POV Normal

Una niña no mayor a los 5 años, pelirosada y de ojos jade y tez palida.

Su nombre Sakura Haruno. Ella a diferencia de los demás niños de su edad no lloraba o gritaba cuando quería algo, tampoco había hecho ningún berrinche.

Su madre sumamente preocupada decidió llevarla al hospital, a diferencia de su padre que no se mostró en lo mas mínimo preocupado.

-¿que le pasa a mi hija -pregunto la joven mujer, con un tono de voz preocupado.

-al parecer no siente nada, referente a los sentimientos o no sabe como expresarlos, es una rara enfermedad.

La madre estaba impactada, su hija no podía tener esa terrible enfermedad, ella no podía ser anormal como ella le llamaba. Creía que su hija tenía una maldición o algo parecido, para ella no era lógico. Pero por segunda ves, el padre no demostró nada, no estaba sorprendido, creyó que algo así podría llegar a pasar. Por lo visto no se equivoco.

Pasaron días y meses, donde la madre siempre le daba cosas, en un inútil intento de hacerla sentir algo o mas bien que pudiera expresar una pizca de felicidad. Cosa que no llego a suceder.

Mas mese pasaron y sakura entro en la academia, gracias a su incapacidad de sentir se gano cientos de apodos ñ. Hirientes para cualquiera menos ella.

Pasaron algunas semanas cuando al fin su padre decidió hablar sobre lo que pasaba.

-hija, ven un momento. -dijo y sakura obedeció al instante.

-¿que pasa padre? -pronuncio.

-yo era como tu, hasta que conocí a tu madre, ella me hizo sentir completo. Algún día tu encontrás a ese alguien y te sentirás completa. -dijo simplemente.

Lo dicho por su padre tenía sentido, después de todo era una enfermedad que normalmente se pasaba de padres a hijos. Por desgracia para la pequeña Sakura ella la tenía.

Unas cuantas semanas mas pasaron, cuando Sakura decidió fingir que sentía algo. Quería dejar de preocupar a su madre. Aunque ella no sentía nada, pero su madre si, supuso que debería fingir para hacer a su madre feliz.

Su madre esa tarde le llevo un hermoso conejo de peluche de color rosa como su cabello, por primera ves soltó una sonrisa, falsa, pero su madre no lo noto. Solo la abrazo y le dijo lo feliz que estaba por que al fin estuviera curada.

Su madre, muy dentro de ella sabía que fingía, pero decidió no pensar en eso y solo pensar que su hija sentía aunque solo fuera una vil mentira.

Por la parte de Sakura, era mucho mas fácil así. Nadie le decía nada y podía hacer sus cosas en paz. Era mas como, se podría decir. Al poco tiempo empezo a fingir las 24 horas del día. Todo el tiempo.

Desde ese día empezo a fingir que sentía cosas. Cuando se raspaba lloraba, cuando la insultaban ponía una expresión triste. Si le daban algo ponía una gran sonrisa en su rostro. Ella engañaba a los demás a la perfección, nadie se daba cuenta de su engaño.

Nunca se dieron cuenta de que los engañaba. Solo debía imitar a las demás chicas, combinar las personalidades de todas para crear una. Aprendió en que situaciones se hacia que cara y que tono se usaba.
Era magnífica como podía engañar a todos.

Aunque cuando estaba a un año de guardarse algo sumamente extraño paso, el hokage la cito a su despacho y ahí le dio una noticia triste, demasiado.

-lo siento sakura... pero tus padres están muertos -dijo.

Sakura solo lloró, era realmente triste, ella lloraba, aunque era falso su llanto. Ella no sentía nada por ellos.

Cuando se graduó de la academia fingió ser débil, ser molesta, amar a Sasuke, odiar a Naruto.
Fingió todo el tiempo, excepto cuando estaba en casa, allí era el único lugar donde podía dejar de fingir y mentir.

No sabía el porque, pero estar en casa le daba una sensación cálida. No sabía el porque de esa sanción, pero no le tomaba en cuenta.

Fingió hasta el día donde su equipó la traiciono, desde ese día dejo de fingir y actuar.

Solo decidió que no tenía razón oara seguir siendo la Sakura que todos conocían.

Desde ese día se mostró a la verdadera Sakura, una que no sentía y que mataba sin piedad a sus víctimas.