10.- Día
Esperaba que mi hermano me ayudara a hablar con Kath, lo que no esperaba era que él se obsesionara con ella. Se pasó la noche entera con sus investigaciones.
Alrededor de la media noche, el sueño pesaba sobre mis párpados, por lo que dejé a Aloise y fui a dormir un par de horas. Al despertar fui a buscarlo a su cuarto y, como me temía, no lo encontré allí. Seguía en el laboratorio.
Me acerqué a decirle que durmiera un poco, y entonces noté la sangre en su mano. Impulsivamente tomé su mano para mirarla de cerca, allí estaban las marcas de la mordida, él se había dejado morder por ella.
Por alguna razón eso me sorprendió y me molestó, por lo que me porté un poco brusco, al menos hasta que me llamó por mi nombre completo, algo que él muy raramente hacía y que me recordó que, además de mi hermano, estaba hablando con el futuro líder de la familia.
Con un suspiro le confié que me preocupaba por él pues era ya mi única familia cercana, con lo que me gané un extraño gesto de cariño. Me atrajo hasta que mi frente se pegó a la suya, (tuve que agacharme un poco dado que soy más alto) y allí se quedó. Cerré los ojos sorprendido por ese contacto pues Aloise suele ser mucho más frío en lo que respecta a mimos y abrazos.
Después de unos cuantos segundos y unas palabras cariñosas, me soltó. Intenté bromear un poco con el asunto antes de ir de nuevo a dormir, con la promesa claro de que él me seguiría pronto.
Antes de salir volteé hacia Kath, sabiendo que Aloise seguía ensimismado con sus cosas, ya tenía un mucho mejor aspecto, no parecía el muerto que parecía cuando llegamos esa noche, pero aún sus ojos mostraban bastante dolor y hambre. De nuevo mi mirada quedó atrapada en la suya como ocurriera poco antes de que llegara Velkian; me quedé allí por varios segundos hasta que parpadee varias veces para volver en mí y salí rápidamente, perturbado por mi actitud.
¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué me sentí mal cuando la vi tan débil, cuando pensé que iba a morir? ¿Y por qué diablos me alegraba que estuviera mejor? Incluso había llegado a pensar que su belleza había regresado ¿Qué diablos ocurría conmigo? Aún pensativo me fui a dormir y estuve dando vueltas en la cama.
Conforme el sueño se fue apoderando de mí volví a la guarida de Kath, pero ahora no estaba atado y podía rodearla con mis brazos mientras ella se ponía de puntas para alcanzar mi cuello, Sabía que debería alejarla, pero cuando mis manos iban a ahorcarla me encontré atrayéndola más hacia mí. Sentí cuando sus colmillos rompieron mi piel para alcanzar la sangre que fluía por mi vena, y en lugar de dolor o repulsión me encontré con una muy grata y erótica sensación que se centraba en mi cuello y en mi entrepierna.
—Nunca voy hacerte daño, mi delicioso Misha —decía su voz contra mi piel, y el movimiento acrecentaba las llamas de mi interior.
A pesar de sus palabras pronto comencé a sentirme muy débil y cuando me di cuenta estábamos sobre una gran cama antigua y acolchada, ella estaba sobre mí y aún se alimentaba, podía sentir mi sangre entrando en su cuerpo, llevando consigo mi fuerza vital.
—Pequeña, terminarás conmigo —le dije cuando mis párpados pesaban demasiado, al igual que el resto de mi cuerpo.
—Eso es lo que quiero, justamente lo que deseo —dijo una voz diferente, una voz grave y cruel—. Quiero que mueras por lo que le has hecho a mi querida Katherina.
Cuando levantó la cabeza vi ante mí el rostro de Velkian, furibundo y con mi sangre chorreando por su barbilla. Estaba demasiado débil para defenderme o para hacer nada más que mirarlo fijamente.
—Y una vez que tú mueras, ella volverá a ser mía, y lo será para siempre.
Me incorporé de pronto, me encontraba de regresó en mi habitación rodeado solamente por la oscuridad. Estaba sudando y mi corazón latía a mil por hora.
En un intento de tranquilizarme me alise el alborotado cabello varias veces, mientras controlaba mi respiración. Hasta que estuve totalmente tranquilo y sin ningún temblor molesto, me levanté y fui a comer, antes de salir me asomé al cuarto de Aloise y pude ver el contorno en su cama, por lo que me retiré en silencio.
Una vez en la cocina, Olga me calentó un gran plato de arroz y pollo que devoré gustoso.
—Será mejor que entrenes un poco con tus primos, Misha, o te pondrás gordo después de tanto comer —me dijo con una sonrisa.
—Así lo haré Olga, muchas gracias por la comida.
—Qué bueno que lo disfrutaras Misha.— Se acercó y me pasó la mano por el brazo.— ¿Cómo está tu hermano? ¿Tendré que ir a regañarlo?
—No será necesario, ya está durmiendo —comenté mientras tomaba una gran manzana roja.
—¡Misha! Recién terminaste de comer, deja eso —me reprendió con un gesto de la mano
—Es para después del entrenamiento —dije lanzándola al aire, en cuanto cayó de nuevo en mi mano salí de allí.
En el sótano estaban los cuartos de entrenamiento así como la armería. Como ninguno de mis primos ni tíos estaban allí me dispuse a practicar un poco disparando a las dianas.
Había practicado desde bastante joven, incluso había llegado a practicar una o dos veces con mi padre antes de que lo mataran. Mi tiro erró al tener ese pensamiento, bajé el arma mientras pensaba en mis padres, ambos unos guerreros excelentes, mi madre era además una gran estratega de la que seguro Aloise había heredado gran parte de sus habilidades analíticas.
Fue cuando yo tenía alrededor de seis años que ellos fueron en aquella fatídica misión. Por un momento me vi transportado a aquella edad, cuando detrás de la puerta los escuchaba discutir al respecto, ya que mi padre insistía en que mi madre no acudiera, aunque no entendí muy bien de qué hablaban, solo sabía que mi madre aseguraba que nunca dejaría solo a mi padre, y que cuando regresaran podrían asegurarse de algo que, de ser cierto, alejaría de nuevo a mi madre de las batallas.
Esa misma noche ellos partieron, Aloise y yo quedamos al cuidado de Olga pues sería un viaje largo y difícil, pero cuando pasó una semana sin que ellos volvieran mis tíos comenzaron a preocuparse, podía notar sus miradas afligidas por nosotros. Tío Lyov, él padre de Serch y Nik, mandó un grupo para registrar la zona y regresaron solo con el cadáver de mi padre, a mi madre jamás la encontraron.
Una fuerte palmada en la espalda me sacó de mis cavilaciones.
—Estás muy distraído, primo ¿Demasiado cansado después de su entrevista con la maldita? —me preguntó Serch, no distinguí antipatía en su voz.
—No demasiado cansado como para vencerte —le respondí.
—Correcto, pequeño bribonzuelo, el que falle más comprará refrescos para todos —con una sonrisa se dirigió a la cámara de al lado.
Después de una ronda de siete disparos ya le debía un refresco a mi primo; bueno, él ya disparaba cuando yo aún estaba aprendiendo a caminar, y yo creía que era más letal que Nik aunque no me atrevería a confesárselo en su cara.
—Veamos si eres mejor en el cuerpo a cuerpo ¿Te parece? —me dijo con su amenazante sonrisa, me enderecé frente a él.
Me sentía bastante orgulloso desde que los había alcanzado en altura, temí no hacerlo viendo la altura de Aloise pero Olga me había asegurado que mi padre era bastante alto. Lo que me costó trabajo fue igualar su envergadura y aún ahora ellos tenían más músculos que yo. Aún así me dediqué a practicar un buen rato con él.
Casi logré acertar los mismos golpes que recibí, pero logró inmovilizarme en un par de ocasiones y yo ninguna.
—Te recomiendo un par de horas más con las pesas, primo —me dijo Serch al ayudarme a ponerme en pie, después de la última vez que me derribó.
—Ya lo creo, pero por hoy estoy muerto —comenté, moviendo el brazo en el que me había hecho palanca—. ¿Quieres ir por los refrescos?
—Será suficiente con esto —dijo tomando la manzana que yo había traído.
—Adelante, me la has ganado. —Hice un gesto con la mano.
Serch salió del cuarto y yo fui a darme una larga ducha, dejando que el agua caliente se llevara los moretones que me había hecho Serch así como el cansancio y la suciedad. Al salir aún me demoré bastante en secar y desenredar mi cabello, una pequeña molestia que había que pagar por tenerlo largo.
Al salir casi choco con Aloise, que salía presurosamente de la casa.
—¡Hey, hermano! ¿Todo bien? —alcé la voz.
—Sí, se me terminaron los frascos para las muestras, iba a salir temprano pero me quedé dormido. Saldré rápido y regresaré antes de la puesta —su voz iba disminuyendo conforme se alejaba.
Con un suspiró fui a buscar la merienda, Serch y Nik se preparaban para otra noche afuera.
—Pensé que te había dejado muy cansado como para salir —bromeé.
—Hacen falta cinco como tú para hacer algo parecido, primo. —Cargó su mochila.
—Mucha suerte chicos, acaben con un par de ellos por mi.
—Cuando acabe toda la epopeya con la criatura, podrías volver a salir con nosotros —tanteó Nik.
—Si me necesitan solo deben pedírmelo e iré con ustedes. —No pude evitar la sonrisa, con lo que me gané un golpe en el hombro de cada uno de ellos.
Me preparé una gran batido de chocolate con las distintas vitaminas que tenemos para eso y, sin pensarlo mucho, fui de regresó al cuarto de experimentos a esperar a Aloise.
Tomé una silla y me senté recargado en el respaldo, frente a Kath, pude ver cuando inspiró por primera vez. Todo su cuerpo pasó de parecer muerto a estar simplemente dormido. Bebí varios tragos de mi batido antes de que ella abriera los ojos. Sus pupilas de color café claro se fijaron en mis propios ojos, casi parecían dorados debido a la maldición vampírica, una sonrisa casi imperceptible asomó a sus labios.
—Buenas noches, Misha. Esto me recuerda mucho a otro momento pero con los papeles inversos —dijo ella tranquilamente.
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