Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1.- Noche

Ellos eran una de las familias de cazadores más eficientes y, por lo tanto, más peligrosas de la ciudad. Los Rossblack y sus diferentes ramas se habían dedicado durante generaciones a matar a cuanto nocturno se encontraran.

Si de mí dependiera, yo me habría alejado hacía mucho tiempo de la ciudad, de ellos y de los problemas que acarreaban, pero mi "querido" maestro y creador, Velkian, se empeñaba en mantener el control de esta ciudad y su residencia dentro de ella, aunque eso signifique pelear contra los Rossblack constantemente, lo que me obliga a permanecer aquí.

De una de las ramas secundarias de los Rossblack descendían dos de los más mortíferos cazadores que se hubieran conocido nunca. Sabíamos que sus nombres eran Sergei y Nikolas, y que eran hermanos, pero no más que eso. Eran listos y estaban bien entrenados, no volvían a su guardia hasta que el sol salía y nosotros estábamos obligados a ocultarnos y dormir. Además conocían bien nuestros poderes y debilidades, estaban muy bien equipados para aprovecharse de ellas.

Velkian nos había ordenado a varias de sus creaciones buscar la guarida de los cazadores, o bien encontrar alguna debilidad; pero hasta la fecha lo único que habíamos logrado era que mataran a una gran cantidad de mis hermanos.

Ya casi habían aniquilado a todos las creaciones de Velkian cuando pude encontrar una pequeña oportunidad:

Aquella noche me percaté de un chico que acompañaba a Sergei y a Nikolas, debería tener alrededor de 20 años y aunque compartía la gran altura de sus primos, se le veía un poco más delgado, fibroso, y no emanaba aquella promesa de agresividad y violencia. Era casi tan mortífero como ellos a pesar de ser una de las primeras noches en que salía a cazar, según alcancé a escuchar de la plática que mantenía con sus primos. Sabía que demasiado pronto sería tan peligroso e insensible como ellos, pero esta noche podía ser un flanco débil.

No había tiempo para avisar a nadie, además de que con la información que obtuviera podría negociar con Velkian mi liberación; así que tenía que actuar inmediatamente.

Dejé una serie de pistas no tan obvias que llevarían a los cazadores hasta el bosque de las afueras de la ciudad. Allí les tendí la trampa usando un pequeño aparato de los humanos, un llamado "celular", en cuya pantalla brillaban un par de ojos y que, cada cierto tiempo, vibraba.

Dejé el pequeño dispositivo entre unos arbustos antes de que los cazadores se acercaran y subí a la copa de un árbol cercano.

Escondida entre las hojas pude ver cuando los tres pasaron debajo de mí, contuve la respiración, observándolos.

Cuando estaban cerca el aparatito comenzó a vibrar y se iluminó la forma de los ojos, aproveché el ruido para bajar del árbol de forma silenciosa, mientras los cazadores desenfundaron sus armas. Tal como esperaba, Sergei ordenó al chico nuevo con un gesto que se quedara detrás de ellos.

Cuando la atención de los tres estaba puesta en el sonido, me lancé contra el chico con toda la fuerza y velocidad de la que fui capaz. Tomé su mano derecha, con la que sostenía un arma plateada y roja, y mordí su hombro (pues su cuello estaba protegido por un collar de plata) para inyectar un veneno paralizador.

—¡Misha! —escuché el grito de los otros dos.

Tapé su boca y me alejé lo más rápido que sus forcejeos me permitían, hasta que por fin el veneno terminó de hacer efecto y lo dejó inconsciente. Pude entonces cargarlo en hombros y alejarme a máxima velocidad, pues los otros ya nos pisaban los talones e incluso algunos disparos me habían pasado cerca.

Al final logré perderlos y pude, por fin, dirigirme hasta mi hogar, debajo del cual tenía un sótano al que solo se podía acceder por una trampilla oculta en la maleza. Me aseguré de que no me seguían antes de entrar y volver a ocultar la entrada; incluso permanecí varios minutos junto a la puerta, agudizando al máximo mis sentidos para detectar cualquier cosa que se acercara, afortunadamente nada lo hizo.

Bajé los escalones que me separaban de mi "guarida", una serie de estancias que utilizaba más para jugar que para pasar el día. En una de las habitaciones del fondo tenía justamente una cruz de San Andrés, que es una especie de "X" enorme que permitía inmovilizar a una persona, deteniendo sus manos y sus piernas.

Sin mucho esfuerzo coloqué allí al muchacho, cuando estuvo colgado un impulso extraño nació en mí y le arranqué la playera. Su torso estaba casi tan marcado como el de sus primos (y no es que me hubiera fijado, claro), debía admitir que se veía muy bien. Ya deseaba empezar a jugar con él, esperaba que no me diera la información que necesitaba tan rápido.

Con estas ideas en la mente me dirigí a la "cocina": era una habitación donde tenía refrigeradas una serie de bolsas para donación de sangre, (sí, ya sé, suena muy cliché, pero es de lo más oportuno tenerlas) y otro de esos aparatos humanos que me permitía calentarlas con solo apretar unos botones. En otro estante tenía algunas botellas de vino tinto, bebida que me ha gustado desde que era humana.

Puse a calentar una bolsa de sangre mientras tomaba una de las botellas de vino y me servía media copa, cuando el aparato avisó con un pitido que la sangre estaba lista terminé de rellenar la copa con la sangre, una bebida de la que solía disfrutar en mis pocas noches de ocio. Regresé al cuarto y me senté en un cómodo sillón en la esquina a esperar.

Pasó casi una hora antes de que el chico despertara. Se oyó un leve gemido, él frunció el ceño un par de veces antes defin abrir los ojos. Éstos eran de un color casi dorado y pude ver en ellos como pasaba la confusión y luego, conforme iba recordando, apareció el rencor, el coraje y una pizca de miedo. Forcejeó con sus ataduras, pero era inútil, si podían resistir a algunos vampiros neófitos, no había nada que un humano pudiera hacer sin un cuchillo o algo punzante. Paseó la mirada por la habitación, supongo que buscando alguna vía de escape, y entonces cayó en cuenta de mí.

De nuevo me fijé en sus ojos, estos se encendieron de una manera inquietante y, debo admitirlo, deliciosa.

—Maldita chupasangre ¡Déjame salir! —bufó.

—Sí claro, ¿para que me mates? ¿Para que destruyas mi hogar y a quienes... (Estaba a punto de decir "a los que quiero" pero lo pensé unos momentos) son como yo? —me reí, aún sin ponerme de pie.

Él bajó la cabeza, pero su mirada y su voz no tenían el menor rastro de rendición.

—Ustedes merecen estar muertos, todos —gruñó con voz gutural.

—Vaya, una aseveración bastante fuerte cuando aún nos estamos conociendo.

Cuando me acerqué a él se revolvió inquieto.

—No te atrevas a tocarme, bestia inmunda. —Dejé la copa en la mesilla y tomé una pequeña daga que había sobre la misma.

—¿Podrías dejar el lenguaje tan vulgar de lado? —Pasé la daga por debajo de su gargantilla de plata.

Él volvió a removerse y, antes de que se rompiera la gargantilla, se hizo un ligero corte a un lado de la garganta. El olor de su sangre me atrajo, pero él movió su cara para quitar la herida de mi alcance.

—Te dije que no te atrevieras a tocarme o voy a matarte.

—Bonito, ¿debo recordarte quién es el que está inmóvil y completamente indefenso?

Lo tomé por su largo cabello y lo halé hacia atrás, dejando su cuello a mi entera disposición. Él gruñó y refunfuñó, pero nada podía hacer, me incliné para solo lamerla herida varias veces, disfrutando de su sabor, hasta que las propiedades de mi saliva hicieron que se cerrara. Me separé y noté que él tenía la respiración agitada y los puños cerrados, de su garganta salían algunos gruñidos bajos.

—Vaya que eres delicioso —murmuré al soltar su cabello, él levantó la cabeza y me miró furibundo.

Bajé la punta filosa de la daga hasta clavarla en el cinturón de sus vaqueros y le sentí temblar.

—¿Qué planeas hacerme, bestia chupasangre?—jadeó.

—Oye, dije que basta de llamarme así, mi nombre es Katherina, o a lo más solo dime Kath, pero basta de los adjetivos molestos. —Él solo bufó—. Y quiero eliminar cualquier riesgo potencial. No creo que con tu simple pistola te dieras por satisfecho.

Rasgué el borde de su pantalón por ambos lados hasta que terminó en el piso, pese a las protestas del chico, y, justo como esperaba, había otra pistola oculta así como un cuchillo unido a su muslo por una correa y unas tres dagas en el tobillo.

—¿Ahora ves a lo que me refería? No queremos que hagas alguna tontería antes de tiempo.

Tuve que utilizar unas largas pinzas pues todo su equipamiento estaba hecho de plata pura. Al final todas las armas quedaron en el suelo, las empujé con las mismas pinzas hasta una compuerta,detrás de la cual las encerré.

—Por fin, ahora podemos platicar tranquilos, Misha.

—¡No te atrevas a llamarme así! —explotó el chico, cosa que me sorprendió.

—¿No es ese tu nombre? Escuché que así te llamaban tus primos.

—Tú no tienes ningún derecho de llamarme así. Soy Mihail, Mihail Rossblack. —rugió.

—¡Oh! Bueno, lo siento. No soy originaria de este país y no me relaciono mucho con los humanos, así que no conozco las costumbres sobre los nombres que ustedes tienen. —Me alejé un poco de él—. Como sea "Mihail Rossblack", solo necesito que me des algunas respuestas, después buscaré alguna forma de que te marches sin que sea peligroso para ninguno de los dos.

—Vas lista si crees que te voy a decir algo.

—Eso es muy obvio, casi un cliché. Quiero que me des la dirección exacta de tu guarida y la de tus primos: llevamos ya bastante tiempo buscándola.

—Jamás te lo diré —escupió.

—Bueno, eso también era obvio. ¿Qué te parece si prometo que, después de dármela, te liberaré para que vayas corriendo a advertirles?

—No los traicionaré nunca, sea por lo que sea.

—Ya lo veremos.

Me acerqué a él e hice un corte en su pecho comuna de mis garras, lo escuché gruñir y revolverse mientras me inclinaba a lamer la sangre que comenzó a correr, bebí hasta que mi saliva hizo que el corte se cerrara. Él seguía gritando groserías y maldiciones, cosa que siempre me ha molestado así que me incliné para recoger una tira de su destruida playera.

—Suficiente, ya me ha cansado tu boca sucia. —Le puse la tela en la boca y amarré mi improvisada mordaza detrás de su nuca. Para diversión mía y molestia de él me dediqué unos segundos a volver a acomodar su cabello.

—Yo te lo advertí, te desataré... la mordaza, cuando estés dispuesto a decir algo interesante, y no solamente vulgaridades.

La furia en sus ojos fue suficiente respuesta, así que volví a rasgar desde su hombro hasta la última de sus costillas del otro lado. Lo corté y bebí en otras cinco ocasiones, cada nuevo corte me ofrecía un mayor sabor de adrenalina, podía saborear los latidos apresurados de su corazón a través de su piel, sus gritos y gemidos llenaban la sala junto con el dulce aroma de su sangre.

Cuando volví a separarme su rostro estaba bañado de sudor y lágrimas, su respiración acelerada y se veía ligeramente más pálido. Me alejé para sentarme de nuevo sobre el silloncito.

—Vaya que sabes muy bien, si no me detengo ahora voy a drenarte por completo.

Debía admitir que el tal Mihail era sumamente dulce y delicioso, su rechazo y pelea dirigidas a mi lo hacían además divertido.

—Entonces, ¿me dirás lo que deseo saber? Debo confesarte que espero que te sigas negando, esto es por demás divertido.

Mihail negó con la cabeza antes de dejarla caer de nuevo, casi derrotado a no ser por sus ojos que aún brillaban con ira y desdén. Me relamí los labios antes de soltar una carcajada.

—Muy bien, sigamos con nuestro juego entonces.

Tomé de nuevo la copa ya vacía y me acerqué a él. Hice un corte en su muñeca y llené mi copa a la mitad antes de cerrar la herida con la lengua. Fui a la cocina a terminar de llenar la copa con vino tinto, al regresar Misha volvía a forcejear contra sus ataduras.

—Tu sabor es exquisito, hacía mucho que no probaba algo tan bueno y en realidad nunca había probado la sangre de cazador. Si Velkian supiera lo bien que saben tal vez intentaría cazarlos él mismo y así nos dejaría en paz.

Levantó la vista al oír mí voz y me miró, furibundo de nuevo.

—¿Estás un poco más dispuesto a hablar ahora? —pregunté, a lo que solo me miró fijamente, pero al soltar la mordaza me escupió en la cara.

Me limpié la saliva con la manga de mi playera antes de darle dos bofetadas bastante fuertes además de un golpe en el abdomen que al parecer lo dejó sin aire pues Mihail solo gimió con los ojos cerrados.

—Vaya que eres vulgar y sucio, es todo lo que voy a soportar el día de hoy.

Antes de que pudiera decir alguna otra vulgaridad, me incliné para morder su cuello y le inyecté de nuevo veneno paralizante. La tensión de su cuerpo al sentir la mordida hizo eco en mi propio cuerpo aunque en partes algo distintas, más al escucharlo gemir y luego gruñir esforzándose por no sucumbir a la inconsciencia, pelea que obviamente perdió y después de cinco sorbos su cabeza cayó inerte sobre mi hombro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro