2.- Día
El dejarme atrapar por aquella maldita chupasangre fue una absurda distracción, estaba seguro que Serch o Nik no se hubieran dejado capturar tan fácilmente. Y estaba seguro también de que aquella maldita me haría pagar caro esa distracción como ella misma me lo demostró a los pocos minutos que desperté.
Quería saber de nuestros escondites, claro, y cuando me negué a decírselo se dedicó a cortarme y a beber mi sangre. Los cortes eran bastante dolorosos, aunque me di cuenta de que cuando pasaba la lengua el dolor disminuía poco a poco hasta que la herida se cerraba con sorprendente rapidez.
Claro que el abuelo Sigfrid ya había descubierto las facciones curativas en la saliva de los chupasangres, esta les permitía hacer desaparecer las heridas en aquellos de quienes se alimentaban; pero yo no había visto sus funciones hasta ese momento. Al segundo corte el dolor me impidió seguir pensando en eso y, al cuarto, había perdido tanta sangre que me sentía mareado y, de no ser por las correas que me sujetaban, me habría caído de bruces.
La criatura, por el contrario, se veía radiante y sonrosada, se movía con una sensualidad felina...
"Maldita sea, debo estar ya delirando para pensar así" pensé, con lo que sentí como mi furia volvía a encenderse, cuando ella quitó la mordaza que me había puesto mi primer impulso fue escupir en su cara, si la hacía enojar lo suficiente tal vez se desesperara y me dejara ir para librarse de mí... Lo cual era un absurdo sueño que deseaba, lo más probable era que me matara, pero eso también sería una liberación pues ya no podría lastimarme más ni me obligaría a decirle nada.
Mas no tuve tanta suerte y solo recibí varios golpes tanto en la cara como en el estómago. Vaya que aquella criatura infame tenía agallas, ya me encargaría de hacérselo pagar después.
Lo que no esperaba era que volviera a morderme, esta vez directo en el cuello. Al principio sentí un dolor intenso como el de las cortadas que me había hecho, pero al igual que en estas el dolor fue desapareciendo, dando paso a una extraña sensación además del increíble sueño que me llegó. Durante los pocos minutos que tardó en llegara mí la inconsciencia, esta sensación parecida a la excitación embargó mi cuerpo, por más que traté de luchar contra ella, hasta que la oscuridad me absorbió completamente.
Desperté aún mareado por lo que me llevé la mano a la cabeza para rascarme...
"Un momento." abrí los ojos, sorprendido: estaba sentado contra la pared opuesta de donde la criatura me había tenido amarrado. Noté un par de grilletes en mis muñecas que descubrí estaban encadenados directamente a la pared, hice un par de intentos por romperla o zafarla pero fue inútil, la cadena era de hierro con grandes y gruesos eslabones, aunque lo suficientemente largas para poder moverme e incluso recostarme en el suelo, no podía ponerme de pie.
Aun estaba solo en ropa interior, pero la habitación estaba bastante cálida así que no tenía frío. Miré a mí alrededor y, para mi sorpresa, descubrí una bandeja a mi alcance con una jarra de café ya tibio, otra igual de jugo de naranja, un tazón lleno de distintas frutas picadas, otro con huevo revuelto (al probarlo descubrí que estaba un poco crudo y salado) y un sándwich con tres pisos de distintos ingredientes.
Hasta que probé el primer bocado me descubrí bastante hambriento y devoré toda la comida con bastante rapidez. Una vez que acabé hasta la última morona de comida, me recargue contra la pared para intentar analizar mi situación.
La criatura no quería que muriera así que me alimentaba, pero mi vida solo le valía mientras tuviera en secreto la ubicación de la casa, en cuanto lo supiera ella y sus compinches nos matarían no solo a mí sino a toda mi familia.
Pensé en Aloise, mi hermano mayor y que se encargaba principalmente de toda la logística de las misiones. Él nunca salía a misiones de campo a menos que fuera absolutamente necesario y me había dado cuenta de que no era por falta de valor, sino que su mente le permitía crear planes y dirigir a varios grupos de cazadores de manera que era mucho más útil que el dirigiera. Era muy probable que heredara el mando de la familia central y de sus ramas, cosa que se tenía bien merecida. Era seguro que él tampoco se habría dejado atrapar y mucho menos pondría en peligro al resto de la familia por mantener una sola vida. Dormité un rato con esos pensamientos.
Cuando volví a despabilarme, la bandeja con los trastes había desaparecido y en su lugar había un gran balde de plástico con tapa. Me acerqué a abrirlo pero estaba vacío así que lo dejé por el momento.
Forcejeé con las cadenas de nuevo, pero solo logré lastimarme las muñecas, con la comida no me habían dado nada con lo que intentar abrir los grilletes y el balde no servía para gran cosa.
Busqué a mi alrededor, pero cerca no había nada. La cruz y la mesa quedaban lejos al frente y lo único que podía hacer era ver con algo de temor el brillo de los distintos instrumentos que muy probablemente estaban destinados para mi tortura.
A varios metros a mi derecha había una puerta pero no había ninguna ventana, por lo que supuse que estábamos bajo tierra, la humedad también me lo indicaba y no me sorprendí pues los chupasangre suelen ocultarse del sol bajo tierra.
Sin tener nada más que hacer pronto comencé a dormitar, hasta que un sonido me sobresaltó. Abrí los ojos para ver cómo entraba una chiquilla por la puerta, se veía pequeña y un poco pálida, al verme despierto se quedó estática en su lugar.
—Yo, he, vengo a recoger el bote. ¿Lo has ocupado?
Me tardé unos momentos en descubrir que no era una criatura chupasangre, le rodeaba el cuello una especie de collar pegado de tela negra que no terminaba de cubrir el enrojecimiento de donde había sido mordida. Llevaba en las muñecas trozos iguales de tela con el mismo fin.
—¿Quién eres? No eres uno de ellos. —Tal vez podría hacer que me liberara.
—No, yo, sirvo a Lady Kath desde, hace mucho.
—¿Le sirves? Más parece que ese monstruo te usa para alimentarse vilmente.
La chiquilla se sonrojó
—Ofrecerle mi sangre es una de mis funciones, una que realizo con gusto —la manera en que lo dijo la hizo ver un poco más valiente.
—Yo puedo liberarte de ese maldito monstruo, si tú me liberas a mí. —Al ver sus ojos me di cuenta de que me había adelantado al decírselo.
—No tengo por qué ser liberada, no hay nada para mí afuera y Lady Kath me ofrece todo lo que necesito o quiero.
Se acercó a tomar el bote y cuando intenté detenerla el sonido de las cadenas la alertó y se alejó de un salto.
—¿Vas a querer utilizar el bote, o me lo llevo?
—¿Por qué pareces tan molesta, tan indignada, si yo solo quiero salvarnos a ambos?
—Solo quieres salvarte a ti mismo. —Se dio media vuelta.
—No, espera... quiero usar ese bote. —Fue lo único que se me ocurrió.
—Bien. —Dejó el balde y lo empujó con la pierna hacia mí, arrojó también unos cuantos papeles suaves.
—¿Podrías darme algo de privacidad para hacerlo?
Salió por la misma puerta y, mientras yo me dedicaba a mis necesidades, pensaba en la manera de hacer que la chiquilla me soltara, por sus actitudes se me ocurría otro plan de acción que ya tenía completo cuando regresó.
—¿Ya acabaste?
—Sí, pero antes de que te vayas necesito decirte algo...
—Yo no puedo soltarte ni voy a hacerlo, así que por favor deja de insistir. Ni siquiera debería estar hablando contigo.
—Pero debes hacerlo, esa... tu ama está en peligro.
Cuando vi cómo se detuvo, cómo se agrandaban sus ojos, supe que había dado en el clavo.
—¿En peligro? Tú no eres ningún peligro allí encadenado y débil —su voz no transmitía la seguridad que intentaba mostrar.
—Tal vez yo no, pero mis primos darán conmigo y la aniquilarán cruelmente por lo que me ha hecho.
—¡No! Ellos nunca encontrarán este lugar, Lady Kath se ocupa de esconderlo bien.
—Pero ahora ellos tienen una muy buena razón para buscarla, así que no descansarán hasta encontrarme. Y a diferencia de tu ama, ellos pueden buscar día y noche.
—Pero, aunque quisiera yo no tengo las llaves...
—Pero puedes conseguirlas —insistí.
—No, no puede —dijo una voz más segura y fuerte, ambos alzamos la vista para ver a la criatura recargada en el dintel de la puerta.
—Mi lady, yo...
—Creí decirte explícitamente que no hablaras con él, Lia.
—Yo, él me habló, mi Lady, yo solo...
—¡Fui yo quien intentó hablar con ella! Si vas a hacer más de tus monstruosidades hazlas conmigo, maldita... —Me contuve en decirle algo para no acrecentar más su furia y que la desquitara con la pequeña.
—Ya después jugaré contigo. ¡Lia! Saca esas inmundicias de aquí y vuelve conmigo de inmediato.
Se acuclilló frente a mí y tuve que usar toda mi fuerza de voluntad para contener el impulso de golpearla, detenido por las cadenas lo único que ganaría sería enfurecerla y debía ser más inteligente que eso para poder salir vivo de allí.
—¿Quieres jugar con mi Lia? Es bastante apetitosa ¿Te gusta?
—Es solo una niña, y tú eres un monstruo por tenerla aquí así, por alimentarte de ella... —no pude evitar mascullar, la sangre me hervía por la pobre chiquilla.
—¿Me consideras un monstruo por eso? —soltó una risita despectiva—. Me hubiera imaginado que sería por algo peor
Ya no pude contenerme, e intenté darle un golpe con el brazo derecho, sin mayor esfuerzo ella detuvo mi mano y se volteó para llevárselo a la boca. Quise quitar el brazo hasta que sentí la dolorosa punzada de su mordida, que me hizo jadear.
Intenté detenerla pero la cadena del otro brazo me impedía llegar hasta ella y mover el brazo que mordía solo lograba acrecentar el dolor, además estaba aquella sensación: allí donde se hincaban sus dientes, podía sentir cómo nacía una especie de calor que recorría lentamente mi cuerpo y relajaba los músculos allí donde pasaba.
"Veneno... es el mismo veneno con el que atacó antes." pensé mientras mi mente se nublaba.
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