la hada madrina —respondí y él sonrió.

—¿De la sexy al final de la segunda película?

—Claro, ¿por quién me tomas?

—Exijo una foto. El rojo siempre te ha sentado bien —aseguró. Sonreí sin poder evitarlo. Como siempre, Jungkook tan halagador—. Mira a ver si vas a conquistar a tus amigos así... —Reí.

—Debería, después de todo, estoy buenísima —bromeé y él rio.

—Jimin no me escucha ahora mismo así que puedo decir que es verdad. No voy a negarlo. —Ambos reímos. Adoraba esa confianza que teníamos de no tomarnos en serio esas bromas, que ambos tuviéramos tan en vena que aunque habíamos estado juntos, era cosa del pasado.

—Quedan apenas cinco minutos para entrar y tengo que cambiarme de ropa —dije entre risas—. No quiero colgarte... —Hice un puchero.

—Piensa en que en menos de un mes podrás vernos a todos... —Sonreí antes de asentir—. Cuídate, Han.

—Lo mismo digo, Koo. Dale saludos a Minie de mi parte. —Asintió.

—Lo haré —aseguró.

—Te quiero.

—Y yo —canturreó con una sonrisa antes de colgar.

Quedaba solo un día para la fiesta temática de Shrek y después de haber estado entre las conversaciones de las chicas para poner a punto sus disfraces, me encontraba en mi habitación por fin, con ganas de descansar. Ya me había duchado, me había hecho mi rutina de cuidado facial y me había puesto el pijama más calentito que tenía, porque a pesar de que cada vez se acercaba más el verano, se habían instaurado repentinamente, unos días de frío tal como si fuera enero.

Estaba agotada. Las sesiones de terapia ayudaban, pero el hecho de darse cuenta de que estaba construyendo solo los cimientos de mi vida, dolía. Estaba en ruinas, y trataba de arreglar mi vida de alguna forma, pero costaba mucho tocar ciertos temas. En parte, me desmotivaba un poco seguir adelante cuando sabía lo mucho que tardaría en reconstruirme de nuevo, pero por otro, no quería rendirme tan fácil. Decidí que quizás ese día no era el mío. Había momentos en que era más fácil aceptar que hay días buenos y malos, y que los malos no sirven para pensar en los problemas que una carga en su mochila.

Me puse a escribir en mi ordenador una tarea que tenía que entregar antes del lunes. Ya había hecho algunos resúmenes, subrayado los apuntes y estudiado un poco, así que antes de pedir algo de comer, había decidido realizar esa tarea y así poder descansar durante todo el fin de semana. Estiré mis brazos justo cuando la di por finalizada y cuando estuve a punto de subirla al campus virtual, mi puerta sonó. Dos golpes. Dos golpes que significaban que solo podía ser una persona en concreto. Pero ¿qué hacía ahí?

Me levanté del sofá y dejé mi portátil sobre él antes de abrir la puerta para encontrarme con la sonrisa ladina de Taehyung. Tan guapo como siempre. Con su pelo alborotado y ropa cómoda. Traía consigo una mochila colgada sobre su hombro, por lo que parecía que venía de la calle.

—¿Taehyung? —pregunté sorprendida. Lo cierto es que no hacía mucho que lo había visto, pero si lo suficiente como para que fuera un día o dos. Había estado ocupado haciendo horas extras en las prácticas externas. Y no es que me alegrara que fuera así, pero él era una de esas cuestiones que aún no me atrevía a tocar en terapia y cuando se ponía frente a mí no podía controlar lo que sentía. Por lo que era un dilema, no sabía si esa relación me beneficiaba ahora que luchaba contra mí misma. Volvía a encontrarme en un bucle sin sentido mental en el que Taehyung era el protagonista principal de él otra vez.

—¿Tanto te sorprende verme? —bromeó de esa forma tan natural que había adquirido con el tiempo.

—No te esperaba —admití. Aunque era raro que dijera algo así, no era muy loco que él terminara tocando mi puerta en algún momento del día.

—¿Puedo pasar o estás ocupada?

—Solo estaba haciendo algo de clase. —Abrí la puerta del todo y él pasó.

Tal como si fuera su lugar, dejó la mochila junto a la puerta y se quitó las zapatillas para entrar. Aunque cada vez se me hacía más natural verlo allí, me sentía nerviosa, con la sensación de que a medida que pasaba el tiempo, aunque no reaccionaba con tanta intensidad como antes, la profundidad de mis sentimientos se agravaba.

—¿Quieres tomar algo?

—¿Como qué? —Su pregunta me hizo alzar la ceja. Era increíble cómo podía hacerme esa insinuación con una expresión tan seria.

—Creo que un vaso de agua será suficiente —zanjé y él sonrió. Y para qué mentir, yo también lo hice. Se lo dejé sobre sus manos una vez tomamos asiento en el sofá.

—¿Qué hacías?

—Una tarea para una de las optativas. Aunque en realidad no sé si estará muy bien. No sé en qué momento pensé que se me darían bien los ejercicios de investigación...

—¿Te importa si lo miro? —Negué con la cabeza. En cualquier otra ocasión me hubiera negado, puesto que era de esas personas que confiaba bastante en mis propias acciones y solía pensar que hacía las cosas bien, pero en ese caso donde sabía que Taehyung se le daba mejor, lo dejé. Tomó mi portátil y lo puso sobre sus muslos para leer con detenimiento lo que había hecho. Me deleité en su expresión concentrada, en lo sumamente atractivo que siempre me parecía cuando estaba así.

Después de leerlo, me miró.

—Está bien, Hana —aseguró—. Has ido mejorando.

—¿Tú crees? —Asintió con seguridad antes de devolverme el portátil. Por unos instantes, me sentí orgullosa de mí misma—. Todo es gracias a los apuntes que me diste, Tae... —Golpeó con suavidad mi cabeza.

—Eso es porque tú también eres muy lista, Hannie. —Sonrió antes de ponerse los brazos detrás de la nuca y sonrió. Estaba tan atractivo que solo quería besarlo por todas partes.

—Lo dices como si no hubieras sacado un diez en todas las asignaturas del Erasmus... Lo tuyo es de otro planeta, ¿sabes? —Miró al frente con una sonrisa ladina hasta que volvió a mirarme. Parecía debatirse entre si hablar o no, hasta que finalmente lo hizo.

—Tengo altas capacidades —explicó. Cuando me miró no dudé en sorprenderme—. Es por eso que soy tan inteligente. —En cierto modo tenía sentido. El hecho de que fuera superdotado explicaría por qué sacaba tan buenas notas en todo, cómo era capaz de hacer tareas tan rápido, el enterarse de las cosas de clase sin estudiar, o manejar el francés como si fuera su lengua natal... Sin duda eso tenía explicación. Pero no podía evitar sorprenderme. En realidad no me esperaba que fuera así a pesar de mis sospechas.

—Tiene sentido... Pero...

—Mi madre decidió no avanzarme un curso. Mi hermano también tiene altas capacidades y con él cometió el error de hacerlo... Si es por eso que te preguntas por qué tenemos la misma edad.

Nos quedamos en silencio unos instantes, como si necesitara comprender esa información que estaba ahora en mi mente, no solo porque en parte no lo esperaba, sino porque Taehyung me había confiado algo como eso, algo que parecía que no lo sabía todo el mundo.

—¿Sabes? Es una cualidad increíble, Tae.

—Lo cierto es que siempre he tenido problemas por ello. No solo porque todo lo que consigo no es por mérito puramente mío y porque las clases me aburren... Sino porque mi padre nunca fue capaz de aceptar la decisión de mi madre de no dejarme pasar de curso y siempre me castigó por ser tan listo y estar entre gente tan tonta, según él. —Me sorprendí al escuchar sus palabras. ¿De verdad me estaba confiando tanta información? Pero no me quejaba. Estaba feliz de escuchar ese pellizco de su vida.

—No digas eso, Taehyung. Es verdad que gracias a que tienes altas capacidades muchas cosas son más fáciles para ti, pero eso no quiere decir que te quites el mérito. Eres muy inteligente y eso es algo que está en ti. Igual que a mí se me den tan mal los problemas de investigación. —Soltó una pequeña carcajada antes de asentir.

Sonreí mientras nos quedábamos en silencio.

—Creo que eres de las pocas personas que me ha dicho algo así. —Sonrió de lado. Mi corazón se aceleró—. Siempre he pensado que es una desgracia el ser tan inteligente porque me causó muchos problemas con mi padre, porque se metieron mucho con mi hermano por la misma razón y porque sentía que jamás llegaría a nada porque todo era demasiado fácil para mí... Pero escuchar eso en parte alivia. Solo me lo habían dicho mi familia y mis mejores amigos. —Nos sonreímos por unos instantes—. Por eso siempre he creído que tú eres mejor. —Negué con la cabeza.

—Creo que ambos somos buenos a nuestra manera. Tú por naturaleza, yo por esfuerzo. Pero si tú no te esforzaras, tampoco te valdría de nada ser inteligente, ¿no? Igual que si yo no lo hiciera, tampoco llegaría a nada. Creo que pase lo que pase, esforzarse es siempre lo que cuenta. Y creo que tendríamos que dejar de ver quién es el mejor de los dos. Lo importante es que algún día seremos veterinarios, ¿no? —Él sonrió antes de asentir.

—Llevas razón.

Sabía que si no fuera por ese Erasmus, no hubiera sido nunca capaz de decir algo como eso. No es que tuviera una obsesión increíble por ser la mejor, pero sí por destacar, por sentir que mi madre estuviera orgullosa de mí. Pero me había dado cuenta que ser la mejor no tenía importancia. Al final, mi madre estaba orgullosa de mí y estaba haciendo lo que quería, ¿no era eso lo que importaba? No quería seguir pensando en que había una rivalidad por ver si yo era mejor que él cuando ya no me importaba lo más mínimo. Menos cuando él me había ayudado tanto.

—Eres la única que lo sabe. —Su confirmación aceleró de nuevo mi corazón. ¿Algún día me quedaría sin él por su culpa?

—¿Por qué? —Se encogió de hombros antes de mirarme.

—Porque no me gusta contarlo y porque por alguna razón, sentí que debía decírtelo. —Sonreí de lado. ¿Por qué me sentía tan bien de que él confiara en mí?

Apartó la mirada después de unos minutos y se levantó para coger su móvil de su mochila.

—No sé si tienes hambre, pero yo sí. ¿Pedimos comida coreana? —preguntó con tanta naturalidad que casi parecía nuestro día a día y deseé que fuera así.

—Hace semanas que no como comida coreana...

—Entonces con más razón. —Solté una pequeña carcajada y él sonrió—. ¿Alguna petición?

Tteokbokki, por favor. De resto, lo que más te apetezca.

—Buena decisión. —Sonrió mientras tecleaba. Nos quedamos en silencio mientras él elegía. Después de eso, dejó su móvil sobre sus muslos—. Listo, no tardarán en llegar —anunció. Sonreí en su dirección—. ¿Puedo preguntar por qué Tteokbokki? —Me encogí de hombros.

—Mi abuela siempre me lo preparaba cuando me apetecía y como echo un poco de menos a mi familia, tenía ganas. —Su expresión se suavizó y esa sonrisa que persistía en sus labios se fue esfumando por alguna extraña razón que no logré comprender.

—Mi abuela también lo preparaba mucho —me explicó—. Solía hacerlo cuando pasábamos el fin de semana con ella. Era el plato favorito de mi hermano y casualmente, el de mi abuelo. —Sonrió de lado con cierta amargura—. Y todo lo que mi abuelo quisiera, mi abuela lo preparaba. Lo amaba tanto que no le podía decir que no. —Miré hacia delante mientras también pensaba en mis abuelos, en lo mucho que se parecían.

—Mi abuelo preferiría mil veces prepararlo él a que lo hiciera mi abuela. —Eso lo hizo reír de una manera que esfumó cualquier pensamiento negativo que pudiera tener sobre su reacción.

—¿Por qué? —preguntó entre risas.

—Cocina bastante mal, solo sabe hacer bien el Tteokbokki —aseguré y él rio de nuevo—. ¿Tan gracioso es?

—No me esperaba que dijeras algo como eso. Pero no es que me parezca extraño, mi madre tampoco cocina muy bien, es mi padrastro quién tiene las dotes culinarias —dijo con una sonrisa. Su padrastro... Eso también añadía algo de información a la que ya me había dado anteriormente—. Menos mal que se casaron, ya me imaginaba lo horrible que sería vivir solo con la comida de mi madre a base de Kimchi. —Esta vez fui yo la que reí.

—¿Y tú sabes cocinar? —Asintió.

—Mi abuela me enseñó. —Sonrió de lado—. También es que yo era muy curioso y siempre pasaba el tiempo con ella cuando cocinaba porque me encantaba comerme los ingredientes —contó y eso me hizo sonreír. La idea de imaginarme a un pequeño Taehyung con su abuela me resultó adorable—. Además, a mi abuela le encantaba tenerme de ayudante, me sabía las recetas de memoria.

—Eres increíble, ¿cómo puedes saberte las recetas de memoria? —Se encogió de hombros—. Entonces me tendrás que enseñar alguna, ¿no? Aunque por favor, tendrás que escribirlas, mi memoria no es tan increíble como la tuya. —Soltó una pequeña carcajada. Amaba esos momentos donde los dos parecíamos olvidarnos de todo y solo éramos ese Kim Taehyung y esa Kwon Hana en sus mejores versiones cuando estábamos juntos.

—¿Sabes cocinar?

—Más o menos —respondí con sinceridad—. Sé hacer algunas cosas muy bien pero otras se me dan regular. —Él sonrió de lado.

—Un día tenemos que hacer una tarde culinaria.

—Me parece bien —respondí con una sonrisa. ¿Cómo sería cocinar con Taehyung? Tal solo de imaginarlo se me aceleraba el corazón. ¿Por qué parecía que cada día se me hacía más fácil enamorarme de él?

Nos quedamos en silencio.

—Hay algo que sí que se me da mal, aunque no lo creas —dijo de pronto y eso llamó mi atención.

—¿El qué? —pregunté seguramente con una sonrisita de idiota. Él apartó la mirada hasta que volvió a mirarme.

—No se lo digas a nadie.

—Soy una tumba —dije. Él sonrió antes de acercarse y murmurar sobre mi oído.

—Soy malísimo para madrugar.

—¿En serio? —pregunté con cierta sorpresa—. Pero si eres de los que más pronto llega...

—Me pongo miles de alarmas y la mayoría de las veces salgo sin desayunar porque me vuelvo a dormir... —Reí—. ¡No te rías! —exclamó con vergüenza.

—Me cuesta creerlo porque siempre vienes tan bien vestido y peinado... ¿No estarás mintiendo?

—No, Hannie, en serio, la cama es capaz de atraparme —aseguró con tanta seriedad que no pude evitar reírme de nuevo. ¿Por qué no podía dejar de hacerlo? ¿Taehyung me hacía tan feliz?

—Así que no eras tan perfecto como creía... —bromeé y él sonrió.

—Que la cama te atrape tiene ciertas ventajas —dijo con segundas intenciones, algo que no pasé por alto. Sin embargo, actué como si no lo hubiera entendido. Con esa sensación de que quería jugar con él también.

—¿Como cuáles? —Se acercó de nuevo para murmurar sobre mi oído.

—Como tener un buen desayuno. —Me mordí el labio inferior al saber a qué se refería y no dudé en sentir el ardor en mis mejillas. Negué con la cabeza.

—Eres increíble, Tae...

—¿En la cama? Lo sé —dijo con cierto egocentrismo que me hizo sentirme aún más acalorada. ¿Quién era ese chico y por qué conseguía activar cada parte de mí?

—¿Por qué te lo tienes tan creído? —Él ladeó la cabeza.

—¿Es mentira? —Que hiciera otra pregunta me puso nerviosa, pero no me detuvo.

—Lo es —dije, aunque sabía que yo era la que mentía. Él soltó una pequeña carcajada y luego me miró con intensidad.

—Me cuesta creerlo si lo dices tú... ¿Es que en eso sí que eres mejor que yo? —Sabía cómo jugar.

—Dímelo tú. —Sonrió de lado. Sabía que lo tenía justo donde quería. No dejó de sonreír cuando apartó la mirada. Y cuando me miró lo supe. Lo supe al ver que estaba más atractivo que nunca.

—Vamos a comprobarlo. —Sus palabras activaron cada parte de mí—. Aunque si tan malo soy, me imagino que no querrás que te toque, ¿o sí? —dijo eso último casi sobre mis labios. Pero antes de que pudiera sucumbir a ellos se apartó y me miró con una sonrisa. Quizás quien me tenía justo donde quería era él. Quizás, ya era el momento de aceptar que no podía escapar de Kim Taehyung.

¡Hola! ¿Qué tal están?

Creo que no son suficientes las veces que he dicho que AMO a estos dos. Y es que los amo. A ellos. A su historia. A cómo son juntitos. A cómo se tratan... Aunque empiece todo con incomodidad poco a poco van fluyendo y se van encontrando. Y es muy cuqui, jo.

Espero que la estén disfrutando tanto como yo. Disculpen que estos días me descuadré con los días de subida, estuve de viaje los primeros días de la semana y luego me despisté, dejaré de margen mañana y subiré el del lunes el martes y el otro el viernes como siempre!!

Un abrazo enorme♡

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